Varona

No.75 Julio-Diciembre, 2022.    ISSN: 1992-82

Las formas no escolares de educación y su contribución al desarrollo educacional de Puerto Príncipe

Non-school forms of education and their contribution to the educational development of Port-au-Prince

Dr. C. Amauri Batista Salvador. Profesor Titular. Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz, Camagüey, Cuba.
Correo electrónico: amauri.batista@reduc.edu.cu
ORCID: http://orcid.org/0000-0002-9935-2668

Dr. C. Eusebio Ebert León Martínez. Coordinador de la carrera Licenciatura en Educación Español-Literatura. Director de Ciencia, Tecnología e Innovación. Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona. Cuba.
Correo electrónico: eusebioelm0106@gmail.com
ORCID: https://orcid.org/0000-0002-7263-629X

Dr. C. Alodio Mena Campos. Profesor Titular. Universidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz, Camagüey, Cuba.
Correo electrónico: alodio.mena@reduc.edu.cu
ORCID: http://orcid.org/0000-0002-0098-6610


RESUMEN

La educación como fenómeno social constituye un sistema complejo de influencia donde participa toda la sociedad como base objetiva del proceso de educación del individuo con el fin de lograr su integración al contexto social. La llamada educación no escolar se manifiesta a través de la trasmisión oral generacional de las experiencias adquiridas a través de la familia, la comunidad y la sociedad en general, además de la enseñanza teórica de las actividades productivas materiales y reproductivas espirituales encaminadas a satisfacer las necesidades siempre crecientes del hombre. Sin embargo, resultan aún insuficientes las investigaciones histórico- pedagógicas dirigidas a desvelar la labor que desempeñan estas en el desarrollo educacional. El presente artículo se dirige a revelar la labor y contribución de las formas no escolares de educación al desarrollo educacional de Puerto Príncipe durante la primera mitad del siglo XIX. Se utilizaron los diferentes métodos de la investigación desde la perspectiva de la indagación histórica: histórico y lógico, análisis y síntesis, inducción y deducción, valoración de fuentes primarias y secundarias y el análisis documental. El presente trabajo contribuye a enriquecer la historia de la pedagogía de la región principeña y por extensión la historia de la educación cubana.

Palabras clave: formas no escolarizadas de educación, formación, contribución educacional, desarrollo

ABSTRACT

Education as a social phenomenon constitutes a complex system of influence where the whole society participates as the objective basis of the individual's education process in order to achieve their integration into the social context. The so-called non-school education is manifested through the generational oral transmission of the experiences acquired through the family, the community and society in general, in addition to the theoretical teaching of the productive material and spiritual reproductive activities aimed at satisfying the needs ever-increasing man. However, historical-pedagogical research aimed at revealing the work carried out by these in educational development is still insufficient. This article aims to reveal the work and contribution of non-school forms of education to the educational development of Port-au-Prince during the first half of the 19th century. Different research methods were used from the perspective of historical inquiry: historical and logical, analysis and synthesis, induction and deduction, assessment of primary and secondary sources, and documentary analysis. The present work contributes to enrich the history of the pedagogy of the Principe region and by extension the history of Cuban education.

Keywords: non-school forms of education, training, educational contribution, development


Introducción

Varios investigadores, personalidades y hombres de ciencias que a lo largo de la historia del proceso revolucionario y de la pedagogía cubana hasta la actualidad expresan diversos criterios, ideas, valoraciones, definiciones y conceptos acerca de la educación desde su sentido estrecho y su sentido amplio; es decir, desde el proceso de instrucción que se desarrolla en las instituciones escolares y el proceso que desarrollan las formas no escolares de educación en el que también influye y participa toda la sociedad.

Es por ello que al reconocer las relaciones que se establecen entre la educación y la sociedad, es necesario partir en primer lugar, de la influencia educativa que ejerce la sociedad como base objetiva del proceso de educación del individuo, con el fin de lograr su integración al contexto social, y en segundo lugar, la influencia de la educación en el proceso de desarrollo de la sociedad, entendiendo a la primera como factor del progreso económico y científico-técnico de la sociedad y como factor de desarrollo de la cultura, de los valores éticos y en definitiva del crecimiento espiritual de la misma sociedad.

