Revista Científico-Metodológica, No.80 mayo-agosto, 2024. ISSN: 1992-8238
Lic. José Manuel Reyes Pérez. Licenciatura en Educación Primaria. Dirección General de Educación, Cerro.
Correo electrónico: reyesperezjosemanuel77@gmail.com
ORCID: http://orcid.org./0009-0001-3968-2972
RESUMEN El presente trabajo ofrece un acercamiento a los resultados de una investigación, de alcance descriptivo, a partir de un diseño transversal de estudio de caso, que ha tenido como objetivo analizar la percepción social de la masculinidad en estudiantes varones de 2do año de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana en el año 2023. Con este fin, se sistematizan los referentes teórico-conceptuales de la percepción, la percepción social, el género y las masculinidades. Mediante la aplicación de métodos y técnicas para la recogida de información, como el análisis documental, la observación, la encuesta, el dibujo y la composición, se identifica la percepción social de la masculinidad que poseen estudiantes varones. Palabras clave: Percepción social, género, masculinidad |
ABSTRACT The present work offers an approach to the results of a descriptive investigation, based on a cross-sectional design of a case study, which has had the objective of analyzing the social perception of masculinity in male students of the 2nd year of the Faculty of Communication of the University of Havana in the year 2021. To this end, the theoretical-conceptual references of social perception, gender and masculinities are systematized. Through the application of methods and techniques for collecting information, such as documentary analysis, observation, survey, drawing and composition, the student's opinions on masculinities are identified. From a predominantly qualitative perspective, traits of hegemonic masculinity were determined in the men of the study sample, based on the persistence of a generic regulation that is maintained with great force and that continues to reproduce values that are part of the traditional construction of masculinity. masculinity and still presents an old-fashioned and retrograde male. Keywords: Social perception, gender, masculinity |
El aprendizaje de los roles sociales, comienza desde el nacimiento, en la familia y se refuerza en la escuela y demás contextos de actuación. De ahí que, si los conceptos de lo masculino y lo femenino son dicotómicamente opuestos, sustentados en relaciones de poder, supremacía y discriminación, conducen a una diferenciación sexual, y se establece un dimorfismo psicológico y social, que contrapone antagónicamente un sexo y otro, a la vez que limita las posibilidades de desarrollo como seres humanos.
El argumento a estas diferencias lo debemos buscar en la historia. Una de las constantes que ha marcado las sociedades a escala planetaria, es la existencia de una división sexual del trabajo, en la cual los hombres y mujeres han sido llamados a desempeñar roles diferentes y preestablecidos. Con lógicas variaciones, atendiendo a espacios determinados y momentos históricos concretos, este fenómeno ha mantenido su presencia hasta la actualidad. (González, 2010)
Esta diferenciación socio-cultural del género ha venido acompañada de relaciones desiguales entre ambos sexos. La feminidad y la masculinidad, han sido construidas social e históricamente de tal forma que constituyen estereotipos tan grabados en la sociedad que se consideran naturales, inmutables y sus aspectos negativos pasan casi inadvertidos para una gran parte de las personas.
En este sentido, es posible apreciar una marcada diferencia entre la importancia que se le da a las feminidades y las masculinidades, siendo esta última la menos favorecida en su estudio, por lo que históricamente se le ha asignado. Los primeros análisis y valoraciones sobre la figura del hombre empiezan en la década del 40 con Kinsey, A.
En los años posteriores, autores como Kaufman, M. (1995, 1999); Connell, R. (1996); Arés P. (1996); Kimmel, M. (1998); Valdés, T. y Olavaria, J. (1998-2005); González, JC. (2002, 2004, 2005, 2010); Rivero, R (2015, 2016, 2018) empezaron a valorar la importancia del tema, aplicando las reflexiones básicas a sus contextos y realidades, en aspectos tales como la sexualidad masculina, la construcción de la identidad, la socialización de roles, los mandatos masculinos y el fenómeno de la violencia en las relaciones de poder. En las décadas del 60 y 70 del pasado siglo, con los estudios de las mujeres, la liberación sexual y los movimientos feministas surgen también los estudios sobre la masculinidad.
