Varona

No.54   Enero-Junio, 2012.    ISSN: 1992-82

Memorias


La obra educativa de Martín Rodríguez Vivanco

The Educative Work of Martin Rodriguez Vivanco

M Sc Lídice Mesa Gómez. Asistente. Asociación de Pedagogos de Cuba. Artemisa, Cuba:

Correo electrónico: slgr@isch.edu.cu

Recibido septiembre de 2011            Aceptado noviembre de 2011


RESUMEN

El estudio de la obra educativa del profesor Martín Rodríguez Vivanco constituye una deuda histórica. Desde su condición de profesor universitario y como portador de elevada cultura, excelente dominio del idioma inglés, vasto conocimiento de las disciplinas pedagógicas y de las técnicas más avanzadas en materia educacional a nivel mundial, pudo satisfacer la necesidad bibliográfica para las asignaturas que impartió, con textos claros, inteligentes y útiles. En el trabajo se caracterizan las principales obras de este profesor, las cuales se relacionan, en esencia, con la sociología pedagógica, la historia de la educación y la inspección escolar, para concluir que Rodríguez Vivanco fue consecuente con sus planteamientos y sustentó científicamente los contenidos expuestos, adecuándolos, cada vez más, al contexto educativo nacional. El contenido de sus obras, sin lugar a dudas, puede contribuir a esclarecer aspectos de la realidad educativa cubana en el período neocolonial.

PALABRAS CLAVE: Martín Rodríguez Vivanco, personalidad, obra, sociología, pedagogía, inspección.

ABSTRACT

The study of the educative work of professor Martin Rodriguez Vivanco constitute a historical debt From his position as university professor and bearer of an elevated culture, excellent command of the English language, vast knowledge of pedagogical teachings and the most advance educational material worldwide, he was able to satisfy the bibliographical necessities of the subject he taught with clear, intelligent and useful texts. In this article the main works of this teacher are characterized which are related essentially to pedagogical sociology and school inspections. To conclude Rodriguez Vivanco as consequent with his proposals and defended scientifically the contents therein. The content of his works without a shadow of a doubt can help to clear aspects of the of the neocolonial Cuban education reality.

KEY WORDS: Martin Rodriguez Vivanco, personality, work, sociology, pedagogy, inspection.


Introducción

El conocimiento de las raíces históricas de un fenómeno permite mejorar el presente y ayuda a proyectar su futuro. De ahí la pertinencia del estudio de personalidades destacadas de la educación cubana que, con su obra educativa, contribuyeron al desarrollo de la teoría y la práctica en el sector durante diferentes etapas.

El estudio de los antecedentes educativos del período neocolonial cubano, dirigido especialmente a la obra de personalidades, es aún insuficiente, a pesar de la importancia que reviste para el mejoramiento de la práctica educativa actual. Indagar acerca de la vida y la obra educativa del pedagogo cubano Martín Rodríguez Vivanco (1900-1985), permitirá conocer el desarrollo de la sociología pedagógica y la inspección escolar en el país. Sin lugar a dudas, este docente contaba con potencialidades suficientes para desempeñar su trabajo. Su formación académica y el interés personal en dar siempre lo mejor, hicieron de él un profesional competente y extremadamente exigente consigo mismo. Las cualidades antes mencionadas propiciaron la conformación de obras que sirvieron para satisfacer la necesidad bibliográfica en dos materias de reciente creación en la Facultad de Pedagogía de la Universidad de La Habana.

El objetivo de este trabajo es caracterizar las principales obras de este profesor, relacionadas con la sociología pedagógica y la inspección escolar, cuyo contenido teórico podrá contribuir a esclarecer aspectos de la realidad educativa cubana en el período neocolonial.

Desarrollo

Martín Rodríguez Vivanco nació en Quiebrahacha, Mariel (municipio perteneciente, entonces, a la provincia de Pinar del Río), el 4 de abril de 1900, y falleció el 13 de septiembre de 1985, en La Habana. De procedencia muy humilde, su padre un labrador y la madre ama de casa. En aquel limitado contexto económico sus primeros estudios los realizó en una escuela organizada por los bautistas de su localidad.

