Varona

No.58   Enero-Junio, 2014.    ISSN: 1992-82

Hablemos del lenguaje


Dr. Cs. Angelina Jacinta Roméu Escobar. Profesora Titular. Profesora Consultante. Profesora de Mérito. Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona”. La Habana, Cuba.

Correo electrónico: angelinare@ucpejv.rimed.cu


Estimados lectores:

Si aspiramos a dominar la lengua y a comunicarnos en todos los contextos, consideramos necesario conocer las normas y las diferencias que existen entre ellas. Para ello, hay que tener en cuenta la existencia de dos tipos de normas: las subjetivas y las objetivas.

La norma subjetiva es aquella que depende del sujeto, quien adecua su expresión a los distintos contextos de interacción donde se comunica. Veamos las palabras siguientes:  cuarto, aposento, recámara, habitación, dormitorio, alcoba. Son palabras sinónimas, pues todas tienen el mismo significado. ¿Pero podemos utilizarlas por igual en cualquier situación comunicativa? Sabemos que no. Su uso depende, esencialmente, del contexto donde tenga lugar la comunicación. Parecería exageradamente cursi o rebuscado decir en nuestro contexto familiar: "voy para mi aposento", en vez de "voy para mi habitación" o, más frecuente aún, "voy para mi cuarto". Se considera que la norma subjetiva se describe, pero no se prescribe, pues se adquieren en el proceso de interacción en el contexto social.

Las normas objetivas, a diferencia de la anterior, se describen y se prescriben; es decir, son regularidades de la lengua, aceptadas socialmente, que caracterizan la lengua culta de una nación. Ellas rigen el uso de las unidades de los diferentes niveles de organización de la lengua y el discurso, y se aplican en su mayoría, independientemente del contexto, aunque en algunos casos pueden depender de él. Se clasifican en: ortológicas y prosódicas, lexicales, caligráficas, ortográficas, morfológicas, sintácticas, de puntuación y textuales. De manera general, rigen la lengua oral y escrita, y su uso en diferentes textos.

...Cada individuo debía afinar su propia lengua como el instrumento más precioso de su cultura, y cada pueblo debía guardar su propio idioma como su mayor tesoro, con más interés que el de su riqueza material. (1)

  1. GARCÍA V. Lecciones de Lingüística Española. Madrid, España: Editorial Gredos; 1960. p.174.