Varona

No.60   Enero-Junio, 2015.    ISSN: 1992-82

El ajedrez en el desarrollo intelectual de la primera infancia

Chess in Early Childhood Intellectual Development

MSc. Luis Enrique Pérez Peña. Asistente. Universidad "Ignacio Agramonte Loynaz". Camagüey, Cuba.

Correo electrónico: enrique.perez@reduc.edu.cu

Recibido abril de 2014   Aceptado junio de 2014

RESUMEN

La utilización del ajedrez, como una vía para favorecer el desarrollo intelectual del niño preescolar, es un tema que no ha sido suficientemente tratado por la ciencia desde la perspectiva pedagógica. En esta investigación se analizan las particularidades del desarrollo intelectual de los niños de cuatro a cinco años de vida, haciendo referencia al ajedrez y a su pertinencia pedagógica, así como las potencialidades que presenta el proceso educativo en el preescolar, como factores que constituyen fundamentos importantes para incorporarlos como un juego que tiene en cuenta lo concreto y sensible del niño en estas edades, donde se incluyen aspectos necesarios para el proceso de implementación gradual y paulatina del ajedrez en la educación de la primera infancia, con el fin de lograr el mayor desarrollo integral y la felicidad de cada niño.

PALABRAS CLAVE: ajedrez; educación; niño de preescolar; desarrollo intelectual.

ABSTRACT

The use of chess as a way to favor the intellectual development of preschoolers is a topic that has not been sufficiently dealt with by science from the pedagogical point. This research has analyzed the particular intellectual development of 4 to 5 year olds, making reference to chess and its pertinent pedagogy, as well as the potentialities which preschool educative processes present as factor which constitute important fundaments to incorporate chess as a game which takes into account the concrete and sensitivities of a child at these ages, where also the aspects necessary for the gradual and slow implementation of chess in pre-school education can be incorporated with the objective of obtaining a better integral development as well as happiness.

KEYWORDS: chess, education, preschool children, intellectual development.


Introducción

La preparación del hombre para la vida constituye una prioridad que debe ser atendida desde la primera infancia, período de notable transformación y de gran vulnerabilidad. En este sentido, resultan muy valiosas las interacciones que se establecen entre la familia, la institución y la sociedad; así como el conocimiento de las vías, los métodos y las herramientas disponibles para actuar sobre ellas en función de elevar la calidad de la educación, con el fin de lograr el máximo desarrollo integral de cada niño, objetivo de la educación preescolar cubana, declarado en sus documentos rectores.

El ajedrez puede contribuir al desarrollo integral en la primera infancia pero, para lograr este propósito, es preciso proporcionar las herramientas necesarias a los agentes educativos que dirigen el proceso, entiéndase como tales a las educadoras de círculos infantiles, las maestras de preescolar, así como a promotores y ejecutores del programa "Educa a tu hijo". Además, se requiere implementar acciones de preparación a la familia para que esta, al tiempo que crece culturalmente, adquiera los procedimientos adecuados para desarrollar con éxito, durante el proceso docente-educativo, la aproximación de sus hijos al ajedrez. Por tanto, resulta de vital importancia fundamentar, desde la teoría pedagógica, la posibilidad de que el niño de edad preescolar se apropie de los contenidos del ajedrez considerando las particularidades de su edad.

El análisis de los contenidos del Programa de Educación Preescolar, tanto institucional como no institucional, así como el reconocimiento de las peculiaridades del desarrollo cognitivo-afectivo del niño y la gran significación del juego, por las posibilidades que brinda para que se puedan expresar con libertad, revelar de forma inconsciente las situaciones a que están expuestos, desarrollar su autonomía, crear su identidad y fortalecer la convivencia con sus coetáneos; permiten afirmar que el ajedrez puede iniciarse desde las primeras edades, como una actividad lúdica capaz de propiciar el cumplimiento del fin de este subsistema educacional y, con ello, contribuir al desarrollo intelectual.

En el trabajo se tratan las particularidades del desarrollo intelectual de los niños de cuatro a cinco años de vida, los beneficios que proporciona la práctica del ajedrez, así como las potencialidades que presenta el proceso docente-educativo en el preescolar, como factores que constituyen fundamentos importantes para iniciar el ajedrez en estas edades y, al mismo tiempo, utilizarlo como una vía para favorecer el desarrollo intelectual de los niños.

