Varona

No.59   Julio-Diciembre, 2014.    ISSN: 1992-82

Julio Antonio Mella y la Reforma Universitaria

Julio Antonio Mella and the University Reformation

Dr. C. Edmundo de Jesús de la Torre-Blanco. Profesor Titular. Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona”. La Habana, Cuba. Correo electrónico: edmundodlt54@yahoo.com

Recibido junio de 2014   Aceptado agosto de 2014


RESUMEN.

El Movimiento Estudiantil por la Reforma Universitaria desarrollado en Cuba en los inicios de la década de los años 1920 del pasado siglo, conducido por Julio Antonio Mella (1903-1929), fue el más radical de los que se produjeron en Latinoamérica. Expresión del quehacer revolucionario del joven líder en el campo de la educación institucionalizada de la época, evidenció su evolución ideológica, al comprender que una verdadera reforma universitaria no era posible si no estaba precedida por una profunda transformación de la sociedad cubana, sometida entonces al dominio neocolonial del imperialismo norteamericano con la complicidad de los gobiernos representativos de la oligarquía nativa. El presente trabajo trata la visión de Mella sobre el contenido, significación y alcance de ese Movimiento, que constituyó un ejemplo significativo de su accionar como educador social.

PALABRAS CLAVE: Julio Antonio Mella, estudiante, reforma, revolución, universidad.

ABSTRACT.

The Student Movement for the University Reformation developed in Cuba in the beginnings of the decade of the years 1920 of last century, driven by Julio Antonio Dents (1903-1929), it was the most radical of those that took place in Latin America. Expression of the young leader's revolutionary chore in the field of the institutionalized education of the time, evidenced its ideological evolution, when understanding that a true reformation university student was not possible if it was not preceded by a deep transformation of the Cuban society, subjected then to the domain neocolony of the North American imperialism with the complicity of the representative governments of the native oligarchy. The present work treats the vision of Jag on the content, significance and reach of that Movement that it constituted a significant example of its to work as social educator.

KEYWORDS: Julio Antonio Mella, student, reforms, revolution, university.

 


Introducción

El Movimiento Estudiantil por la Reforma Universitaria fue el escenario donde Julio Antonio Mella (1903-1929) descolló como líder revolucionario. Orientado a erradicar las lacras y los males que, en las condiciones de la República Neocolonial, agobiaban al máximo centro de estudios del país, este movimiento se planteaba el propósito de una reforma radical de la universidad, a fin de ponerla a tono con las normas que regulaban el funcionamiento de instituciones similares en otros países y, sobre todo, con las funciones que debía cumplir como centro de preparación intelectual y cívica al servicio de la sociedad.

Precisamente en ese escenario se produjo la rápida evolución ideológica del joven líder, condicionada por distintos factores que influyeron en la formación y el desarrollo de su personalidad. Reveladoras de esa evolución son sus ideas en torno al contenido, significación y alcance del movimiento que identificó como Revolución Universitaria, cuyo tratamiento es el objetivo principal del presente trabajo.

Desarrollo

El movimiento reformista en la Universidad de La Habana se inició entre diciembre de 1922 y enero de 1923, al calor de la influencia de movimientos similares en otros países latinoamericanos, como Argentina, Perú y Chile. Un importante detonante para su surgimiento lo constituyó el impacto causado por una conferencia impartida el 4 de diciembre de 1992 en el Aula Magna de la Universidad de La Habana por el Dr. José Arce, Rector de la Universidad de Buenos Aires, ante un auditorio integrado por estudiantes y profesores. Esa conferencia, titulada: La evolución de las universidades argentinas, tuvo un gran efecto al señalar las debilidades del sistema educativo latinoamericano y explicar la función desempeñada por el movimiento estudiantil argentino en el logro de importantes reformas de orden material y moral, que posibilitaron la modernización y democratización de las universidades de aquel país.

Como otro detonante del movimiento reformista en la universidad cubana actuaron los incidentes ocurridos desde mediados de diciembre de 1922 en la Escuela de Medicina, generados por la actitud que había asumido el claustro de la Facultad de Medicina y Farmacia, al respaldar a un profesor (Rafael Menocal) que, por su falta de profesionalidad y su conducta inmoral, había sido acusado por los estudiantes, quienes exigían su expulsión del recinto universitario. El claustro, por el contrario, decidió formar expediente y sancionar a los jóvenes que habían expuesto diversos cargos contra el docente en un artículo publicado en la prensa.

Sin embargo, no se debe absolutizar la incidencia de estos hechos en la gestación de un movimiento que tuvo otros antecedentes inmediatos y que, desde sus comienzos mismos, tuvo la impronta del liderazgo ejercido por Mella J A la conducción de este se asocian precisamente las primeras manifestaciones de rebeldía del estudiantado universitario en los años 20 cuando, en noviembre de 1921, los estudiantes de la Escuela de Derecho promovieron una enérgica protesta contra el intento del claustro de humillar a la Universidad, otorgando la condición de Rector Honoris Causa al procónsul yanqui Enoch H. Crowder y a Leonardo Word, segundo gobernador durante la primera ocupación militar norteamericana.(a)

La protesta, respaldada por otros estudiantes de la casa de altos estudios y por alumnos del Instituto de La Habana y de colegios particulares, logró evitar que se cometiera aquel acto ignominioso. Al mismo tiempo, acrecentó ante los ojos de la juventud estudiantil, el desprestigio del claustro universitario, que ya había sido constatado anteriormente cuando la mayoría de sus integrantes, actuando como un comité político de barrio, habían impuesto en detrimento de la candidatura del Dr. Evelio Rodríguez Lendián, la reelección como Rector del Dr. Casuso, cuya gestión se caracterizó por su actitud ampliamente permisiva hacia catedráticos que hacían de todo menos enseñar, mientras utilizaban métodos autoritarios con los estudiantes, que frecuentemente eran llevados a consejos de disciplina. No contaba, por tanto, con el apoyo del estudiantado.

