Varona

No.63   Julio-Diciembre, 2016.    ISSN: 1992-82

EN CASA


Martí: sus ideas filosóficas

Martí: its philosophical thought

Dr. C. Diego Jorge González Serra. Profesor Titular. Facultad de Psicología. Universidad de La Habana.
Correo electrónico: diegonza@infomed.sld.cu.

Recibido: marzo 2016      Aprobado: junio 2016


RESUMEN

La esencia de las ideas filosóficas de José Martí consiste en la integración del pensamiento científico, basado en los hechos y en la práctica, con la creencia en Dios y la vida ultraterrena, que va dirigida a orientar y aliviar al ser humano en la lucha de la vida.
La Nueva Religión propuesta por Martí concibe el dogma y el culto religioso como la ciencia, la independencia personal y la práctica de una vida virtuosa.
El idealismo busca la solución de los problemas humanos en la interpretación del mundo. Martí concibió una forma distinta de idealismo filosófico que conduce a la transformación del mundo.

Palabras clave: filosofía, ideario martiano.

ABSTRACT

The main idea of Marti's philosophical conceptions consists on the integration of the scientific thought, based on the facts and the practice, with the belief in God and the life after the death, for to guide and to alleviate the human being in his life.
The New Religion proposed by Martí conceives the dogma and the religious cult as the science, the personal independence and the practice of a moral life.
The idealism wants the solution of the human problems with the interpretation of the world. Martí conceived a different conception from philosophical idealism that leads to the transformation of the world.

Keywords: philosophy, Marti’s ideas.



Introducción

José Martí recibió diversas influencias filosóficas durante el decurso de su vida: en sus primeros años la formación familiar en la religión cristiana, y el pensamiento independentista de su maestro Rafael María de Mendive (que fue discípulo de José de la Luz y Caballero). En su juventud, durante sus estudios en la metrópolis, se puso en contacto con el Krausismo español, y durante su estancia en Estados Unidos, coincidió en sus ideas con el filósofo norteamericano Emerson.

Lo que consideramos la esencia del pensamiento filosófico martiano (y que continúa la tradición filosófica de Varela y Luz), es la integración y penetración recíproca del pensamiento científico basado en los hechos y en la práctica, con la concepción moral valorativa de la creencia en Dios y la vida ultraterrena, que va dirigido a orientar y aliviar al ser humano en la lucha de la vida. Y podríamos estar de acuerdo con algunos autores en que el énfasis en los valores morales aparece como el núcleo de su filosofía. No obstante, resulta esencial y decisiva para la concepción moral martiana su apertura al conocimiento científico basado en hechos y a la práctica transformadora derivada de ellos.

Desarrollo

En sus Juicios sobre Filosofía, que probablemente corresponden al período 1877-1878 cuando enseñaba filosofía en Guatemala, el Apóstol expresa (1):
“Al estudio del mundo tangible se ha llamado física; y al estudio del mundo intangible, metafísica.

La exageración de aquella escuela se llama materialismo; y corre con el nombre de espiritualismo (…) la exageración de la segunda.

Todas las escuelas filosóficas pueden concretarse en estas dos. Aristóteles dio el medio científico que ha elevado tanto a la escuela física. Platón y el divino Jesús, tuvieron el purísimo espíritu y fe en otra vida que hacen tan poética, durable, la escuela metafísica.

Las dos unidas son la verdad: cada una aislada es sólo una parte de la verdad, que cae cuando no se ayuda de la otra. No es necesario fingir a Dios desde que se le puede probar. Por medio de la ciencia se llega a Dios. No Dios como hombre productor; sino Dios como inmenso mar de espíritus, adonde han de ir a confundirse, ya resueltas, todas las soberbias inconformidades de los hombres. Lo cual tal vez pueda afirmarlo la Poesía intuitiva, pero no debe apresurarse a afirmarlo la Filosofía, experimental”

Lo mismo expresó al intervenir en un debate en el Liceo Hidalgo en México, el 5 de abril de 1875 (2):

Para Martí la filosofía no es más que el secreto de la relación entre las varias formas de existencia (3)

Nos habla en varias ocasiones de “dos mundos” (4). Dice:

“El hombre crece tanto, que ya se sale de su mundo e influye en el otro (…) Por la fuerza de su conocimiento abarca la composición de lo invisible y por la gloria de una vida de derecho llega a sus puertas seguro y dichoso” (5).

