Varona

Revista Científico-Metodológica, No.69 septiembre-diciembre, 2019. ISSN: 1992-82

Hablemos del lenguaje


Dra. C. Ileana Domínguez García. Profesora Titular. Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona

Correo electrónico: ileanadg@ucpejv.rimed.cu

Estimados lectores:

El uso de -ente

En ocasiones, con la idea de usar el lenguaje inclusivo, cometemos errores que violentan la gramática del español. Uno de esos errores es colocar el femenino al sufijo –ente, Vamos a ver por qué:

En castellano existen los participios activos derivados de los tiempos verbales. El participio activo del verbo atacar es “atacante”, el de salir es” saliente” y el de cantar es “cantante”.

El del verbo ser es “ente”, que significa “el que tiene identidad”, “el que es”.

Por ello, cuando queremos nombrar a la persona que denota la capacidad de ejercer la acción que expresa el verbo, se añade la terminación “ente”. Así, al que preside se le nombra presidente, independiente del género masculino o femenino del que realiza la acción de presidir. Por tanto, cometemos un error gramatical al adjudicar un femenino que NO EXISTE. No se dice presidenta.

Para que se comprenda mejor pondré otros ejemplos, se dice capilla ardiente, nunca ardienta, y capilla es femenino. Estudiante, no estudianta;  independiente, no independienta; paciente, no pacienta; residente, no residenta.

Sería como adjudicar un masculino a palabras que no lo llevan por ejemplo dentista, (dentisto); pediatra (pediatro); paisajista (paisajisto), machista (machisto). Igual que no decimos estos masculinos, no debemos decir aquel femenino.

Espero que esta explicación nos ayude a identificar y nombrar adecuadamente a nuestras presidentes de la Comisiones nacionales de Carrera, por ejemplo.

Saludos,

Ileana

Dr. C. Ileana Domínguez García