Manifestó desde muy temprano su interés por el magisterio. Se graduó de Maestro Normalista en la Escuela Normal de La Habana, en 1919 y posteriormente, en 1926, de Doctor en Pedagogía en la Universidad de La Habana.

Se desempeñó como profesor de escuelas públicas y privadas, en diferentes niveles de enseñanza y, en 1928, obtuvo la plaza de profesor de Metodología Pedagógica, por examen de oposición en la Universidad de La Habana. Fue fundador de la Cátedra ‘‘G’’ de Sociología Pedagógica y Técnicas de la Inspección Escolar, en la Escuela de Pedagogía de la referida institución, donde trabajó en calidad de Titular. Publicó libros de texto para las dos asignaturas antes mencionadas, que fueron empleados en Cuba y países iberoamericanos.

El espíritu crítico hacia su trabajo, lo llevó a perfeccionar sus textos, adaptándolos a nuevas circunstancias y contextos. Ocupó importantes cargos de dirección en varias instituciones educacionales, entre ellas, Director del Plantel Bautista ‘‘American Cuban Collage’’, Vicedecano y Decano de la Escuela de Pedagogía, Director de la Escuela de Verano, organizada en la Universidad de La Habana, entre otros. Realizó estudios de postgrado en La Universidad de Columbia, Estados Unidos de América, y se mantuvo al tanto de los avances más progresistas en materia educativa en el mundo. Participó en eventos nacionales e internacionales de carácter pedagógico, lo que le permitió aplicar muchas de las experiencias adquiridas a la realidad educativa cubana.

Desde su condición de Decano, creó un Proyecto de Carrera Profesoral de Segunda Enseñanza. Elaboró los planes y los programas de estudio de Sociología Pedagógica y Técnicas de Inspección Escolar, desde 1934, que se fundó la Cátedra, hasta su retiro en 1960. Publicó numerosos artículos de contenido educativo, en revistas y periódicos de carácter institucional y nacional, por medio de los cuales exigía que se acometieran reformas en el sistema de educación. Colaboró con medios de prensa, entre los que se destacan: Las revistas SION, La Voz Bautista, El Bautista, La Escuela Activa, educación Rural, Cuba Pedagógica, Diario de la Marina, El País, e impartió conferencias relacionadas con la educación en Cuba y en el extranjero.

Perteneció a importantes organizaciones, entre las que se destacan: Academia Universitaria de Literatura, Asociación Pedagógica Universitaria, Nathional Geografic Society, Department of Supervisors and Directors of Instructions of the National Education Association (EE.UU.).

Principales obras

El profesor, desde muy temprana edad, estuvo ligado a la producción de artículos sobre variadas temáticas, pero particularmente referidos a la educación. Desarrolló amplia labor como articulista, que puede ser considerada una obra si se tiene en cuenta la sistematicidad de sus publicaciones en espacios habituales, como ‘‘Escuelas Dominicales’’, en las revistas bautistas SION, La Voz Bautista y El Bautista.

El primer texto como obra de su autoría fue su tesis de doctorado, titulada: La labor pedagógica de la Sociedad Económica de Amigos del País, en 1926. En ella realizó una periodización acerca de la labor que desempeñó esa importante sociedad en Cuba desde su surgimiento. Destacó el lugar que ocuparon en su desarrollo educadores de la talla de José de la Luz y Caballero, entre otros. Puede considerarse este esfuerzo como su primer intento por historiar la educación.

Redactó, en 1945, la obra Inspección de escuelas secundarias, relacionada con la inspección escolar, temática más recurrente del autor, pero esta estuvo dirigida a un público más específico, por lo que no se le incluyó entre las más importantes, a pesar del valor histórico y educativo que pueda poseer.

