Varona

No.61   Julio-Diciembre, 2015.    ISSN: 1992-82

Memorias


Arturo Montori de Céspedes (1878-1931), pedagogo imprescindible en Cuba

Arturo Montori de Céspedes(1878-1931), essential pedagogue in Cuba

MSc. Nicolás Garófalo Fernández, Profesor Auxiliar y Consultante de Historia de Cuba. FCM. “Finlay-Albarrán”. Universidad de Ciencias Médicas de La Habana.
Correo electrónico: nicolas.gar@infomed.sld.cu

Recibido: marzo 2015      Aceptado: junio 2015


RESUMEN

Arturo Montori de Céspedes es una de las figuras más relevantes en la pedagogía cubana en las décadas iniciales de la etapa republicana, su labor como maestro, pedagogo, publicista e investigador fecundo en diversas problemáticas, más su constante interés por analizar el deterioro de la escuela cubana y buscar remedio a los problemas existentes, constituye una página de imprescindible estudio y afán por comprender todo lo que hemos avanzado y lo que nos falta en el camino por la calidad de la educación en Cuba y en la región iberoamericana. Se caracteriza la trayectoria de Montori, ilustrada con fotos y el autor aborda una valiosa intervención que hiciera en Cienfuegos, en 1920, y que se titula: El problema de la educación nacional.

PALABRAS CLAVE: Arturo Montori, pedagogo destacado en Cuba.

ABSTRACT.Arturo Montori de Céspedes is one of the most important figures in Cuban pedagogy in the early decades of the Republican period, his work as a teacher, pedagogue, publicist and prolific researcher on various issues, plus his constant interest in analyzing the deterioration of school Cuban and seek remedy existing problems, is a page of essential study and desire to understand everything we have come and what we need in the way the quality of education in Cuba and in the Latin American region. Montori path is characterized, illustrated with photos and author addresses a valuable intervention to do in Cienfuegos in 1920, and entitled: The problem of national education.

KEYWORDS: Arturo Montori, a leading educator in Cuba.



Introducción

La historia educacional cubana tiene numerosas aristas de valor, estudiadas y divulgadas unas y otras por ampliar, reconsiderar y situar a la altura de los tiempos actuales.

Recordar que la Isla sufrió el dominio colonial hispano hasta 1898 y sin desconocer avances y la formación de la nacionalidad cubana, debió empeñarse en una guerra de liberación nacional desde 1868 que agravó la grave situación socioeconómica y política, que también afectó a una educación signada por la memorización, el verbalismo, el castigo y el dogmatismo religioso.

Instituciones como la Sociedad Económica de Amigos del País, desde 1793, educadores fundadores como José de la Luz y Caballero (1800-1862) y los aires renovadores de la escuela privada en manos de intelectuales progresistas criollos a favor de la patria, dieron vida a los fundamentos de la pedagogía cubana y a la necesidad de un magisterio que debía formarse y ejercer una docencia donde estuviera presente la ciencia y la experimentación, como reclama en su ideario pedagógico José Martí Pérez (1853-1895)

Durante la Primera Ocupación Militar Norteamericana (1899-1902), EE.UU. crea las condiciones, a través de la imposición y el engaño,  para el nacimiento de la República de Cuba, en 1902, pero con los instrumentos jurídicos que aseguren el dominio neocolonial sobre el territorio, en este caso la Enmienda Platt a la Constitución de 1901, que la otorgaba el “derecho” a intervenir militarmente en la Isla cuando lo estimara pertinente.

En esas circunstancias tan complejas, dieron impulso al nacimiento de la escuela pública con la creación de tres mil aulas, similar nombramiento de maestros, a partir de entrevistas a los jóvenes con mejor preparación y disposición, su capacitación y evaluación  en el propio ejercicio de la docencia, con los  propósitos de los círculos de poder estadounidenses de buscar la simpatía de los cubanos, la garantía de sus inversiones y el mediato interés de la anexión a los EE.UU., como habían establecido en la hermana nación de Puerto Rico.
En este proceso de despliegue educacional que instrumentan autoridades norteamericanas como el pedagogo progresista  Alexis E. Frye (1859-1936) y el emitente intelectual cubano Dr. Enrique José Varona (1849-1933), se conforma una escuela en la contradicción de servir a los intereses imperiales o a la soberanía de la patria, por la cual se había derramado tanta sangre y el pueblo sentía orgullo de sus héroes.