Hechos como estos fueron rememorados por Mella algunos años después en el artículo Primeros síntomas de renovación del alumnado, publicado en marzo de 1925 por la revista Juventud. Al destacar su significación, expresaba que era una gran lección para los estudiantes, que habían aprendido a no creer en los hombres viejos que jugaban con las palabras y conceptos solemnes, a los que nunca más verían como sus maestros o representantes. Y destacaba que la juventud estudiantil comprendió entonces la importancia de tener participación en el gobierno de la universidad y comenzó a barruntar sus anhelos reformistas.

El 29 de noviembre de 1922 salió a la luz el primer número de la revista Alma Máter, que constituyó la fragua del naciente periodismo revolucionario de Mella J A. Un artículo de este titulado: Nuestro Credo, definía la razón, las funciones y los objetivos de la revista como nuevo órgano de los estudiantes cubanos, de los mismos estudiantes que se habían rebelado contra el intento de manchar la dignidad de un título universitario, otorgándosele Honoris Causa al representante de la intromisión yanqui en los asuntos patrios. Se manifestaba que las relaciones con el claustro universitario siempre serían cordiales, pero aclarando que no se permitiría ninguna injusticia y que se daría protección a todos los ideales de reforma y progreso que estaban en la conciencia colectiva. Y Mella J A añadía: “Estudiantes del siglo XX no pueden ser regidos por principios hechos para seminaristas de hace dos siglos”.(1)

Aunque en sus párrafos finales el artículo declaraba que los procedimientos para obtener todas las reformas que ansiaban serían pacíficos, concluía reafirmando su optimismo y confianza en la victoria, y señalando que su juventud y sus ideales los incitaban a luchar. De ahí la importancia de la idea, expresada también en este texto, de laborar por la unión de todos los estudiantes cubanos en una federación que los hiciera fuertes y capaces para defender sus derechos y para aprender a encontrar solución a los problemas nacionales.

Seis días después de la conferencia del Dr. Arce, el 10 de diciembre de 1922, el periódico La Discusión publicaba un Manifiesto de las Asociaciones de Estudiantes de las Facultades de la Universidad de La Habana, que declaraba como ideal colectivo, el noble empeño de precipitar la evolución de este centro hasta alcanzar el grado de perfección y desarrollo que habían alcanzado organismos similares por su origen étnico e ideología. El documento, entre cuyos firmantes estaba Mella J A, calificaba de antorchas de cultura a las universidades argentinas y se refería al espectáculo de claudicante quietismo, de lenta agonía que ofrecía la universidad cubana, a pesar de la savia juvenil que la nutría, lo que condicionaba la necesidad de renovarla y sacarla del colapso en que languidecía. Expresaba seguidamente que esa sagrada misión correspondía a los estudiantes, unidos sin vacilaciones ni temores pueriles, por lo que se les convocaba a fundar, cuanto antes, la Federación de Estudiantes de la Universidad de La Habana.

Diez días más tarde, el 20 de diciembre de 1922, nació esta organización que fue, en gran medida, resultado de los esfuerzos de Mella J A por dotar al movimiento reformista del instrumento necesario para encauzarlo y conducirlo.

No puede ser desconocido el hecho de que, en la propia universidad, existían algunos docentes preclaros, cuyos sentimientos de inconformidad y deseos de renovación eran conocidos y admirados por los estudiantes. Un lugar destacado entre esos docentes lo ocupaba el Dr. Evelio Rodríguez Lendián, llamado por Mella J A como El Precursor porque, desde hacía mucho tiempo, venía trabajando y haciendo propaganda con sus estudiantes en pro de un plan de reformas para la universidad.(b)

Por otra parte, no debe obviarse la significación que, como antecedente más mediato del movimiento que Mella J A lideraba, tuvo el Plan Varona. Las reformas propuestas desde el período de ocupación militar norteamericana por el ilustre filósofo y pedagogo Enrique José Varona se encaminaban a adaptar la universidad al espíritu republicano, a las exigencias del desarrollo económico y a las corrientes de la época. Sin embargo, no se habían aplicado. Su adulteración era causa de la crítica situación que la universidad padecía en los planos material, científico, pedagógico y moral. Ello explica la actitud asumida por Varona E J, que apoyó al movimiento estudiantil y alentó a los estudiantes a involucrarse activamente en los asuntos de la universidad.

No se pretende un análisis histórico exhaustivo del desarrollo del Movimiento Estudiantil por la Reforma Universitaria.(c) No obstante, es necesario tratar explícitamente algunos de sus momentos más significativos, no solo para comprender el accionar de Mella J A, como líder de este movimiento, sino también las ideas que expresó en torno a su contenido, alcance y significación.