En correspondencia con ello, la sociedad participa en el proceso de educación a través de las diversas formas no escolares; definición que en el proceso de indagación para Curbelo (2004) resulta recurrente al manifestar que:

La llamada educación no escolar se expresa fundamentalmente en dos procesos: el primero de estos, es la transmisión oral generacional de las experiencias adquiridas a través de la familia, la comunidad y la sociedad en general; unido a todo lo anterior, al aprendizaje práctico que se desarrolla mediante la imitación. El segundo proceso, es la enseñanza teórica de las actividades productivas materiales y reproductivas espirituales. Ambos procesos constituyen elementos esenciales para la satisfacción de las necesidades siempre creciente del hombre, que no solo se manifiestan en demostrar la manera o el procedimiento que se debe desarrollar para obtener los objetos o productos, y que también llevan implícitos el modo de elaboración y el manejo de los instrumentos de trabajo; todo lo cual incluye los hábitos y las costumbres espirituales que después se convierten en tradiciones. (p. 184)

Resulta necesario destacar a partir del estudio investigativo realizado por el autor, que en Puerto Príncipe las diversas formas no escolares de educación tienen sus particularidades en su comportamiento a partir de su propio contexto económico y sociohistórico, además de la influencia que ejerce los acontecimientos universales y nacionales en la localidad.

Es por tales razones que el presente artículo se dirige a revelar las diversas formas no escolares de educación en Puerto Príncipe, la labor desarrollada por estas, y sus contribuciones al desarrollo educacional principeño durante la primera mitad del siglo XIX.

Desarrollo

La educación se materializa en diversos ámbitos de la vida cotidiana, que determinan la socialización de las personas: medios de comunicación, iglesias, familias, agencias, organismos internacionales y ONG. Cada uno de estos espacios, a través de normas, costumbres, tradiciones o políticas institucionales, despliega recursos para formar a los individuos según sus intereses. (Jiménez, 2021, p. 33)

En Cuba, las primeras manifestaciones de las formas no escolares de educación aparecen durante la conquista y colonización. La primera de estas lo constituye la iglesia católica como forma de dominación y de apoyo a la metrópolis española y a la clase dominante. A partir de la segunda mitad del siglo XVII, aparece la familia como institución social, reflejo de los valores morales, religiosos y jurídicos, formadores de sus tradiciones de generación en generación.

Por otra parte, el proceso de transculturación ejerce una gran influencia y da lugar a la formación de la cultura popular como vía y forma de educación no escolar.

Por ello Batista expresa que, al estudiar la educación como fenómeno social y parte de la cultura, se presentan las principales formas no escolares de la educación presentes en Puerto Príncipe durante la primera mitad del siglo XIX, las que contribuyen al desarrollo educacional de esta región durante la primera mitad del siglo XIX, estas son:

Es significativo resaltar que el despotismo ilustrado ejerció una marcada influencia en Cuba y de manera particular en el desarrollo de las formas no escolares de la educación en la Villa de Santa maría del Puerto del Príncipe, a partir del contexto socioeconómico y cultural durante la primera mitad del siglo XIX. (Cabrera, 2017)

La iglesia católica y sus principales creencias religiosas

La iglesia constituye un agente institucional formativo básico no escolar desde el proceso de conquista y colonización e impuso su poder para hacer valer los intereses de los sectores dominantes como instrumento de sometimiento del adoctrinamiento religioso, en el que el clero, por medio de las diferentes órdenes religiosas, desempeña un papel fundamental en la enseñanza de la doctrina católica.

Por ello, la Iglesia Católica continúa siendo el instrumento ideológico de influencia formativa de la conciencia social, apoya el dominio de la metrópolis colonial para que esta preserve el control de las mentes de las clases explotadas. En Puerto Príncipe, al igual que en el resto del país, la iglesia utiliza diversas vías y medios para condicionar la formación de hábitos, normas morales y de convivencias social, moldea también la conciencia individual a partir de las experiencias europeas sobre el culto mariano, con sus mitos, supersticiones y aprovecha también las expresiones de religiosidad popular que favorezcan la cristianización del proceso de sincretización de los elementos religiosos españoles y africanos.

