Varona

No.71 Julio-Diciembre, 2020.    ISSN: 1992-82

Memorias


El pedagogo Alexis Frye (1859-1936), una valoración en contexto

The pedagogue Alexis Frye (1859-1936), a valuation in context

Dr.C. Nicolás Garófalo Fernández. Máster en Educación Avanzada, Prof. Auxiliar y Consultante de Historia de Cuba. Dpto. de Historia y Marxismo-leninismo. Universidad de Ciencias de la Cultura Física y el Deporte. La Habana, Cuba.
Correo electrónico: nicolasgaro@infomed.sld.cu

Recibido: febrero de 2019     Aprobado: julio de 2019


RESUMEN

En la ciencia histórica hay que distinguir entre los procesos y la labor de los sujetos, que sorprende en ocasiones por su accionar diferente. Tal es el caso del pedagogo Alexis Frye, quien produjo una renovación de la escuela pública cubana  desde su labor como Superintendente de Escuela. Aún más,  promovió y logró que cientos de maestros cubanos recién nombrados recibieran un curso de superación en la Universidad de Harvard y contaran con la solidaridad y el apoyo de profesores, estudiantes y el propio pueblo norteamericano que los acogió en sus viviendas. Contrastar la actuación de Frye con las proyecciones neocoloniales de los círculos de poder de los Estados Unidos es una verdad que reclama vigencia y que no debemos olvidar.

Palabras claves: relevante pedagogo norteamericano en Cuba.

ABSTRACT

In the History Science we must distinguish process and subject work that occasionally has a different behavior. Frye, who produced a renovation of the Cuban public school from its job of School Superintendent. What is more, he promoted that hundreds of Cuban new teachers get a course at the Harvard University having the support of professors, students and also the American people that hosted then at its homes.

Contrasting the Frye´s actuation with the neo-colonials projections of the power circles at United States is a truth that we must not forget.

Keywords: relevant American pedagogue in Cuba.


Introducción

La perla está en su concha, y la virtud en el espíritu humano. José Martí, 1884.

El 5 de diciembre de 1899 fue nombrado Superintendente de Escuelas en Cuba dentro de las gestiones del gobierno norteamericano que tenía la Isla ocupada, después de intervenir en la guerra de independencia nacional iniciada en 1868. ¿Cuál era aval académico para tal nombramiento? De origen norteamericano, nació en North Haven, Maine, Estados Unidos, el 2 de noviembre de 1859. Terminó los estudios de Bachillerato en Boston, se graduó de Maestro Primario en la Escuela Normal de Cook Country de Chicago, realizó estudios superiores en la. Universidad de Harvard, y luego viajó por Europa, Asia y África. Ejerció como profesor de Metodología y Prácticas Pedagógicas de la Escuela Normal de Chicago. Publica en inglés los títulos siguientes: El niño y la naturaleza (1888), los arroyos y las cuencas, Geografía Superior, Atlas para la casa y la escuela, Psicología Elemental y Manual de métodos de enseñanza.

Al solicitarle ocupar el cargo de Superintendente General de Escuelas por el general John Brooke, gobernador de la Isla y el secretario de Justicia e Instrucción Pública, José Antonio González Lanusa, ofreció sus servicios gratis, pero al decírsele que el Gobierno no podía utilizarlo en esta forma, aceptó el sueldo que se le señaló; pero mensualmente lo distribuyó, íntegro, en obras de caridad y asilos en Cuba.

Con independencia de los reconocidos propósitos de EE.UU de convertir a Cuba en su neocolonia, Frye arribó a La Habana con el ánimo de promover sustanciales mejoras en la enseñanza, dentro una conducta respetuosa en bien del país y para ello se rodeó de competentes pedagogos cubanos, especialmente  Enrique José Varona, creador de la carrera de Pedagogía.