El objetivo del trabajo es aportar los fundamentos psicopedagógicos necesarios que revelan la pertinencia para la iniciación del ajedrez en los niños de preescolar.

Desarrollo

El hombre, con sus conocimientos y experiencias, es el principal impulsor de la sociedad y la fuerza motriz fundamental del progreso científico-técnico, es el recurso más valioso de la naturaleza. El desarrollo del ser humano es un proceso consciente e integral, que se expresa en lo biológico, psicológico y social; un proceso dialéctico que implica el movimiento de lo simple a lo complejo, de lo inferior a lo superior y en espiral, donde lo nuevo contiene a lo viejo pero, al mismo tiempo, lo supera.

Al tratar el desarrollo psíquico general, Vigotski L S lo entiende como: "...un proceso dialéctico, complejo, que se caracteriza por su periodicidad múltiple, por una desproporción en el desarrollo de diversas funciones, por las transformaciones cualitativas de unas en otras, por (...) el entrecruzamiento de evolución e involución (...) por la relación entre procesos externos e internos, y por el intrincado proceso de superación de dificultades y de la adaptación".(1)

Un aporte importante, de Vigotski L S, en este sentido resulta la denominada situación social del desarrollo, la cual reelaborada por Bozhovich L I, es descrita como "…aquella combinación especial de los procesos internos del desarrollo y de las condiciones externas, que es típica en cada etapa y que condicionan la dinámica del desarrollo psíquico durante el correspondiente período evolutivo y las nuevas formaciones psicológicas, cualitativamente peculiares, que surgen hacia el final de dicho período".(2)

El desarrollo intelectual del ser humano constituye un factor determinante para mantener el crecimiento material y espiritual de las distintas sociedades. Por tanto, de la atención que se le preste dependerá, en grado sumo, la conservación y el enriquecimiento del legado cultural, así como el incremento de la satisfacción, la variedad de oportunidades para buscar con éxito la felicidad y la preservación de la vida de la humanidad.

En sentido general, el desarrollo intelectual es un proceso donde se produce un crecimiento paulatino de la facultad de conocer y comprender el entorno en un sujeto, a lo largo de su ciclo vital; a partir de mostrarse hábil para vincular sus percepciones, para abstraer, asociar conceptos, tener una percepción evaluativa de sí mismo, que debe implicar una actitud positiva y adecuada hacia las tareas intelectuales y sus actuaciones en general, expresada en un determinado grado de confianza, respeto, consideración, aceptación en función de establecer relaciones satisfactorias con su medio y lograr su crecimiento personal.

El proceso de desarrollo del niño, según Petroski A V,(3) es complejo y multilateral; por tanto, las condiciones pedagógicas que aseguran los diferentes aspectos del desarrollo psicológico son sustancialmente distintas. El contenido de la enseñanza determina el tipo general y la estructura del desarrollo intelectual del niño. Todas las manifestaciones de conducta, las propiedades y las capacidades psíquicas propias del hombre, son adquiridas por el niño solo gracias a que, en la primera infancia, le enseñan a andar, a actuar con los objetos, a ver, observar, escuchar, conocer, recordar, entre otras. Es decir, que solo mediante la actividad y la comunicación que se produce en un ambiente social es posible alcanzar logros importantes en el desarrollo psíquico del niño.

Al tratar el desarrollo intelectual en la edad preescolar es preciso, tomando como base las afirmaciones anteriores y las investigaciones realizadas por Venguer L A, para quien una tarea muy importante en la educación del niño de edad preescolar es la formación de sus capacidades para el dominio de los diferentes tipos de actividad y para su cumplimiento exitoso; considerar que "…la formación de las capacidades cognoscitivas tiene lugar mediante la asimilación, por parte del niño de los patrones sensoriales, es decir, de las cualidades sensoriales de los objetos, que la humanidad distingue durante el proceso de desarrollo histórico y que sirven de modelos durante la percepción de las propiedades concretas de los objetos y mediante el dominio de los procedimientos de comparación de las propiedades de los objetos con estos modelos".(4)

Al profundizar en las particularidades de los procesos de modelación Venguer L A considera que, para la solución exitosa de una tarea, se debe, ante todo, organizar en la mente la representación modelo, la cual refleja de manera determinada la interrelación de los datos de la tarea y distingue, entre ellos, los elementos más importantes que pueden servir de puntos de referencia en el proceso de solución. A estas representaciones modelos se aplican posteriormente los procedimientos de solución asimilados por el hombre y, si aquí la tarea no puede ser resuelta, tiene lugar la especificación u organización de una nueva representación modelo, que conduce a la búsqueda y aplicación de nuevos procedimientos. Esto da base para suponer que precisamente la habilidad para estructurar modelos mentales y aplicarlos durante la solución de las tareas, constituye el fundamento general de las capacidades intelectuales.

