Varona

No.59   Julio-Diciembre, 2014.    ISSN: 1992-82

La formación ciudadana y el desarrollo de la personalidad

Citizen Education and the Development of the Personality

Dr. C. Amanda Altavaz Ávila. Profesora Titular. Universidad de Ciencias Pedagógicas "Enrique José Varona". La Habana, Cuba. Correo electrónico:amandaaa@ucpejv.rimed.cu

Recibido abril de 2014   Aceptado junio de 2014


RESUMEN.

El artículo se refiere a los múltiples vínculos entre la filosofía y la pedagogía, lo que se convierte en una necesidad para el desarrollo del conocimiento teórico y de la práctica social transformadora, encaminada a crear un hombre más pleno y libre, según la época que le corresponde. Por ello, la educación tiene la finalidad de formar a un hombre que piense, sienta, valore, cree, haga y, sobre todo, ame; en el sentido más amplio, tiene que prepararlo para la vida y el trabajo, lo cual constituye la esencia misma del proceso educativo. Esta realidad permite comprender que el desarrollo del ser humano está ligado indisolublemente al proceso educativo, en el marco del cual se forma como ciudadano, como personalidad.

PALABRAS CLAVE: formación ciudadana, desarrollo, personalidad, educación.

ABSTRACT.

This article makes reference to the multiple links between philosophy and pedagogy, which become a necessity in the development of the theoretical knowledge and the ever-changing social practice, aimed at creating a fuller and freer man, according to the era in correspondence.  Therefore, education has the purpose of forming a believer, a thinking, feeling, appraising man, which above all loves, in the broadest of senses. Education must prepare man for life and work; this constitutes the essence of the educative process. The aforementioned allows for the acceptance that the development of humans is undeniably concomitant with the educative process in which a citizen is formed, as a personality.

KEY WORDS: citizen formation, development, personality, education.


Introducción

Al hablar de la sociedad se hace referencia a las relaciones que se producen entre hombres y mujeres que, con independencia al espacio y al tiempo en que viven, interactúan y se interrelacionan dialécticamente. En el proceso en que se forma y desarrolla la sociedad, la práctica histórica social desempeña una función determinante. La práctica, en tanto actividad material, objetiva, consciente y planificada, constituye la actuación humana en intercambio constante con la naturaleza, extrayendo de ella todo lo que necesita para subsistir por medio del trabajo, causa esencial, junto al lenguaje, en el surgimiento de la conciencia, del hombre y de la sociedad.

La facultad de pensar, de razonar, de valorar y transformar la realidad con arreglo a sus intereses, es expresión de que la existencia humana está ligada a un grupo social, a un colectivo, en el marco del cual se educa, se forma y deviene individuo, personalidad, ciudadano. El presente trabajo tiene como objetivo argumentar la unidad dialéctica que existe entre el proceso de formación ciudadana y el desarrollo de la personalidad, desde la comprensión de la finalidad de la educación cubana.

Desarrollo

La filosofía y la pedagogía son ciencias interrelacionadas, ambas propician el análisis acerca de la educabilidad del hombre; de la educación como categoría más general y ¿por qué? y ¿para qué? se educa al hombre.

La educación tiene como finalidad la formación del hombre, tiene que concebirse como un elemento de carácter liberador, genuinamente dialéctico, lo que le permite al sujeto desarrollar su conciencia crítica, favorecer su creatividad, para convertirse en protagonista de su momento histórico, con un gran sentido de solidaridad humana, favoreciendo la formación de los valores humanos.

La educación del siglo XXI tiene que lograr un adecuado equilibrio entre la formación científico-técnica y el pleno desarrollo espiritual del hombre, entre formación ciudadana y desarrollo integral de la personalidad. Ambos procesos se dan al unísono y es imposible separarlos cuando se trabaja con respecto a las leyes y los principios pedagógicos.