¿Qué quiere decir dos mundos? En nuestro criterio el Apóstol alude al mundo que nos da la ciencia y al otro, al relativo a la perdurabilidad y trascendencia de la vida, o sea, al mundo de Dios, el cielo y la inmortalidad del alma humana.

En su brillante crónica Darwin ha muerto, publicada en 1882, señala:

“La vida es doble. Yerra quien estudia la vida simple” (6).

Y ¿qué entiende el Maestro por vida doble? Dice en su artículo sobre Darwin:

“(…) no ha de negarse nada que en el solemne mundo espiritual sea cierto: ni el noble enojo de vivir, que se alivia al cabo por el placer de dar de sí en la vida; ni el coloquio inefable con lo eterno, que deja en el espíritu fuerza solar y paz nocturna; ni la certidumbre real, puesto que da gozo real, de una vida posterior en que sean plenos los penetrantes deleites, que con la vislumbre de la verdad o con la práctica de la virtud, hinchen el alma; mas en lo que toca a la construcción de mundos, no hay modo para saberla mejor que preguntársela a los mundos.

Bien vio, a pesar de sus yerros, que le vinieron de ver, en la mitad del ser, y no en todo el ser (…)” (7).

Aquí se aprecia la orientación central del pensamiento filosófico de Martí dirigido a distinguir, considerar e integrar dos mundos diferentes: uno, el mundo elaborado por la ciencia, otro, el mundo de nuestra vida moral y subjetiva que reclama la creencia en Dios y en la inmortalidad del alma virtuosa.

Martí defiende el mundo de lo “invisible” y de lo “eterno” por una razón moral y subjetiva. Expresa:

“La alarma viene de pensar que cosas tan bellas como los afectos, y tan soberbias como los pensamientos, nazcan, a modo de flor de la carne, o evaporación del hueso, del cuerpo acabable; el espíritu humano se aíra y se aterra de imaginar que serán vanos sus bárbaros dolores, y que es juguete ruin de magnífico loco, que se entretiene en sajar con grandes aceros en el pecho de los hombres, heridas que nadie ha de curar jamás (…)” (8).

Para Martí no existe sólo la verdad científica, sino también la verdad literaria o poética. Dice:

“(…) la literatura (…) es una forma de la verdad distinta de la ciencia (…)” (9)

Y expresa:

“¡Ah! La religión, falsa siempre como dogma a la luz de un alto juicio, es eternamente verdadera como poesía (…)” (10).

“Las religiones, en lo que tienen de durable y puro, son formas de la poesía que el hombre presiente; fuera de la vida, son la poesía del mundo venidero (…)” (11).

Su posición filosófica lo lleva a rechazar tanto el materialismo ateo y el positivismo como el fideísmo anticientífico.

En conclusión, en el pensamiento filosófico martiano se observa la tendencia a integrar, en su diferencia y penetración recíproca, el pensamiento científico con el moral valorativo que él concibió afirmando la existencia de Dios y la inmortalidad del alma virtuosa.

Concibe el pensamiento científico y el moral valorativo como dos aspectos diferentes y unidos dentro de su concepción filosófica, pero, ambos se penetran recíprocamente, o sea, en el pensamiento científico esta presente el moral valorativo religioso, y este último es desarrollado de manera que conduzca al pensamiento científico y a la práctica derivada de él.

Entendemos por concepción científica, en el pensamiento filosófico martiano, todas aquellas ideas que se fundamentan y se comprueban en hechos, en experiencias, en observaciones y experimentos y se refieren a la realidad de la naturaleza y del ser humano.

En su comprensión de la existencia de dos mundos su concepción científica se refiere al mundo natural y humano y no a Dios y la vida ultraterrena. Por ello, al definir la naturaleza, establece su diferencia respecto al cielo y el alma de los hombres (12).

Para él existen dos principios metodológicos fundamentales del conocimiento científico que son: la unidad de observación y reflexión y el método electivo.

En sus juicios sobre filosofía expresa:

“Pensar constantemente con elementos de ciencia, nacidos de la observación, en todo lo que cae bajo el dominio de nuestra razón, y en su causa: he ahí los elementos para ser filósofo.