La naturaleza psicológica de las capacidades cognoscitivas fundamentales consiste en que la capacidad no es otra cosa que: un elevado nivel de dominio de la aplicación de los patrones sensoriales en las acciones perceptivas y de dominio de la organización, y de la utilización de las representaciones modelos en las acciones intelectuales. En resumen, las acciones de comparación de las propiedades de los objetos con los modelos patrones y las acciones de organización y aplicación de los modelos, deben ser estructuradas inicialmente en los niños en forma externa para que en un futuro se conviertan en patrimonio del mundo interno del niño.

Por ello, es que se adopta como definición operativa en este trabajo que el desarrollo intelectual en el preescolar consiste en el conjunto de transformaciones cuantitativas y cualitativas que tienen lugar en la actividad cognitiva y afectiva como resultado del enriquecimiento de la experiencia y el dominio de patrones sensoriales que perfeccionan las acciones perceptuales que, a su vez, constituyen premisas para representar la realidad y comprenderla.

El juego influye en el desarrollo intelectual, con este el niño aprende a generalizar los objetos y acciones, a utilizar el significado generalizado de la palabra; la situación lúdica es condición indispensable para el desarrollo de las diferentes formas de actividad intelectual del niño. En este caso, el objeto elegido interviene, en primer lugar, como soporte para las acciones reales con el propio objeto; y de ese modo, en el juego interpretativo empieza a desarrollarse la capacidad de actuar en el plano mental, esto al inicio ocurre solo con el apoyo de objetos reales. Las acciones con los objetos, a los que da nuevas denominaciones y, por consiguiente nuevas acciones que realiza el niño pasan de manera gradual a las acciones interiores propiamente intelectuales.

Es posible aprovechar desde el preescolar las ventajas lúdicas y reflexivas del ajedrez para favorecer el desarrollo intelectual de los pequeños, pues es un juego atractivo que permite utilizar numerosos recursos pedagógicos a los padres y a los educadores. El ajedrez presenta diversas alternativas de juego, ya sea desde posiciones simplificadas, reduciendo tableros y eliminando piezas o variando las ubicaciones de las figuras. Su aprendizaje puede comenzar desde el final con una o dos piezas. Es importante prestar la mayor atención afectiva y aportar toda la motivación necesaria durante la actividad, posibilitar al niño que juegue con las piezas, forme conjuntos con ellas, las seleccione, compare y agrupe y, además, represente su movimiento, para que esta sea productiva y logre la satisfacción del niño.

A partir de los cuatro años la subordinación a las reglas es un elemento primordial en el contenido del juego; además, la restricción voluntaria y la disciplina de relaciones pasan a primer plano. En el juego los niños coordinan con mayor facilidad sus acciones, se subordinan y ceden el uno al otro. El juego se convierte en un pretexto para el trato activo; por tanto, favorece la formación de hábitos sociales de relaciones.

El ajedrez resulta una actividad favorecedora del desarrollo intelectual, que puede ser utilizada en esa trascendental batalla que consiste en la educación de las nuevas generaciones de personas, educación que conduce, que guía el desarrollo; pues por medio de él se produce un acercamiento significativo hacia diferentes dominios del conocimiento. Su práctica constituye un juego de constante búsqueda de variantes en situaciones de incertidumbre, un proceso intelectual que transita y persigue equilibrar los senderos de la razón, la emoción y la proyección estética de la persona que practica el ajedrez.