Estas diversas formas de educación religiosa van desde el rito oficial, la difusión de los mandamientos bíblicos, los actos sacramentales, el registro de hechos vitales de la población, el regir de la vida cotidiana de las ciudades y poblados con toques de campanas hasta las propias festividades religiosas. Todas ellas, van dirigidas a las distintas capas y clases sociales.

En los cabildos se agrupaban los africanos y sus descendientes. También participaban en las actividades católicas y enmascaraban sus orichas con las vírgenes y santos católicos: Obatalá, lo identificaban como las Mercedes, Ochún, con la Virgen de la Caridad, Yemayá, con la Vírgen de Regla, Changó con Santa Bárbara, Oyá con la Santa Teresita y Eleguá con el niño de Atocha.

Para Curbelo (2004) estos cultos sincréticos proporcionaban a sus asociados no solo distintas formas no escolares de educación en cuanto a normas, valores sociales y rituales que recordaban la tierra natal de sus antecesores, sino que también facilitaban que sus miembros desarrollasen determinados oficios necesarios a la sociedad, además de hacerlos sentir libres de la sociedad esclavista colonial enajenante que vivían.

Durante la primera mitad del siglo XIX, Puerto Príncipe se fue engrandeciendo arquitectónicamente con las inversiones de los vecinos más acaudalados, la villa contaba con dos parroquias, bajo la responsabilidad del clero, las iglesias “La Merced” y “Nuestra Señora de la Soledad”, organizada la villa en dos feligresías, teniendo como límite la calle del Calvario, eje este-oeste que destacaba el Camino Real de la villa, enlace con La Habana y Santiago de Cuba.

En las Actas de la Diputación Patriótica de Puerto Príncipe, 1828, las cuales aparecen en el Tomo 33, se evidencia en sus escritos que muchas de estas festividades religiosas se realizaban bajos los auspicios de la dirección de la Diputación Patriótica principeña y su sección de cultura, donde se propicia también la creación de algunas escuelas públicas para niñas huérfanas y pobres en los conventos. También estas festividades religiosas eran divulgadas en las publicaciones periódicas de la época como: La Gaceta de Puerto Príncipe y El Fanal de Puerto Príncipe.

La influencia educativa del medio familiar

La familia como célula fundamental de la sociedad, como trasmisora de valores en sentido general, normas éticas, normas de conductas, costumbres y tradiciones, teniendo en cuenta su composición étnica y demográfica, desempeña en Puerto Príncipe un papel importante en la labor educativa de sus hijos como agencia de socialización no escolar. La misma en la Cuba colonial responde a sus orígenes castellanos en cuanto a su instrumento patriarcal, regida legalmente por el mayorazgo. En la medida que evoluciona la familia criolla, las uniones con las raíces negras a través de la esclavitud doméstica, poco a poco, las líneas matriarcales toman influencia y la estructura familiar queda en planos de una menor jerarquía y de más unión sanguínea.

La familia constituye una vía primaria de educación no escolar, en su seno se reciben las primeras influencias sociales. Puerto Príncipe no se encuentra exento a esta situación, al aparecer consolidada la nueva sociedad criolla principeña, con sus propias características que la distinguen del resto de las regiones de la Isla, a partir del contexto socioeconómico y cultural. Estas familias blancas formadoras de criollos, adineradas, educan en valores y tradiciones para perpetuar el poder, nutrir las filas de los ejércitos o servir a la iglesia católica. Las madres, además de transmitir los modos de conducta propios de su condición, enseñan nociones religiosas y en muchos casos las primeras letras.

En otro polo de la sociedad, se encuentran los esclavos cuya situación es precaria al ser considerados instrumentos de trabajo y a la vez su función de procreación para producir fuerzas de trabajo, sin embargo, Puerto Príncipe, fue la única región de la Isla en la cual, por diversas causas e intereses de las clases dominantes se enseñan las primeras letras a niños y jóvenes negros y mulatos, así como algunos oficios.

