Varona

No.58   Enero-Junio, 2014.    ISSN: 1992-82

EN CASA


Martí en la formación de maestros

Marti in the Teacher Training Process

Dr C Alba Lidia Versón González. Profesora Auxiliar. Universidad de Ciencias Pedagógicas "Enrique José Varona". La Habana, Cuba.

Correo electrónico: alballverson@yahoo.es

Recibido octubre de 2013   Aceptado diciembre de 2013


RESUMEN

En el presente artículo se destacan la coherencia y consecuencia entre la vida, el pensamiento y la obra de José Martí. Asimismo, se considera que el pensamiento martiano es expresión de una vasta y profunda cultura integral, de la que resultan nexos que entrelazan las diversas esferas del conocimiento y el accionar humano de los que se ocupa el Maestro.

Por ejemplo, el humanismo, punto de partida de las concepciones éticas de Martí, no puede obviarse al estudiar su ideario político revolucionario o sus criterios pedagógicos, tan necesarios en la formación de los profesionales de la educación. Se plantea, además, que el humanismo, según lo entendía y practicaba el Apóstol, se materializa en la acción: el carácter y la proyección de su quehacer constituyen el patrón por el cual se mide la calidad del individuo; carácter y proyección en los que la educación desempeña un papel fundamental. En síntesis, en el artículo se sustenta que de la vida, el pensamiento y la obra de José Martí brotan como de manantial los valores en que ha de educarse al hombre, si se concibe como un ser íntegro, desde la más temprana edad. De ese manantial ha de beber el magisterio cubano.

PALABRAS CLAVE: Martí, formación, maestro, valor.

ABSTRACT

This article highlights the coherence and consequences between the life and work of Jose Marti. It also considers Marti's work and thoughts is the expression of vast and profound integral culture, which result in nexus which entwine different spheres of knowledge and human behavior which are dealt with by "The Teacher". For example, humanism, the starting point for the ethical conceptions of Marti, cannot be separated when studying his revolutionary and political ideals or his pedagogical criteria, so necessary for the formation of teachers. This articles also states, that humanism, according to what the Apostle, understood and practiced, is materialized with action: the character and projection of his everyday life constitute a pattern by which the quality of an individual can be measured; character and projection are to points in which education plays a fundamental role. To summarize, this article supports the idea that the life, thought and work of Jose Martin spring values from which a man, from the earliest years, should educate himself on, if one wishes to be an upright person. From that spring the Cuban teachers should drink.

KEYWORDS: Martí, formation, teacher, value.


Introducción

En el mundo actual perduran y tienden a extenderse y profundizarse los graves males heredados de la centuria precedente: constantes y agudas crisis  económicas  y  sociales, tanto a escala nacional como internacional; conflictos bélicos internos en las naciones y otros en los que se involucran varias de ellas; irresponsables agresiones al medio ambiente que atentan contra la permanencia de la vida en el planeta; vertiginosos avances en todos los campos de la ciencia y la técnica, que en determinados casos, incontrolados, pueden  redundar en perjuicio del propio ser humano. La cultura y los valores que han acompañado a la humanidad en su devenir histórico no han escapado indemnes a este panorama. Se plantea, pues, al hombre un reto ineludible: construir un mundo mejor. Mas, para lograrlo, es imprescindible reivindicar la verdadera cultura, que por su naturaleza niega la del consumo; rescatar valores; forjar conciencias en las que prevalezcan lo justo y lo esencial humano. La escuela, como institución, resulta piedra angular en este proceso.

En el caso de Cuba, el gobierno revolucionario, guiado por su líder Fidel Castro, ha seguido los preceptos de los filósofos y maestros más eminentes del ámbito patrio: José Agustín Caballero, Félix Varela Morales, José de la Luz y Caballero, Rafael María de Mendive Daumy, y especialmente de José Martí Pérez, entre otros; igualmente, lo mejor y más avanzado del pensamiento pedagógico universal se ha tenido presente en lo que atañe a educar en valores a las nuevas generaciones. En la actualidad, el gobierno cubano, por medio de las instituciones estatales pertinentes, ha priorizado, desde las edades más tempranas, la educación en valores en pro de la consecución de ese mundo mejor. La vida, el pensamiento y la obra del Apóstol, por su contenido axiológico, es referente obligatorio para todos los docentes cubanos. El legado martiano ha sido, durante más de 50 años, hilo conductor de la educación revolucionaria, en función de formar al hombre nuevo, continuador en principios y conducta, de la Revolución socialista: de aquí la importancia de que los maestros lo conozcan y empleen en su labor educativa.