El ajedrez puede contribuir al desarrollo integral del ser humano desde la primera infancia, pues es una actividad atractiva, donde se relacionan figuras de diverso carácter, cada una con funciones determinadas, que los niños representan mediante el juego de roles y la dramatización. En otra dirección, ajedrecistas tan calificados como Lasker E,(5) en el año 1927, consideraba la partida de ajedrez una obra de arte entre dos mentes que necesitan equilibrar dos metas distintas, a veces contradictorias: ganar y producir belleza. Para Capablanca J R,(6) en el año 1937, su sucesor en el reinado universal; el ajedrez es una actividad intelectual gobernada estrictamente por las leyes de la lógica, que tiene algo de arte y mucho de ciencia, y manifiesta que debe formar parte del programa escolar. Mientras Kasparov G, uno de los mejores ajedrecistas de todos los tiempos, expresó la peculiar opinión de que "…el ajedrez imita la vida".(7)

Desde la psicología y la pedagogía se ha tratado el ajedrez: Binet A llegó a la conclusión de que la memoria no es más que una parte de todo el fenómeno cognitivo que interviene en el desarrollo de la partida y se percató que, para ser un buen ajedrecista, hacía falta experiencia, imaginación y memorias de tipo abstracto y concreto.(8) La línea de investigación sobre el ajedrez que inició fue retomada más adelante por autores como los psicólogos Fine R y Groot A, quienes enfatizaron en la relación existente entre la cantidad y calidad de los conocimientos de ajedrez y el dominio de los patrones sensoriales.(9,10) Décadas antes, en 1925, Djakov I N y Petrovski A V habían determinado que el alto rendimiento en el ajedrez presenta como base una memoria visual excepcional, el poder combinativo, la velocidad de cálculo, el pensamiento lógico y la capacidad de concentración.(11,12)

Durante los últimos 25 años se ha prestado gran atención al ajedrez educativo; en tal sentido, Fergusson R investiga el desarrollo del razonamiento y la memoria de los estudiantes de sexto grado por medio del ajedrez(13); Margulies S prueba que el ajedrez es una herramienta para el aprendizaje(14) y Langen R plantea que los niños que aprenden a jugar al ajedrez en edades más tempranas progresan más en las matemáticas y ciencias tradicionales(15); Gaudreau L y Rifner P, en estudios distintos llegan a conclusiones que muestran que el ajedrez favorece la resolución de problemas, mejora la comprensión general, el análisis literario e incrementa los promedios de calificaciones.(16,17)

Al profundizar acerca de la evolución histórica de cualidades, como la racionalidad, la inteligencia o la búsqueda del conocimiento, se revelan sus relaciones con el ajedrez, pues este ayuda al hombre a conocer sus fortalezas y debilidades, su práctica contribuye a potenciar las primeras y suprimir las segundas, a partir del desarrollo de análisis objetivos sobre una base dialéctica. Una precisión de importancia, pues mientras se gestionan conocimientos, se adquieren habilidades y se desarrollan capacidades para modelar la realidad, lo que permite obtener mejores resultados, siempre a partir de mantener una conducta ética de cada participante ante cualquier circunstancia.

El valor y la preponderancia de los factores intelectuales se sostuvieron aún durante el Medioevo; en sus inicios San Agustín, seguidor de las ideas de Platón, declaró: "El principal autor y motor del universo es la inteligencia. Por tanto, la causa final del universo debe ser lo bueno de la inteligencia y eso es verdadero (…). De todas las búsquedas humanas, la de la sabiduría es la más perfecta, la más sublime, la más útil y la más agradable".(18) El ajedrez, en esta etapa, fue considerado una de las siete virtudes del caballero, practicado por reyes, sabios, escritores y guerreros como una actividad culta y divertida que permitió ocupar el tiempo libre y mejorar las relaciones humanas durante períodos muy críticos de epidemias y guerras.

El ajedrez, si se utiliza con fines pedagógicos, teniendo en cuenta las peculiaridades de las edades y se inicia a partir de actividades, desde lo concreto y sensible, en las primeras edades puede resultar un importante medio para favorecer el desarrollo intelectual. El filósofo alemán Kant E,(19) quien consideraba categorías centrales del intelecto humano, las básicas concernientes al tiempo, el espacio, el número y la causalidad; y expresaba su interés en los objetos del mundo físico; manifestó su afición por el ajedrez a partir de considerar las bondades intelectuales que producía su práctica, la búsqueda y el razonamiento en una actividad social.

Los estudios filosóficos de Hegel J G F revelan la existencia de dos tipos de pensamiento: el raciocinio y la razón.(20) El raciocinio permite, tanto en el dominio teórico como en el práctico, alcanzar solidez y certeza en los conocimientos. Mientras la razón, el pensar dialéctico, revela las transiciones, el movimiento y el desarrollo. En la esfera educacional la práctica del ajedrez contribuye a mejorar la efectividad de los procesos sensoriales, además posibilita profundizar en aquellos aspectos que no se muestran en la superficie; o sea, se requiere desarrollar un proceso de búsqueda de relaciones, a veces ocultas, entre las diferentes piezas, su ubicación espacial y las funciones específicas que desempeñan en el tiempo.