El primero de enero de 1923, la Federación Estudiantil Universitaria de La Habana (FEUH) iniciaba su campaña por la reforma de la universidad mediante unas declaraciones de su directorio, firmadas por su presidente, Fellio Marinello, y Julio Antonio Mella, como secretario de la organización. Publicadas en el periódico El Mundo, expresaban el derecho de la Universidad de La Habana a regir sus destinos con amplia autonomía y el derecho de las asociaciones de estudiantes de tomar parte activa en la administración de la institución.

El programa de la reforma universitaria en Cuba no fue expuesto hasta varios días después, en un manifiesto de la FEUH que apareció en la prensa el 10 de enero de 1923.(d) Las peticiones que formulaban los estudiantes, por medio del Directorio de la Federación, se fundamentaban en el convencimiento de que las universidades siempre son uno de los más firmes exponentes de la civilización, cultura y patriotismo de los pueblos. Estaban más vinculadas a la idea de que la regeneración de la universidad podía ser base para la regeneración de la Patria, que a la comprensión de la necesidad de un cambio profundo en la vida social como sustento de una verdadera reforma radical de la universidad.

Esa idea fue expresada por Mella en el artículo titulado: La Reforma, publicado por Alma Máter en enero de 1923, cuando apenas comenzaba el movimiento dirigido a lograrla.(e) El texto contiene una valoración positiva de sus resultados iniciales, que Mella J A calificó de victoria casi completa de la clase estudiantil. Se aprecia también una proyección optimista sobre su futuro desarrollo y sobre el porvenir de la patria, que asocia a la función de la nueva generación como digna sucesora de las virtudes y los ideales de Martí J, Maceo A y Gómez M. Mella J A expresaba, entonces, el deseo de que el movimiento cívico de la juventud universitaria sirviera de ejemplo a los adultos y que, tras la regeneración de la universidad, viniese la de Cuba. Aún no había establecido la relación entre reforma universitaria y revolución social.

No obstante, el joven líder estaba consciente del carácter parcial del éxito obtenido pues, con excepción de la suspensión del Dr. Menocal, causante del incidente en la Escuela de Medicina, aún no tenían respuesta las principales demandas (autonomía, representación, depuración del claustro). De ahí que llamara a mantenerse unidos en apretado haz, porque eso les daría la victoria final. Por ello, desde la madrugada del 17 de enero, el Directorio de la FEUH había devuelto la Universidad al Rector, pero advirtiendo a los alumnos que proseguiría la huelga (suspensión de clases) hasta que fueran satisfechas las peticiones presentadas.

En el valioso trabajo que escribiera sobre estos hechos, Roa R refiere que, en la mañana del 20 de enero, el Directorio ratificó su programa de reformas en una alocución dirigida al pueblo y al estudiantado. Al reiterar, entre las principales demandas del movimiento estudiantil, la relacionada con la depuración moral del profesorado, el documento expresaba el deseo de que las cátedras de la universidad fueran ocupadas “…por personas intachables que a la vanguardia del progreso y con la debida suficiencia pedagógica, prepararan nuevos cerebros en la incierta lucha del porvenir”.(2)

En febrero apareció en Alma Máter el artículo: Función social de la Universidad. En este, Mella J A hacía referencia a los logros alcanzados hasta ese momento, relacionados con la depuración del profesorado y la anunciada organización de una asamblea universitaria, que estaría funcionando ese mes con la participación del elemento estudiantil. Pero, a continuación, destacaba que el Directorio de la Federación había comprendido que aún quedaba por hacer algo grandioso, que definía como la verdadera función de una Universidad en la sociedad. En consonancia con esa idea, añadía que el Directorio, consciente de la verdadera obra de la universidad, planeaba en aquellos momentos una fructífera campaña para que la Nueva Universidad de La Habana cumpliera con su cometido en la sociedad. Y, en esa dirección, apuntaba: “Una Comisión de Instrucción Pública ha sido creada y esta organizará escuelas nocturnas de la enseñanza elemental para adultos, clases de las ciencias sociales, y de todas las materias que comprende la Segunda Enseñanza. Y por último, series de conferencias dadas por los elementos más autorizados del país sobre todas las ramas del saber humano”.(3)

Se aprecia en este texto el interés de profundizar en el alcance de la reforma universitaria mediante el desarrollo de una labor extensionista que evidenciara el compromiso social de la universidad.

Sin embargo, los logros señalados en el artículo -que condicionaron la reanudación de las clases en todas las facultades- no se habían materializado plenamente. La Asamblea Universitaria requería de un decreto presidencial para su constitución y la depuración profesoral -iniciada por el Rector Carlos de la Torre, con la suspensión de empleo y sueldo de nueve profesores- no afectaba a todos los docentes que la merecían.

A fines de febrero, la situación se tornó crítica nuevamente, tras la negativa de José Antolín del Cueto, Decano de la Facultad de Derecho y enemigo del movimiento reformista, a separar de su cátedra a uno de los profesores acusados por los estudiantes, negándose incluso a cumplir el mandato del Rector de la Torre, que de manera inesperada, decidió renunciar a su cargo. Lo sustituyó interinamente, por corresponderle en el orden de antigüedad, el decano provocador.