Por lo anteriormente planteado, el objetivo de este trabajo es contribuir a la formación de maestros cubanos mediante el legado martiano.

Desarrollo

Para hablar de José Martí hay que tener en cuenta un aspecto fundamental: la coherencia y la consecuencia entre su vida, obra y pensamiento. Igualmente, se debe considerar que el pensamiento martiano es expresión de una amplia y profunda cultura, madre nutricia de un espíritu delicado y sensible, tamiz de todo conocimiento, y de una rigurosa formación ético- humanista, de lo cual resultan nexos que entrelazan los diversos campos del saber y el quehacer humano, de los que se ocupa el Maestro.

Pero, ¿cómo se forjó este hombre, a quien Mantilla M del C escribiera un día: "Para mí, y todos los que lo conocen a Ud. como yo, Ud. es el hombre más cerca de la perfección que existe” (1) La respuesta a esta interrogante permite comprender la dimensión y la trascendencia ético-humanista y político-revolucionaria del pensamiento martiano, esferas indisolublemente vinculadas entre sí. Para poder ahondar en las ideas de un hombre, hay que saber los conocimientos y las experiencias que adquieren derivados de su actividad práctico-social. Los detalles cronológicos que a continuación aparecen, en ocasiones aparentemente exhaustivos, evitan que el desarrollo gradual de la individualidad del Apóstol se pierda o confunda en el transcurso temporal.

Martí J sabía que "...la educación empieza con la vida, y no acaba sino con la muerte”. (2)

Precisamente en el hogar donde nació, el del padre, soldado valenciano, y la madre canaria, recibió las primeras lecciones de entereza moral. Mariano Martí, honrado y honesto, incorruptible y digno, intransigente en la disciplina y el cumplimiento del deber, tierno y amoroso con los suyos -a pesar de su áspera corteza-; ese don Mariano, que en el ámbito familiar acató a la postre el afán emancipador de su hijo, porque para que fuera libre lo educó: "¡Anda, anda! ¿qué crees tú que yo emprendí tu educación con otra idea que la de   que fueras un hombre libre?"(3) A su amigo Mercado M le reconoció el Apóstol que su padre había sido quien con más justicia lo había valorado: "Mi pobre padre, el menos penetrante de todos, es el que más justicia ha hecho a mi corazón".(4) De doña Leonor, que no se resignaba a la sufrida vida del hijo, aprendió la abnegación, sin quejas ni lamentos, con que desempeñaba sus obligaciones de esposa y madre; puntal de una familia asentada en vivienda humilde, que sabía mantener limpia y decorosa. ¿Qué mejor homenaje a la madre que estas palabras que le escribiera desde Montecristi, el 25 de marzo de 1895, aquel que iba a morir por los anhelos de su trayectoria vital?: "…Ud. se duele, en la cólera de su amor, del sacrificio de mi vida; y ¿por qué nací de Ud. con una vida que ama el sacrificio? (…) El deber de un hombre está allí donde es más útil. Pero conmigo va siempre, en mi creciente y necesaria agonía, el recuerdo de mi madre”. (5)

Con solo nueve años acompañó a su padre a Hanábana, Matanzas, cuando don Mariano fue nombrado Capitán Juez Pedáneo. En Hanábana, se mostraron a los atónitos ojos del Apóstol, con toda su crudeza, los horrores de la colonia y de la esclavitud, vio: "…a un   esclavo muerto, / colgado a un ceibo del monte”. (6) Este suceso que lo marcó para siempre, contribuyó decisivamente a enrumbar su existencia: el niño "…juró / Lavar con su vida el crimen”. (7) Asimismo, rememorando aquel pasaje de su infancia, expresaría: "¿Quién que ha visto azotar a un negro no se considera para siempre su deudor? Yo lo vi, lo vi cuando era niño, y todavía no se me ha apagado en la mejilla la vergüenza (…) Yo lo vi, y me juré desde entonces su defensa…”. (8)

En marzo de 1865 aconteció otro hecho que transformaría la vida de José Martí: ingresó   en la Escuela de Instrucción Primaria Superior Municipal de Varones, dirigida por Rafael María de Mendive.