Al hacer referencia al desarrollo intelectual en las primeras edades resulta obligado consultar la obra de Piaget J, quien ubica a los niños de cuatro a cinco años en el período del desarrollo intelectual llamado pensamiento preoperatorio, este se caracteriza por un pensamiento pre-conceptual, intuitivo, egocéntrico, muy influido por la percepción. En él las estructuras globales aún no son estructuras operacionales, porque no son todavía reversibles; pero son estructuras con sus propias leyes. No obstante, al valorar la función de la actividad en este proceso considera que la actividad psíquica y la motriz forman un todo funcional, que sustenta el desarrollo de la inteligencia. Al tratar la inteligencia de los niños preescolares, en su obra La construcción de lo real en el niño, declaró que "La inteligencia práctica busca el éxito antes que la verdad, el pensamiento egocéntrico, (…) tiende a la satisfacción y no a la objetividad. La forma extrema de esta asimilación a los deseos e intereses propios es el juego simbólico o el juego de imaginación".(21)

El autor del trabajo considera, según las investigaciones de Elkonin D B(22) y Galperin P Ya,(23) que el niño puede con ayuda del adulto vencer las limitaciones de la reversibilidad, especialmente si se apoya en procedimientos de carácter externos como es el caso de la modelación espacial, que permite mediante el uso de sustitutos y su ubicación en el espacio revelar propiedades para él ocultas; de este modo, garantiza la regulación de la actividad cognoscitiva, pues permite efectuar un control consciente de esta, ya que se asocia con la orientación consciente del niño hacia la tarea y hace más eficiente su ejecución.

En consecuencia, el uso de modelos espaciales puede constituirse en un valioso procedimiento para iniciar a los preescolares en el ajedrez, que debe percibirse como un juego ameno y divertido, portador de un alto contenido intelectual, que favorece la apropiación de patrones sensoriales y la asimilación de diferentes habilidades intelectuales al proporcionar un ambiente de interacción social, donde el niño se expresa con libertad, asume roles y dramatiza situaciones; al tiempo que regula su conducta y piensa con antelación en las consecuencias de sus acciones.

Al tratar la posición donde la enseñanza y la educación adquieren el valor de promotores del desarrollo, fundamentada por la teoría socio-histórico cultural de Vigotski L S y sus seguidores, se considera que el ajedrez justamente puede ser un juego favorecedor del desarrollo intelectual, se trata entonces de buscar procedimientos que permitan la formación de la percepción consciente, la memoria y la atención voluntarias, que deben gestarse desde la infancia preescolar.

El acercamiento al ajedrez por parte del niño de cuatro a cinco años posibilitará enriquecer su universo cultural, llevarlo a obras literarias de gran significación educativa donde, en determinados pasajes, se describen acontecimientos relacionados con el ajedrez y personajes destacados en la historia de la humanidad. El momento inicial pudiera resultar la historia del surgimiento del ajedrez mediante un cuento corto, en él que abunden las imágenes y las aventuras. A partir de lo anterior se produciría, sin duda alguna, una estimulación hacia la lectura y hacia la búsqueda del conocimiento de gran importancia para su ulterior desempeño en el ambiente escolar y su comportamiento social.

El ajedrez brinda un amplio campo para que el niño pueda realizarse durante el juego, comunicarse con los coetáneos y los adultos y apropiarse de la cultura que lo rodea. Además, este juego facilita el desarrollo de las percepciones durante la primera infancia: del tamaño, de la forma, del color, del valor y de las más diversas relaciones espaciales, entre otras. En esta dirección se puede considerar a Wheeler R H, para quien "…la percepción lleva consigo, actual o potencialmente, un aspecto inventivo; (…) no se puede tomar la percepción, el pensar y la coordinación motora del niño como cosas separadas por lo que cada respuesta del niño revela todos estos aspectos".(24)

Por tal razón, es necesario estimular la motricidad, a partir de la realización por el niño de acciones de modelación primero con el cuerpo, desplazándose en diferentes direcciones al imitar el movimiento de la pieza representada, utilizando las piernas, los brazos, las manos y los dedos, en este caso al utilizar la pinza digital el niño adquiere la capacidad y desarrolla habilidades para tomar el lápiz durante la ejecución posterior de la escritura. En resumen, el ajedrez favorece la capacidad de observación y el aprendizaje; desarrolla, además, en los pequeños aptitudes para el estudio, estimula la psicomotricidad, la estimulación visual y sensorial, el pensamiento creativo y la socialización.