Frye autorizó a las Juntas de Educación a emplear por un período de tiempo no más allá del 31 de agosto de 1900 a cualquier hombre o mujer a quien considerasen con la suficiente cultura, educación y condiciones de carácter necesarios para enseñar en las escuelas públicas. De hecho estas son las exigencias del nivel de calificación inicial requerido para emplearse en la docencia.

No había personal en Cuba con formación inicial pedagógica, excepto algunas decenas de graduados en escuelas normales que funcionaron en determinados momentos en Guanabacoa y La Habana en la segunda mitad del Siglo XIX, junto a  un número limitado de normalistas españoles que se mantuvieron en nuestro país tras el fin de la dominación colonial.

Bajo la superintendencia de Frye se instalaron unas 3,000 aulas públicas, con 3,500 maestros y 130 000 alumnos, a un costo de $4 000 000 U.S. aportados por el Tesoro de la Isla.

Un conjunto de acciones favorecen a partir de 1899 la organización y desarrollo de las escuelas públicas cubanas, entre ellas, el pago del salario en dólares, la superación de los maestros a través de cursos de estudio, la publicación de estos contenidos en revistas pedagógicas, y el examen anual de los maestros habilitados. Sin dudas, se estaban sentando los cimientos para un trabajo con creciente calidad.

Frye trata de suplir la falta de formación inicial de los nuevos educadores contratados con la redacción de un Manual para los maestros, que se distribuye gratuitamente y contiene recomendaciones generales, de contenidos y métodos para la enseñanza de las diferentes asignaturas.

En dicho manual, que el autor pudo revisar en la Biblioteca Nacional “José Martí”. Le escribe a los maestros: Es mi primer mensaje, y el lema de nuestra labor será siempre: libertad absoluta a todo maestro para que emplee su propio método de enseñanza.

En reglas generales afirma: hay que hacer esfuerzos para que los alumnos no dejen de sentirse felices y contentos un solo instante de su vida escolar. Una infancia feliz es la preparación más adecuada para llevar los serios e ingratos deberes del porvenir.

Da orientaciones sobre la preparación y el desarrollo de las clases en diferentes asignaturas. Incluirnos lo que afirma sobre los idiomas y la historia. Señala la necesidad del idioma español en la escuela porque es el idioma que habla al corazón y a la inteligencia de los cubanos.  Defiende el estudio del idioma inglés para las relaciones mercantiles y de amistad entre Cuba y los Estados Unidos, para el comercio mundial, teniendo en cuenta que si algún día llega a abrirse un canal a través de la América Central, Cuba estará situada precisamente en el paso del comercio entre América y el remoto Oriente. También argumenta la necesidad del idioma inglés para acceder a la ciencia y la literatura. Considera la necesidad de que cubanos preparados e imparciales escriban el texto requerido con los temas de Historia de Cuba, entre ellos, los primeros habitantes, vida del padre Las Casas, historia del cultivo del tabaco, la caña, tres siglos de esclavitud, los héroes cubanos de las guerras y el auxilio de los Estados Unidos, en lo cual no falta el propósito de que se agradezca la intervención norteamericana. Concluye: los maestros buscarán asiduamente datos sobre los hechos históricos de Cuba y los trasmitirán en forma amena a los discípulos de nueve, diez o más años. 

La creación masiva de aulas en las distintas provincias del país llevó a la rápida búsqueda y selección de los aspirantes a maestros. En su mayoría jóvenes, mujeres y hombres, en similares proporciones, que habían tenido acceso a la educación, procedentes de familias mayoritariamente blancas con determinado nivel económico, miembros del Ejército Libertador, emigrados que regresaban al país y estudiantes deseosos de ganarse un salario.

En el primer semestre del año 1900 fueron nombrados los maestros necesarios para las numerosas aulas que se abrieron en el territorio nacional. Al terminar ese curso escolar se organizaron las Escuelas Normales de Verano (ENV) en las distintas provincias y también se realizó, bajo la iniciativa de Frye, la Excursión Científica de los maestros cubanos a la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, acontecimiento relevante sin precedentes.