Luego estos elementos son: observación y reflexión”

“Razón práctica no quiere decir razón material, sino razón experimental” (13)

Y este enfoque científico no pierde de vista la orientación moral valorativa espiritualista, sino que la contiene, expresa:

“Los hombres libres tenemos ya una fe diversa, Su fe es la eterna sabiduría. Pero su medio es la prueba.

Y con esta fe científica, se puede ser un excelente cristiano, un perfecto espiritualista” (14).

Consideramos que otro aspecto esencial de la metodología del conocimiento en José Martí es su enfoque electivo, multilateral y sintético. Afirma en su importante trabajo Nuestra América publicado en México el 30 de enero de 1891:

“(…) el que pone por voluntad u olvido, una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la negligencia, y derriba lo que se levanta sin ella” (15).

Otras afirmaciones del Apóstol marchan en la misma dirección de integrar todo lo que sea verdadero con un enfoque multilateral y sintético. En sus juicios sobre filosofía afirma

“Método bueno filosófico es aquel que, al juzgar al hombre, lo toma en todas las manifestaciones de su ser; y no deja en la observación por secundario y desdeñable lo que, siendo tal vez por su confusa y difícil esencia primaria no le es dado fácilmente observar” (16).

Igualmente afirma: “Lo verdadero es lo sintético” (17).

En su crónica sobre Oscar Wilde publicada en La Nación, Buenos Aires, el 10 de diciembre de 1882 dice:

“(…) no hay manera de salvarse del riesgo de obedecer ciegamente a un sistema filosófico, sino nutrirse de todos, y ver como en todos palpita un mismo espíritu (…)”

Para Martí todo lo verdadero es santo y es necesario asimilarlo e integrarlo a una concepción electiva.

Martí no fue idealista subjetivo, ni agnóstico, pues expresa:

“El objeto está fuera de mí; pero la inteligencia del objeto está en mí” (18).

Critica la teoría de Schelling de la identidad entre el yo y el universo y afirma:

“Y en toda representación, bien se reflexione sobre cosas externas, bien sobre actos internos propios, existe dualidad inevitable entre el objeto pensado y el sujeto pensante. El sujeto no puede pensar sin que existiese antes la cosa sobre que piensa. La cosa pensada es una y anterior: el pensamiento del sujeto sobre ella es posterior y otra: he aquí la dualidad inevitable que destruye la imposible identidad.” También expresa:

“El yo es soberano porque existe el no yo. De la acción del yo sobre el no yo, y de la recíproca inferior pero inevitable y armónica del no yo sobre el yo, nacen las verdades concretas que llevan al conocimiento de la abstracta y absoluta verdad (19). Y más adelante:

“El principio del conocimiento de las cosas está en las cosas mismas. Se conocen tantas cosas como cosas hay. Cada cosa es principio de conocimiento de si. El universo es la reunión de todas las cosas, lo que implica reunión de todos los principios del conocer de las cosas. El universo es el principio de los conocimientos humanos”. Y añade:

“Los sentidos nos transmiten las sensaciones. Las sensaciones son producidas por los objetos exteriores” (20).

Pero el joven Martí no ve en las sensaciones la única vía para hallar la verdad fundamental y destaca el rol decisivo de la reflexión, de la actividad del yo, para lograr el conocimiento veraz.

En resumen, su teoría del conocimiento no es idealista subjetiva, ni agnóstica, ni es puramente empirista, pues reconoce la función esencial de la reflexión, de la teoría.

Otra expresión de la unidad de lo científico y lo moral valorativo, asumido con la afirmación de la existencia de Dios y la inmortalidad del alma virtuosa, se encuentra en la concepción ontológica martiana sobre la relación entre el espíritu y la materia. Expresa el Apóstol en su Sección Constante el 15 de junio de 1882:

“(…) estaría demostrado a lo sumo que las dos manifestaciones de la vida, la espiritual y la material, aparecen a la vez y se desarrollan paralelamente en los seres vivos. Mas ¿qué demuestra en eso que el espíritu sea una mera secreción de la materia, como quieren los materialistas? Valdría tanto como afirmar que la materia es una mera obra del espíritu” (21).