Bajo la educación de Mendive -devenido mentor y protector-, el Apóstol abrió su genio a   los legítimos valores de la cultura universal, al legado ético de José de la Luz y Caballero y a las más elevadas aspiraciones -ideológicas y pragmáticas-, enraizadas en el pensamiento del padre Varela, de aquel patriciado criollo, cuya figura emblemática sería Carlos Manuel de Céspedes López del Castillo. Por eso, no fue sujeto pasivo en el acontecer cubano de aquellos tiempos. A la par que cosechaba éxitos académicos, se involucró en la vida política del país.

A raíz de los sucesos ocurridos el 4 de octubre de 1869, cuando una escuadra de Voluntarios acusó a un grupo de jóvenes reunidos en casa de Fermín Valdés Domínguez de haberlos hecho objeto de burla, y como consecuencia del registro efectuado en el domicilio   de Valdés Domínguez por tal acusación, en el que fue hallada una carta recriminatoria al condiscípulo apóstata Carlos de Castro y de Castro, firmada por Fermín y Martí, el 4 de   marzo de 1870 un Consejo de Guerra Ordinario sentenció a Valdés Domínguez a seis meses de arresto mayor, y al Apóstol, que había convencido al tribunal de que él era el autor de la misiva, a seis años de presidio: magnífico ejemplo de integridad ética que no elude responsabilidades. Un mes después, el 4 de abril, se le asignó trabajo forzado en las Canteras de San Lázaro.

Se inició a partir de entonces una nueva etapa en la formación ético-humanista de Martí:

¿cómo era posible que seres humanos trataran a otros de forma tan brutal? Es verdad que   ya lo había constatado en el episodio de Hanábana, pero ahora lo experimentó, no solo en carne propia, sino sin distinción de raza, en niños y ancianos, en castigos que degradaban la condición humana a nivel animal. ¿Dónde estaban aquí las conquistas espirituales que la humanidad había alcanzado en el transcurso de milenios; dónde la compasión y la caridad que la civilización occidental proclamaba como virtudes supremas; ¿dónde, en fin, los principios humanistas? Como reacción, estos principios fueron desarrollándose y consolidándose en él.

Luego del presidio y gracias a las gestiones hechas por su madre, vino en 1871 la deportación a España. En la misma Metrópoli, por medio de diversos escritos, el Apóstol continuó fustigando la política colonial.

En noviembre, o tal vez diciembre, de 1874, el Maestro consiguió escapar de la Península. Vía Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, llegó a México; fue en esta oportunidad cuando conoció al que sería su gran amigo y confidente, Manuel Mercado de la Paz. De abril de 1877 a agosto del siguiente año se radicó en Guatemala, donde ejerció el magisterio; a   finales de 1877 hizo un breve viaje a México para contraer nupcias con Carmen Zayas-Bazán Hidalgo.

Amparado por el Pacto del Zanjón, regresó a Cuba en 1878. Activo conspirador, resultó nuevamente deportado a España en septiembre de 1879. Otra fuga; a principios de 1880 arribó a New York. En 1881 viajó a Venezuela; pero el tirano Guzmán Blanco, que no tardó   en percatarse de quién era aquel hombre irreductible e insobornable ante lo que estimaba justo y necesario, no toleró su presencia allí. Tuvo que retornar a los Estados Unidos.

La estancia de Martí en México, Guatemala y Venezuela le permitió corroborar algo que no le era ajeno: la lamentable situación de los pueblos al sur del río Bravo; repúblicas inestables, socavadas por querellas internas y externas, en las que, bajo el manto de la independencia, se cobijaba la colonia.

Ya viviendo en New York, en el hospedaje del matrimonio Mantilla-Miyares, se dedicó de lleno a preparar la guerra necesaria que emanciparía a Cuba de la opresión hispana. Intensa labor proselitista, con la palabra, la pluma y la conducta personal, desplegó en aras de la imprescindible unidad de los cubanos, veteranos y bisoños, para alcanzar aquella patria "Con todos, y para el bien de todos”, (9) verdaderamente libre, soberana e independiente. La fundación del Partido Revolucionario Cubano, en 1892, genial creación martiana, representó la culminación de sus esfuerzos.

El Apóstol vivió 15 años en el monstruo y le conoció las entrañas. Él pudo contemplar en  los Estados Unidos de fines del siglo XIX el inicio de las transformaciones que darían paso a  la llamada "...sociedad del consumo de masas",(10) y no cabe duda que tal experiencia influyó en la maduración y la radicalización de su pensamiento patriótico y antimperialista, fruto de una ética de indudable simiente humanística, lo que es evidente en sus Escenas Norteamericanas, artículos publicados en diversos diarios latinoamericanos y en La América, de Nueva York, entre 1881 y 1891, en los cuales realizó un análisis de los acontecimientos fundamentales y mutaciones que se venían operando en el país norteño, materialmente rico    y poderoso, dado a anexarse territorios ajenos mediante el uso de la fuerza militar o la coacción económica.