El tema es objeto de análisis y reflexión en la agenda de importantes foros de organizaciones y organismos internacionales de las Naciones Unidas como: el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPAD), la Organización de Naciones Unidas para la Educación la Ciencia y la Cultura (UNESCO), los que se concentran en intenciones para promover estudios sobre varones y masculinidades para la generación de políticas públicas transformadoras, como parte del accionar de los diferentes estados y gobiernos. (Mederos, 2014).
En Cuba, los estudios sobre masculinidad son aún más recientes. El debate sobre este tema aún tiene muy pocas voces en el ámbito cubano, en autores y autoras como Arés, P. (1996); Álvarez, M. (2016); González, JC. (2002, 2004, 2005, 2010); Rivero, R. (2015, 2016, 2018); Díaz, MT. (2015, 2016,2023); Ulloa, O. (2009, 2016). (Rivero, R. Ulloa, O. 2016). De forma general, enfatizan en las características actuales que se manifiestan mediante las diferentes masculinidades; el impacto y consecuencias negativas de asumir una masculinidad hegemónica como rasgo de la conducta de hombres en la actualidad, devenida de un proceso histórico que han marcado las sociedades patriarcales y machistas; la discriminación de los hombres hacia su mismo género; de patrones sexistas y discriminatorios hacia la mujer y otras identidades excluidas por ser diferentes.
Para el análisis de las masculinidades se considera de importancia tener en cuenta la percepción que de ellas se tiene a nivel social. Ya que esta es reconocida como el proceso o procesos a través de los cuales se pretende conocer y comprender a otras personas, y es catalogada como base del conocimiento. Lo que permite entender la percepción social como unidad de enfoque que unifica e integra lo individual y lo colectivo; lo simbólico y lo social; el pensamiento y la acción. (Araya, 2002).
El estudio de la percepción social estratégicamente se corresponde con las relaciones psicopedagógicas. Constituye una construcción en torno a determinados aspectos del mundo circundante que estructura una amplia gama de informaciones, percepciones, imágenes, creencias y actitudes vigentes en un sistema social determinado. Desde esa perspectiva, permite una aproximación a la “visión de mundo” que las personas o grupos tienen y lo que les permite actuar o tomar posición ante los diversos objetos sociales.
Las percepciones sociales, en definitiva, constituyen sistemas cognitivos, afectivos y valorativos en los que es posible reconocer la presencia de estereotipos, opiniones, creencias, valores y normas que suelen tener una orientación actitudinal positiva o negativa.
De ahí la pertinencia y relevancia de los estudios asociados a las percepciones de las masculinidades en jóvenes universitarios desde un alcance descriptivo, en correspondencia con el contexto cubano actual dados los numerosos vacíos en aspectos relacionados con la experiencia de ser hombre desde las prácticas hegemónicas inequitativas.
Desde una perspectiva integral y crítica, los estudios acerca de las percepciones de jóvenes universitarios sobre la masculinidad, permiten diseñar propuestas teórico-metodológicas que posibiliten orientar de manera ordenada, coherente, dialéctica, transdisciplinar y transformadora una labor de influencia hacia los hombres en la búsqueda de reconstrucciones de género con sus beneficios para el desarrollo sociocultural de relaciones saludables y equitativas.
En tal sentido, el artículo tiene como objetivo: analizar la percepción social de la masculinidad en estudiantes varones de 2do año de la Facultad de Comunicación de la Universidad de La Habana en el año 2023.
El acercamiento al tema está en función de una investigación de alcance descriptivo, a partir de un diseño transversal de estudio de caso, desde una perspectiva preponderantemente cualitativa que permite constatar la percepción social de una normativa genérica.
Se sistematizan los referentes teórico-conceptuales de la percepción, la percepción social, el género y las masculinidades, mediante la aplicación de métodos y técnicas para la recogida de información, tales como: el análisis documental, la observación, la encuesta, el dibujo y la composición. Como métodos y técnicas para el diagnóstico fueron aplicadas, la observación, el cuestionario auto administrado y enviado por correo electrónico: a partir del contexto pandémico y el difícil acceso a la muestra, y las técnicas del dibujo y la composición, así como la triangulación metodológica.
Para este estudio, se utilizó un muestreo no probabilístico intencional de sujeto tipo donde el investigador selecciona intencionalmente las características que desea ver representadas en la muestra. Es así que se seleccionaron 35 estudiantes varones de 2do año, que cursan las carreras de Ciencias de la Información y Comunicación Social de la Facultad de Comunicación, de la Universidad de La Habana, en el año 2023. Sus edades oscilan entre los 18 y 23 años. Se identifica la percepción social de la masculinidad que poseen estudiantes varones, que ha tenido como objetivo analizar la percepción social de la masculinidad en estudiantes varones.