El desarrollo del individuo, bajo la influencia de la educación y el medio, tiene lugar, por su contenido social, como una unidad dialéctica entre la objetivación (materialización) y la subjetivación (asimilación) de los contenidos sociales. Es necesario, por lo tanto, aceptar la unidad dialéctica entre el proceso de socialización y el de individualización:

En el marco de la interrelación entre lo individual y lo social, el individuo deviene personalidad, se integra social y culturalmente. Este proceso tiene su particularidad en cada etapa del progreso social, reflejándose en el tipo de socialización que caracteriza a cada fase del desarrollo social, la cual incluye:

Desde esta lógica se puede comprender la transformación que se produce en el tipo de socialización a lo largo del desarrollo histórico y, fundamentalmente, con el surgimiento de las sociedades divididas en clases sociales. El estudio del proceso de socialización permite comprender la interrelación existente entre los conceptos: hombre-individuo-personalidad-ciudadano, porque el hombre, como ser genérico, bio-natural, es una individualidad dentro del colectivo social en el que nace, y se desarrolla como personalidad al ir asimilando la cultura, al irse integrando física y mentalmente a las relaciones sociales, participando como sujeto activo, como ciudadano, concepto esencial para comprender el proceso de educación y formación ciudadana.

La sistematización de los estudios realizados por Silva R,(1) permite precisar varios aspectos importantes, entre ellos: la educación del hombre como ciudadano tiene como premisa el surgimiento de las ciudades, lo cual es producto del progreso de las fuerzas productivas, que origina la aparición de la propiedad privada sobre los medios de producción y la división social del trabajo y de los instrumentos de producción, asimismo, este proceso conduce, inevitablemente, a la división de la sociedad en castas, estamentos y clases sociales, apareciendo la organización política de la sociedad y el establecimiento de determinados derechos y deberes políticos en correspondencia con la posición económica que se ocupa en la ciudad.

Además, el concepto de ciudadano se le otorga al habitante de la ciudad, pero esta concepción evolucionó, adquiriendo un rango político, selectivo, que exige de una educación que lo prepare para el desempeño de sus tareas sociales, en correspondencia con el estatus social al que pertenece.

Desde la sociedad clasista más antigua, se ve la necesidad de educar al ciudadano, transmitiéndole los conocimientos útiles para su actuación social. En las sociedades clasistas existe un tipo de socialización caracterizada por relaciones de dependencia personal, de dominio y subordinación y, unido a ello, la preparación del individuo para establecer vínculos armoniosos con el Estado y la sociedad, a partir del conocimiento de las normas y leyes que regulan dicha relación. Desde la Antigüedad se consideraba ciudadano al que participaba del ejercicio del poder público, marginando de esta condición a los esclavos y artesanos, que debían dedicarse al trabajo manual; por ello, no eran portadores de la virtud cívica necesaria, eran excluidos de la ciudadanía.

En la Antigüedad el concepto de ciudadano suponía el compromiso y la inmersión en todos los problemas públicos de la sociedad. En la época medieval se produjo un retroceso en esta concepción, y el optimismo y el entusiasmo por la cultura que predominó en la etapa anterior fue sustituido por el monopolio de la vida espiritual de los hombres por la Teología. Los derechos del ciudadano perdieron su carácter cívico y político, y se desarrolló un tipo de socialización basada en relaciones de obediencia y subordinación a los dogmas religiosos.

Con el desarrollo de las relaciones capitalistas de producción, comenzó a surgir un nuevo tipo de socialización, basado en el vínculo del individuo con las cosas, los objetos, en calidad de mercancías. Se produjo lo que Marx C denominó "fetichismo mercantil",(2) categoría con la que se refleja el hecho de que en esta sociedad las relaciones sociales se presentan como relaciones entre productos o mercancías.