En el seno familiar, las formas de educación no escolar se producen no solo por la utilización de preceptores que enseñan las primeras letras en el caso de tener los recursos necesarios, sino que, en estas de modo general, está presente la cotidiana transmisión oral, formadora de las normas morales religiosas y de convivencia social, además de la transmisión cultural generacional.

En Puerto Príncipe, al igual que en el resto del país, las damas acomodadas, acompañadas de sus hijos y algunos esclavos domésticos, acostumbraban a enseñar a tejer y a bordar por entretenimiento o para confeccionar el ajuar de las muchachas que se casaban tal como se venía haciendo en Europa. Gracias a esta educación familiar es que se conservan antiguas técnicas tradicionales de tejidos y bordados, con frecuencia estas labores se ven estimuladas y paralelamente con estas, crecen las diferentes influencias no escolares en los modos de vestir, en los ajuares de las viviendas, la artesanía popular, las fiestas, la música y la danza.

En los documentos de la Diputación Patriótica de Puerto Príncipe (1813), en sus actas del período de 1813-1819 (t. 33, N.o1), se evidencia que al igual que acontecía en la capital de la Isla, en Puerto Príncipe, los ilustres criollos miembros de una de las instituciones para-estatal de la época, la Diputación Patriótica, realizaban tertulias en sus casas en las que trataban diferentes temas relacionados con la educación familiar, la enseñanza de los oficios, las tradiciones familiares, las costumbres y la política, entre otros elementos. Las experiencias y los temas se analizaban en las juntas; de manera que contribuyeran a la educación de sus hijos.

Los usos y las costumbres que presiden la vida social

El investigador Batista (2018) en su trabajo titulado Santa María del Puerto del Príncipe y su trascendencia cultural en el siglo XIX, plantea que en:

Puerto Príncipe en el siglo XIX, existen diferentes formas de vestir en los hombres y las mujeres que imprimen las diferencias entre la ciudad y el campo. Se distinguieron por la influencia ejercida desde La Habana; así como, la europea, resultado de contar la ciudad con puertos, en los cuales se desarrollaba el comercio, actividad económica que posibilitaba la entrada a la villa de telas y materiales traídos de Europa. (p. 7)

Es importante destacar, que las formas de vestir del criollo, guarda una estrecha relación con los aportes de los diferentes componentes al proceso de formación del criollo: componente aborigen, europeo y africano, ya que estas diversas culturas se caracterizaban por la utilización de colores fuertes en la elaboración de sus prendas de vestir, el uso del pañuelo en la cabeza en las mujeres, el empleo de trajes holgados y en menor medida las joyas, brazaletes, aretes. Las sortijas de oro con esmeraldas y diamantes expresaban las posibilidades económicas. En los hombres, son significativos los trajes, el bastón y el sombrero característico de esta época.

En relación con las costumbres en el vestir en las zonas rurales, también en Puerto Príncipe fue diferente, y a la vez, estos se diferenciaban entre ellos según su posición económica. Se utilizaban vestidos de telas ligeras y baratas; en el campo surge el traje rural de calzones largos y holgados con camisa larga, la utilización del sombrero de tiras de yarey tejidos. Estas normas y costumbres eran transmitidas de generación en generación según la clase o grupo social; así como, se da todo un proceso de desarrollo de los oficios como son, los sastres, costureras, sombrereros, tejedores y otros.