Intencionalmente se escoge la muestra además por ser jóvenes estudiantes de carreras universitarias con un alto compromiso social y en cuyos currículos no existe contenido alguno referido al abordaje integral e integrado de los aprendizajes sobre sexualidad con enfoque de género y derechos.
A partir de la operacionalización de la definición asumida se determinan como dimensiones de la percepción social de la masculinidad, lo cognitivo, lo comportamental y lo afectivo, dimensiones que integran los conocimientos, los ideales, los sentimientos y valoraciones que poseen los estudiantes varones a partir de sus motivos, afectos y emociones, para desde su comportamiento expresar la percepción social de la masculinidad.
Los resultados más significativos luego de la triangulación son los siguientes.
Para 20 estudiantes de la muestra, la masculinidad y la feminidad es ser hombre o mujer. Vinculan la masculinidad al machismo como categoría negativa 11 de ellos, y en cuanto a la feminidad la relacionan con los rasgos físicos que identifican a las mujeres como tal, referido por 12 de los participantes. 12, vivencian la masculinidad y la feminidad como opuestos o lo contrario. La generalidad de la muestra, refiere ser hombres en primer lugar por la condición biológica de nacer con pene.
La mayoría de los jóvenes encuestados identifican una sola manera de ser hombre, visto en 31, el resto refiere no saber cuántas pudieran existir; no reconocen otras maneras de ser hombre u otras masculinidades. El total de los estudiantes de la muestra reconoce la categoría género, a partir de lo que se reconoce como masculino y femenino, y que a su vez permite clasificar a los hombres y a las mujeres a partir de la genitalidad de sus cuerpos y de ciertos mandatos sociales.
Entre las características más comunes que los varones identifican que tienen como hombre se encuentra: 28 de los estudiantes expresa que son la fuerza y el respeto, 24 el orgullo y 21 la seriedad. En su ideal de masculinidad los varones remarcan y enfatizan todo lo que sea fuerte, poderoso, viril, características todas de la masculinidad hegemónica. El ideal de hombre es aquel que tiene una actitud agresiva y de rechazo hacia la homosexualidad, el hombre no debe expresar el dolor, ni debe quejarse y mucho menos sentir o manifestar el miedo, desde el ideal de varón asumen que llorar es una expresión de debilidad y vulnerabilidad típicamente femenina, palabras como dureza, temeridad, fortaleza física y emocional, autoridad, imposición, son identificadas como elementos focales del ideal de hombría. Otro elemento a tener en cuenta, son los criterios de productividad y rendimiento en la relación sexual.
El autor considera necesario destacar que, al leer las explicaciones dadas por los sujetos, 28 estudiantes hablan en tercera persona “la masculinidad” y no en primera persona “mi masculinidad”, aunque en la aplicación de la técnica se precisó e hizo énfasis en que era la percepción social de la masculinidad individual de cada uno. Ello puede estar por doloroso que resulta hablar de sí mismo y auto-reconocer un conjunto de elementos que son negativos y dañinos, por ello se utiliza como mecanismo de defensa la tercera persona al permitir no tener que implicarse en la percepción y reflejar así, en mayor medida, aquello que se desea alcanzar que lo que realmente se es.
En sentido general, los estudiantes demuestran conocimientos e incluso, realizan valoraciones sobre la masculinidad y la feminidad a partir de los modelos impuestos por la sociedad, primando en ellos estereotipos y prejuicios; resultados encontrados en la encuesta, la composición, y el dibujo. La misión fundamental de los hombres es ser los responsables de su familia para el total de ellos. 23 enfatizan que la prioridad es el trabajo y la búsqueda de mejoras económicas y de estos, 5 mencionan que deben proteger a la familia y no dejarlos desamparados, “porque son el horcón de la familia”.
Los hombres también son asociados a las fiestas y al consumo de bebidas alcohólicas y cigarros, planteado por 19, y 3 de ellos resaltan el gusto por el deporte; los hábitos tóxicos se muestran como forma de erigirse como hombres. Otro de los indicadores para ser verdaderos hombres, expuesto por 11 estudiantes, es el de ser conquistadores de mujeres y cambiar constantemente de pareja, en 2 de los casos, argumentando que debían responder ante las demandas femeninas aun cuando no fuera del gusto de ellos. 27 de la muestra señalan, tener varias parejas sexuales, ya sea al mismo tiempo o no, es directamente proporcional a la hombría.