La burguesía, en su etapa revolucionaria, manifestó interés por la formación ciudadana. En este momento necesitaba de un individuo libre jurídicamente, que pudiera vender su fuerza de trabajo y que no tuviera ninguna traba feudal que se lo impidiera. De esta necesidad brotaron las primeras declaraciones burguesas sobre los derechos de los individuos en la sociedad y se habló de los derechos humanos, del ejercicio de la ciudadanía, con un sentido universal. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano reivindicó la dignidad humana e impulsó al ciudadano a la participación en la vida pública y política, para lo que necesitaba preparación, conocimientos, educación.

Desde el surgimiento y desarrollo del capitalismo, los grandes avances del hombre en el saber filosófico, en los problemas de la vida y del conocimiento humano, pasaron a ocupar un primer plano. En el pensamiento liberal burgués (Locke, Voltaire, Montesquieu, Rousseau), se desarrolló una concepción progresista acerca del ciudadano y de su formación, que concebía al Estado burgués como un Estado de derecho, donde se garantizaban las libertades civiles y la igualdad de los hombres, sin ninguna distinción por su origen social.

El ciudadano ya se distinguía por ser portador de los derechos políticos que le otorgaba su participación en los asuntos de gobierno y en la creación de leyes jurídicas que refrendaban los intereses de la clase dominante y contenían las bases formales de la democracia burguesa.

En la concepción de la tendencia progresista y liberal del pensamiento social burgués, se enfatiza en el asunto de la participación política y la virtud cívica como rasgos esenciales del ciudadano y se destaca que solo dentro de la comunidad puede existir la moralidad, considerada la categoría moral más importante del ciudadano. Este pensamiento fue una de las premisas para el surgimiento de la concepción democrática revolucionaria y marxista; no obstante, no rebasó el enfoque clasista burgués y definió al ciudadano como individualidad frente al Estado y a la sociedad.

La comprensión materialista de la historia analiza al hombre en un contexto histórico-social concreto y producto de las relaciones sociales."¿Qué es la sociedad, cualquiera que sea su forma? El producto de la acción recíproca de los hombres ¿Pueden los hombres elegir libremente esta o aquella forma social? Nada de eso. A un determinado nivel de desarrollo de las facultades productivas de los hombres, corresponde una determinada forma de comercio y de consumo. A determinadas fases de desarrollo de la producción, del comercio, del consumo, corresponden determinadas formas de constitución social, una determinada organización de la familia, de los estamentos o de las clases; en una palabra, una determinada sociedad civil. A una determinada sociedad civil, corresponde un determinado Estado político, que no es más que la expresión oficial de la sociedad civil".(3)

La forma de socialización que se establece en cada época histórica está condicionada objetivamente, por el nivel de desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Las primeras representan el contenido dinámico, revolucionario, en constante progreso, dentro de cada tipo de sociedad. Las segundas son la forma dentro de la cual se produce este desarrollo y sobre la cual se levanta una determinada superestructura social, integrada por las relaciones ideológicas, las organizaciones e instituciones sociales, la organización de la familia, la estructura social de la sociedad, entre otros.

Con el surgimiento del Marxismo se revoluciona la concepción del hombre-ciudadano porque se tiene en cuenta el carácter concreto de la sociedad y de la actividad humana, la interrelación de lo objetivo y lo subjetivo en ella, las posibilidades infinitas que tiene el ciudadano para participar activamente en las transformaciones sociales.

Se considera ciudadano al sujeto activo, capaz de participar consciente y voluntariamente en la vida social, desde la integración de lo ético, lo político y lo jurídico. La condición de ciudadano se relaciona con el proyecto de vida de cada individuo, establecido de forma consciente, en el marco del cual se tienen en cuenta las normas de convivencia para la participación social, de acuerdo con las exigencias planteadas por la sociedad en cada momento histórico concreto de su desarrollo, y está vinculada al desarrollo de competencias necesarias que permiten percibir los problemas sociales, conscientizarlos, y actuar en función de contribuir a la búsqueda de posibles soluciones, desde un modo de actuación ciudadano, según los requerimientos de la sociedad y de la época en que se vive.(4)

Estos aspectos son de gran importancia en la concepción sobre el ciudadano y su formación, porque permite comprender el desarrollo de la personalidad en el marco de ciertas relaciones sociales y en el contexto de una práctica histórico-social concreta. La vida social es en esencia práctica y la concepción del ciudadano no puede abstraerse de este rasgo distintivo que permite analizarlo como sujeto activo y transformador, como ciudadano consciente que participa voluntariamente en la vida social, comprometido con determinados intereses de clase, desde una perspectiva ética, política y jurídica.

