Varona

No.61   Julio-Diciembre, 2015.    ISSN: 1992-82

Una aproximación a la sistematización del concepto formación en la estructura teórica de la Pedagogía

An approach to the systematization of the training concept in the theoretical structure of Pedagogy

Dr.C. Candelaria Margarita Pelegrino Vargas. Profesora Titular de la facultad de Ciencias de la Educación. Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique J Varona”
Correo electrónico: candelariampv@ucpejvrimed.cu

Recibido: abril 2015                    Aceptado:junio 2015


RESUMEN

El acercamiento teórico al concepto formación en la estructura gnoseológica de la ciencia pedagógica, como parte del Proyecto: Sistematización teórica de la Pedagogía y la Didáctica, constituye un resultado en el  contexto actual de perfeccionamiento de estos contenidos  en la formación y superación superior pedagógica y didáctica, que se aproxima a una sistematización de este concepto desde la asunción de la Dialéctica Materialista como teoría y método de investigación en su carácter sistémico, lo que permitió aprehender el tema en conjunción con el método histórico lógico, entre otros, para elaborar un criterio acerca de los niveles de desarrollo de este concepto hoy en lo relativo a cuestiones de génesis, evolución y desarrollo de su contenido en el pensamiento pedagógico.
Se justifica la necesidad de sistematización del concepto formación ante la necesidad de profundizar en el sistema lógico de la ciencia, de ahí que, la intencionalidad de este trabajo es sustentar una posición sobre lo útil de asirse a una visión modelar de la educación que centre en el concepto formación su categoría fundamental desde una aproximación a su sistematización, que favorezca, a groso modo,  argüir su función lógio, gnoseológica y metodológica en las Ciecias de la Educación desde la Pedagogía y disciplinas académicas afines; atendiendo a la aportación que se puede hacer desde estas a la implementación práctica de la capacidad transversal de lo formativo como ideal de modelación de una personalidad en la práctica de la docencia en sus valores axiológico ético, sociocultural y político en condiciones histórico concretas.

Palabras clave: Educación, formación, epistemología, Pedagogía, sistematización.

ABSTRACT

The theoretical approach to the concept of training in the epistemological structure of pedagogical science, as part of the Project: Theoretical Systematization of Pedagogy and Didactics, is an outcome in the current context of improving these contents in the superior  training and upgrading of pedagogy and didactics,  approaching a systematization of this concept from the assumption of Materialist Dialectics as a theory and research method in its systemic nature, allowing grasp the subject in conjunction with the logical historical method, among others, to develop a criterion about the levels of development of this concept today, regarding issues of genesis, evolution and development in educational thinking.
The need to systematize the concept of training as part of the logical system of science is justified, hence, the intent of this research is to support a position on how useful would be a vision of education that focuses on the concept of training as fundamental category, from approaching its systematization, favoring, roughly, arguing his logic, epistemological and methodological role in Educational Sciences from the Pedagogy; considering the contribution that can be made ​​from these,  to the practical implementation of cross-training capacity on the modeling of an ideal personality, in the practice of teaching,  in its ethical, socio-cultural and political axiological values ​​in specific historical conditions.

eywords: Education, Concept of training, epistemology, Pedagogy and systematization



Introducción

La aproximación a la sistematización del concepto formación en el contexto de la Pedagogía se sustenta en el hecho de que toda ciencia revela un sistema lógico constituido por los conceptos que estructuran su objeto – campo; entonces esclarecer las relaciones conceptuales, el orden de sucesión y la lógica de este sistema es de suma importancia cuando se trata del contenido de una ciencia. En el caso de la Pedagogía, si bien, la tarea es ardua y polémica por el status epistemológico de su conocimiento, ello resulta una necesidad de la ciencia y de la docencia.

Por un lado, porque de forma modesta se participa en el debate acerca de: ¿cómo se ha construido una visión sobre el término formación en la teoría pedagógica? y sobre ¿cuáles han sido los condicionamientos de las diferentes visiones? y, por el otro, se aporta una mirada sobre ¿cuál es el material teórico sistematizado que podría ayudar a entender el contenido del concepto, su lugar y papel en esta ciencia para la comprensión y orientación de la práctica educativa?

La intencionalidad de este trabajo es sustentar una posición sobre lo útil de asirse a una visión modelar de la educación que centre en el concepto formación su categoría fundamental desde una aproximación a su sistematización. De modo que se favorezca, a groso modo,  argüir la función lógico, gnoseológica y metodológica de dicho concepto en las Ciencias de la Educación desde la Pedagogía, atendiendo a la aportación que se puede hacer desde esta ciencia a la implementación práctica de la potencialidad transversal de lo formativo, entendido como ideal de modelación de una personalidad en la práctica de la docencia en sus valores instructivos y educativos: axiológico, ético, sociocultural y político en condiciones histórico concretas.

Desarrollo

¿Visión conceptual o modelar de la educación?  Ideas para la concertación de una posición.