Y más adelante agrega:

“Que cada grano de materia traiga en sí un grano de espíritu, quiere decir que lo trae, mas no que la materia produjo el espíritu: quiere decir que coexisten, no que un elemento de este ser compuesto creó el otro elemento. ¡Y ese sí es el magnífico fenómeno repetido en todas las obras de la naturaleza: la coexistencia, la interdependencia, la interrelación de la naturaleza y el espíritu” (22).

Puede catalogarse de dualista esta afirmación del Apóstol. También diferencia el espíritu que acompaña y penetra la naturaleza, del espíritu humano.

“En la naturaleza no hay que confundir el espíritu físico, el ánima corporal, la fuerza impulsadora, con el espíritu afectivo, sintiente y pensante” (23).

Martí se niega a reducir el espíritu a características anatómicas o fisiológicas, pero a la vez reconoce la necesidad de tener en cuenta al cerebro y al cuerpo en relación con el espíritu (24).

Se entiende que rechaza que el espíritu sea una brotación de la materia y en consecuencia no acepta que sea producido por el cerebro ni que la muerte signifique la desaparición del alma humana.

Aunque el Apóstol reconoció la influencia de los determinantes sociales, económicos y naturales puso un especial énfasis en los factores subjetivos y morales como determinantes de la vida y la conducta humana. Aquí también puede pensarse que en su comprensión racional y objetiva, basada en los hechos, también se manifiesta su espiritualismo religioso y su creencia de que la fuente del progreso humano se encuentra en la subjetividad, en la moral.

Señaló la determinación social del ser humano cuando expresó en su biografía de Henry Ward Beecher:

“Nada es un hombre en sí, y lo que es, lo pone en él su pueblo (…). Los hombres son productos, expresiones, reflejos” (25).

Ya en la madurez, durante su estancia en los Estados Unidos, tuvo en cuenta los factores económicos y sociales que obraban en las relaciones entre esa nación y América Latina y en el surgimiento y desarrollo de los monopolios. Indudablemente, en Martí existe un pensamiento económico.

Martí tuvo en cuenta los determinantes económicos y sociales que actúan sobre el ser humano y lo determinan, pero en nuestra opinión, puso el énfasis principal en el rol activo y creador de la subjetividad humana (fundamentalmente la moral) como el factor decisivo del progreso.

Expresó “(…) el libre albedrío está sobre la fatal ley del progreso (…) La voluntad es la ley del hombre: la conciencia es la penalidad que completa esta ley.

El ser tiene fuerzas y con ellas el deber de usarlas. No ha de volver a Dios los ojos: tiene a Dios en sí (…) Todo en la tierra es consecuencia de los seres en la tierra vivos (…) de nosotros brota la revelación, la enseñanza, el cumplimiento de toda obra y ley” (26).

“Es fatal el progreso, pero está en nosotros mismos; nosotros somos nuestro criterio; somos nuestras leyes, todo depende de nosotros: el hombre es la lógica y la providencia de la humanidad” (27).

Y ya en Estados Unidos, en septiembre de 1881 expresa:

“(…) He aquí la ley suprema, legislador de legisladores, y juez de jueces: -la conciencia humana” (28).

“¡Ese es el gigante escondido que hace dar al mundo sus tremendos vuelcos: el sentimiento divino de la propia persona, que es el martirio cuando se ejerce aisladamente, y es Jesús, y es Abelardo, y es Lutero, y es Revolución Francesa cuando se condensa en una época o en una nación” (29).

En 1887 en su trabajo sobre el poeta Walt Whitman plantea la importancia fundamental de la poesía.

Piensa que es más necesaria a los pueblos que la industria misma pues ésta última les proporciona el modo de subsistir, mientras que la poesía les da el deseo y la fuerza de la vida. Y se pregunta a dónde irá un pueblo que haya perdido el hábito de pensar con fe en la significación y alcance de sus actos (30). Y aquí se observa cómo su énfasis en un factor subjetivo, de la conciencia social (la poesía, la literatura), que es más importante que el factor económico, está asociado a una interpretación religiosa, a la vida de ultratumba como compensación de todos los sufrimientos de la vida terrenal.

Respecto al determinante fundamental de la satisfacción humana expresa en 1880 en un discurso revolucionario:

“Sólo las virtudes producen en los pueblos un bienestar constante y serio” (31).

“Ser bueno es el único modo de ser dichoso” (32).