En este proceso de masas en que miles de jóvenes se deciden  por instruir a los niños, surgieron una serie de valiosos educadores, quienes mediante mucho esfuerzo, talento y valores, fecundaron con su pensamiento y acción la escuela cubana. Uno de ellos, realmente poco estudiado y menos conocido, es Arturo Montori de Céspedes (1878-1931), dado lo cual el autor dedica este trabajo a su memoria. Hijo de padre español, Alejo Montori, oficial destacado en la fortaleza habanera de La Cabaña y de madre cubana,  Caridad de Céspedes, recibió la enseñanza primaria y de bachillerato en Aragón y Zaragoza, España,  y al regresar la familia a Cuba, en 1898, tras el fallecimiento del padre, el joven debe realizar los trabajos más humildes para ayudar al sostenimiento familiar, como la limpieza de calles.

Al presentarse la convocatoria al magisterio, se inserta en  una fructífera labor magisterial y en el campo de las publicaciones pedagógicas y culturales que lo acompañarían hasta su temprano fallecimiento, por problemas de salud, a los  53 años de edad.

Desarrollo

Principales elementos en su trayectoria que lo distinguen en lo profesional y humano.

El joven Montori aprovechó la convocatoria librada durante la Primera Ocupación Militar norteamericana para ocupar una plaza de maestro y en 1901 obtuvo el certificado de maestro de primer grado y comenzó su labor docente en una escuela rural cercana al poblado de Surgidero de Batabanó, al sur de La Habana, momento en que inicia una fructífera relación de trabajo y amistad con Ramiro Guerra Sánchez (1880-1970), con quien ejerce en una academia preparatoria en la que se capacitaron muchos jóvenes que aprobarían los exámenes de certificado y se convertirían en maestros. Esta etapa define la vocación y la voluntad de Montori por el magisterio de los niños y la formación de los maestros.

En estos años alcanza por sus méritos los nombramientos en aulas y direcciones de escuelas  de la ciudad de La Habana y la responsabilidad como Inspector en el distrito de Bejucal. Continúa con la preparación de aspirantes a maestros en la Academia Preparatoria, en horario nocturno, que dirige Miguel A. de Carrión (1875-1929), destacado intelectual en la pedagogía, la medicina y en la literatura.

La presencia de Montori era constante en la Escuela Normal de Verano en los primeros años republicanos con la impartición de diferentes materias, por ejemplo,  brinda conferencias de Aritmética y Metodología, en el curso que  funcionaba en 1904 en  la Escuela Superior de Artes y Oficios de La Habana, junto a Ramiro Guerra, Luciano R. Martínez y otros educadores.
En ese período actuó como miembro de los tribunales calificadores de aspirantes al magisterio. Colabora y dirige la prestigiosa revista Cuba Pedagógica, junto con Ramiro Guerra, entre 1905 y 1915. Se graduó en la carrera de Pedagogía en 1913, gana por oposición una plaza de Auxiliar de la Escuela de Pedagogía y dos años más tarde ocupa por oposición la Cátedra de Gramática, Composición y Literatura. Dirige la Escuela Normal en el bienio 1917-1919.

Colabora en la revista “Cuba Contemporánea” con el pseudónimo de “Monitor”, donde ataca los males de la corrupción política de entonces. En uno de sus escritos advierte sobre la extensión de las revoluciones proletarias en Rusia y Alemania ante la injusticia social prevaleciente. Investiga y publica sobre la niñez cubana y  en defensa del feminismo en Cuba, realiza estudios sobre la educación norteamericana en el año 1926 cuando se desempeña como Agregado Técnico de la Embajada cubana en Washington.