Se conoce la existencia de una proliferación semántica extrema y difusa en la construcción teórica de la Pedagogía, que pone en tela de juicio la estructuración lógica de su andamiaje conceptual y el valor metodológico del mismo para hacer inteligible la orientación y transformación de las prácticas educativas; así se evidencia en el tratamiento de los conceptos educación y formación cuyos límites y relación “se mantienen en la actualidad como tema polémico en las Ciencias de la Educación, sobre todo en lo relacionado con la esencia y extensión de cada concepto, “(…) a tal punto que en algunas de las definiciones de tales términos se expresan relaciones analógicas y hasta unívocas, de manera confusa y desdibujada: educación, enseñanza, instrucción, formación” (1)

Se concuerda con la posición de Buenavilla,  quien, inmerso en la discusión acerca del objeto de estudio de la Pedagogía, señala que determinar estos aspectos es una tarea institucional de carácter colectiva que compete a investigadores y a círculos de profesionales ante: “la necesidad de profundizar en el aparato categorial de la pedagogía, lo que garantiza establecer los nexos y relaciones con otras ciencias y ramas del conocimiento”; asimismo apunta, cómo esta problemática ha generado dificultades en la UCPEJV, manifiestas a: “la hora de estructurar el programa de Pedagogía” “dentro del currículo del Licenciado en Educación”  (2)

En buena medida, ello está asociado al perspectivismo de los enfoques acera de la educación, lo cual evidencia lo difícil de aprehender en un concepto la complejidad de esta como proceso sociohistórico, político e ideológico, cultural, psicológico y científico. Quizás, hoy, más que centrarse en una definición conceptual debiera pensarse en un modelo que abarque la complejidad estructural de la educación y la amplitud de significados e interacciones epistemológicas que se configuran en la confluencia de campos que concomitan con la Pedagogía, de manera tal que, desde esta ciencia se aporte una representación de su objeto mucho “más rica e integradora” y más a tono, con la profundización y diversificación de sus “estructuras lógicas, metodológicas, contenidos axiológicos e históricos” . (3)

Lo plausible de una visión modelar de la educación, probablemente esté en la posibilidad que ofrezca para comprender la estructura gnoseológica de la Pedagogía en su logicidad, historicidad y multidimensionalidad acorde con los procesos que configuran lo educativo: formación – desarrollo, escolarización – socialización y enseñanza –aprendizaje. De este modo se facilita el estudio del concepto formación en: “sus vínculos (…) con otros de su igual, inferior o superior nivel de abstracción; su función metodológica en relación con el sistema de categorías y conceptos a que se integra y su particular afinidad con algunos de ellos (…)” (4)

El centrar la atención en la formación como el concepto principal de la Pedagogía toma en cuenta el valor metodológico de la tesis leninista sobre el papel de las categorías en el proceso del conocimiento, en tanto, son nudos cognoscitivos sobre el mundo que ayudan a conocerlo y a apropiarlo, pero siempre que este proceso esté inscrito en un contexto sociohistórico acorde con sus tareas gnoseológicas y modos de resolución de sus problemáticas y, en concomitancia con las preferencias filosóficas, cienciológicas y metodológicas que tipifican el modo de apropiación de dicha realidad por el sujeto del conocimiento.

Asimismo, en este empeño de aproximación a la sistematización del concepto aludido, es necesario considerar la etimología del término y su diversidad semántica. Dicho concepto proviene de la palabra latina formatio que hace referencia a hacer, componer, crear. Se trata, de un término asociado al verbo formar que significa otorgar forma a alguna cosa, concertar un todo a partir de la integración de sus partes. Desde el término formación, además, se hace referencia a la forma como aspecto o características externas y/o internas de procesos diversos concernientes a diferentes planos de la realidad.

En la epistemología morfogenética dicho término asume una acepción amplia, sistémica y compleja que alude a los sistemas vivos y a su capacidad de actualización visto como proceso creativo, cuya tendencia de movimiento se orienta hacia la realización constructiva de sus posibilidades intrínsecas. La formación como proceso no es privativa del universo, sino que, atañe, también, al ser humano.

Acorde con el carácter sociohumanista de la ciencia pedagógica, el estudio del término formación se enfoca a tenor con las relaciones sociedad – educación – cultura – ciencia, sobre la base de una concepción filosófica del hombre y en una perspectiva histórica en sus posibilidades para: “abordar (…) esta cuestión (…) [desde] una mirada de todo su desarrollo en conjunto” (5) para develar el valor del pensamiento educacional del pasado en relación con su construcción en el presente y atender a aspectos, no solo, sobre la continuidad del contenido del concepto, sino, además, en sus influjos sobre las determinaciones actuales.

Es inestimable en este empeño de sistematización atender a las potencialidades de la historia del pensamiento pedagógico y filosófico en sus hitos principales, desde la utilidad metodológica del principio de unidad de lo lógico y lo histórico. Dicho estudio, no al margen del proceso constitutivo de la ciencia pedagógica,  toma en cuenta un determinado consenso en relación con estas etapas en sus aportaciones. Al respecto interesa la contribución al tema, tanto, de la historia del pensamiento, visto como etapa de acumulación y de estructuración del conocimiento aún en su nivel precientífico, como el tributo de la teoría propia de las etapas de iniciación y madurez de la Pedagogía, las que signan su nivel científico.

Antecedentes y actualidad en torno al concepto formación en la Pedagogía universal y cubana. Aproximaciones.