Desde su posición rectoral, Antolín del Cueto trató de obstaculizar la depuración e imponer medidas arbitrarias contra la FEUH y el movimiento estudiantil. Ello condicionó el enérgico rechazo del Directorio de la FEUH, que decidió unánimemente exigirle la renuncia. Ante su amenaza de solicitar al gobierno la clausura de la universidad, el 13 de marzo de 1923 la Federación respondió con el acuerdo de proclamar la “Universidad Libre”, nombrando a Mella J A como Rector interino y, a otros estudiantes, como decanos de las facultades. Las clases se reanudarían mediante el desarrollo de cursos libres en todas las asignaturas, que impartirían profesores auxiliares de los procesados o estudiantes aventajados.

Frente a la agudizada situación el gobierno de Zayas no tuvo otra alternativa que ceder, aunque fuese para ganar tiempo. Reconoció la personalidad jurídica de la FEUH, dispuso mediante decreto presidencial la creación de la Asamblea Universitaria y designó dos funcionarios de Instrucción Pública que harían los expedientes de cargos a los profesores acusados por los estudiantes. La decisión final fue tomada por una Comisión Mixta (6 docentes y 6 estudiantes), encargada también de llevar adelante el proceso de reformas.

El 21 de marzo, el Directorio de la FEUH acordó reanudar de inmediato las clases. Algunos días después, a propuesta de Mella J A, sus miembros decidieron iniciar los trabajos organizativos para la celebración de un Congreso Nacional de Estudiantes. Y en los días y semanas siguientes, quince profesores repudiados eran separados o jubilados. Aparentemente, el estudiantado había salido victorioso. Así lo valoraba Mella J A en la reflexión siguiente: “Ahora sí podemos creer que el triunfo de los universitarios ha comenzado, pensamos que lo que falta es sólo obra que el tiempo y la perseverancia han de hacer: reformas de los planes de estudio, de los estatutos, por medio de la nueva Asamblea Universitaria, y por último, que el Gobierno nos devuelva lo que nos debe…”.(4) Esta valoración apareció precisamente en el texto que fundamentaba la necesidad de realizar el evento estudiantil, cuya posible apertura se anunciaba para el primero de mayo de ese año. No se inició en esa fecha, pero la organización y la preparación del congreso -encomendada a Mella J A por el Directorio de la FEUH- se convertirían, sobre todo a partir de ese mes, en una tarea prioritaria, a la que consagró sus energías y esfuerzos.

Pero el joven líder se percató rápidamente de los peligros que amenazaban a la revolución universitaria. Por una parte, la normalización de la vida en la universidad en los meses de verano, durante los cuales la mayoría de los estudiantes, con la ayuda de algunos profesores, se concentraron en la preparación para aprobar los exámenes. No pocos estudiantes se apartarían después del movimiento por considerar que ya se habían alcanzado sus propósitos fundamentales o por no estar dispuestos a llevarlo hacia metas mayores.

Por otro lado, la actitud posterior del gobierno de Zayas evidenció que las medidas adoptadas habían sido una vía para ganar tiempo y lograr que el aliento combativo del movimiento estudiantil se disipara. Evitar que esto sucediera fue uno de los objetivos de Mella J A, quien continuó desarrollando una intensa labor político-educativa. Otros textos escritos por él, en el año 1923, reflejan sus reflexiones sobre el movimiento reformista, sustentadas en sus vivencias personales como participante directo y líder de ese movimiento. Así, por ejemplo, el artículo: La Asamblea Universitaria (Alma Máter, junio de 1923) denunciaba la demora del Presidente de la República en dictar el decreto que, como completamiento del anterior, era necesario para la puesta en marcha de este órgano. Mella J A criticaba la indiferencia del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo hacia los problemas universitarios y preguntaba que si las causas generadoras del conflicto perduraban, quién se extrañaría que ocasionaran otro. Advertía que la culpa no sería de los estudiantes y destacaba que el pueblo siempre tenía razón en sus revoluciones, que una rebelión es el efecto de la tiranía o del abandono de los de arriba.(f)

El empleo del término revolución se reitera en el artículo: El futuro rector (Alma Máter, junio de 1923), que Mella J A definió teniendo en cuenta tanto lo que una revolución justa destruye en breve tiempo, como la obra nueva y grandiosa que construye.

El joven líder utilizó el término revolución universitaria para referirse a la obra emprendida por los estudiantes del centro de altos estudios, precisando cuáles fueron los antecedentes y las causas que la generaron. Destacaba entonces la necesidad de proseguir esa obra, para que aquellos que llamaban hombres de reflexión construyeran la nueva universidad. Por ello, atribuía una importancia esencial a la elección del futuro rector por la Asamblea Universitaria. Consideraba que este era el encargado de llevar adelante la necesaria y esperada transformación, por lo que se debía elevar a ese cargo al hombre inflexible, enérgico, genial, de amplia visión justiciera y progresista, que demandaba la colectividad, al hombre que conociera, por las heridas de su alma, la necesidad del nuevo estado de cosas, que tuviese el talento y la cultura que demandaba tan alto puesto. Aunque no señalaba su nombre, ese hombre era el que Mella J A había llamado Precursor: El Dr. Evelio Rodríguez Lendián. De ahí que convocara a los estudiantes a hacer buen uso del privilegio obtenido (representación en la Asamblea Universitaria) para buscarlo, porque existía y era conocido. Era la forma de garantizar que la obra no fuese estéril y la estabilidad de la casa de altos estudios, a la que llamaba “pequeña patria”.