Veamos ahora su concepción moral valorativa. Aquí entendemos por tal concepto una interpretación de la realidad, por lo general no forzosamente derivada de los hechos ni confirmada en ellos como ocurre en la teoría científica, pero que orienta moralmente y alivia al ser humano y a la sociedad en la lucha de la vida. Aquí se encuentra, en primer lugar, la religión, pero también el pensamiento filosófico, el moral, el arte, la poesía, la literatura.

En el centro del Ideario Martiano se encuentra el problema de la moral y de la educación moral del hombre. Una característica fundamental de la obra del Apóstol es su constante prédica moral. Y en el centro de este énfasis martiano en la moral están sus concepciones filosóficas y religiosas.

Pero en Martí, sus concepciones religiosas están penetradas y concebidas de acuerdo con su pensamiento científico. En él no es posible separar lo científico de lo moral religioso, ni esto último de lo científico.

¿Cuál es su concepción de Dios? Dijo: “Dios existe, sin embargo, en la idea del bien, que vela el nacimiento de cada ser, y deja en el alma que se encarna en él una lágrima pura. El bien es Dios. La lágrima es la fuente de sentimiento eterno” (33), y en ese mismo trabajo más adelante dice:

“El martirio por la patria es Dios mismo, como el bien, como las ideas de espontánea generosidad universales” (34). Podríamos resumir el concepto martiano de Dios en los siguientes elementos:

1. Dios existe en la idea del bien.

2. La idea de Dios es elaborada o concebida por el hombre y la sociedad según sus circunstancias, pero responde a una idea innata y una necesidad inmanente del ser humano.

3. La idea de Dios responde a una necesidad moral y fundamenta la moral.

4. La religión es la creencia en Dios y la tendencia a investigarlo y reverenciarlo.

5. Dios existe en el hombre y se expresa en el trabajo, en el cumplimiento del deber, en el amor a la patria y la humanidad, en la investigación para llegar a la verdad.

6. Se opone al Dios providente de las religiones, pues él no interviene en nuestras vidas, ni en la vida social. Todo lo que ocurre es obra del hombre.

7. Dios no es un hombre productor sino un inmenso mar de espíritus en donde son resueltas las inconformidades de los seres humanos.

8. Por medio de la ciencia se llega a Dios y el espiritualismo surge podado de supersticiones y acorazado con hechos. Destaca igualmente la fe casta y profunda en la utilidad y justicia de la naturaleza. Estos criterios indican el carácter panteísta de las ideas filosóficas de Martí, o sea, Dios está en la naturaleza y se expresa en los hechos naturales.

En nuestra opinión, su concepción sobre la Nueva Religión constituye uno de los aspectos esenciales, más importantes y valiosos de sus concepciones filosóficas.

En su trabajo Maestros Ambulantes de 1884 escribió “¡Pues nada menos proponemos que la religión nueva y los sacerdotes nuevos! (35).

Veamos la actitud de Martí hacia el dogma y el culto religioso y como lo transforma con la Nueva Religión. Escribe en 1875:

“Los artículos de la fe no han desaparecido: han cambiado de forma. A los del dogma católico han sustituido las enseñanzas de la razón” (36).

Dice en 1884 “Una iglesia sin credo dogmático, sino con ese grande y firme credo que la majestad del Universo y la del alma buena e inmortal inspiran ¡qué gran iglesia fuera! y cómo dignificaría la religión desacreditada!” (37).

En sus Juicios de Filosofía escribió“(…) nos han enseñado a creer en un Dios que no es el verdadero. El verdadero impone el trabajo como medio de llegar al reposo, la investigación como medio de llegar a la verdad, la honradez como medio de llegar a la pureza” (38).

Con su Nueva Religión el Apóstol transformó el misticismo religioso de manera que, conservándolo, se fusionase y armonizase al máximo con la ciencia y con la práctica social virtuosa al servicio de la justicia y la independencia de pueblos y hombres.

¿Cuál es la diferencia esencial entre las religiones y la Nueva Religión de Martí?

En toda religión existen dos elementos esenciales: 1º) el dogma, creencia en lo sobrenatural como garantía ofrecida al hombre para su propia salvación y satisfacción; y 2º) el culto religioso, o sea, las prácticas dirigidas a obtener y conservar tal garantía: los actos rituales o mágicos, la plegaria, el sacrificio, la ceremonia, etc.