Ubicar los hitos de la trayectoria descrita por el término formación presupone escrudiñar el proceso científico constitutivo de la Pedagogía en el contexto de las relaciones educación- sociedad - cultura – hombre en su perspectiva histórica para señalar sus antecedentes; los que  se situan en el ideal griego de paidea, entendida esta como la base educativa desde la cual se generó, poco a poco, una visión del hombre y de como educarlo. La paidea se sustentó en el humanismo como principio espiritual de los griegos en su sentido clásico: humanitas y en su correlato cultural, desde el cual se reveló la naturaleza humana o la verdadera forma humana de validez universal y normativa, según los cánones de la polis e impregnado del areté.

Así, la paidea devino en el proceso que posibilitó desarrollar en el hombre todas sus facultades en función de su propia espiritualidad en su entorno socionatural, tributando a la formación de las potencialidades del cuerpo y del alma, al equilibrio entre lo físico y lo espiritual y, a su vez, a la realización cultural en el ser humano.

De acuerdo con lo tratado se puede afirmar que, en el sentido cultural de la paidea se connota una arista significativa del contenido del concepto formación desde la que se puede captar la posibilidad del cultivo de la esencia humana y su perfectibilidad en el proceso o resultado de la paidea vista como tipo histórico de educación de la antigua Grecia. Se puede, entonces, considerar que este concepto no es nuevo, en tanto, su contenido aparece ligado a un modo de vida ya presente enla antiguedad.

En conformidad con la historia del pensamiento pedagógico, la educación se encuentra siempre condicionada por una visión del mundo y del hombre fundada en la cultura; aspecto este presente en las primicias de una teoría de la educación ligada a la filosofía de la antigüedad y a una pléyade de importantes filósofos, entre los que se destacó Demócrito (460-370 a.n.e). En su pensamiento se registra el uso del término formación en relación analógica con el de educación, al decir que: “(…) la educación reconstruye al hombre y formándolo le creaa élsu segunda naturaleza” (6). Se trata de una idea genial que asocia estos términos por la posibilidad que contienen para transformar la naturaleza humana; y en el uso que hace del término formación se aporta de forma implícita un rasgo importante del concepto, aún no definido, que distingue su cualidad creativa dada en la posibilidad de cultivar la esencia humana por medio de la cultura, vista por Demócrito como segunda naturaleza. Educación y Cultura se manejaban en la época como términos correlacionados.

Asimismo, en el ideario educativo de Platón (427-347 a.n.e)- filósofo idealista objetivo -, aparece, también,  formulado el término formación y se pueden distinguir rasgos del contenido del concepto desde una visión ético estetizante del proceso que enfatiza en cualidades de refinamiento y corrección de lo humano en el hombre, visto este en su integridad corpórea y espiritual. Así se infiere de las problemáticas gnoseológicas que le ocuparon en su tiempo, tales como: “¿de qué manera se formarán esos hombres (…)?”, (…) la educación debe proporcionar al cuerpo y al alma la perfección y la belleza”. (7). Este carácter esencial de lo formativo, siguiendo a Platón, está estrechamente vinculado con su concepción filosófica del hombre cuya alma en su unidad con la naturaleza le posibilita el conocer, así como la justificación de esta necesidad desde la enseñanza y el aprendizaje – sobre todo de la virtud dada en la ciencia -, por la desnudez humana, según expone Platón  en el mito de Prometeo, tal y como se expone en el Protágoras; cuestión que debe comprenderse ligado a una concepción naturalista de la educación que permeó a esta época y manifiesta por este filósofo, de alguna manera, al entender la educación como un proceso del educando que da luz a las ideas que fecundan su alma la que despierta gracias al diálogo entre maestro  y discípulo.

De ahí la importancia de las materias del plan educativo concebido por Platón, el que contenía los ejercicios corporales, la cultura estética, moral, científica y filosófica. Aspectos estos que, cualifican el uso del término formación en un sentido integral y cultural como ideal  científico filosófico fundado en las relaciones individuo – sociedad, que debía alcanzarse por medio de la enseñanza de las ciencias en el sentido de adiestramiento de la inteligencia e integración del hombre y su virtuosismo como garantías del estado ideal que expone en La República. Y, en todo ello, se denota una visión relacional en el tratamiento de lo instructivo y lo educativo que distingue aristas de la formación humana que signan el contenido del concepto y tributan a prefigurar sus probables dimensiones; cuestión  de innegable valor metodológico para la Pedagogía.
De manera genial plantea la polémica en torno a la educación vista desde la perspectiva de la formación, Aristóteles (384 -322 a.n.e) al dejar constancia en su obra Política , la problemática gnoseológica de su tiempo, a través de la idea siguiente: ¿“Cuál debe ser la educación y cómo se ha de educar? (...) son cuestiones (…) [que] actualmente se discute (…) ni está claro si conviene más atender a la inteligencia o al carácter moral” (8). En dichas interrogantes, que apuntan hacia la esencia, el contenido y finalidad de la educación se infiere un planteamiento de la formación en sentido amplio.

El sentido amplio del enfoque del término formación, - lo instructivo y lo educativo: ético, axiológico, estético y político -,  se capta en el contenido de las problemáticas que se debaten y en la necesidad de su comprensión, atendiendo a las posibilidades que estas brindan para la realización de lo humano en el hombre. Precisamente, con Aristóteles aparece el primer tratado independiente dedicado al estudio de la moralidad: Ética Nicomaquea en sus potencialidades para la autorrealización del hombre desde el papel de las virtudes en relación con las aspiraciones y los vicios del hombre visto este en su complejidad para la época.