Las principales obras de este autor serán relacionadas según su orden de publicación: Introducción a la sociología pedagógica, Técnicas de la inspección escolar e Inspección escolar: principios y técnicas para mejorar la enseñanza. De manera general, en ellas empleó un lenguaje claro y preciso, que le permitió establecer una comunicación amena con el lector. En cada una sistematizó conceptos y mantuvo una actitud crítica ante las opiniones de otros autores. Se aprecia en todas que bebió de las fuentes universales de la pedagogía, pero no las repitió miméticamente, sino que, con espíritu creador, las adecuó a la idiosincrasia cubana.

Su primera producción fue el libro Introducción a la sociología pedagógica, publicado en 1937, donde ofreció un resumen de sus explicaciones de cátedra, en tan solo 11 capítulos, que intentaban satisfacer la necesidad bibliográfica de sus estudiantes. Esta obra constituye una valiosa prueba documental de la inclusión, por este docente, de la asignatura Sociología Pedagógica en el currículo de la carrera de Pedagogía, en 1934. Más tarde, en 1941, se publicó una nueva edición corregida y aumentada, que adecuó al nuevo programa. El texto consta de prefacio, índice, 20 capítulos, bibliografía, y un cuestionario de preguntas para facilitar el estudio de los alumnos.

Los contenidos de sociología general iniciaron este tratado, por ser el primer encuentro de los estudiantes con la materia, aunque son presentados, desde el punto de vista educacional y como base indispensable para posibles aplicaciones pedagógicas. El autor, a la vez que desarrolló la materia, expuso sus concepciones pedagógicas acerca de las categorías educación, enseñanza, escuela, entre otras.

El profesor Rodríguez Vivanco inicialmente se basó, para la conformación de los programas de estudio y contenidos, en obras norteamericanas, dispersas y en variados formatos. Hasta ese momento no existía texto alguno en español sobre este tema. Sostenía el criterio de que ‘‘…la transformación incesante de la sociedad actual puede también ser considerada la causa que determina ese carácter cambiante, variable, de los planes de estudio. De lo contrario, estaríamos expuestos a ofrecer una educación inadecuada, completamente atrasada, a la nueva generación a nuestro cargo’’,(1) esto justifica que ajustara los programas y contenidos a la realidad educacional cubana.

El material constituyó un valiente esfuerzo en pro del mejoramiento de la enseñanza y el resultado de un estudio científico de las temáticas que en aquel preciso período eran consideradas más relevantes en materia de sociología pedagógica. En la obra, el autor cita un importante número de opiniones especializadas, abundantes y variadas sobre cada tema tratado, con la intención de acercar a los lectores al conocimiento universal, pero da margen a criterios personales, particularmente sobre aquellos aspectos que consideraba aún no resueltos por esta ciencia.

Los materiales más actuales sobre los fundamentos de la educación y la sociología de la educación cubana no pueden obviar como antecedente la obra citada. En ella, se incluyen temas de absoluta actualidad, como: el objeto de estudio de la sociología pedagógica, término que ha sido empleado indistintamente para referirse a un mismo fenómeno, la socialización e individualización del sujeto, agencias de socialización, actores sociales, las funciones del maestro, la familia, la comunidad, entre otros. Indudablemente, su texto constituye un precedente para el estudio de esta materia educacional en Cuba y en países iberoamericanos.

El libro Técnicas de la inspección escolar se publicó inicialmente en 1938 en forma de fascículos, pero sufrió cambios por los mismos ajustes antes mencionados. Esta obra constituyó también un testimonio escrito de la inclusión de la asignatura Técnicas de la inspección escolar, en el currículo de la carrera de Pedagogía. En la actualidad, el término inspector escolar no es muy frecuente, debido a que sus funciones las desempeña el metodólogo.