En cuanto a la feminidad 32 consideran que una mujer es verdaderamente femenina siempre “que sea de su casa, hacendosa, laboriosa, limpia”. 12 lo relacionan a la sumisión, a complacer y atender las disposiciones de sus parejas, los padres y demás miembros de la familia. 17 consideran más femenino lo asociado a características físicas como “ser bonitas, coquetas y presumidas”. De esta manera, se muestra el mundo público destinado a los hombres, mientras que las mujeres deben reservarse para el mundo privado del hogar, los hijos y la familia, como lo dictamina el patriarcado.
Se hace necesario resaltar la autoexigencia de los hombres desde los mandatos de la masculinidad hegemónica. El rol de proveedor es de los hombres, aun si las mujeres tuviesen la posibilidad de sostener económicamente su hogar, saben que sus parejas no lo aceptarían y serían mal vistos por la sociedad.
Durante la observación, se constata que existe división sexista en los roles que asumen dentro del grupo. Se observó en sus relaciones y comportamientos que la mayoría de ellos presentan conductas homofóbicas, mientras más alejado de lo femenino, más masculinos serán. La única forma aceptada por ellos de que un varón se acerque de más a un grupo de muchachas es para “ligar”, si no es así, inician bromas con respecto al “cambio de bandos”; se acusan de “flojos” ante la menor sospecha de delicadeza y debilidad, y la forma de demostrar su “hombría” cuando esta es puesta en dudas, es desde la agresividad verbal.
En la encuesta el 27 declaran que los homosexuales no son verdaderos hombres, que un hombre homosexual no es completamente hombre argumentando entre otros criterios: “porque falta a la tarea más humana e importante de la especie humana, que es la de procrear y educar adecuadamente a sus hijos”. rechazando así otras formas de masculinidad. A pesar de esto, refieren no ser homofóbicos, que ellos respetan a los demás, pero “de lejos”.
Es así, que el total de la muestra reconoce tener amigos homosexuales, sin embargo, 30 de los varones destaca como algo imprescindible para ello “el respeto”, entendiendo el “respeto” como el no intento de proximidad afectiva o física del amigo homosexual con este. No se aprecia en ellos la misoginia, el total de la muestra mantiene adecuadas relaciones con las muchachas del grupo y con otras que no pertenecen a este. Son respetuosos, reconocen sus cualidades y las valoran por esto.
Refieren cuidarlas y protegerlas, asociado a los estereotipos de hombres protectores, aun cuando esto puede ser indicador de asumir la feminidad como debilidad. Sigue confirmándose en este indicador, que todos valoran como negativo el poder del hombre sobre la mujer, argumentando que “todos y todas tienen los mismos derechos en la sociedad”. En la encuesta, 25 estudiantes respondieron que ser infiel está bien, al igual que cambiar constantemente de pareja. Estos son los permisos y las ventajas de ser hombre. Deben estar siempre dispuestos a las relaciones sexuales y proponerlo. Se consideran expertos en el arte de “hacer el amor”, presumen de su virilidad y del tamaño de sus penes, todo esto en forma de broma.
Durante la observación se sigue confirmando, que, en sus relaciones, no se aprecian rasgos de violencia o agresividad, Prima en ellos la camaradería y la complicidad, generalmente ante lo mal hecho, pero también ante los problemas y las dificultades. Se sigue confirmando, además, entre los roles asociados a los hombres, el ser conquistador y mujeriego: “coqueto y atractivo para las mujeres”, “aquel que logra conquistar a quien se proponga”.
De esta manera sobresalen: la heterosexualidad, la ausencia de muestra de afecto, la evitación de contacto físico y/o afectivo, la lejanía a todo síntoma de debilidad y/o que pueda ser vinculado con lo femenino en el caso del hombre; como elementos fundamentales para ser valorado como hombre ideal, características todas del modelo de masculinidad hegemónica.