En su ideario educativo se capta el planteamiento integrado de sustentos éticos, gnoseológicos y  antropológicos desde el uso del término “razón” (nous) en su relación con la vida moral y política del hombre en “la comunidad política y por la comunidad política”; de ahí su concepción del hombre como un ser político y la formulación del fin educativo del estado, dado en “la educación del ciudadano”. Así, el hombre se convierte en sujeto de virtudes éticas en la medida en que participa activamente en la polis.
Lo expuesto, a groso modo, permite inferir que, tanto, la inteligencia – aspecto racional que atañe a la instrucción del pensamiento -, como la moral – aspecto ético – axiológico – son susceptible de ser formados y ello connota tanto al qué, al cómo y al para qué hacerlo desde la educación. El alcance de las problemáticas abordadas por Aristóteles es revelador, en esta época, de una búsqueda que debatía acerca de las aristas, contenido e integralidad de la naturaleza de lo educativo en sus relaciones dialécticas y valor práctico del saber.

Según los argumentos tratados, que atañen a los caracteres del concepto formulados, en unos casos de forma explícita y en otros implícita, se puede inferir que, dichos rasgos se fueron perfilando en torno a la especificidad antropológica del hombre en la idea de su naturaleza inacabada por ende en desarrollo y en la necesidad de su transformación para el logro de su perfeccionamiento espiritual y racional. Ello, a su vez,  se enfocó en ligazón con una concepción del mundo, del hombre, de los fines políticos e históricos de la educación, no al margen de las problemáticas de la sociedad y desde una concepción de la ética y de la cultura.

Con las ideas abordadas se pretende develar de forma general que, el concepto formación en sus orígenes, aunque no es definido, se fue configurando como una arista de lo educativo como realidad que se problematizaba y prefiguraba el campo de lo pedagógico. En dicho campo, el contenido y extensión del concepto formación pueden ser aprehendidos en la complejidad de su objeto, dados en la diversidad de aristas, contenidos y sustentos desde los cuales este se justipreciaba y revelaba rasgos esenciales del concepto, tales como: la naturaleza modélica, humanizadora, integradora y creadora.

De acuerdo con el hilo conductor que se sigue en el estudio del concepto formación, interesa acercarse a: “una etapa de producción de un intenso ideario educativo precientífico, especulativo pero ajustado a las conceptualizaciones filosóficas de la época que le dan consistencia teórica y sistematización” (9) a las bases de la ciencia y en consecuencia a su estructura conceptual. Dicha producción científica estuvo en los hombros de colosos en Pedagogía, tales como: J A Comenio (1592 - 1670), J J Rousseau (1712 – 1778) y J E Pestalozzi (1746 – 1827); cuyas aportaciones tuvieron un impacto peculiar en el tema que se aborda.

En la concepción pedagógica de Comenio, - si bien de fundamento religioso, pero abierta a los ideales “humanísticos – renacentistas”-, se puede apreciar continuidad en cuanto al contenido básico del concepto formación; aspecto que, debe ser comprendido en estrecha relación con su concepción del mundo y del hombre; las que según Abbagnano  se sustentaron en una filosofía pansófica que entendió al hombre como un microcosmos que llevaba en potencia el conocimiento, pero que requería para su desarrollo la gracia divina. (10)

Así, para Comenio, según fundamentó en su obra insigne la Didáctica Magna (1626 -1632), no es la ausencia de Dios lo que hace que el hombre se “malogre”, sino la “insuficiente educación”. En su máxima relativa a: [que] “el hombre se hace hombre gracias a la educación” se puede inferir el uso implícito del término formación a partir del planteamiento de su esencia modélica, si se toma en cuenta, en dicho juicio, el uso de la forma verbal hacer y su significado relativo a crear o dar forma, en este caso, a lo inacabado en el hombre acorde con sus potencialidades naturales para el cultivo de lo humano (11)

Así se evidencia en la Didáctica Magna donde el tratamiento del concepto formación es revelador de las ideas que se sostienen; aspecto que se ilustra en el capítulo VI de la obra citada en cuya titulación se postula que: “Conviene formar al hombre si debe ser tal”. En todo este capítulo, Comenio aborda el concepto formación en ligazón con factores de tipo sociológicos, psicológicos, éticos, tales como: el papel de la disciplina, la importancia de la primera edad, el papel de los padres, la edad juvenil, el papel de la escuela, del “ejemplo” y “el impulso de los “demás”, entre otros; y todo ello, es revelador de las mediaciones que requiere en la práctica educativa la materialización de la esencia del concepto formación y, las posibles relaciones amplias que este concepto configura en el contexto de las Ciencias de la Educación desde la Pedagogía necesarias de ser abarcadas en toda su logicidad.

Esta especificidad  puede explicar el planteamiento medular en Comenio del concepto formación desde la enseñanza; entendida esta como campo conceptual que encuentra en la Didáctica Magna un nivel de elaboración científico fundacional. Este hecho, bien pudiera explicar un hito importante en las necesarias interrelaciones entre la Pedagogía y la Didáctica.