Al regreso se reincorpora a la Escuela Normal de La Habana, colabora con la revista Carteles, realiza otras funciones en la organización de las Escuelas Primarias Superiores y las Escuelas de Comercio, Serios problemas de salud provocan su fallecimiento el 12 de junio de 1931, lo cual es notificado al día siguiente y en primera plana  por el periódico Diario de la Marina (1) decano en su medio desde su salida en el año 1832, y posteriormente en  la revista Carteles (2) con destaques de sus aportes y fotos personales. En ambas publicaciones lo reconocen por su talento,  méritos en la educación, el periodismo y por su probada honestidad. Indudablemente resulta una gran pérdida por sus sistemáticas realizaciones, pensamiento de avanzada y probada actuación pública. Arturo Montori. “El problema de la educación nacional” (3).

Durante la  disertación en Cienfuegos  realiza un certero análisis de la escuela cubana a inicios de la etapa republicana, sus avances, deterioro, fortalezas y una serie de propuestas para poner remedio a los males y avanzar. Igualmente se brinda interesantes elementos de educación comparada. En resumen, es un análisis histórico porque no solo permite comprender lo que entonces sucedía, sino meditar en qué medida se avanza  y se pueden hacer las cosas mejores en las actuales circunstancias en que la educación es un derecho y un deber de cada ciudadano de la mayor de las Antillas.

A continuación algunas ideas que se vinculan con mayor cercanía con la situación de la sociedad cubana y en especial la escuela y el magisterio en el país.

econoce el deterioro de la escuela elemental cubana  en esos momentos y señala que: “de cada cien niños que concurren a las escuelas públicas, sólo doce o catorce alcanzan un graduación superior al segundo”. (4)

En el campo de la sociología considera una serie de principales defectos de la conducta social:

Sobre las medidas adoptadas en Educación tras el fin del dominio colonial hispano y el tránsito al gobierno nacional, plantea lo realizado desde el año 1900, como testigo de primera mano:

El cuerpo de maestros fue casi totalmente improvisado; más de tres mil escuelas fueron creadas en aquella época, a cuyo frente hubo que colocar provisionalmente a toda persona que, demostrando la posesión de alguna cultura, solicitó ser empleada con dicho objeto. (6) 

Habla de los exámenes anuales a los maestros en ejercicio por un sistema de renovación de certificados.

Señala igualmente que se organizaron las Escuelas Normales de Verano, a las cuales debían concurrir los maestros durante las vacaciones, para presenciar las clases prácticas y escuchar las lecciones que les eran ofrecidas por los profesores acreditados, nombrados por el Secretario de Instrucción Pública.

Agrega y valora: En 1902 fue creada la Escuela Normal de Kindergarten; en 1909, el cuerpo de Inspectores Escolares, y en 1915, las Escuelas Normales, destinadas a preparar a los maestros de la enseñanza común. Por penoso que sea reconocerlo, lo cierto es que, desde entonces, en vez de perfeccionarse el sistema, todo él ha decaído en nuestras manos. (7)

Otros males, Montori los analiza y resumimos del modo siguiente: el nombramiento de los funcionarios de la Instrucción Pública por intereses partidistas de los gobiernos de turno, en muchos casos sin preparación pedagógica, conllevaron a decisiones erróneas y la corrupción manifiesta en el nombramiento de maestros e inspectores incapaces, diferentes libros inútiles para los niños fueron aprobados para las escuelas, multitud de personas casi analfabetas fueron provistas de certificados, algunos progresaron dedicándose al estudio. Para que toda posibilidad de regeneración quedara desvanecida, las Escuelas Normales de Verano habían sido suprimidas poco antes, sin ser sustituidas por ninguna otra medida encaminada a elevar el nivel cultural y profesional de los maestros.  Los escándalos producidos llevaron a que, al fin, el Congreso, en 1915, creara las primeras Escuelas Normales de Maestros Primarios.

Otros problemas que afectaron la superación y la competencia profesional en ese período fueron los siguientes: el Congreso aprobó más tarde otra ley equiparando los sueldos de todos los maestros e inspectores… matando en los maestros, según afirma Montori,  todo estímulo y desterrando de su pensamiento toda preocupación de progreso profesional. (8)
Una ley posterior suprimió el registro de cinco años de ejercicio en el magisterio a los aspirantes a Inspectores con lo que se dieron casos de estar desempeñando plazas de Inspectores personas que nunca habían ejercido en una escuela pública.