En la sociedad cubana actual, el concepto de ciudadano abarca: proyecto de vida, sentido de la vida, de la felicidad, identidad nacional, pertenencia a la comunidad donde se vive y se interactúa a partir de determinados deberes y derechos. Incluye la participación consciente y voluntaria en la vida política, la inmersión en ella y el compromiso en un sentido amplio, influyente, a partir del interés y la subordinación común y consciente a un fin jurídico, ético y político.(5)

Un ciudadano es persona que forma parte de una comunidad política. La condición de miembro de dicha comunidad se conoce como ciudadanía, lo cual conduce a una serie de deberes y derechos. La ciudadanía se puede definir como el derecho y la disposición a participar en una comunidad, mediante la acción autorregulada, inclusiva, pacífica y responsable, con el objetivo de contribuir al bienestar público. Ser ciudadano o ciudadana es tener desarrollado el sentido de identidad y pertenencia al lugar donde se interactúa socialmente.

Para lograr la participación, el ciudadano debe prepararse, educarse, formarse ciudadanamente en el proceso de socialización, que implica un doble proceso: por un lado, producción o creación de la cultura y, por el otro, asimilación de la cultura. ¿Cómo explicar esta dualidad y su relación con la formación ciudadana? "Lo humano en el hombre lo engendran la vida en sociedad y la cultura creada por la humanidad, y cada hombre está inmerso en una cultura, de ella depende y sobre ella influye. Él es, al mismo tiempo, hijo y padre de la cultura a la que pertenece.

"Llevar la cultura al pueblo es prepararlo para que sea un mejor creador de cultura y, con ella, tomar el camino de la libertad y de la dignidad, esta es misión de la educación y de los educadores."(6)

Lo cultural debe ser comprendido en toda su magnitud; como cambio social, calidad de vida, parte integrante del desarrollo económico y social. "Es la cultura la que nos garantiza todas las libertades".(7)

Desde esta lógica de pensamiento, se considera la cultura como el conjunto de rasgos distintivos, espirituales y materiales, intelectuales y afectivos que caracterizan una sociedad o un grupo social, integrando las artes y las letras, los modos de vida, los derechos fundamentales del ser humano, los sistemas de valores, las tradiciones y las creencias, el conocimiento necesario para poder ser libres de pensamiento y acción.

La cultura sirve de fundamento y expresión de los valores, componente esencial en la formación ciudadana. El contenido verdadero de la cultura radica en el desarrollo del individuo como sujeto social, de sus fuerzas creadoras, de sus relaciones, necesidades, capacidades y formas de comunicación.

En José Martí se encuentra un ejemplo que demuestra la importancia de la cultura en la formación de la personalidad. Refiriéndose a ello, Mendoza L plantea que "…solo un hombre como José Martí, con su exacta ubicación en su tiempo y espacio, y consiguiente interpretación de su época, con su fecunda apropiación de la cultura, con sus elevados valores espirituales, pudo legarnos tan significativa concepción cultural y axiológica expresada mediante el programa de liberación nacional y transformación social que elaboró para Cuba y América Latina, y que comenzó a hacer realidad en la obra fundacional que llevó a cabo".(8)

Solo desde la cultura se podrá lograr una real participación ciudadana en la vida social, porque es ella la que nutre del conocimiento necesario para ello, garantizando la actuación del sujeto desde el conocimiento y la concientización de los intereses de clase.