Ello se constata  en aseveraciones como esta: “ (…) a todos los que nacieron hombres les es precisa la enseñanza, porque es necesario que sean hombres, no bestias feroces, no brutos, no troncos inertes, (…) tanto más sobresaldrá cada uno a los demás cuanto más instruido esté sobre ellos” (12)  

De acuerdo con las ideas abordadas se puede afirmar que, el enfoque pedagógico del concepto formación en Comenio no es planteado al margen de cuestiones antropológicas  como la plasticidad de la naturaleza humana y didácticas, relativas a la necesidad de la  instrucción desde la enseñanza y el papel del maestro. En esta distinción puede estar la peculiaridad del desarrollo conceptual del término formación por este pedagogo; cuestión que favorece su comprensión desde una visión más sistémica con las dimensiones y contenido de lo educativo en consonancia con la contribución de la Didáctica como rama de la Pedagogía que él desarrolló; y ello, le otorga un nuevo fundamento que complementa la visión amplia del  contenido del concepto formación, que ayuda a esclarecer su lugar y papel en la ciencia pedagógica ya en la etapa moderna de su estructuración.

Se concuerda con Larroyo en que grande son los “rendimientos históricos de Comenio” en tanto, expone: “la más extensa y rica de todas las doctrinas pedagógicas hasta entonces formuladas”; muy a pesar de la formalización de la instrucción, la rigidez metodológica y la descontextualización sociocultural de la escuela preconizada por una Pedagogía conservadora que permeó la práctica educativa a lo largo de los siglos SXVII y XVIII. (13)

De igual manera, las ideas de Rousseau (1712-1778) tienen peculiar importancia en el estudio que se realiza, en tanto, el término formación permea su concepción naturalista de la educación concebida como un proceso vital durante toda la vida, así se hace evidente en su propuesta de educación progresiva y educación negativa, al enfatizarse en el papel de esta última en el desarrollo de la naturaleza humana infantil, su modelación y aprendizaje; lo cual requería determinada conciencia de su proyección con énfasis en el conocimiento psicológico de la infancia para la adaptación de los recursos educativos a las etapas de su desarrollo.

Quizás, una de las ideas reveladoras de la esencia formativa de su propuesta esté contenida en la siguiente tesis: “(…) mi alumno (…) Al salir de mis manos no será, lo reconozco, ni magistrado, ni soldado (…) será hombre primeramente. Nuestro verdadero estudio es el de la condición humana” (14). Y ello es posible, porque: “todo cuanto nos falta al nacer y cuanto necesitamos siendo adulto, eso lo debemos a la educación”. (15)  

Hoy está claro que la perspectiva roussoniana natural y conforme a la naturaleza humana es incomprensible fuera de la historicidad, la cultura y la sociedad, precisamente, ahí radica la crítica a tan encomiable propuesta pedagógica.

El matiz revolucionario que puede inferirse del uso del término formación en el ideario pedagógico de Pestalozzi (1746-1827) debe ser comprendido acorde con los postulados modernos de una Pedagogía de profundo contenido popular  social, que preconizó el proyecto fundador de una escuela para todos, convencido de que sólo por la obra de la educación se alcanza la naturaleza humana; así consta en su obra el Canto del Cisne (1826) en la que expuso su “concepto y fundamentos de la educación elemental” y la idea de “educación integral”, al decir que: “Es una verdad incontrovertible que lo realmente educativo y formativo está: (…) en (…) la (…) naturaleza del hombre (…), esto es, corazón, espíritu y mano”. (16)

En esta idea, a pesar de la no delimitación de los términos educación y formación y a la ambigüedad que ello puede generar, se revela el rasgo integrador de la formación y su contenido esencial visto en el cultivo de lo humano en el hombre desde el desarrollo de diferentes facetas, tales como: la  intelectual, moral, religiosa, artística o técnica y la corporal, entendidas como base de una influencia verdaderamente educativa. Así, la educación elemental potenciará el desenvolvimiento natural y armónico de las disposiciones humanas desde la escuela.

Si se toma en cuenta, además, que todo ello, lo fundó en el principio educativo del trabajo manual, en una propuesta que abarcó a las clases desfavorecidas socialmente y al papel de la familia en particular el de la madre, se puede aquilatar con justeza el cúmulo de ideas que aporta y enriquecen la comprensión del lugar y el papel del concepto formación - enfocado como proceso y resultado -, en la estructura teórica de la Pedagogía; que como ciencia fue configurando su independencia de la filosofía durante la primera mitad del siglo XIX bajo los influjos del Capitalismo.

Siguiendo en general el ideario de los pedagogos del capitalismo premonopolista y en particular las observaciones de Durkheim, en cuanto a la peculiaridad de las teorías llamadas pedagógicas  que representan más especulaciones de índole totalmente distinta, en tanto, su objetivo no es describir o explicar la realidad, sino determinar lo que debe ser, se puede comprender que el término formación, según lo abordado,  fue adquiriendo su estatus conceptual en la diversidad de estas propuestas, las: “que constituyen la base de la Pedagogía clásica de los tiempos modernos”. (19)

No al margen del desarrollo teórico de la Pedagogía, la precisión del contenido del concepto formación estuvo estrechamente relacionada con la preocupación por el hombre que se debatía en las concepciones filosóficas y sociales que alcanzaron su plenitud en la doctrina humanista del renacimiento y en los siglos posteriores. Este hecho lo recoge Gadamer (1992: 39) en su estudio como una: “discusión sobre el estatuto metodológico de las ciencias humanas frente al de las ciencias de la naturaleza (…), [donde]. El concepto  “formación”, (…) fue sin duda alguna el más grande pensamiento del S. XVIII, y (…) designa el elemento [de] las ciencias del espíritu”.

