Varona

No.64  Enero-Abril, 2017.    ISSN: 1992-82

Editorial


Fidel  Castro: un educador apremiado por la historia

El mejor homenaje que la revista Varona puede hacer  a  Fidel Castro,  en el noventa aniversario de su nacimiento, está centrado en el análisis inédito de la vía o vías  paralelas, o alternativas, presentes en su estrategia para transformar la educación  y la escuela cubana, a partir de 1959.  Este es un fenómeno socioeducativo apenas mencionado.

En La Historia me Absolverá se encuentra ya un esbozo del proyecto educativo de Fidel Castro:

1º El reconocimiento del “problema de la educación” conjuntamente con cinco problemas más: el de la tierra, de la industrialización, de la vivienda, del desempleo y de la salud del pueblo, como los problemas a los cuales se encaminarían resueltamente la revolución.

2º Una somera  descripción crítica del sistema de enseñanza imperante.

3º La necesidad de proceder a una reforma integral de la enseñanza presidida por el pensamiento martiano de que el pueblo más feliz es el que tenga mejor educados a sus hijos en la instrucción del pensamiento y en la dirección de los sentimientos.

4º Una justa valoración del maestro que es el alma de la enseñanza en Cuba.

Con el derrocamiento de la tiranía batistiana  en enero de 1959 y la toma del poder político por el Ejército Rebelde, comienzan a ponerse en práctica los primeros pasos del proyecto de Fidel. En el análisis exhaustivo que introduce Armando Hart, en el Mensaje Educacional al Pueblo de Cuba, se revela con toda nitidez no solo la corrupción y burocratismo del Ministerio de Educación, sino también el cúmulo de atraso, abandono, inoperancia y falta de organismos y estructuras adecuadas establecidas para promover las transformaciones en el sector de educación con la rapidez que las necesidades sociales demandaban. A partir de tal realidad educativa,  por iniciativa y orientación de Fidel y con su apoyo como líder de la revolución triunfante y jefe de gobierno, la revolución educacional transita por dos caminos paralelos, o vías alternativas, que se apoyan y complementan mutuamente.

Una  vía implementada., que cumplía las funciones propias del Ministerio de Educación, fue la promulgación por Armando Hart Dávalos de la Reforma Integral de la Enseñanza, que se manifiesta en la Ley No. 689 de 23 de diciembre de 1959. Como toda Ley consta de varios Por Cuanto (25), las Bases de la Reforma (30 Bases), el Capítulo I del Sistema Nacional de Educación con 13 Artículos; el Capítulo II con tres Artículos, el Capítulo III con cuatro Artículos, el Capítulo IV con diez  Artículos, el Capítulo V con  veintiocho Artículos, el Capítulo VI con Treintaisiete Disposiciones Transitorias y por último dos Disposiciones Finales. Como puede constatarse la Reforma Integral de la Enseñanza ciertamente  introduce nuevos planes y programas a tenor de la política de transformaciones en educación, pero tiene que  responder a normas legislativas y procedimientos de carácter jurídico que, aún cuando introducen cambios sustanciales en la educación y la escuela, siguen a pie juntilla las normas y dinámica establecida por la legislación escolar. Estas leyes usualmente para su implementación tienen que apoyarse en Resoluciones y Circulares establecidas por el propio MINED las que toman en cuenta los períodos de actividades docentes, horarios, sistema de evaluación, etc. de la escuela. En los primeros años de a Revolución el MINED promulgó decenas de leyes estableciendo el reordenamiento del sistema de enseñanza

Otra vía, la puesta en práctica de forma acelerada de centros escolares, planes de estudio y programas educativos, así surgen los planes emergentes- para resolver viejos problemas y carencias en la educación y la escuela, que no pueden seguir el mismo ritmo pausado que tenía la organización escolar, con inicio en septiembre y culminación en mayo o junio de cada año; con formas y estilos muy apegados a las normas entonces tradicionales  de concebir la educación. Se imponía la flexibilidad en los calendarios, horarios y planes de estudio, así como en  la elaboración de programas y textos,  métodos y formas que combinen las grandes motivaciones sociales de la Revolución con la democrática participación activa de las masas en todos los niveles de la sociedad, de tal forma que dieran funcionalidad a los servicios educacionales implicados en  un contexto social de múltiples y diarias exigencias generales dentro de la lucha por dejar atrás el subdesarrollo. Si se concebía la educación como base esencial para transformar la sociedad y el individuo que integraba tal conglomerado  otra tenía que ser la dinámica y el ritmo.