Desde junio de 1923, Mella J A presidió la FEUH, a la que imprimió su dinamismo revolucionario. Su obra principal en el segundo semestre de ese año fue la preparación y la celebración del Primer Congreso Nacional de Estudiantes y, como fruto de este, la fundación de la Universidad Popular “José Martí”. La organización del congreso estuvo acompañada de la acelerada evolución ideológica del líder, expresión de la cual fue su comprensión de la necesidad de la revolución social como condición previa para la revolución universitaria.

A esa comprensión contribuyó el marcado debilitamiento y deterioro del movimiento reformista en el curso del año 1924, condicionado, en gran medida, por la entraña social de la universidad y expresado principalmente en la actitud asumida por aquellos docentes y estudiantes -algunos de los cuales se habían cobijado inicialmente bajo la bandera reformista- que, en complicidad con el gobierno, se dieron a la tarea de socavar las conquistas logradas, convirtiéndose en abanderados de la “contrarreforma” en el claustro, en el Consejo Universitario e, incluso en la dirección de la FEUH.(g)

En carta escrita al amigo y médico argentino Gregorio Araoz Alfaro el 3 de enero de 1924, expresaba que no claudicaba de la batalla por la Reforma, pero que ardía en deseos de luchar en la vida nacional, porque la reforma universitaria no era posible bajo aquel régimen social. Y señalaba que el movimiento regenerador universitario tenía enemigos en el país, destacando que los mayores enemigos eran los estudiantes faltos de ideología o envenenados por la ideología de los colegios religiosos, que eran gran mayoría en la universidad.

Textos como: Los expulsados (Juventud, enero-febrero de 1924), El reaccionarismo maquiavélico (Juventud, mayo de 1924) y la entrevista concedida al periodista de Carteles, Roselló A (noviembre de 1924), revelan aspectos no logrados del Movimiento Estudiantil por la Reforma Universitaria, o denuncian violaciones y retrocesos de ese movimiento, resultado del accionar de la reacción.

El 18 de agosto de 1924 se creaba, con la presidencia de Mella J A, la Confederación de Estudiantes de Cuba, resultante de los acuerdos tomados en el congreso estudiantil. Esta organización, cuya existencia fue efímera, agrupó no solo a estudiantes universitarios, sino también a bachilleres y alumnos de las escuelas normales. Una Declaración de Principios, firmada por Mella J A y por Fernández L, como secretario, publicada en El Heraldo cuatro días después, afirmaba que era enemiga del capitalismo americano y que su fin era luchar por los mismos principios que, enunciados por la juventud cordobesa en 1918, habían llevado a la renovación de las universidades argentinas por el único medio posible: la agitación revolucionaria.

El documento señalaba que, en el orden educacional, se lucharía por obtener la independencia absoluta de las instituciones de enseñanza del control del Estado, argumentando que el mejor funcionamiento de una institución se lograba mediante la libertad de acción de sus miembros. Esto incluía tanto a la universidad como a los institutos y escuelas normales y suponía, en el caso de la primera, la autonomía universitaria.

El texto expresaba que se lucharía por obtener una verdadera depuración del profesorado y se solidarizaba con la idea de que los catedráticos expulsados jamás deberían regresar a la universidad. Se pronunciaba igualmente por el voto al estudiante en el nombramiento de los ocupantes de puestos docentes y administrativos, que debían ser ejercidos por los más aptos. Y añadía que, en el orden social, se laboraría por la elevación cultural del pueblo, al considerar que los hombres solo podrían emanciparse por el dominio de la cultura.

Nótese la coincidencia de esta última idea con el criterio martiano de que “…ser cultos es el único modo de ser libres”,(5) expuesto en su conocido texto Maestros ambulantes, expresada también en la aspiración de luchar por hacer realidad el ideal de república del Apóstol, lo que según el documento, solo se lograría con el único elemento afín al estudiante en aquella sociedad: el trabajador.

La entrevista a Roselló A A reiteraba que la autonomía universitaria -autonomía total en la política, en lo administrativo y en lo económico- era la finalidad inmediata; el objetivo esencial del movimiento estudiantil en aquellos momentos. Fundamentaba esta idea destacando -entre otros argumentos- que mientras la universidad estuviera supeditada a dependencias superiores, su marcha no se podía regular con esmero. Mella J A afirmaba que, para obtener la autonomía, iniciarían “…una campaña incesante, con redoblado brío, por la tribuna, por la prensa, por la acción si es necesario, por la violencia”(6) y que si los acontecimientos lo demandaban, harían una huelga nacional, porque -como en otros países donde el movimiento se realizaba- contaban con la cooperación de los elementos radicales, de la extrema izquierda y del proletariado consciente.

Estas palabras expresaban un renovado optimismo, derivado de la influencia que había tenido en Mella J A su relación con el movimiento obrero y el todavía incipiente movimiento comunista cubano y sus más destacados conductores y, en consecuencia, de los resultados que ya se apreciaban en la vinculación entre los representantes del estudiantado revolucionario y los representantes de la clase obrera cubana.

El acápite introductorio del texto La agitación universitaria de La Habana (Juventud, marzo de 1925), escrito para despertar espíritus dormidos, tenía como otro de sus fines el de propagar el verdadero objeto de una Revolución Universitaria, que Mella J A definía en esta ocasión como “…el intento de resolver parcialmente una trascendental cuestión social”(7); es decir, el intento de lograr la transformación de la universidad hasta límites que solo podrían ser superados mediante una revolución más profunda y abarcadora.