El concepto de participación ciudadana es definido de diferentes maneras; hay quien la relaciona con la democracia política, como un deber y un derecho, una vía para ejercer el poder político, la cooperación y la colaboración social, como el proceso de actuación de los ciudadanos en la toma de decisiones públicas, de forma sistemática y efectiva, mediante las distintas formas de democracia directa e indirecta.(9)

A partir de la sistematización realizada se define como la acción de intervenir en la vida social (ética, política, jurídica, económica, educacional, entre otras), consciente y voluntariamente, contribuyendo al desarrollo individual y colectivo, manifestando una actitud que expresa la significación intelectual y afectiva hacia la implicación en proyectos colectivos de beneficio social, en la toma de decisiones y en las valoraciones críticas.

La participación determina la condición de ser sujeto activo, de intervenir en las decisiones sociales, de formarse como ciudadanos, de comprender que la opinión y la acción son importantes para el logro de las metas sociales. Socialmente se deben garantizar las condiciones que hagan posible una real y efectiva participación ciudadana, evitando que sea formal y su sistematización en la vida cotidiana, con la calidad requerida. La cultura asimilada es premisa indispensable para obtenerlo.

Desde esta concepción se define la cultura como el proceso de producción material y espiritual desarrollado por la actividad transformadora del hombre y la mujer. En un sentido más estrecho, la cultura es entendida como el resultado de acciones concretas o como el resultado de la actividad espiritual. Partiendo de esta consideración, se puede hablar de cultura política, cultura ética, cultura jurídica, cultura artística y literaria, cultura económica, cultura para la convivencia, cultura científica, entre otras.

Al tratar la cultura desde un sentido amplio, como proceso de producción o creación y apropiación material y espiritual, se vincula estrechamente con la educación, la formación ciudadana y en valores. La cultura constituye la síntesis de los valores materiales y espirituales de una sociedad determinada, la personalidad de cada pueblo; por ello, expresa la experiencia histórica de cada pueblo y encarna sus resultados, constituye su capacidad creadora y es la premisa esencial para la afirmación y defensa de la identidad nacional. Al profundizar en el estudio de la cultura, es importante tener en cuenta las ideas siguientes:

El proceso de creación y asimilación de la cultura está indisolublemente ligado al proceso de socialización, en el cual se forma al ciudadano con una identidad determinada por las condiciones materiales en que nace y vive. Esa identidad lo caracteriza como personalidad, como ciudadano, y lo prepara para su participación activa en la vida social, desde las particularidades de la nacionalidad a la que pertenece.

La nacionalidad, desde una concepción filosófica, constituye una forma histórica de comunidad humana que surgió con la aparición de la sociedad clasista y que representa la unidad de los hombres a partir de vínculos establecidos por vivir en un mismo territorio y hablar un lenguaje común.

Con el surgimiento del capitalismo apareció una nueva forma de comunidad humana, la nación, que integra, junto a los rasgos anteriores, la pertenencia a un mismo gobierno o Estado; es decir, la unidad bajo un mismo régimen político-social. La sociedad socialista se desarrolla con esta forma de comunidad humana, que adquiere un nuevo contenido, caracterizado por la toma del poder político por la clase obrera y el establecimiento de la propiedad social sobre los medios fundamentales de producción, premisas esenciales que le permite potenciar la formación de una nueva personalidad y garantizar las condiciones que propician una plena participación ciudadana, aunque no por ello sin contradicciones e insatisfacciones.

El establecimiento de la democracia proletaria permite fomentar la participación ciudadana. La toma del poder político por la clase obrera, que lo ejerce en alianza con los campesinos y demás trabajadores manuales e intelectuales, es condición indispensable para que cada miembro de la sociedad tenga el derecho y el deber de colaborar en la vida social, lo cual le exige preparación, capacitación, superación, conocimiento y competencia, todo lo cual genera aprendizaje personal, educación, formación ciudadana, vinculada a la identidad nacional, que se fundamenta en el progreso de la sociedad.