Un fundamento importante a considerar en este estudio le viene a la Pedagogía desde la perspectiva dialéctica materialista marxista y en particular del presupuesto acerca del “proceso creador de autopurificación de toda la vieja abyección” (20)  en el que Marx y Engels vieron el contenido esencial de la revolución que debía darse en educación, cuestión enfatizada en la tercera tesis sobre Feuerbach con la formulación del condicionamiento sociohistórico y cultural del hombre en sus amplias posibilidades de realización humana y social. Así, desde la idea que concibe al hombre como producto de las circunstanias y de la educación se aporta a la Pedagogía un fundamento incuestionable para la comprensión de la esencia del concepto formación en sus potencialidades de transformación y desarrollo de lo humano.

En el siglo XIX una contribución importante en la conformación de la etapa científica de la Pedagogía se debió a Herbart (1776-1841) quien, construyó: “el primer sistema de la teoría educativa encaminado a explicar y fundamentar el complejo y vasto hecho educativo”, sustentado en interrogantes, tales como: “¿Cuál es el contenido de una ciencia?” y “¿Cuál es el punto obligado de partida de una teoría pedagógica?” señaló, así que: “El concepto fundamental de la pedagogía es la educabilidad (Bildsamkeit), esto es la plasticidad y ductilidad del hombre para conformarse a cierto modo de vida regida por fines moralmente valiosos”. La filosofía como fundamento de la Pedagogía “muestra el fin de la educación.” La tarea de la educación es formar el carácter y ve ahí “el problema teorético de la pedagogía”. (21)

Según muestran estas interrogantes, Herbart se implica en la epistemología de la Pedagogía porque se pregunta por su estatus científico y aporta definiciones que esclarecen la lógica de su objeto. Ello es importante, en la medida que, da la posibilidad de relacionar los conceptos formación y educabilidad y ver en este último la cualidad de lo educativo por ende el núcleo de la formación centrado, en este caso, en el carácter desde el papel de la “instrucción educativa”, “la cultura” y “la escuela con la vida”, atendiendo a las necesarias relaciones entre teoría – práctica y a los vínculos de la Pedagogía con la Filosofía y la Psicología . Vista de esta manera, la formación humana contenía cinco ideas o virtudes a cultivar con intención ética para la humanización y espiritualización del hombre, relativas a: la plenitud, libertad, benevolencia, justicia y equidad.

Sin bien, en lo tratado está contenido a grandes rasgos la contribución de Herbart, es incuestionable que el alcance de su obra estuvo permeado por el idealismo de su filosofía manifiestas en su ética, psicología y en una concepción metafísica del mundo, aunque se apartó de sus esencias epocales para propender a un realismo metafísico de bases kantiana.

Ya a finales del siglo XIX con el desarrollo del movimiento de los herbartianos, seguidores del maestro en diferentes direcciones, se pueden apreciar en sus propuestas los matices de significados desde los que fue enfocado el concepto formación; así, en el caso de los  neoherbartianos se desataca en Tuiskon Ziller (1817 -1822), un matiz religioso – teleológico con un viso cultural dado en el papel de las materias de enseñanza, cuestión que se puede apreciar en ideas como la siguiente:
“Todas las ramas de la enseñanza deben concentrarse  en torno de cada uno de los grados culturales en cada período lectivo, pues el fin capital del proceso instructivo es la formación cristiano religiosa del niño”. (22)

En la propuesta de los herbartianos independientes y en particular con Federico Paulsen (1846 – 1908) se perfila el significado del concepto como proceso desde un presupuesto filosófico – teleológico, más a tono con la asunción de una dimensión autoactiva del desarrollo en el hombre en consonanacia con sus potencialidades internas; cuestión que, no se logra integrar con los factores históricos y culturales que este autor reconoce en la orientación de este proceso, entre otras razones, por el enfoque dicotómico que se hizo entre lo científico, lo técnico y lo humanístico. Ello se evidencia en planteamientos, tales como: “formación significa desplazamiento de dentro hacia fuera, de una potencia (…) aún indeterminada, hasta la madurez total. Formación significa también ese mismo desarrollo entero” (23).  Nótese la analogía con la acepción de la educación desde el vocablo ex ducere.

Si se comparte la idea referente a, que entre la Pedagogía del siglo XIX y la Pedagogía del siglo XX, en lo fundamental, existe un lazo de continuidad en sus premisas, problemas y métodos, entre otros presupuestos, muy a pesar de la variedad de corrientes y paradigmas, se puede resumir siguiendo a Gadamer (1992) y a Lenzen (1997) que, el concepto formación muestra durante ese período una variedad semántica reveladora de la complejidad de su construcción teórica en sus relaciones con la educación así, por ejemplo, se alude a significados sobre la formación, como los siguientes:

Proceso que implica la madurez de la persona, pero también, su inacabamiento permanente, de ahí, la necesidad de autosuperación orientado hacia una meta o hacia la perfección y la realización personal, ascenso a la humanidad, desarrollo del hombre, en tanto hombre culto, o como realización permanente de la libertad humana.