Muchos autores insisten en señalar que Martín Rodríguez Vivanco no ocupó cargos de inspector escolar; sin embargo, existen evidencias que demuestran que el profesor no solo promovió el trabajo de la inspección por medio de la prensa y la docencia, también fue miembro del Departamento de Inspectores y Directores de Instrucción de la Asociación Nacional de Educación de los Estados Unidos de América. Llegó, además, a materializar sus concepciones en la Escuela Práctica Anexa a la Facultad de Educación de La Universidad de La Habana, como aparece en la valoración que sobre el informe presentado por él como resumen del quinquenio 1937-1942, hiciera una comisión integrada por Diego González, Ricardo Mestre y Margarita de Armas. En él se explicita que ‘‘desempeñó labores de inspección y aplicaciones prácticas relacionadas con la técnica y funciones de la inspección realizadas en la referida escuela, todo lo cual contribuye a la mejor dirección y estímulo del alumnado matriculado en esta materia inspeccional’’(sic).(2)

La inspección escolar ocupó parte importante de la obra escrita de Rodríguez Vivanco. En 1941, se publicó Técnicas de la inspección escolar, que consta de prefacio, 19 capítulos, cuestionario de preguntas, bibliografía para estudiantes e índice. En el capítulo II incluyó un epígrafe titulado: Breve reseña histórica de la inspección escolar en Cuba, la cual ha pasado a ser, según criterio emitido por Elfio Pérez Figueiras en su tesis de doctorado, Historia de la inspección escolar en Cuba y al cual se suma la autora de este artículo, la pionera contribución y punto de partida para el estudio de este fenómeno educativo en el país, el antecedente de todos los que sobre ese particular han escrito. Destacó, además, que su autor es el principal exponente de las concepciones de la inspección escolar en la primera mitad del siglo XX, quien abordó magistralmente otros momentos de la función de la inspección, por lo que sirvió de material de estudio en toda América Latina.

Su desempeño como historiador de la educación se hace notable en esta obra, donde reflejó insatisfacción por el estado de la inspección escolar en Cuba, respecto a la cual señaló que ‘‘La Reforma de la inspección escolar cubana no debe ser tan solo un cambio exterior de apariencia subyugadora, sino la consecuencia natural de una evolución histórica que toma nuevo contenido en las hermosas conquistas científicas de los últimos tiempos en el campo de la educación. No se trata de sustituir una Ley o Reglamento por otro más liberal, sino de echar las bases de una importante técnica pedagógica que aspira a los honores de una ciencia aplicada’’.(3) El autor planteó la necesidad de aplicar los conocimientos científicos más avanzados a la inspección escolar cubana, dotándole de un basamento teórico apropiado al momento histórico vivido; de ese modo, criticaba el arraigo a los esquemas tradicionales, en relación con el cumplimiento cabal de las órdenes dictadas.

Un lugar destacado en este texto lo ocupó la definición del término inspección escolar, resultado de la consulta a la literatura especializada. Tras un estudio crítico del desarrollo histórico del concepto de inspección escolar, arribó a la conclusión de que ‘‘es necesario combinar los cinco aspectos explicados, porque el inspector ha de actuar como fiscal o policía, como auxiliar del maestro, como entrenador,  como experto científico y como leader dinámico o director en el campo de la educación’’.(4) De modo que, lejos de asumir un concepto reduccionista de la labor del inspector, lo consideraba en un sentido más amplio y ajustado al contexto nacional. Por otra parte, reconocía que la preparación del maestro cubano no era la adecuada, que precisaba del auxilio y la guía del inspector, más que de un controlador.

En la reflexión anterior, se evidencia una actitud nueva ante este fenómeno. El autor superó las posiciones rígidas y abogó por una inspección escolar más integral, razonamientos de absoluta vigencia en la actualidad. Con esta obra pretendía orientar a los directivos, maestros en ejercicio, inspectores y estudiantes de la carrera de Pedagogía acerca de sus funciones docentes y la necesidad de trabajar con armonía en beneficio de la enseñanza.

Entre los aspectos esenciales relacionados con la inspección escolar, el autor señaló que los componentes del magisterio en la etapa neocolonial sufrían constante variación y los agrupó en tres categorías:

-Los que comienzan a ejercer.