Reconoce, y esto debemos subrayarlo, que si el daño no ha sido mayor, se debe a la acción abnegada y sostenida de muchos maestros e inspectores que han sabido oponerse a tantas influencias desmoralizadoras… manteniendo viva en su pensamiento la fe en su misión educadora y firme en su ánimo la decisión de trabajar sin tregua por la elevación intelectual y moral de la niñez cubana. (9)

Propone un conjunto de medidas para mejorar el estado de la educación cubana, entre ellas:
Restablecer, con organización adecuada las  antiguas Escuelas Normales de Verano, y organizar durante el curso, de manera prudencial, reuniones periódicas de los maestros en las que les ofrezcan conferencias y clases prácticas que contribuyan a mejorar su condición profesional. Esto nos demuestra que hay un cambio sustancial en la organización y proyección de la superación de los maestros primarios a partir de las Escuelas Normales surgidas desde 1915.
Reformar la ley que fija los sueldos, estableciendo escalas, no por distritos como las establecidas antiguamente, sino por antigüedad y por méritos en la labor, de modo que en cualquier distrito y en cualquier escuela, pueda llegar un maestro a ganar el sueldo señalado por la ley. También deben diferenciarse, con criterio parecido, los sueldos de los inspectores

Conclusiones

Indiscutiblemente la trayectoria de Montori de Céspedes en las tres primeras décadas del siglo XX y sus aportes a la escuela, a la formación y superación de maestros, más el ejemplo de una conducta capaz de erguirse ante las dificultades surgidas en la familia y en la sociedad y promover el mejoramiento profesional y humano con tanta brillantez y constancia lo sitúan como un educador imprescindible en la Historia de la Pedagogía cubana y de la región iberoamericana.

El análisis certero que realiza de la educación y la sociedad cubanas brinda valiosos elementos para el juicio, entre ellos, el comportamiento y reconocimiento del ejercicio docente y la superación de los maestros, como asuntos que mantienen plena actualidad porque la calidad de la educación se decide en la formación inicial y en el ejercicio de los maestros, de manera permanente, en la sociedad cubana,

En Montori hay una defensa del proceso docente educativo basado en el protagonismo de los estudiantes y en el papel demostrativo de las clases que debe hacer el profesor. Es un llamado a la elaboración conjunta del conocimiento, el desarrollo de habilidades y de sentimientos, siempre en favor de la patria y de su progreso social.

 

Referencia bibliográfica

Diario de la Marina, 13 de junio de 1931, p. 1.

Carteles, Vol. XVII. No. 16, junio 21 de 1931, p. 42.

Montori y de Céspedes, A. El problema de la educación nacional. (Conferencia en el teatro Terry, de Cienfuegos, 17 ago. 1920).  Cuba Pedagógica, La Habana, 1920. p. 4- 19.

 

Bibliografía

Buenavilla Recio, R. La lucha del pueblo por una  escuela  cubana, democrática y progresista en la  República Mediatizada. La Habana. Cuba: Pueblo y Educación;1995

López Civeira, F., Mencía, M y Álvarez Tabío, P. Historia de Cuba 1899-1958. Estado nacional, dependencia y Revolución”. La Habana. Cuba: Pueblo y Educación ; 2008

Garófalo Fernández,  N. La superación de los maestros en Cuba (1899-1958).  La Habana. Cuba: Pueblo y Educación 2008

----------. Obra de infinito amor, (46 biografías de educadores vinculados con la superación en la República neocolonial). La Habana; 2008. Inédito.

Martínez Pinet, J. M. Arturo Montori en la historia de la educación cubana.  (Tesis  de Grado. Pedagogía). Universidad de La Habana; 1947.

Montori y de Céspedes, Arturo. El Cursillo de Verano. Cuba Pedagógica. Año XV, (8); 497-504., ago. 31 de 1919.

______. El problema de la educación nacional. Conferencia en el teatro Terry, de Cienfuegos, 17 ago. 1920.  Cuba Pedagógica, La Habana; 1920, folleto. 

______. Las  Escuelas  Normales y sus detractores. Cuba Pedagógica. Año XVI, (9); 333-339, sep. 30 de 1921.

______. La Educación. En Roig, E.  El Libro de Cuba. Obra de Propaganda Nacional. La Habana. Cuba: Talleres del Sindicato de Artes Gráficas; 1925.