El Maestro señaló que la voraz política expansionista, éticamente insustentable, llevada a cabo por los Estados Unidos se manifestó, de modo muy concreto, en el siglo decimonónico como resultado de la búsqueda de soluciones a la compleja situación económica, política y social presente en esa nación durante la mencionada centuria; y no solo alertó a los  países  de Nuestra América del peligro inminente que se cernía sobre ellos, sino que les indicó la manera de conjurarlo, y se dispuso él también a hacerlo. Si la independencia de Cuba era el objetivo primario, con la de Puerto Rico se frenaría la voracidad norteamericana. La balanza estaba en Las Antillas; si se rompía el equilibrio, las consecuencias serían desastrosas para   la humanidad: "En el fiel de América están las Antillas, que serían, si esclavas, mero pontón  de la guerra de una república imperial contra el mundo celoso y superior que, se prepara ya a negarle el poder, -mero fortín de la Roma americana; -y si libres- y dignas de serlo por el  orden de la libertad equitativa y trabajadora -serían en el continente la garantía del equilibrio,  la de la independencia para la América española aún amenazada y la del honor para la gran república del Norte, que en el desarrollo de su territorio -por desdicha, feudal ya, repartido en secciones hostiles- hallará más segura grandeza que en la innoble conquista de sus vecinos menores, y en la pelea inhumana que con la posesión de ellas abriría contra las potencias    del orbe por el predominio del mundo".(11)

En la carta inconclusa a Mercado, fechada el 18 de mayo de 1895, hizo el Maestro más explícita su posición internacionalista, latinoamericanista y antimperialista: "…ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país, y por mi deber -puesto que lo entiendo y tengo ánimo con que realizarlo- de impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy, y haré, es para eso”. (12)

De los párrafos anteriores pueden derivarse dos de las cualidades básicas que Vitier C distingue en José Martí: "...el sentido absoluto de la eticidad (...) la vocación redentora”, (13) en las que directa o indirectamente fue educado y se autoeducó, y que tienen su punto de   partida en un humanismo esencial; humanismo que no puede obviarse al estudiar cualquiera de las facetas del pensamiento del Apóstol.

Por su relevancia axiológica, resulta conveniente precisar los aspectos descollantes del humanismo martiano, expresado en su código de valores:

-El verdadero humanismo niega el individualismo. La existencia del hombre adquiere su genuino sentido cuando se pone al servicio de los demás; cuando lucha sin tregua por el bien común, la justicia y la equidad social. Antes que los intereses personales están los de la colectividad. Las acciones de cada ser humano deben tener como objetivo el beneficio de    sus semejantes y no un egoísta bienestar individual.

-Según comprende Martí la existencia humana, la relación hombre-mundo se concreta, en primer término, en la relación individuo-patria, interviniendo como mediador en dicha relación el sentido del deber, el cual a su vez constituye un concepto-valor primordial de la ética martiana.

- El patriotismo es expresión del humanismo en el ámbito nacional; pero, más allá de las fronteras nacionales, deviene solidaridad internacional. Patriotismo y solidaridad internacional aparecen, pues, estrechamente vinculados en el pensamiento martiano. A finales del siglo XIX estos conceptos adquieren para Martí una nueva dimensión, un nuevo contenido: ser patriota e internacionalmente solidario es también ser antimperialista.

-Tanto a nivel local como planetario, el hombre debe ser el centro de la brega revolucionaria. La lucha por la emancipación nacional forma parte de una contienda mayor y más ardua: la del bienestar de la humanidad a escala universal.

Como se evidencia, lo esencial del pensamiento político-revolucionario del Maestro, vinculado a un ejemplar desempeño vital enfocado primordialmente en fundar en Cuba una nación donde "...la ley primera (…) sea el culto de los cubanos, a la dignidad plena del hombre”, (14) es esencialmente humanista; humanismo en el cual se sustentan, como ya se ha indicado, sus concepciones éticas. Y raigalmente humanistas son también los criterios que emite sobre las diversas actividades humanas plasmadas en sus obras.