La totalidad de los estudiantes expresan satisfacción con su masculinidad, expresaron que lo bueno de ser hombres para ellos es el hecho de tener más libertades que las mujeres, 15 afirman que su satisfacción está dada en ser buenos amantes, tener varias parejas femeninas y poder tener sexo sin compromiso, 10 ofreciéndole vital importancia a su virilidad.
Sin embargo, no asocian esta satisfacción con la posibilidad de ser padres, relegando así la importancia y reconocimiento a la paternidad, Para ser mejores hombres, 9 afirman que deberán lograr éxitos en su vida profesional y ser ejemplo para los demás, para 5 estará en poder satisfacer las necesidades de su familia en un futuro, mientras que el resto refiere no saber cómo pudiera serlo, elementos encontrados en la encuesta. Todo asociado al rol de proveedor y las necesidades de reconocimiento.
Durante la observación se comprobó que las muestras de cariño entre ambos sexos son muy diferentes, en algunos casos esta expresión es en exceso; por otra parte, entre los varones el saludo queda limitado a estrechar las manos, pocos abrazos y en pocos casos se saludan con besos, vinculado esto a la nueva tendencia de besarse entre amigos como algo que está “de moda” entre las generaciones más jóvenes, a pesar de esto las relaciones y el trato entre ellos es afectuoso, risueño y empático.
La sistematización de los referentes permite asumir la definición de la percepción social como: “La construcción sociocultural, de lo que se percibe como masculino, desde el conocimiento y la comprensión de los atributos, valores y conductas que se suponen esenciales al hombre en la sociedad.” (Rodríguez, 2023, p. 36).
En virtud de los resultados, se puede concluir que, de manera general, se constata implicación y motivación con la aplicación de las técnicas, ofrecieron respuestas elaboradas en la mayoría de las preguntas, incluyendo ejemplos o anécdotas personales. El sentido de las respuestas fue positiva en la mayoría de los casos, aunque se considera que las valoraciones realizadas por los varones fueron bastante escuetas.
No obstante, se mostraron cooperativos y preocupados con la actividad que estaban realizando. De manera general, muestran pocos conocimientos sobre género y masculinidad, con presencia de elementos erróneos y otros atribuidos desde el imaginario social. Se reconocen hombres por el hecho de nacer con pene y demás características físicas y biológicas. No valoran la posibilidad de que existan múltiples formas o maneras de sentirse y expresarse como hombres.
Expresan estereotipos de género en hombres y mujeres al asumir que los hombres deben ser fuertes, trabajadores, proveedores, poderosos y gustar de los deportes; también asociados a los hábitos tóxicos.
Los varones le ofrecen mucha importancia al sexo y preponderan su virilidad a toda costa. La disponibilidad masculina ante la actividad sexual representa un indicador de hombría. Existe sexismo en sus relaciones cotidianas, que reproducen de forma automática, sin siquiera plantearse la posibilidad de ser de otra forma. La división de las actividades, las responsabilidades y los roles a asumir, son repartidos de manera diferente desde el género, asumiéndolo en todas las esferas de la vida.
Se observa en ellos rasgos homofóbicos. No reconocen la homosexualidad como parte de las masculinidades, a la par del alejamiento y rechazo explícito e implícito. Los varones presumen constantemente el tener varias parejas al mismo tiempo, de ser infieles y conquistadores. Sienten la necesidad incesante de mostrarse heterosexuales, la idea de que la masculinidad está vinculada a la heterosexualidad sobresale en los varones de la muestra.
No se evidencian rasgos de misoginia, constituyendo uno de los elementos positivos. Manifestaron, además, satisfacción total consigo mismo y con su masculinidad. Esto representa una de las características fundamentales de la masculinidad hegemónica porque los hombres, en el modelo patriarcal, son seres completos y “perfectos”.
Se observan elementos positivos en los estudiantes de la muestra, aunque esto no sea suficiente para lograr en ellos el cambio que se necesita. De forma general, se observa en la muestra rasgos de masculinidad hegemónica, aunque reconocen que este modelo es perjudicial porque encierra presiones y demandas muy altas para los hombres, resultando esto tan dañino para el logro, la satisfacción y el bienestar de una masculinidad diferente.
De modo general, se puede concluir que a pesar de que existe en la actualidad un varón diferente, se observa en los varones de la muestra de estudio la persistencia de una normativa genérica que se mantiene con gran fuerza y que continúa reproduciendo valores que forman parte de la construcción tradicional de la masculinidad y presenta aún, un varón anticuado y retrógrado. Se revela en este trabajo una contradicción entre la normativa genérica y cierto mandato de cambio.