Por su parte Batista (2017), en su trabajo sobre la Diputación Patriótica de Puerto Príncipe en la primera mitad del siglo XIX: legado histórico, analiza que:

las características geográficas de Puerto Príncipe, zonas mayormente llanas y algunas pequeñas regiones montañosas, propician la dispersión de los grupos de campesinos de las comunidades rurales, lo que favorece la educación socializadora ya que el aislamiento aumenta la carestía de elementos materiales necesarios para la vida. (p. 14)

Lo anterior, favorece la conservación de sus tradiciones en la elaboración artesanal de los objetos de utilidad práctica como los cestos, sombreros, jabas, jarros, vasijas hechas con el tejido de la fibra vegetal. De igual forma, en la elaboración de los instrumentos de trabajo de montar y otros útiles personales o domésticos, se ponen de manifiesto los principios educativos de autoformación que siguen modelos de conducta, y por la transmisión oral y la experiencia práctica de transformación de la realidad según la necesidad del hombre y sus posibilidades creadoras.

Todas estas actividades y prácticas culturales guardan estrecha relación con todo lo que acontecía en la capital, y se matizaba con las particularidades de la región, las mismas eran analizadas por los miembros de la Diputación Patriótica. Por ello, juega un papel importante la sección de cultura, en sus juntas se analizaban los aspectos relacionados con las formas de vestir, la elaboración de prendas de vestir, los tejidos, el uso de las prendas, como aparece plasmado en la junta de la Diputación Patriótica de Puerto Príncipe con fecha de 1817. También la prensa escrita fue eco de estas costumbres que presiden la vida social en Puerto Príncipe.

La prensa escrita

Desde su función social contribuye a divulgar todas las actividades económicas, políticas y socioculturales que se desarrollan en esta ciudad y que además, a través de sus escritos, influyen en la formación ciudadana, en el proceso de formación de la identidad de la nación cubana, divulgando en sus diferentes publicaciones periódicas de la etapa no solo los principales hechos y acontecimientos más significativos que tenían lugar en esta región, sino lo ocurrido también a nivel universal y nacional.

Entre las principales publicaciones periódicas y semanarios que circularon en durante la primera mitad del siglo XIX se destaca el periódico La Gaceta de Puerto Príncipe, fundado por el habanero Antonio Guerrero en 1820, de carácter semanal, el cual tuvo los siguientes nombres: Gaceta Constitucional de Puerto Príncipe, de 1820 a 1821; Gaceta del Gobierno de Puerto Príncipe, de 1822 a 1831 y vuelve a nombrarse nuevamente a partir de 1831 hasta 1848, Gaceta de Puerto Príncipe.

En la Gaceta N.o 7 de fecha 24 de febrero de 1836, en su artículo titulado “Diputación Patriótica”, se trata lo concerniente al proyecto de esta institución para la construcción del ferrocarril que uniría a la ciudad cabecera con Nuevitas. Asimismo, en la Gaceta №8 de fecha 26 de enero de 1839, se publica la carta enviada por El Lugareño a su amigo Marón Ramos, que expresa la situación de Puerto Príncipe con respeto a la carencia de escuelas y la fundación de estas escuelas públicas en la ciudad y en Nuevitas.

Circulaban otros periódicos como El Patriótico Principeño, desde 1822, con carácter científico, político y literario y frecuencia bisemanal, en el que se divulgaban todos los acontecimientos de trascendencia que tuvieron lugar en la ciudad. Se publicó, a partir de 1823, fundado por Bachiller y Morales, con frecuencia bisemanal, El Zurriago Principeño, con inspiración liberal, cuyos redactores declararon pertenecer a los “Soles”. De igual manera se creó El Telégrafo de Puerto Príncipe, en 1829, con carácter político, literario y económico, con periodicidad bisemanal, en la imprenta de Sed y La Torre.

En la etapa, se publicaba El Fanal de Puerto Príncipe, con proyección económica, política, educacional y cultural, expresión de todas las actividades que acontecían en esta villa, transmisión de las costumbres, tradiciones, sentimientos patrióticos y la cultura en general.

Tomando en consideración estos elementos, se concluye que la prensa escrita en Puerto Príncipe ejerce una importante influencia como agencia de socialización no escolarizada en el desarrollo educacional de sus pobladores, a partir de la transmisión de conocimientos sobre las diferentes áreas de las ciencias, la economía, la política, la cultura y la educación, en sentido general.