El humanismo, según lo entendía y practicaba el Apóstol, se materializa en la acción: el carácter y la proyección de su quehacer constituyen el patrón por el cual se mide la calidad del individuo. Pero, profundo conocedor de la naturaleza humana, estaba consciente de sus limitaciones y flaquezas; era necesario, por tanto, extraer lo mejor de ella y forjar un hombre nuevo en el marco de sus condiciones histórico-sociales específicas y sus características individuales, de modo que estuviera apto para actuar positiva y creadoramente en sus circunstancias epocales, transformando un presente que constantemente deviene futuro. El humanismo martiano es optimista: cree en el mejoramiento del ser humano y en el papel de la virtud, intrínsecamente hermosa, capaz de trasmutar en "bello" lo espiritualmente "feo" del hombre.

Consecuente con su sustrato humanista, el código de valores de José Martí se proyecta   en función del perfeccionamiento social y humano, a partir del análisis valorativo que hizo de su época. Dicho código se patentiza en toda la obra martiana, aunque en algunas de ellas se hace más evidente que en otras (Ismaelillo, La Edad de Oro y cartas a María Mantilla), y sus rasgos y regularidades son:

Rasgos:

-Carácter humanista: como ya se ha dicho, el código de valores de José Martí resulta expresión de la esencia humanista de su pensamiento; humanismo que se propone lograr el perfeccionamiento del ser humano.

-Tipología de los valores, como expresión de la multifacética actividad humana: valores de carácter político (anticolonialismo, independentismo), ético (decoro, solidaridad), jurídico (justicia, igualdad), científico (la búsqueda de la verdad), estético (apreciación de la belleza   en aras del mejoramiento espiritual humano), religioso (tolerancia, respeto a las divinidades, amor al prójimo), ambiental (amor a la naturaleza), económico (equidad en la distribución de las riquezas), entre otros.

-Estructuración de los valores, que refleja las interrelaciones que Martí establece entre estos, las cuales son múltiples y complejas. Puede citarse como ejemplo: bien- belleza- independencia- justicia (ético- estético- político- jurídico), en Tres héroes. Es necesario aclarar que los estudiosos del pensamiento martiano no han determinado aún de manera concluyente, una jerarquización que haga prevalecer un valor sobre otro.

-Integralidad: este rasgo contiene los anteriormente expuestos, ya que manifiesta plena coherencia entre la raíz humanista del código de valores martianos, su tipología y las interrelaciones que entre ellos se establecen.

Regularidades:

-Comprensión de la utilidad de la virtud por medio del enaltecimiento de los mejores ejemplos de actuación como portadores de virtudes.

-Correlación e interrelación entre valores. Martí aprecia en Bolívar sus cualidades políticas como gestor de la independencia latinoamericana, de la cual deviene paradigma; pero también exalta sus valores éticos como ser humano. Las cualidades políticas del prócer venezolano interactúan con sus valores éticos personales.

José Martí es, por antonomasia, el Maestro: de su vida, pensamiento y obra brota, como   de manantial, el código ético cuyos valores son fuente inagotable para educar al hombre desde la más temprana edad, si se le concibe como un ser íntegro, creador, transformador, preparado para enfrentar positivamente los continuos y complejos retos de la vida, siempre batallando hacia adelante con dignidad y decoro, siempre con la vista puesta en un porvenir halagüeño para la especie humana.

Martí fue un hombre de conducta intachable, concordancia perfecta entre el decir y el obrar, cuya actuación revolucionaria ejemplarizante lo convirtieron en el Héroe Nacional,  en el Apóstol, en el Maestro, con todos los atributos inherentes a estas denominaciones. Su pensamiento ético, -como dice Chacón N- "…aportó los valores fundacionales de la  conciencia nacional, revolucionaria y patriótica, en el alto sentido del deber, sobre todo del deber ante la patria, del honor, del ejemplo, de la justicia, de la fuerza de acción sin maldad e intereses mezquinos, su prédica por la honestidad de los hombres y mujeres, niñas y niños, su defensa por la verdad por sobre todas las cosas, del amor al trabajo, su crítica a la vida fácil, al ocio, a las falsas vanidades personales, su odio implacable contra el racismo y la esclavitud, su elevado humanismo, su sensibilidad ante lo bello y lo bueno, su solidaridad y respeto ante las causas justas y nobles en cualquier parte del mundo, así como el sentido del colectivismo entendido sobre todo como la unidad necesaria para  lograr  la  independencia".(15)