A modo de cierre se puede constatar que los resultados encontrados hacen un llamado a fomentar procesos educativos y sociales vinculados a la formación y desarrollo de la personalidad integral del ser humano fundamentados en un carácter humanista, que permita armonizar sin supeditar, diluir o contraponer lo esencial de cada género.
A partir de que este trabajo, ha sido realizado con jóvenes estudiantes de carreras como Comunicación Social y Ciencias de la Información, una posible ruta crítica para potenciar el cambio necesario debe transitar por desarrollar aún más investigaciones de masculinidad y género desde los medios de información y comunicación. Al mismo tiempo, fomentar procesos de capacitación no solo de estudiantes y especialistas en ciencias de la información y comunicadores, sino de las personas que dirigen los procesos info-comunicacionales a todos los niveles.
Se pretende, además, propiciar la autorregulación a partir, precisamente, del conocimiento del tema y de los códigos de ética; estimular la creación de productos info-comunicativos no sexistas con proyectos intencionados, concursos y otras modalidades. También, educar para la información y la comunicación a las audiencias y desarrollar sus habilidades críticas a través de los propios medios. El análisis realizado hasta aquí, demuestra la importancia de este tema, contenido hoy en las agendas y políticas públicas.
Con las investigaciones de Margaret Mead, en los años 30 del siglo XX, en las que se cuestionaba el carácter natural de las diferencias entre hombres y mujeres y las ideas expresadas por Simone de Beauvoir en su libro “El segundo sexo” (1949), aparecen los primeros planteamientos sobre el papel de la cultura en las diferencias entre hombres y mujeres. En los años setenta del propio siglo, las corrientes feministas promovieron el uso de esta categoría con el propósito de establecer diferencias entre lo construido socioculturalmente y la biología.
En la IV Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en Beijing en 1995 se adopta el concepto de género, haciendo referencia a los papeles sociales construidos para la mujer y el hombre asentados en base a su sexo y dependen de un particular contexto socioeconómico, político y cultural, y está afectado por otros factores como la edad, la clase, la raza y la etnia.
En ese sentido los investigadores cubanos Rodríguez et al. (2018), establecen que “(…) el género como categoría histórica, social y relacional constituye una premisa que en su relación sistémica con lo biológico y lo psicológico mediatiza el desarrollo de la personalidad, y forma parte de la realidad subjetiva-individual de manera personalizada". (p. 79). Y amplía:
El género en su expresión social es una construcción simbólica que integra los atributos asignados a las personas (premisa social) a partir de su sexo (premisa biológica) así como los procesos psicológicos que en su imbricación dan lugar a la personalidad y su esfera psicosexual. (Rodríguez et al., p. 79).
El autor de este trabajo, se afilia a esta definición pues en ella se señala el carácter de constructo socio-histórico-cultural de esta categoría y la integración que se produce entre lo biológico, lo psicológico y lo social en su conformación, así como la forma en que esta relación incide en las diferencias entre lo masculino y lo femenino entre los hombres y las mujeres.
Los estudios sobre la masculinidad como constructo social o sobre el ser hombre en una sociedad, son relativamente recientes en la historia de las ciencias. Su surgimiento data de mediados de la década de los años 70 del pasado siglo y aparecen como resultados de los avances y aportes científicos y sociales dados por el movimiento feminista de la época en su lucha por la emancipación y la igualdad de la mujer. En Cuba, comienzan a tomar cuerpo en la segunda mitad de la década de los noventa del siglo pasado.
Pioneros en este ámbito fueron las investigaciones de Arés P. (1996) en La Universidad de La Habana, Rivero R. en la Universidad de Villa Clara "Marta Abreu", Díaz M. T. (CENESEX), y Álvarez M. (Centro de Estudios de la FMC). Para finales de la década de los 70 e inicios de los 80 aparecen las primeras conceptualizaciones sobre la masculinidad, que proliferan hasta la actualidad, teniendo como eje central y destacando la propiedad de constructo social de la misma y no determinada por la herencia biológica.