A la llamada Excursión Científica a la Universidad de Harvard asistieron 1,256 maestros cubanos de todo el  país, el 52% mujeres. El curso abarcó inglés, Historia Natural y Geografía con visitas dirigidas, Historia de América, principalmente de los Estados Unidos, temas pedagógicos y psicológicos, entre otros asuntos. Con independencia de las ventajas del curso, hubo desniveles curriculares: mientras se le dedicaron solo tres lecciones a explicar métodos y procedimientos de enseñanza, cuestiones indispensables para maestros sin formación inicial, se cargaba el horario con 18 lecciones sobre Historia de los Estados Unidos, cuando debió ser a la inversa. 

El viaje de los maestros a Harvard fue calificado  como intento de asimilación. Sin embargo, sus efectos no mellaron el patriotismo de los maestros. Las mujeres asistían a clases con banderas cubanas cosidas como distintivo en la ropa y los profesores de la Universidad se expresaban como partidarios de la independencia de Cuba. Al terminar su estancia en Estados Unidos, los maestros recibieron diez libros de Pedagogía, editados en español, que les permitieron conocer las corrientes pedagógicas de la época

Por la Orden Militar No. 223 de 30 de mayo de 1900 se estableció la primera ENV en Cuba (identificada inicialmente como Instituto para Maestros), a desarrollarse entre julio y agosto de ese año, que disponía cursos de Pedagogía para los maestros de las escuelas primarias, organizados por capitales de provincia y con una duración de seis semanas. Los maestros recibirían cuatro horas diarias de clases y un total de ciento veinte conferencias teórico-prácticas sobre diferentes materias. La asistencia era obligatoria.

A diferencia de lo ocurrido en la Excursión Científica a la Universidad de  Harvard, las ENV realizadas en Cuba respondieron mejor a los contenidos e intereses del país, como puede apreciarse a modo de ejemplo en  la Circular No. 21 de noviembre de 1900, en la que  se programaron, además de otras materias, diez conferencias de Historia de Cuba en lugar de las historias particulares de Estados Unidos.

Igualmente se organizaron en otros escenarios con el mismo horario y plan de estudio los llamados cursos de Instrucción Recíproca, desarrollados por los maestros más capaces y de forma gratuita. En esta primera edición la matrícula se elevó a 2,691 personas, de las cuales 757 eran oyentes.

Además, de las ENV en las seis capitales de provincia, se dieron cursos pedagógicos en otras diecinueve poblaciones. La asistencia general fue de 2,710 maestros y aspirantes.

La existencia de la ENV en Cuba, a partir del año 1900, como actividad anual permanente, marca el inicio masivo, organizado y presencial de la superación de los maestros primarios cubanos, que cuenta con la docencia de los mejores profesionales de la época, generalmente graduados de Filosofía y Letras, Derecho y otros estudios, lo que tendría seguimiento en años posteriores de la vida republicana, creándose una tradición pedagógica y cultural de indiscutible valor para la escuela, el desempeño profesional de los maestros y la comunidad en general.

El origen de la superación de los maestros primarios desde 1900 a través de cursos presenciales no tiene precedente en la colonia, ni interesaba al régimen hispano. La prioridad de la enseñanza primaria, la selección y preparación de maestros habilitados, marcaron una etapa nueva, superior, en la educación cubana.

Una valoración sobre lo ocurrido en Cuba la ofreció Martínez, Luciano R. (1936, citado por Valdivia, H), cuando expresa: “Los cubanos lograron a principios de este siglo crear la escuela nacional, bien diferente de la escuela municipal, que nos legara la colonia. Entonces se improvisaron los profesores; y sin haber cursado estudios la mayoría de ellos, sin otra preparación que la de su empeño y la de la fe de educadores, ofrecieron al país los frutos, bien sazonados, de una labor efectiva.”

Frye contrajo matrimonio con una maestra de Cárdenas, María Teresa Arruebarena, a quien conoció en el viaje que se realizó por los maestros cubanos a la Universidad de Harvard, con la cual tuvo una niña,  nombrada Perla de las Antillas.

