Varona

Revista Científico-Metodológica, No.70 enero-abril, 2020. ISSN: 1992-82

Editorial


El pasado primero de enero, elementos inescrupulosos al servicio de los enemigos del pueblo cubano profanaron varios bustos de nuestro Héroe Nacional en la capital.

Ese acto vandálico y repulsivo, por la degradación moral que implica, suscitó la más profunda indignación en todos los rincones del país, donde niños, adolescentes, jóvenes y adultos manifestaron su enérgica condena contra los autores de estos hechos y contra aquellos que, en el exterior, han tratado de manipularlos desde los medios de comunicación y en las redes sociales.

Han atentado contra uno de los más representativos símbolos del patriotismo y del decoro del pueblo que, como Fidel en octubre de 1953, lleva en el corazón las doctrinas del Maestro.

Han re editado la ignominia cometida el 11 de marzo de 1949 por los marines yanquis que ultrajaron la estatua del Apóstol en el Parque Central de La Habana y el vandalismo de quienes el 15 de enero de 1953 derramaron chapapote sobre el busto de Julio Antonio Mella colocado por la Federación Estudiantil Universitaria frente a la histórica escalinata de la Universidad de La Habana. Pero, lo han hecho en un escenario muy diferente al de aquella república neocolonial que tan lejana estaba de la soñada por el más universal de los cubanos.

Vivimos hoy en una república verdaderamente democrática y trabajadora que, edificada con todos y para el bien de todos los hombres de buena voluntad, ha convertido en hermosa realidad, no solo la aspiración martiana de que su ley primera sea la del culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre, sino también su hermosa concepción de que Patria es humanidad.

Los cubanos de hoy somos herederos y continuadores del legado martiano, de la eticidad de su pensamiento humanista, de profundo contenido patriótico, antimperialista, latinoamericanista y solidario, que el Comandante en Jefe, Fidel Castro, asumió y aplicó en síntesis creadora con las ideas del marxismo leninismo.

Seres despreciables, como los que cometieron esta profanación son, dicho con palabras de Martí, “insectos dañinos que le roen el hueso a la patria que los nutre”. (Martí, 1975, p. 16).

Son aplicables al Apóstol, las palabras que este expresó para referirse a las grandes personalidades, contenidas en el artículo Extranjero, publicado en El Federalista, México, el 16 de diciembre de 1876: “(…) ¡Qué misterio tan imponente, tan consolador, tan majestuoso, tan bello, el de la personalidad! ¡Qué inmenso es un hombre cuando sabe serlo! Se tiene en la naturaleza humana mucho de ígneo y montañoso. Hay hombres solares y volcánicos; miran como el águila, deslumbran como el astro, sienten como sentirían las entrañas de la Tierra, los senos de los mares y la inmensidad continental.” (Martí, 1975, p. 361).

Sin dudas, Martí es uno de esos hombres.

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