Los aportes de la Cátedra de Estudios de Género y Educación de la Sexualidad permiten reconocer en esta investigación la significatividad de la Estrategia pedagógica para el desarrollo de masculinidades no hegemónicas en estudiantes de la Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona” de Mederos (2014) y el Sistema de talleres para el desarrollo de nuevas masculinidades positivas en los profesores de la Escuela Secundaria Básica “José Antonio Echevarría” en Ciudad Escolar Libertad de Morlán (2021), en tanto contextualizan los estudios, aun cuando uno de ellos se centra en otro nivel educativo.
El autor de este trabajo, asume como masculinidad, lo planteado por el psicólogo boliviano Tellerías J. (2020), dado que, no se reduce a una única masculinidad comprendiéndola como masculinidad hegemónica, sino que la distingue como un modelo más general. Por tanto, se reconoce como masculinidad: “todo aquello que los hombres dicen, piensan y hacen para definirse y distinguirse a sí mismos como hombres. Para Tellerías la masculinidad se define como:
Un conjunto de atributos, valores, funciones y conductas que se suponen esenciales al hombre en una cultura determinada; en tal sentido reconocemos que existen múltiples modelos para decirse, pensarse y hacerse para definirse como hombres, por lo tanto, reconocemos una multiplicidad es decir diversas masculinidades”. (2020, p. 1).
A su vez, la masculinidad hegemónica este mismo autor la define como “Forma dominante de socializar los hombres, y que tiene su base en el sistema patriarcal, donde el poder como eje central, la autoridad, sometimiento y subordinación son dirigidas hacia las mujeres y otros hombres”. (Tellerías, p. 4)
Una de las expresiones más características de la masculinidad hegemónica es la supresión de toda emoción y ello ocurre sobre la base de que dichas emociones, afectos y sentimientos de placer de cuidar de otros, la receptividad, la empatía y la compasión llegan a estar asociadas con la feminidad y nos hace vulnerable. Dicha vulnerabilidad pone en riesgo el poder sobre el resto de la sociedad.
Dentro de los estudios sobre masculinidades, las masculinidades no hegemónicas son aún un campo novedoso y poco abordado, se asume en esta investigación la definición de Mederos (2014) cuando plantea como masculinidad no hegemónica:
Forma en que los hombres construyen, asumen, expresan y socializan su masculinidad en sus vínculos con otros hombres y mujeres, así como con la sociedad en general, a partir del desarrollo de conductas sustentadas en la equidad de género, el respeto, la igualdad de oportunidades, posibilidades y derechos para un desarrollo pleno de la personalidad y la esfera psicosexual de cada ser humano con independencia de su sexo, color de la piel, procedencia social, nivel cultural, orientación sexual, identidad y rol de género. (p. 32).
A partir de la importancia del estudio de las percepciones sociales en el campo de la investigación en psicología educativa, del análisis realizado y las posiciones asumidas por el autor se define en este trabajo.
La percepción social como “el proceso que influenciado por factores sociales y culturales permite conocer y comprender a otras personas, desde el reconocimiento de emociones, la formación de impresiones y las atribuciones causales”. (Rodríguez, 2023, p.73). La percepción de la realidad es subjetiva. Pero si bien, la percepción es individual, está condicionada por la subjetividad colectiva. Es así que:
(…) la percepción social, tiene relación directa con la imagen que cada sociedad tiene de sí misma y de la que proyecta, y de la imagen que los demás tienen de cada sociedad y de la suya propia. Las percepciones relativas a la masculinidad son parte de un universo simbólico y subjetivo complejo que comprende tanto emociones, sentimientos, pensamientos y sentidos sobre lo vivido, como fantasías, imaginarios y deseos que se comparten y validan con otros (lo intersubjetivo). (Olavaria, 2005, p. 143).
Al respecto se destaca el estudio de Domínguez (2019) quien los declara con la terminología imaginarios sociales, al acercarse a la temática desde las realidades juveniles acerca de la violencia contra las mujeres.
Desde este estudio, se constata la coherencia con el desarrollado por Sambade, en el que expresa que:
(…) a diferencia fundamental entre el análisis académico y la representación cultural de la crisis de la masculinidad era que, desde el enfoque académico, tanto el patriarcado, como las conductas masculinas que tienden a reproducirlo, fueron consideradas formas injustas de explotación y control de las mujeres; un atentado contra sus derechos humanos que se seguía (y se sigue) produciendo modernas sociedades definidas por su auto-identificación democrática.