Las actividades recreativas y las manifestaciones culturales enriquecedoras de la vida social colonial

En la vida cotidiana de las ciudades, las necesidades espirituales de sus pobladores se expresan en el esparcimiento y en las diversiones, en las festividades esas necesidades convertidas en agentes socializadores educacionales, se manifiestan unas veces en la simple observación del modelo danzante, las formas de vestir o de las normas de convivencia. Puerto Príncipe no está exenta de esta problemática, en esta ciudad la práctica musical en las iglesias relacionadas con el culto y las celebraciones de las festividades religiosas eran prácticas habituales que se realizan y vinculadas a los bailes populares con la participación de las diferentes clases sociales.

En Puerto Príncipe, al igual que en otras regiones del país, las manifestaciones culturales como la danza y la música ejercieron una influencia muy marcada, los aportes realizados por los aborígenes, los europeos y los africanos a estas manifestaciones, conforman la riqueza de la música y los bailes en la actualidad. No obstante, en este siglo XIX, el tipo de música que caracteriza los inicios de este siglo continúa siendo la música religiosa europea importada por los colonizadores: música, cantos y bailes criollos desprendidos de los dos troncos originarios comunes y la aparición de la creación musical culta, de carácter religioso, así los criollos, los españoles y sobre todo los negros, se apropian del repertorio popular español, los imitan, aprenden sus bailes y cantos y a su vez los transforman conformando el folklore. Es por ello que, la música criolla se conforma a partir de las raíces hispanas y africanas demostrando que, el hombre aprende y se educa de manera informal en la plena actividad social.

En cuanto a la educación musical se pudo comprobar la existencia de academias de música integradas o dirigidas por músicos descendientes de africanos desde los primeros años del siglo XIX en Puerto Príncipe. Esto es importante señalarlo porque a excepción de La Habana y Santiago de Cuba que tenían capilla de música, la enseñanza musical en el resto de la Isla era muy precaria porque la música no era considerada profesión de clase.

Ello indica que la población libre estaba preparada para asumir y enseñar la música europea. Además, se tiene documentación de que la existencia temprana de academias de música en la villa antes de 1806 propició la educación musical de otros músicos descendientes de africanos de la vecina Sancti Spíritus, que al regresar a su ciudad establecieron allí academias.

A ello se agrega que, en Puerto Príncipe existieron dos academias de música integradas por esta población. Una de ellas fue la academia y orquesta San Fernando, organizada oficialmente en 1846 y, la academia dirigida por el pardo libre Pedro Nolasco Betancourt creada diez años después.

Si en la primera mitad del siglo XIX existían en la ciudad ocho academias de música, dos de ellas dirigidas e integradas por músicos descendientes de africanos y una dedicada a la formación de blancos pobres (academia El Genio dirigida por don Miguel Higinio González), se entiende que la instrucción musical a descendientes de africanos libres y blancos pobres fue fundamental para el desarrollo de la música en el territorio, y otro elemento que avala el grado de desculturación alcanzado por esta población. (Fernández, 2014, p. 31)

Por otra parte, Batista (2018), en su trabajo titulado La Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana: contribución al progreso sociocultural, refiere que:

no existe documentación acerca del sistema de educación de estas academias; sin embargo, se presume que instruían a partir de los preceptos de la educación musical europea, puesto que existen referencias al empleo de instrumentos, métodos de estudio y piezas musicales en la prensa periódica que procedían del repertorio europeo. (p. 3)

No obstante, se infiere que hayan ocurrido algunas modificaciones en la ejecución de esa música, pues El Lugareño, en sus Escenas Cotidianas dedicadas a los bailes de salón en espacios subalternos sugiere transformaciones dentro de la interpretación de danzas, contradanzas y valses característicos de este tipo de espacio sonoro (Fernández, 2014).

De igual manera, es señal de que la población descendiente de africanos gozaba de ciertas libertades y había alcanzado un determinado estatus como intérprete musical en la región. Así se corrobora que los descendientes de africanos avecinados en Puerto Príncipe no sufrieron las mismas restricciones que sus hermanos de La Habana, Matanzas o Santiago de Cuba tanto en lo referido al trato, como al desarrollo de sus prácticas musicales.