Resultado de una formación en cuanto patrimonio personal del hombre culto, persona educada. Posesión o adquisición de capacidades por el individuo Es el producto, tanto, del individuo como de la sociedad. Como resultado individual la esencia de la formación es elevarse a la generalidad, trascender la singularidad.

Su contenido orientado a lo teleológico sitúa los fines de la educación en su dimensión axiológica, ética , política y cultural.

Su contenido designa la cualidad de lo educativo, esto es la educabilidad del hombre y su modelación acorde con determinados fines.

Como principio general unificador de la Pedagogía.  

En esta dirección Flores (1974) dice que: "El concepto de formación, (…), no es hoy día operacionalizable ni sustituible por habilidades y destrezas (…) ni por objetivos (…) de instrucción. Más bien los conocimientos, aprendizajes y habilidades son apenas medios para formarse como ser espiritual. (…) a diferencia de los demás seres de la naturaleza, (…) el hombre no es lo que debe ser", (…), y por eso la condición de la existencia humana temporal es formarse, integrarse, convertirse en un ser espiritual (…)". (24)

Entendida de esta manera, la formación, como principio que se manifiesta por medio de un proceso de humanización, articula tres condiciones a saber, según Flores.

1. La antropológica que describe la enseñanza como proceso de humanización que debe partir de las verdaderas posibilidades humanas.

2. La teleológica confiere sentido a toda reflexión y acción educadora en el hombre acorde con los fines y proyecto humano de la Pedagogía, cuyo propósito es más totalizante.

3. La metodológica, como matriz cuestionadora en el sentido hermenéutico en los contextos de investigación y de la práctica de la enseñanza.

Es notorio el rango de universalidad que le otorga dicho autor al concepto formación en su valor lógico – gnoseológico – metodológico, al enfocarlo como un principio que le da unicidad a la Pedagogía en su correlato con otros principios y con las condicionantes del proceso de formación; esto aporta claridad acerca de la riqueza y amplitud del contenido del concepto aludido, en tanto circunstancia que ayuda a clarificar su carácter transversal para la teoría y práctica educativa desde las ramas de la ciencia y materias de enseñanza. Ello convoca a continuar la reflexión sobre su lugar y papel en las Ciencias de la Educación y disciplinas académicas afines.

En el siglo XXI al abrigo del constructivismo radical y de los enfoques autopoiéticos se alzan algunas posturas que desde una visión estetizante de la Pedagogía, Fundamentan: “dejar de lado el concepto formación” (25) para repensarlo como autoorganización por sus  características autoactiva y autoformativa; de ahí su crítica a las fuentes religiosas originarias y a la connotación normativa desde los que se ha enraizado su contenido. No obstante, existen otros enfoques, en este caso desde la Pedagogía cubana que, si bien reconocen que: “la educación como formación humana, en los momentos actuales está urgida de cambios”, estos son concebidos desde las potencialidades que porta el concepto formación en el contexto de la reforma del pensamiento y sus paradigmas con un sentido cultural”. (26)

Visto así y desde la Pedagogía cubana del siglo XIX, como antecedente con su pléyade de representantes, la educación ha sido enfocada como “formación humana” en el sentido integrador de lo instructivo y lo axiológico a partir del cultivo de los sentimientos y la liberación del pensamiento, lo cual significa: “preparar al hombre para la vida, desarrollando una cultura de la razón y los sentimientos, un hombre con ciencia y con conciencia, pues Martí: “(…) cree en la perfección del hombre y la utilidad de la virtud, pero sabe que la formación humana hay que cultivarla y que los valores solo se revelan insertos en la cultura”.(27)

La visión martiana acerca de la formación debe comprenderse, entonces, en relación con su idea sobre el mejoramiento humano y en el reconocimiento de las posibilidades de perfecionamiento del hombre ante sus imperfecciones con un sentido ético, estético, político y cultural centrado en un pensar propio. Ello explica su confianza en el despliegue de las capacidades creativas susceptible de ser moldeadas en el ser humano porque este lleva dentro de sí un ideal, de igual manera que cada trozo de mármol contiene en bruto una estatua,  así en el hombre ha de cultivarse lo permanente o se degrada.

Durante el siglo XX, el enfoque de la educación como formación distingue al pensamiento educacional y a la teoría pedagógica que se va construyendo desde las aportaciones de egregios hombres pertenecientes a campos diversos. Con sentido teleológico y ético lo expone el destacado educador y filósofo Enrique J Varona (1849 - 1933) en el contexto de las problemáticas relacionadas con la dependencia – liberación – emancipación de la Cuba neocolonial cuando afirmaba que el propósito y deber de la escuela y sus profesores debía concentrarse en la formación de hombres.  