El general Leonard Wood, promotor de la Enmienda Platt, lo sustituyó a fines de 1900 bajo la acusación de hombre peligroso y en carta a la Casa Blanca escribe que su influencia sobre los maestros y niños estaba impregnando del más intenso radicalismo las futuras relaciones entre Cuba y los Estados Unidos. 

El Dr. Heliodo García Rojas, fundador de la escuela pública cubana, que ejerció la docencia durante 68 años, llegando a ocupar la Superintendencia General de Escuelas, plantea que fue un gran acierto del Gobierno Interventor designar a Frye superintendente de las Escuelas de Cuba, quien echara los cimientos de la escuela popular cubana. Notable educador, pedagogo de ideas depuradas y firmes, innovador incansable que había viajado en misión educativa por Europa y América Latina y especialmente por los Estados de su país. A él debemos un nuevo sistema escolar en Cuba.

El pedagogo norteamericano Frye luchó contra la escuela del régimen colonial aferrada al cruel y medieval postulado de la letra con sangre entra, que contemplé y sufrí en mi ejercicio de la escuela elemental entre 1888 y 1896.

Frye llegaba con la experiencia de su vida como maestro rural de  Quincy, en las cercanías de Boston, escuela que visité.

Trasladó a Cuba la organización escolar del Estado de Ohio, pero con ajuste a nuestras realidades, califica el Manual de Frye como maravilloso librito, muchas de sus orientaciones pueden ser incorporadas a la actualidad.

A él se debió la organización y realización de la gran excursión del magisterio cubano de proyecciones didácticas y de superación cultural, curso que no ha sido después igualado ni siquiera imitado.  Sirvió para ampliar experiencias y aplicar en sus aulas las nuevas técnicas aprendidas. Afirma que dos años después Cuba tenía organizada sus escuelas públicas, un profesorado capacitado con un sistema de escalafones de capacidad y méritos al inaugurarse la República de Cuba.

La convicción progresista del pedagogo estadounidense  se ratifica de manera sensible con la primera edición masiva hecha en la Isla del Himno de Perucho Figueredo (100,000 ejemplares) impresa en diciembre de 1900 por iniciativa de Alexis Frye, costeada de su propio dinero, según divulga el relevante periodista  cubano Andrés Gómez, residente en Miami.

“Cuba –se enfatiza en la carta [fechada en La Habana el 17 de diciembre de 1900 con la firma del señor Frye] que acompañó a la distribución del folleto — debe enseñar a sus hijos que es forzoso que los héroes cubanos estén siempre apercibidos para defender con su vida y su tesoro, la independencia patria, contra todo poder extranjero, sea cual fuere, que en años venideros intente empuñar el cetro del tirano.”

A su regreso a los Estados Unidos continuó su labor como profesor de pedagogía en Chicago. A su fecunda labor editorial se le debe Geography for the Philippines (1906), y New Geography (1911).

Falleció en California, 1936, a los ochenta y tres años de edad. Ramiro Guerra lo califica, en 1950, como  educador de espíritu bondadoso y amplia experiencia, que había iniciado en Cuba una obra de persuasión  e inspiración.

Conclusiones

A más de un siglo de la presencia de Alexis Frye en Cuba se  justifica hablar de sus aportes por transformar la escuela cubana y superar a sus maestros en Cuba y en los EE. UU, de su interés por la formación de valores patrióticos, de soberanía nacional en los maestros y niños cubanos, lo cual desborda los intereses de dominación yanqui y es un ejemplo de lo que produce el talento y la bondad que acompañan  el amor patrio e igualmente es un ejemplo de  vínculos de amistad entre pueblos y educadores vecinos que hacen fructificar las mejores virtudes y experiencias. Reconocer la diferencia entre la Ocupación Militar Norteamericana y la labor de Frye es una necesidad y un acto de justicia.

 

Bibliografía

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