Desde esta perspectiva, la violencia y el tedio vital de los hombres se presentan como resultados de la creencia asumida por éstos de que tienen derecho a ejercer poder sobre las mujeres (tanto en el espacio público como en el privado), sólo por el mero hecho de ser hombres. Es decir, la crisis de la masculinidad se origina en una injusta fantasía de dominación que sigue siendo alimentada por la simbología patriarcal. (2020, p. 26)
Montesinos, R. y Carrillo, R. (2020), por su parte destaca la significatividad del acercamiento al reflejo de estas situaciones en el contexto formativo, al desarrollar un estudio comparado de la violencia en universidades públicas e instituciones de Educación Superior, desde la Universidad Autónoma Metropolitana.
De especial interés para el estudio se consideraron los aportes de Salazar-Agulló y Martínez-Marco (2019), Heilman, B. (2019), y Cascales, J. y Téllez, A. (2021), orientados a la percepción crítica de la masculinidad en los planes de igualdad de las universidades públicas, la proyección de la igualdad, mitopoética y el neomachismo, así como, acerca del impacto económico de los estereotipos masculinos perjudiciales, en España, los Estados Unidos, Reino Unido y México, respectivamente, aun cuando se revelan particularidades de cada contexto. Estas investigaciones aportan valoraciones críticas con textualizadas pero valiosas en tanto permiten contrastar realidades y enfatizan la atención a los procesos, avances y reacciones, así como en las alternativas de intervención en función de promover masculinidades igualitarias que convocan a la acción. Desde esa perspectiva, es preciso asumir y vencer los retos que declara Téllez, A. (2022) en función de repensar la masculinidad para transformar la sociedad.
En síntesis, los referentes teórico-conceptuales de la investigación, permiten constatar la heterogeneidad que encierra la construcción social del ser hombre, revela que existen múltiples masculinidades, que dependen de los contextos socioculturales, socioeconómicos, políticos, geográficos, la época, la edad, la religión y la clase social. El concepto masculinidades sigue en discusión, sin embargo, el estudio de la masculinidad hegemónica es conceptualmente útil para la comprensión de las relaciones de género.
El diagnóstico realizado permite constatar la presencia de conductas y manifestaciones propias del modelo hegemónico de masculinidad, expresado a través de machismo, sexismo, homofobia, heterosexualidad compulsiva, No se evidencian rasgos de misoginia, constituyendo uno de los elementos positivos. La caracterización de las percepciones sociales de las masculinidades hegemónicas y no hegemónicas en estos estudiantes muestra elementos asociados al hombre proveedor, heterosexual, exitoso, de baja tolerancia a las frustraciones, homofóbico y que consideran la violencia como asociada al hombre. En contraposición aparecen otras características como las prácticas equitativas en todos los ámbitos de socialización, el desarrollo de relaciones de mayor proximidad y solidaridad entre varones y el apoyo al feminismo.
Araya, S. (2002). Las representaciones sociales: Ejes teóricos para su discusión. FLACSO. San José. Costa Rica.
Cascales, J. y Téllez, A. (2021). Masculinidades y activismo en el movimiento de hombres: igualdad, mitopoética y neomachismo. En Téllez, A.; Martínez, J. E. y Sanfélix, J. (2021) (Ed.) De la teoría a la acción: en busca de masculinidades igualitarias. Madrid: Dykinson. Pps. 59-94.
Domínguez, M. A. (2019) Imaginarios sociales juveniles acerca de la violencia contra las mujeres. Ruth Casa Editorial.
González, J. C (2010). “Género y masculinidad en Cuba: ¿el otro lado de una historia?”. En. Macho, varón, masculino. Estudios de masculinidad en Cuba. La Habana, Cuba: Editorial de la Mujer.
Heilman, B. (2019). Los costos de la Caja de la Masculinidad. Un estudio sobre el impacto económico de los estereotipos masculinos perjudiciales en los Estados Unidos, Reino Unido y México. Promundo y Axe-Unilever. https://sicmx.org/wp-content/uploads/2019/07/sintesis-del-estudio.pdf
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Declaración de originalidad, contribución de autores y conflictos de interés
El autor manifiestan la originalidad del artículo, la ausencia de conflictos éticos y de interés. Declaran la participación principal del MSc. Antonio João Domingos, en tanto el artículo emerge de los resultados de a la tesis doctoral que desarrolla.