Mella J A expresaba su esperanza de ver, en no lejano tiempo, cómo la Universidad de La Habana, por una nueva acometida idealista y potente de su alumnado, llegaba a la meta de una verdadera Revolución Universitaria, a la que, teniendo en cuenta la extensión que había tenido el movimiento reformista por varios países de la región, calificaba de “…fenómeno continental de los tiempos actuales”.(8) Esa esperanza se asociaba al criterio -igualmente expresado en este texto- de que el movimiento no había conseguido en Cuba la verdadera reforma de la universidad, lo que obviamente obedecía a acontecimientos que eran causa de amargor y serían objeto de su censura.

En el año 1925 se incrementaron los vínculos de Mella J A con el movimiento obrero y sindical, su implicación activa en el naciente movimiento comunista y su participación en acciones de protesta contra el fascismo italiano, contra el imperialismo yanqui y contra los gobiernos de Zayas y Machado, que representaban sus intereses en Cuba. Mantuvo sus vínculos con las luchas estudiantiles, pero sus deseos no pudieron concretarse tampoco en ese año, marcado por un debilitamiento aún mayor del movimiento universitario y por hechos asociados a la represión machadista, que condicionarían su expulsión temporal de la universidad en septiembre, sin que la FEUH hiciera nada para evitarlo, y más adelante, tras su histórica huelga de hambre, su salida del país.

No obstante, durante su obligado exilio en México, continuó prestando atención a las cuestiones relacionadas con las luchas estudiantiles en pro de la reforma universitaria, no solo en Cuba, sino de otros países latinoamericanos. De ello son ejemplos ilustrativos los textos Los estudiantes y la lucha social, en el año 1927; El concepto socialista de la Reforma Universitaria (Tren Blindado, septiembre de1928) y ¿Puede ser un hecho la Reforma Universitaria? (octubre de 1928), que reflejan la evolución de las concepciones de Mella J A en torno a este asunto.

En el primero de estos textos reiteró el carácter continental de un movimiento que la juventud universitaria había denominado Reforma o Revolución, pero se acogía a este último término para referir sus tres postulados fundamentales: Democracia Universitaria, Renovación del Profesorado o Docencia Libre y Lucha Social. Pero centraba la atención en esta última, significándola como el postulado que requería mayor interés.

Ese interés obedecía al necesario vínculo que debía existir entre Revolución Universitaria y Revolución Social, que Mella J A fundamentaba acertadamente al expresar que lo que caracterizaba la Revolución Universitaria era “…su afán de ser un movimiento social, de compenetrarse con el alma y necesidades de los oprimidos, de salir del lado de la reacción (…) y formar, valiente y noblemente, en las filas de la Revolución Social en la vanguardia del proletariado”.(9) O sea, la Revolución Universitaria era concebida como parte del movimiento social de los oprimidos, de la revolución social cuya vanguardia era el proletariado, sin la cual no podría existir la primera.

En consecuencia, Mella J A optaba definitivamente por el concepto de Revolución Universitaria, asociando su efectividad a la unidad de la lucha estudiantil con la lucha del proletariado por el triunfo de la Revolución Socialista. De ahí que definiera ese movimiento continental como una batalla, en el terreno educacional, de la gran guerra de clases en que estaba empeñada la humanidad, revelando así un claro enfoque histórico clasista que demostraba su plena identificación con la ideología de la clase obrera.

Esto se revela con mayor claridad aún en el segundo de los textos, donde destacaba, como necesidad primera, la de definir el concepto real de la reforma universitaria, porque había mucha palabrería liberal y vacía sobre esta, ya que en muchas partes los elementos que habían participado en el movimiento eran de la burguesía liberal. A continuación precisaba que “…si la reforma va a acometerse con seriedad y con espíritu revolucionario, no puede ser acometida más que con espíritu socialista, el único espíritu revolucionario del momento”.(10) Porque, al igual que Ponce A, entendió claramente que “…ninguna reforma pedagógica fundamental puede imponerse con anterioridad al triunfo de la clase revolucionaria que le reclama”.(11)

La importancia de esta precisión se evidencia cuando, después de explicar el carácter clasista de las universidades como instituciones educativas, Mella J A planteó que la reforma universitaria debía acometerse con el mismo concepto general de todas las reformas dentro de la organización económica y política que entonces existía. Y señalaba, en el párrafo siguiente, ideas no menos significativas, a saber: “No hay ningún socialista honesto que suponga factible reformar toda esta vieja sociedad paulatinamente hasta sacar de ella una nueva y flamante como en las viejas utopías. La condición primera para reformar un régimen -lo ha demostrado siempre la historia- es la toma del poder por la clase portadora de esa reforma. Actualmente la clase portadora de las reformas sociales es la clase proletaria. Todo debe ir convergente a esta finalidad”.(12)

Pero, al mismo tiempo, Mella J A aclaraba que el hecho de que la solución definitiva en esto fuera, como en otras mil cosas, la revolución social proletaria, ello no indicaba que se debiera ser ajeno a las reformas en el sentido revolucionario de las palabras, ya que esos conceptos no son antagónicos. Y puntualizaba que un concepto socialista de la lucha por mejorar la universidad es similar al concepto del proletariado en su acción por mejorar las condiciones de su vida y su medio. De ahí que cada avance en esa lucha no fuese una meta, sino un escalón para continuar ascendiendo, un arma más que se ganaba al enemigo para derrotarlo en la “lucha final”.