La identidad de un pueblo, país o continente, significa la afirmación de lo nacional en la integración de la identidad sociocultural, donde se forman y desarrollan la espiritualidad, la sensibilidad, el conocimiento, los valores, los hábitos y costumbres, las tradiciones, las actitudes, la particularidad y diferencia con otros pueblos y naciones.

El concepto de identidad designa los sentimientos y signos histórico-culturales que determinan la especificidad distintiva de un pueblo o nación y el sentido de pertenencia a ella, defendiendo sus valores e integridad. Cuando se identifica a un ciudadano como cubano, americano, ruso, chino, entre otros, se sintetiza en esa denominación una forma de ser, de expresarse, de relacionarse, de actuar y sentir.

Para lograr la formación de la identidad nacional en cada miembro de la sociedad es necesario propiciar la asimilación de la cultura, en lo que desempeña una función protagónica la educación, que tiene como finalidad la formación del hombre integralmente, que piense, sienta, valore, actúe, ame; es decir, que potencie las cualidades físicas y mentales.

La formación del hombre es el objetivo de la educación; para lograrlo, necesita transmitir la cultura y regular el proceso de su asimilación por parte de cada sujeto social.

La sociedad demanda, de la educación, la formación de ciudadanos capaces de integrarse armónicamente a las relaciones sociales, siendo útiles a su país, defendiendo su independencia y soberanía, así como el derecho a construir su propio destino.

Este análisis permite afirmar la estrecha relación que existe entre formación ciudadana, desarrollo de la personalidad, participación ciudadana, identidad nacional, socialización, cultura y educación; esta última, como proceso social, persigue la formación ciudadana de la personalidad y, para lograrlo, tiene que organizar y dirigir el proceso de asimilación de la cultura.

Conclusiones

El desarrollo del ser humano está ligado indisolublemente al proceso educativo, en el marco del cual se forma como ciudadano, como personalidad. La educación tiene que preparar al hombre para la vida y para el trabajo, esto constituye la esencia del proceso educativo.

El desarrollo de la educación propicia el desarrollo de la personalidad, que se concreta en su formación ciudadana, en la cual se integran: el sistema de conocimientos o saberes, de valores, de habilidades, el modo de actuación, entre otros.

El proceso de creación y asimilación de la cultura está indisolublemente ligado al proceso de socialización, en el cual se forma el ciudadano en correspondencia con las condiciones materiales en que nace y vive, con una identidad que lo caracteriza como personalidad, como ciudadano y lo prepara para su participación activa en la vida social.

La formación del hombre es el objetivo de la educación; para lograrlo, necesita transmitir la cultura y regular el proceso de su asimilación por parte de cada sujeto social, propiciando su socialización.

Referencias

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(2)MARX C. El capital. T.1. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1973.

(3)MARX C, ENGELS F. Obras escogidas. Tomo Único. Carta a Pavel V Annenkov. Moscú: Editorial Progreso; s/a. p.694.

(4)SILVA R. Modelo pedagógico para la formación ciudadana de los maestros primarios. [Tesis en opción al Grado Científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas].La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico "Enrique José Varona"; 2005. p.21.

(5)SILVA R. Modelo pedagógico para la formación ciudadana de los maestros primarios. [Tesis en opción al Grado Científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas].La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico "Enrique José Varona"; 2005.

(6)CÁNOVAS L (APUD BÁXTER). ¿Cuándo y cómo educar en valores? La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 2003. p.V.

(7)BARNET M. Palabras de clausura del Congreso de la Uneac. La Habana, Cuba: Uneac; 2011. p.2.

(8)MENDOZA L. Cultura y valores en José Martí. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 2008. pp.12-13.

(9)SILVA R. Modelo pedagógico para la formación ciudadana de los maestros primarios. [Tesis en opción al Grado Científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas].La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico "Enrique José Varona"; 2005.

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