Martí concibió el dogma como la creencia en un Dios no providente y panteísta que se expresa y conoce a través de la naturaleza. De esta manera armonizaba y hacia coincidir el dogma con la ciencia y declaraba que los dogmas religiosos son falsos a la luz de un alto juicio y sólo tienen valor como formas de la poesía.

Martí hizo coincidir el culto religioso con la vida virtuosa del hombre, o sea, con la práctica social dirigida a cumplir con el deber, convirtió la lucha por la moral y la justicia en un culto religioso que garantiza la vida eterna.

En las religiones por lo general y esencialmente el dogma y el culto son diferentes de la ciencia y de la práctica social transformadora y se separan de ellas como una actividad especial que confiere al hombre la posibilidad de asegurarse psicológicamente ante las limitaciones y la accidentalidad de la vida.

En nuestra opinión, la característica fundamental de la Nueva Religión propuesta por Martí consiste en el rechazo al dogma y al culto de las religiones existentes, pues hace coincidir el dogma y el culto religioso con la ciencia, la independencia personal y la práctica de una vida virtuosa.

Conclusiones

A diferencia de otras concepciones idealistas que buscan la solución a los problemas humanos en la interpretación filosófica, o en el dogma y el culto religiosos, Martí concibió la solución a los problemas humanos mediante la ciencia y la práctica de la virtud. Su idealismo moral (basado en la idea de Dios) conduce a la ciencia y a la práctica en bien de la humanidad.

En lugar del tradicional idealismo, que busca la solución de los problemas humanos en la interpretación del mundo, Martí concibió una forma distinta de idealismo filosófico que conduce a la transformación del mundo.
En estos momentos y para el futuro, el énfasis martiano en la moral, en la idea del bien, es la herramienta ideológica fundamental para salvar a la humanidad.

Referencias

1. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 19). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 361.
2. Martí J. Debate en el Liceo Hidalgo. En Obras Completas. (t. 28). La Habana. Cuba: Instituto Cubano del Libro; 1973, p. 326 - 328.
3. Martí J. El Poema del Niágara. En: Obras Completas. (t. 7). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975, p. 232.
4. Martí J. El Poema del Niágara. En: Obras Completas. (t. 8). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975, p 433.
5. Martí J. El Poema del Niágara. En: Obras Completas. (t. 13). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975, p. 33.
6. Martí J. El Poema del Niágara. En: Obras Completas. (t. 15). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975, p 373.
7. Martí J. El Poema del Niágara. En: Obras Completas. (t. 15). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975, p. 380.
8. Martí J. El Poema del Niágara. En: Obras Completas. (t. 15). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975, p. 373.
9. Martí J. El Poema del Niágara. En: Obras Completas. (t. 22). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975, p. 141.
10. Martí J. El Poema del Niágara. En: Obras Completas. (t. 11). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975, p. 140.
11. Martí J. El Poema del Niágara. En: Obras Completas. (t. 11). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975, p. 243.
12. Martí J. El Poema del Niágara. En: Obras Completas. (t. 19). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975, p. 364.
13. Martí J. El Poema del Niágara. En: Obras Completas. (t. 19). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975, página 362.
14. Martí J. El Poema del Niágara. En: Obras Completas. (t. 19). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975, p. 363.
15. Martí J. El Poema del Niágara. En: Obras Completas. (t. 6). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975, p. 18.
16. Martí J. El Poema del Niágara. En: Obras Completas. (t. 19). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975, p. 364.
17. Martí J. El Poema del Niágara. En: Obras Completas. (t. 6). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975, p. 233.
18. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 19). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 369.
19. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 21). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 54-55.
20. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 21). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 53.
21. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 23). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 317.
22. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 23). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 317.
23. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 21). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 254.
24. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 19). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 364.
25. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 13). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 34.
26. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 6). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 286.
27. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 6). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 226.
28. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 9). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 26.
29. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 10). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 419.
30. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 11). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 243.
31. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 4). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 189.
32. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 8). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 289.
33. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 1). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 45.
34. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 1). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 61.
35. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 8). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 290.
36. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 6). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 352.
37. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 8). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 440.
38. Martí J. Juicios. Filosofía En: Obras Completas. (t. 19). La Habana. Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 1975, p. 363.