Los criterios expresados en este texto demuestran la existencia en Mella J A de una concepción revolucionaria de la lucha por las reformas en las condiciones de la sociedad capitalista, aplicable, en el caso de Cuba y otros países latinoamericanos, donde existía un capitalismo dependiente, subordinado a la dominación del imperialismo norteamericano. La lucha por las reformas en esas condiciones preparaba el terreno para el exitoso desarrollo de la lucha emancipadora. De ahí que Mella J A viese el movimiento reformista en el frente educacional como una vía que permitía ganar adeptos en ese frente y que preparaba a la juventud estudiantil para la lucha por la emancipación definitiva de la cultura y de sus instituciones, que solo podría lograrse conjuntamente con la emancipación de los esclavos de la producción moderna.

La posibilidad real de luchar por la reforma universitaria en consonancia con esta concepción fue ratificada en el tercer texto, en el que Mella J A expuso explícitamente, y con mayor precisión, los tres aspectos que debían constituir sus principios básicos: la democracia universitaria, la renovación del profesorado y la función social de la universidad.

Al tratar el primer aspecto, afirmaba que la organización democrática de la enseñanza era un principio fundamental de la Reforma Universitaria y destacaba que no había argumento posible contra los derechos de los estudiantes a regir sus instituciones. Este principio suponía, según lo expuesto por Mella J A:

- Derecho de elegir al rector y demás autoridades universitarias.

- Derecho a participar en la dirección de la vida docente (planes de estudio, reformas de horarios, elección de autoridades subalternas en las escuelas, etcétera).

- Creación de un órgano para realizar esta función: Asamblea Legislativa, formada por los profesores e igual número de alumnos en cada escuela, y la Gran Asamblea Universitaria, formada por las de todas las escuelas.

Mella J A argumentaba que nadie podría pensar que la existencia de este órgano mermaría el prestigio de los maestros, que -por el contrario- habría mejor comunión laborando unidos por la mejoría de la institución. Y el estudiante, con mayor responsabilidad, adquiriría mayor seriedad para tratar los problemas, lo que contribuía a su formación para la dirección de la vida ciudadana.

En el segundo aspecto expresaba que el Consejo Universitario o un Tribunal de Honor, que no resolvería apegado a normas legales, sería el encargado de recibir, analizar y resolver las acusaciones que se hicieran contra profesores. Y ratificaba que, si un profesor no reunía los requisitos necesarios para formar parte de la Nueva Universidad, debía salir. Destacaba, asimismo, la significación del protagonismo de la juventud en la expulsión de esos docentes por medios revolucionarios, lo que debía hacer por su salud y seguridad.

En el tercer aspecto fundamentaba la necesidad y la importancia del compromiso de la universidad con la sociedad.

De modo que, el accionar de Mella J A como líder del Movimiento Estudiantil por la Reforma Universitaria, se asoció a la lucha por la materialización de su ideal de universidad, al que nunca renunció. Pero el devenir del propio movimiento reformista, en una sociedad de clases antagónicas de un país sometido y dependiente, evidenció que no existían en aquel contexto las condiciones propicias para la plena realización de ese ideal. Era necesario crearlas previamente.

Las reflexiones de Mella J A en torno al contenido y al alcance de la reforma universitaria, demuestran cómo comprendió que esas condiciones solo serían garantizadas por una profunda revolución, que posibilitara la emancipación nacional y social del pueblo cubano; es decir, una revolución que lo librase del yugo imperialista y transitara posteriormente hacia el socialismo, necesaria igualmente en otras naciones de Latinoamérica. De la idea de la regeneración de la universidad como base de la regeneración de la Patria, transitó rápidamente a la idea de la regeneración revolucionaria de la Patria, como base necesaria para la verdadera y completa regeneración de la universidad.

Conclusiones

Al comprender que no era posible reformar, purificar o renovar la Universidad sin transformar radicalmente y renovar la estructura económico-social en que esa universidad actuaba, Mella J A superó a destacadas figuras de la intelectualidad progresista, procedentes de la burguesía liberal y de las capas medias que, desde el período de ocupación y durante las dos primeras décadas republicanas, habían enarbolado la educación como arma principal para la defensa de la nacionalidad cubana y para la consolidación de Cuba como “nación civilizada” frente a los objetivos desnacionalizadores de la penetración ideológica y cultural promovida desde el “norte”. Pero se adelantó también a otros dirigentes revolucionarios, que muy pronto llegarían a la misma conclusión. Fue Mella J A, por tanto, el primero en su época en establecer, desde una óptica histórico-clasista sustentada en el Marxismo-Leninismo, el nexo necesario entre reforma educativa y revolución social, que también entendió en un sentido más amplio, como nexo entre educación y revolución: Educación como arma o vía necesaria para hacer la Revolución, y Revolución, como única vía para transformar radicalmente y desarrollar verdaderamente la educación.

En consecuencia, la revolución universitaria liderada por Mella J A fue antecedente histórico y referencia de la reforma realizada por la Revolución triunfante en 1962, y lo ha sido también de las restantes transformaciones impulsadas en la educación superior, por medio de las cuales se concretaron, en nuevas circunstancias históricas, los postulados y los aspectos esenciales de aquel esfuerzo reformador, como la verdadera democratización de la enseñanza universitaria, el protagonismo estudiantil en la vida universitaria, la existencia de docentes aptos científica, pedagógica, política y moralmente para el ejercicio del magisterio en este nivel educacional, y la función social de las instituciones de enseñanza superior, expresada en el activo compromiso de estas con el progreso económico y social de la nación, y con el mejoramiento humano en cualquier rincón del mundo.