Principios como estos, racionalmente expuestos a través de la obra escrita y la oratoria del Apóstol, así como en los hechos de su propia existencia, cuyo colofón ejemplar, heroico y nefasto en Dos Ríos, muestran una inquebrantable y consecuente unidad en el pensar, el  decir y el obrar; constituyen además un sistema ético que trasciende su tiempo, y en la palpitante actualidad de la Revolución Cubana posee una extraordinaria significación educativa que debe ser aprovechada por los maestros cuya misión consiste en formar a ese hombre nuevo que la sociedad necesita. Este código de valores no solo debe ser utilizado por el maestro para educar en valores a sus alumnos, sino que debe tomar lo esencial de él, lo que le sirva para su propia formación como ser humano y como educador. Al respecto, pueden citarse algunos ejemplos tomados de Martí y Fidel en el código de ética profesional del educador cubano:

"• Fidelidad a la causa de la patria socialista de la Revolución cubana y al internacionalismo en la labor pedagógica.

'Educar es depositar en cada hombre toda la obra humana que le ha antecedido: es hacer a cada hombre resumen del mundo viviente, hasta el día en que vive: es ponerlo al nivel de su tiempo, para que flote sobre él, y no dejarlo debajo de su tiempo, con lo que no podrá salir a flote; es preparar al hombre para la vida…'

"• Actitud consciente y responsable ante el trabajo pedagógico.

'…la primera libertad, base de todas, es la de la mente: el profesor no ha de ser un molde donde los alumnos echan la inteligencia y el carácter, para salir con sus lobanillos y jorobas, sino un guía honrado, que enseña de buena fe lo que hay que ver, y explica su pro lo mismo que el de sus enemigos, para que se le fortalezca el carácter de hombre al alumno, que es la flor que no se ha de secar en el armario de las universidades…´

"• Colectivismo pedagógico (correlación entre lo individual y lo social en el trabajo del maestro).

'Al venir a la tierra, todo hombre tiene derecho a que se le eduque, y después, en pago, el deber de contribuir a la educación de los demás…'

"•         Humanismo pedagógico, principio rector de la labor pedagógica, penetra e integra los restantes principios.

'La enseñanza, ¿quién no lo sabe?, es ante todo una obra de infinito amor."(16)

Por su parte, el documento VII Seminario Nacional para Educadores específica en el acápite correspondiente a la Educación Primaria y Especial: "…resulta necesario en estos tiempos, fortalecer y profundizar en las ideas y el pensamiento de José Martí, así como, la significación axiológica de su vida y obra como vía de transmisión de valiosas normas de conducta, tradiciones, sentimientos patrióticos y costumbres reveladas  por  Martí  hacia héroes de la patria y de América, a familiares y amigos".(17) Al referirse al  Movimiento  martiano en la escuela primaria, puntualiza: "Tiene como objetivo enseñar con métodos martianos a través del tesoro de la bondad, la belleza, la dignidad, la sabiduría y la ciencia de vivir".(18) Al referirse a la Secundaria Básica dice: "La escuela Secundaria Básica debe convertirse en una escuela martiana donde se profundice en el estudio del ideario y la ética martiana".(19) Y de manera general orienta a los maestros a que muestren en el transcurrir cotidiano y con ejemplos históricos las afirmaciones martianas siguientes:

"Ser cultos es el único modo de ser libres”. (20) "Ser bueno es el único modo de ser dichoso”. (21)

"La cruzada se ha de emprender ahora para revelar a los hombres su propia naturaleza, y para darles, con el conocimiento de la ciencia llana y práctica, la independencia personal que fortalece la bondad y fomenta el decoro y el orgullo de ser criatura amable y cosa viviente en el magno universo”. (22)

Y especifica el mencionado documento:

Conclusiones

Fue la vida y obra de Martí, un constante magisterio, fecundo entre sus contemporáneos. Preocupado por el porvenir de Nuestra América, se interesó en cómo educar e instruir eficientemente a las nuevas generaciones, desechando los caducos o inadecuados métodos y procedimientos predominantes en aquellos tiempos (y aún hoy) en este Hemisferio. El ideario pedagógico del Apóstol, por su fundamento ético-humanista, adquiere particular relieve en lo tocante al trabajo educativo en la esfera de los valores.

En esencia, para el Maestro el fin de la educación radica en la preparación del hombre para   la vida. Esta preparación, concebida como integral, no podía enfatizar solo en el factor cognitivo del proceso de enseñanza-aprendizaje, sino que igualmente debía prestar especial atención al elemento afectivo, primordial en la educación en valores: esta idea debe tenerse en cuenta a la hora de formar al maestro y ejercer como tal.

Referencias

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