Al ejemplificar acerca de las potencialidades de los niños de preescolar, Gardner H expresa que "…desarrollan teorías acerca de cómo funciona el mundo y sus propias mentes. (…) Desarrollan un sentido penetrante acerca de lo que es verdad y falsedad, bueno y malo, bello y feo; sentidos que no siempre concuerdan con los criterios comunes; pero en lo que demuestran ser notablemente prácticos y vigorosos".(25) Al reflexionar acerca de estas ideas se considera posible y necesario aprovechar, desde la pedagogía, ese aprendizaje natural, universal, intuitivo que tiene lugar en casa o en los entornos inmediatos durante los primeros años de vida y establecer una relación entre este y el aprendizaje que demanda la sociedad. Por ello, es que la elevación de la calidad del proceso docente-educativo, sobre todo en relación con la comprensión y el aprovechamiento de los más diversos saberes, resulta imprescindible pues hoy, al decir de Gardner H "…en casi todo estudiante hay una mentalidad de cinco años no escolarizada que lucha por salir y expresarse".(26)

El ajedrez enseña a pensar mediante el juego, en esta edad significa comprender representaciones generales; algo equivalentes a recuerdos generalizados; por tanto, esta transición hacia el pensamiento representativo, pasa de las percepciones singulares de un objeto concreto a operar con imágenes generalizadas que serán diferenciadas, lógicas, conscientes, emocionales. En la formación y el desarrollo de las representaciones, es importante la función de la palabra, imprescindible para generalizar las imágenes que se tienen en la mente. Es decir, al ampliar sus conocimientos, producto de la iniciación del ajedrez, se apropia de signos que le permiten operar con eficiencia ante diversas situaciones, a perfeccionar el dominio de los diferentes patrones sensoriales y adquiere elementos importantes que le permiten modelar la realidad que le circunda.

Este proceso no puede ser anárquico, mucho menos espontáneo; tiene que ser dirigido de acuerdo con la diversidad de intereses de cada niño y sus potencialidades. En ese orden, Arias G considera la necesidad de estar vigilantes de hacia dónde conduce el rumbo, que al ser humano le urge ser consciente de los procesos que se necesitan transformar; y resume su idea en que "…hay que hacer consciente el inconsciente".(27) El niño tiene que saber para qué juega, para qué convive. El juego es la hora más efectiva para que el proceso se desarrolle. El ajedrez es un juego que favorece la adquisición de un modo de actuar consciente y propositivo.

Al apropiarse el niño de los conocimientos para poder jugar ajedrez y desarrollar las habilidades que esta actividad promueve, estará incorporando a su personalidad cualidades que le permitirán encontrar los mejores caminos para enfrentar y solucionar problemas de diverso carácter, ya sea a partir del dominio de patrones sensoriales o del incremento de sus posibilidades de modelar la realidad ante situaciones imprevistas. En resumen, el ajedrez aporta, a la personalidad del niño, los argumentos necesarios para confiar en sus fuerzas, anticipar, planificar y ejecutar diferentes acciones con garantías de éxito.

Conclusiones

El desarrollo intelectual en el niño de preescolar consiste en el dominio y aplicación de los diferentes patrones sensoriales y la utilización de la modelación en las acciones intelectuales, las cuales permiten apropiarse de las habilidades requeridas para realizar con éxito las diversas tareas.

El ajedrez es pertinente para los niños de preescolar, pues constituye una actividad lúdica que favorece el desarrollo intelectual, propicia la comunicación e interacción del niño con sus coetáneos y la familia; en la que se apropia de habilidades y adquiere capacidades para su ulterior desempeño en la vida social.

Los argumentos psicopedagógicos que se ofrecen tienen gran significación para incorporar el ajedrez al proceso docente-educativo con los niños de cuatro a cinco años, solo se requiere profundizar en el tema, el diseño y puesta en práctica de una metodología de iniciación que tenga en cuenta las peculiaridades de la edad.

 

Referencias

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