NOTAS

(a)El primer párrafo del Manifiesto de los Estudiantes de Derecho, publicado el 16 de noviembre de 1921, en El Heraldo, se refiere precisamente al insólito propósito -conocido por los estudiantes, por medio de la prensa- de hacer Rector Honoris Causa a esos dos representantes de la dominación norteamericana. Varios años después, recordando lo acontecido en 1921, en el texto “Primeros síntomas de renovación del alumnado” (1925), J A Mella aludió a la intención del claustro universitario de testimoniar su sumisión al imperialismo triunfante, otorgando el título de Doctor Honoris Causa a Enoch Crowder, a quien llamó generalote representante de la invasión bárbara. (Véase: Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba. Mella. Documentos y artículos. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1975. pp. 19, 157).

(b)Con razón, Lendián fue considerado por Raúl Roa como el verdadero agente de la reforma universitaria en Cuba en el campo profesoral, condición que se haría más evidente tras la conferencia del Dr. Arce. Afirmó R. Roa que nunca había resonado tan alto el grito de Córdoba en la cátedra de Lendián. (Véase: Roa R. La Revolución Universitaria de 1923. En: La Revolución del 30 se fue a bolina. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1973. p.19).

(c)Información sobre este puede ser encontrada no solo en las biografías conocidas de J A Mella, sino también en los trabajos de Fernando Portuondo, Raúl Roa, Ladislao González Carvajal, Nelio Contrera, Fernando Martínez Heredia y otros destacados intelectuales.

(d)El documento resumía, en siete puntos, las principales medidas u objetivos que los estudiantes estaban dispuestos a obtener. Véase al respecto: Cairo A. Mella. 100 Años. Vol 1. Santiago de Cuba/La Habana, Cuba: Editorial Oriente y Ediciones La Memoria; 2003. pp.32-33.

(e)Este texto fue escrito días después que la huelga estudiantil y, sobre todo, la ocupación y clausura de la Universidad por estudiantes de la Fraternidad de los XXX Manicatos y del quinto curso de Medicina, ideada por Mella J A y decretada por el Directorio de la FEUH, obligaran al Gobierno de Zayas a negociar, accediendo a satisfacer las peticiones que dependieran de los poderes públicos. (Véase: Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba. Mella. Documentos y artículos. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1975. pp.38-40).

(f)La Asamblea Universitaria, integrada en igual proporción por profesores, estudiantes y graduados, y presidida por el rector, debía ser, por su naturaleza y atribuciones, el motor mismo de la reforma. De acuerdo con el proyecto para su constitución, elaborado por la Comisión Mixta de profesores y estudiantes, de la que Mella J A fue secretario, tendría como principales facultades la reforma de los estatutos universitarios, la modificación de los planes  de estudios y la elección del rector. Sin embargo, su modo de funcionamiento -fijado finalmente por un decreto presidencial en agosto de 1923- la convirtió en un organismo consultivo y no ejecutivo, cuya única facultad real era la de elegir el rector.

(g)En el seno de la FEUH se produjeron discrepancias ideológicas que llevaron a la decisión de Mella J A de renunciar a la Presidencia de la organización el 20 de diciembre de 1923. Véase su carta de renuncia en: Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba. Mella. Documentos y artículos. La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1975. pp. 84-85.

Referencias

(1)MELLA J A. Nuestro credo. En: Santos M. Marxistas de América. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 2002. pp.15-16.

(2)ROA R. La Revolución universitaria de 1923. En: La Revolución del 30 se fue a bolina. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1973. p.33.

(3)MELLA J A. Función social de la universidad. En: Santos M. Marxistas de América. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 2002. p.16.

(4)MELLA J A. El Congreso Nacional de Estudiantes. En: Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba. Mella. Documentos y Artículos. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975. p.57.

(5)MARTÍ J. Obras completas. T.8. La Habana, Cuba: Editorial Consejo Nacional de Cultura; 1964. p.289.

(6)ROSELLÓ A A. Hablando con Julio Antonio Mella sobre la revolución universitaria. Nuestras entrevistas En: Santos M. Marxistas de América. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 2002. p.41.

(7)MELLA J A. La agitación universitaria de la Habana. En: Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba. Mella. Documentos y Artículos. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975. p.153.

(8)MELLA J A. La agitación universitaria de la Habana. En: Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba. Mella. Documentos y Artículos. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975. p.153.

(9)MELLA J A. Los estudiantes y la lucha social. En: Instituto de Historia del Movimiento Comunista y la Revolución Socialista de Cuba. Mella. Documentos y Artículos. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1975. p.343.

(10)MELLA J A. El concepto socialista de la Reforma Universitaria. En: Santos M. Marxistas de América. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 2002. p.84.

(11)PONCE A. Educación y lucha de clases. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1976. p.209.

(12)MELLA J A. El concepto socialista de la Reforma Universitaria. En: Santos M. Marxistas de América. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 2002. p.84.

Bibliografía

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TORRE E DE J. La obra político-educativa de Julio Antonio Mella. [Tesis en opción al Grado Científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas]. La Habana, Cuba: Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona”, 2011.