La Revolución sentó las bases de la educación y la escuela cubana, recogió el legado de los educadores patriotas de los cien años de lucha, incorporó lo más avanzado del pensamiento pedagógico contemporáneo y vertebró un sólido movimiento de formación de maestros cuya dinámica resultante es el perfeccionamiento continuo de sus planes de estudio, programas y métodos.
Sus profesores han participado no solo en la organización académica y en el desarrollo de las clases en el territorio que nos corresponde, sino en la elaboración y preparación de materiales docentes y de apoyo al trabajo docente-metodológico y a su perfeccionamiento, así como al control de la calidad de la gestión en todos sus niveles.
En este caso, una vez más nuestra Revolución cuenta con esta trinchera formadora de maestros que no vacilan en responder ante el llamado de perfeccionar la labor docente de sus profesionales de manera infinita.

Equipo editorial