En el legado del Che Guevara (1928 - 1967), se potula la necesidad de sistematización del concepto formación en la Pedagogía socialista y en particular la cubana, desde la perspectiva del hombre nuevo como problemática pedagógica a dilucidar por la sociedad en construcción del socialismo. Según, los estudios de Turner (2007) el Che había reflexionado acerca de esta carencia en los países que constituían el sistema socialista mundial; cuestión que se ilustra con su brillante tesis, que dice: “El hombre del siglo XXI es el que debemos crear, aunque todavía es una aspiración subjetiva y no sistematizada. Precisamente éste es uno de los puntos fundamentales de nuestro estudio (…)”. (28)

Esta idea, presente ya en su obra: “El Socialismo y el hombre en Cuba” en 1965 al calor de la fundamentación temprana de una concepción acerca de la formación del hombre nuevo cubano, es de gran valía teórica para la sistematización del contenido del concepto formación y en el plano metodológico tiene una utilidad inestimable para la implementación de la práctica educativa desde las Ciencias de la Educación y la Pedagogía, entre otras razones, por:

La posibilidad de hacer un hombre nuevo entendido como modelación de una personalidad en el sentido axiológico, cultural, ético y técnico acorde con la relación ciencia – conciencia.

El planteamiento de la realización plena del hombre como criatura que “reapropia su naturaleza” a tenor con el papel educativo del trabajo, del trabajo voluntario, de la emulación y de la estimulación y el rescate de su condición humana a través de la cultura, en la dialéctica individuo – sociedad, desde los móviles ideopolíticos y valores éticos, visto todo ello como antídoto a la enajenación.

El tratamiento de la formación desde variables conceptuales contextualizadas en la relación educación - sociedad cubana en la etapa de construcción del socialismo acorde con los problemas del hombre que transita y participa en ello, desde un enfoque cultural.

A partir de la década del 80 del siglo XX se constata un tratamiento del concepto formación en sus caracteres “totalizador e integrador” que define tres dimensiones a saber en este: lo “educativo, lo instructivo y lo desarrollador”, estas captan “tres procesos”, los que, si bien, tienen personalidad propia se relacionan influyéndose mutuamente; de ahí que, la formación sea vista como un proceso complejo que da cuenta del “objeto de estudio de la ciencia pedagógica”. (29)

Se concuerda con Miranda (2001) en que, el concepto formación se sustenta principalmente en la filosofía, pero ello no niega la necesidad de integrar otros fundamentos que clarifican su comprensión en un sentido holístico de lo educativo, según se avala desde los autores tratados; asimismo se comparte la idea de otros autores como Flores (1974, 1994) y Savater (2007), quienes sostienen que este es el concepto principal de la Pedagogía; probablemente la justificación esté en el rango de universalidad de los rasgos cualicadores de la formación, dados en la educabilidad del hombre, su perfeccionamiento humano y su ascenso a la libertad en el plano del pensamiento y de los sentimientos con centralidad en los valores y, ello precisa de una visión integradora y una perspectiva hologramática de las dimensiones – procesos -, fundamentos y condicionantes que connotan la cosmovisión del contenido, volumen y profundidad de este concepto o, tal vez, ¿macroconcepto de la ciencia pedagógica?

Enfocarlo así, da la posibilidad de plantear, a groso modo, que su función metodológica en las Ciencias de la Educación desde la Pedagogía como núcleo, bien puede estar dada en las posibilidades que ofrece para estructurar la capacidad transversal de lo formativo, aprovechando los núcleos teóricos – metodológicos de este sistema de ciencias con potencialidades para la integración inter y transdisciplinaria; atendiendo a la aportación que desde estas se puede hacer a la implementación práctica de lo formativo como ideal de modelación de una personalidad como necesidad práctica de la docencia en sus valores gnoseológicos, axiológico, ético, sociocultural y político en condiciones histórico concretas.

Visto el concepto en su capacidad macroconceptual se puede argüir su papel central en la unificación conceptual al interior de estas ciencias y disciplinas académicas, desde el esclarecimiento de las necesarias interrelaciones gnoseológicas e instrumentaciones metodológicas a tenor de la dialéctica entre formación y autoformación, sin desconocer el fenómeno de la deformación que puede estar permeando la complejidad de los procesos educativos.

Conclusiones

Si los conceptos como formas del pensar contienen determinados caracteres esenciales a determinados objetos vistos en su movimiento, interconexiones y transiciones, se comprende la pretensión del estudio realizado acerca una aproximación a la construcción teórica del término formación como concepto clave de la ciencia pedagógica, cuyos rasgos esenciales se fueron configurando en la trayectoria de la teoría pedagógica vista en su historicidad y contextualización sociocultural por egregios hombres de ciencia.

El prestar atención al proceso constitutivo del concepto aludido acorde con las aportaciones autorales, posibilitó constatar los dos elementos integrantes de su estructura, en este caso, referidos a su contenido o intención revelado en los rasgos cualificadores que le dan especificidad y legitiman su estatus en el sistema teórico de la Pedagogía, así como, su extensión o volumen, dados, probablemente, en las dimensiones, fundamentos y condiciones que como elementos esenciales de su estructura constituyen parte de su contenido.

La Pedagogía cubana vista en su historicidad e implicación en las diversas problemáticas nacionales acaecidas a lo largo del proceso de conformación, liberación y construcción de la nación y el socialismo, ha contribuído a dilucidar los rasgos esenciales del concepto formación y a su definición desde un enfoque integrador, humanista y científico.

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