Ejemplos de esta vía alternativa fueron:

el establecimiento de un programa educacional masivo que se inició con la creación de miles de nuevas aulas, centros escolares, internados, principalmente para la enseñanza primaria y media, ubicados en diferentes confines del país, en zonas alejadas de las ciudades,  en la Sierra Maestra, y en todos los rincones de las montañas de la Isla de Cuba a donde nunca había llegado la educación.

para las cuales fue necesario habilitar como maestros a quienes tenían la voluntad y podían hacerlo: los maestros voluntarios, los maestros Frank País, los maestros de montaña, los maestros populares, los obreros maestros, entre otros; fueron creados planes emergentes de formación de maestros y planes como el de Minas del Frío-Topes de Collantes-Tarará, que combinaba la formación en las montañas y en el llano, y uno de los más exitosos el del Destacamento Pedagógico “Manuel Ascunce Doménech”, verdadera combinación del vínculo estudio-trabajo en la formación del personal docente, donde se complementaban  armónicamente las dos vías.

la Campaña Nacional de Alfabetización que en un año eliminó el analfabetismo en el país,  aunque fue un proyecto concebido y organizado en toda su dimensión, no se subordinó a la marcha del sistema nacional de enseñanza establecido, se nutrió de innovaciones y experiencias locales y regionales, y con la activa participación de sectores de disímiles procedencias, edades, géneros, niveles escolares, ocupaciones y profesiones, incluidos los maestros, lo que le confirió al proceso una dinámica diferente; singular, que luego alcanzó reconocimiento internacional. Cuba se convirtió en el Primer Territorio de América, libre de analfabetismo.

el denominado “seguimiento” o post-alfabetización dirigido a evitar el analfabetismo funcional, así como la puesta en práctica de un programa orientado a la enseñanza de adultos, el cual avanzó desde la superación obrera y campesina, que constituían la enseñanza elemental, popularizada con el nombre de Batalla por el Sexto Grado, que se integró luego como un subsistema del Sistema Nacional de Educación, a la enseñanza secundaria y media superior, que fueron la base de las Facultades Obreras y Campesinas (FOC)

otro ejemplo que constituye por sí solo una muestra, tal vez única en la historia de la educación en América Latina, fue la educación masiva de la mujer campesina, que se organizó en dos grandes etapas: la primera etapa 1961—1962 Planes cortos de “corte y costura”, que tuvieron una matrícula de 11 000 campesinas, diseñados para períodos de seis a ocho meses en el año, que contaban de una asignatura básica enseñar a esas jóvenes  “corte y  costura”, sueño y aspiración entonces de toda mujer cubana para resolver los problemas de costura: hacer, arreglar y remendar la ropa de la familia. Esta motivación de la mujer, captada por Fidel, permitió a los pocos meses transformar culturalmente a miles de muchachas campesinas, al dotarlas ahora con un mínimo de instrucción más la adquisición de los más elementales hábitos de higiene. Las primeras campesinas egresadas de la escuela de “corte y costura” regresaron a sus hogares y llevaban consigo las máquinas de coser portátil que le fueron asignadas y el compromiso de dedicarse cada una en su zona a trasmitir a sus vecinas lo que habían aprendido.

La segunda etapa 1963 hasta 1976-77 Se le asigna a la Dirección de Superación de la Mujer la responsabilidad de organizar la Escuela para Campesinas “Ana Betancourt” con dos objetivos de mayor alcance, dar continuidad a los estudios iniciados por estas mujeres y además el traslado de niñas y adolescentes de 13 a 19 años, procedentes de zonas donde aun había pocas escuelas o se carecía de ellas, para combatir el retraso escolar. ¿Cómo organizar un internado de diez mil alumnas por cada curso? Las Instructoras Revolucionarias “Conrado Benítez” y las alumnas-maestras procedentes del Instituto Pedagógico Makarenko No. 1 se ocuparon de atender las 359 residencias estudiantiles ubicadas en mansiones del Reparto Miramar, desde la Calle 4 hasta la Calle 110, por la Quinta Avenida y desde la Avenida Primera hasta la Avenida Séptima. El desarrollo de esta etapa se convirtió en una gran escuela  no solo para las alumnas campesinas sino también para la Dirección de Superación de la Mujer.  A partir del curso 1964 se estableció una nueva estructura que perfeccionó la organización escolar y el nivel de influencia educativa; en el curso 1965 surge el nivel secundario, desde 1966 hasta 1976-77 se incrementa la matrícula en la enseñanza media: secundaria básica y magisterio, hasta alcanzar el nivel preuniversitario. La Escuela para Campesinas “Ana Betancourt” en la práctica se convirtió en un verdadero sistema educativo, con una determinada autonomía, que aportóa la educación cubana miles de abnegadas educadoras, mediante un proceso de autoformación del personal docente, autocalificación del personal idóneo para la enseñanza masiva de la educación física, la elevación de la educación artística con el apoyo de la Escuela de Instructores de Arte, la preparación de responsables de salud popular con el asesoramiento del MINSAP, entre otros logros. Llevó hasta las puertas de las universidades cubanas y foráneas miles de mujeres salidas de las entrañas del pueblo, convirtiéndolas en profesionales del más alto nivel integradas a la Revolución cubana.

El promotor, el impulsor, el organizador de esos programas fue Fidel Castro, quien con su capacidad creadora,  iniciativas, asesoramiento, apoyo y presencia física se convirtió en un verdadero movilizador educativo, tanto de una como de otra vía, que demuestra que cuando la educación  se utiliza como valioso instrumento de transformación de las estructuras sociales establecidas, cuando se ponen al servicio de la obra educacional los recursos materiales y espirituales con que cuenta toda sociedad, pueden alcanzarse los logros que han situado a Cuba en un lugar cimero en el campo de la educación.

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