Otra de las manifestaciones culturales presentes en Puerto Príncipe en el siglo XIX, lo constituye el teatro como proceso enriquecedor en la formación del hombre, a través de sus obras se manifiestan todos los aspectos de la vida social, económica y política de esta villa y lo que acontece en ella. Estas actividades culturales se desarrollaban en diferentes espacios sociales con prácticas culturales relacionadas con el patriciado criollo.

Por su parte, la educación no escolar se materializa también en los campos a través de las fiestas y guateques que celebran los campesinos en los que se canta y aparecen las décimas guajiras junto a bailes como el zapateo. Entre sus variantes en Puerto Príncipe, se destacan la de Najasa y la de Florida, típicos de estas regiones. Además, se celebran los cumpleaños familiares y festividades religiosas como la navidad o el santoral católico que, con el paso de los años, se convierten en tradiciones.

Otras actividades festivas que se desarrollan en Puerto Príncipe son la corrida de toros, las ferias ganaderas y la celebración del San Juan, manifestaciones de la cultura y tradiciones de esta región.

Fernández (2014) considera a Puerto Príncipe como:

una ciudad organizada donde se localizan lugares y recintos que propician la creación; promueven y difunden diversas prácticas culturales y las músicas que las caracterizan, tanto de élite (sociedades de instrucción y recreo, teatros, entre otras), como de las clases subalternas (calles, plazas y «barrios de orilla») en condición de intercambio o diferenciación cultural. Ello no excluye la importancia de la vivienda, en tanto espacio doméstico donde la familia, sin privilegio de clases sociales constituye el eje primario de orientación y distinción cultural. (p. 41)

Es en estos espacios identificados con los grupos, comunidades y clases sociales, en los que las prácticas culturales adquieren una posición dentro de los rasgos identitarios de la región cultural. En ellos se forman actitudes identitarias y se fomentan tradiciones generadoras de un conjunto de valores producidos por el grupo social que los proyecta y sustenta. También, como una ciudad letrada, representada por los agentes constructores, distribuidores, administradores y guardianes de los conocimientos y técnicas europeos impulsados por la modernidad y la ilustración, revela una clase social que posee el poder económico necesario para obtener bienes materiales y espirituales heredados con los cuales construir los suyos propios.

De ahí que, esta dimensión contenga, a su vez, la de ciudad escriturada, poseedora de una memoria histórica y cultural materializada en diversos tipos de documentos y forjada por el grupo que aspira al dominio del conocimiento. Organizada en academias, universidades e instituciones productoras de educación e instrucción en diversas disciplinas de la ciencia y el arte (Fernández, 2014).

En ese contexto, las publicaciones periódicas de la época La Gaceta de Puerto Príncipe y El Fanal de Puerto Príncipe también constituyeron espacios de divulgación de todas las actividades culturales que iban a realizarse en la ciudad. Entre ellas las representaciones teatrales, las evoluciones danzarias, presentación de las orquestas de música y las exposiciones de artes.

Por tales razones se considera que esta forma no escolar de educación, realiza una ardua labor en el desarrollo de la educación evidenciando en la cultura alcanzada por los principeños en esta etapa colonial.

La trasformación del idioma español

La forma criolla de hablar el español en Cuba tuvo sus orígenes en los siglos XVI, XVII y XVIII, luego se fue produciendo la formación de una norma acriollada del idioma, elemento integrante de la nueva psicología, como resultado de la forma no escolar.

Por ello Curbelo (2004) expresa que:

La colonización extiende el uso del castellano, que suplanta a la mayoría de las lenguas aborígenes, y en su evolución, va adquiriendo rasgos peculiares, como son el seseo y el yeísmo, generalizados en América, además de otras características que responden a factores locales que, por necesidad de nombrar las cosas y las nuevas costumbres, aportan un rico caudal léxico español. (p. 190)

En Cuba, comienza la modificación del lenguaje desde los primeros momentos, la población de las villas y ciudades generalmente adquiere el conocimiento del idioma al oído y sin importarle la corrección del mismo. Estos pobladores son los participantes más activos de todo este proceso educativo socializador, en el que, como ya se afirma anteriormente, la familia juega un importante papel. (p. 191)

El idioma castellano y su lenguaje tuvieron en Puerto Príncipe sus propias peculiaridades que le diferencian del resto de la Isla, proceso condicionado por su principal actividad económica, la ganadería, y el desarrollo social que fue alcanzando esta ciudad. El desarrollo ganadero experimentado desde el siglo XVI propició la utilización del castellano «vos» en lugar del «usted», empleado en la región occidental de la Isla y gran parte de la América Hispana (a excepción de regiones ganaderas del continente como el Río de la Plata, el Valle del Cauca y otras llanuras de América Central). Al decir de Álvarez (2009) el voseo principeño, sin embargo, presenta sus peculiaridades:

A diferencia del voseo rioplatense, el voseo camagüeyano se caracteriza por el hecho de que el sonido silbante final resulta sumamente atenuado, donde la forma –queréis se enuncia fonológicamente /keréi/, con una muy suave aspiración final, según es norma del español en Cuba. También es una peculiaridad del voseo camagüeyano el mantener la forma pronominal ―os, en giros como― ¿A vos que os pasa que tenéis esa mala cara? Este supuesto arcaísmo patente de la expresión lingüística coloquial camagüeyana, todavía está a la espera de un estudio culturológico que permita analizar, en conjunto, el fenómeno del voseo en América Hispánica, concentrado en zonas de explotación ganadera. (p. 20)

El investigador Piñera, en su trabajo titulado Educación y Diputaciones Patrióticas en Cuba (1803-1846), refiere que los aspectos expresados anteriormente, evidencian que Puerto Príncipe tuvo sus peculiaridades en el lenguaje, su léxico, y cambios fonéticos, a partir de la influencia que ejerce el modo productivo, el comercio y el desarrollo social alcanzado. Por tanto, es reflejo de la cultura material y espiritual de esta región. 

Partiendo de los elementos antes referidos en el presente artículo y el análisis realizado de las diversas fuentes documentales empleadas, se reconocen entre las principales contribuciones realizadas por las formas no escolares de educación en Puerto Príncipe las siguientes:

Conclusiones

Las formas no escolares de la educación desarrollaron una labor destacada que se evidencia a partir de las contribuciones realizadas a la educación en Puerto Príncipe durante la primera mitad del siglo XIX.

Las formas no escolares de la educación tuvieron sus particularidades en el desarrollo educacional a partir del contexto económico y sociohistórico que caracteriza a Puerto Príncipe durante la primera mitad del siglo XIX.

 

Referencias bibliográficas

Álvarez, L. (2009). La cultura en Puerto Príncipe. Centro de Estudios Nicolás Guillén.

Batista, A. (2017). La Diputación Patriótica de Puerto Príncipe en la primera mitad del siglo XIX: legado histórico. Varona, 1. Recuperado el 24 de julio de 2019. http://revistas.ucpejv.edu.cu/index.php/rVar/article/view/415

Batista, A. (2018). La Sociedad Económica de Amigos del País de La Habana: contribución al progreso sociocultural. Órbita Científica, 24. Recuperado 24 de julio de 2019. http://www.radiococo.icrt.cu/noticias/ciencia-y-tecnica/veinte-anos-de-orbita-cientifica/

Cabrera, F. (2017). Despotismo ilustrado. https://definicion.de/despotismo-ilustrado/

Curbelo, M. (2004). Predominio de las formas no escolares de educación en Cuba. Editorial Pueblo y Educación.

Fernández, V. E. (2014). Música e identidad cultural: Puerto Príncipe 1800-1868. [Tesis de doctora en Ciencias del Arte. Universidad de las Artes].

Jiménez, R. (2021). Educación en Cuba. Criterios y experiencias desde las ciencias sociales. Recuperado de http://biblioteca.clacso.edu.ar/Cuba/flacso-cu/20210322115651/Educacion-Cuba.pdf