-Los que llevan algún tiempo en ejercicio, pero son nuevos en el distrito y deben adaptarse a las normas establecidas.

-Los que pasan en virtud de ascenso a ocupar grados o asignaturas que no han desempeñado antes.(5)

La clasificación anterior justifica la preocupación del profesor por desarrollar la educación en el país, valiéndose como vehículo de la inspección escolar, a la que le confiere como función principal ‘‘promover el aprendizaje y desarrollo del alumno, lo que exige el mejoramiento de los medios y las condiciones físicas y espirituales que rodean el aprendizaje. Nada puede contribuir tanto a la realización de un buen aprendizaje como la acertada dirección del mismo, es decir, la enseñanza concebida en términos modernos, que no es otra cosa que dirección del aprendizaje’’.(6)

De igual modo, quedó reflejado su humanismo, su preocupación por el hombre, por el maestro, lo que se evidencia cuando señaló que ‘‘El maestro tiene derecho a ser tratado con justicia y con bondad’’.(7) Planteó la necesidad e intención de asesorar, conducir y dirigir a los maestros, aspiración de elevada madurez científica para su época, cuando prevalecía aún la función fiscalizadora de la inspección. Hoy cobra absoluta vigencia su afirmación en las exigencias permanentes de superación y actualización científica de los claustros y, en ese sentido, el trabajo de inspección desempeña una función fundamental. En otro momento, el autor concluye que ‘‘la inspección es la función pedagógica encargada del mejoramiento de la enseñanza y del desarrollo profesional del magisterio, utilizando los recursos científicos que puedan contribuir a resolver los problemas escolares’’.(8)

El profesor dedicaba especial atención a lo nacional, utilizaba constantemente información sobre el país y se pueden determinar a lo largo de esta obra algunos elementos que debían caracterizar, según su punto de vista, a la inspección escolar cubana; entre ellos, destacó los siguientes:

-La inspección escolar debe responder a una filosofía de la educación en dependencia de los ideales y los fines que persiga la sociedad.

-La inspección creadora es aquella que procura desarrollar la iniciativa de los maestros y crear elementos indispensables para el mejoramiento de su actividad.

-La inspección es científica, lo que significa que debe poseer un fundamento científico común para todos los implicados (directores, inspectores, maestros).

-La inspección es cooperativa y amistosa (los agentes que intervienen en ella, trabajan unidos con un fin común, en armonía).

-Hacer del inspector escolar un maestro crítico (tiene la responsabilidad de orientar en la práctica a los que se preparan para esa función).

-El inspector debe ser un investigador crítico. Poseedor de alto nivel de actualización de acuerdo con el carácter cambiante de los programas y planes de estudio.

-Ofrecer al maestro atención diferenciada, incluyendo a las escuelas especiales.

-Reducción del número de aulas a cargo de un inspector. En Cuba había entonces un inspector por cada 100 maestros.

-Abandonar el empirismo y la rutina. La inspección escolar debe promover el interés por el perfeccionamiento de la labor educativa, ofreciendo cursillos de superación a los maestros.

-Elevar el nivel de preparación de los inspectores, que sean los más capacitados.

La tercera obra, Inspección escolar: principios y técnicas para mejorar la enseñanza, publicada primeramente en 1948, según el autor incluye mucho material del tratado de Técnicas de la inspección escolar, que se consideraba vigente aún, pero se le agregó una cantidad de contenido, que hizo de este prácticamente un libro nuevo. El texto estaba destinado a reemplazar al anterior, por los cambios en el programa oficial y en el contenido de la asignatura al que respondía. Para su elaboración consultó abundante literatura especializada, que incluyen importantes autores cubanos, entre los que se destacaron: Ramiro Guerra, Dulce María Barrero de Luján, Carlos Valdés Miranda, Fernando Valdés Banza, Diego González y Ana Echegoyen. Expuso ricas experiencias de la práctica, algunas de carácter local, que acercaron más su contenido a la realidad educativa nacional.

Con esta publicación se pretendía significar, a criterio del autor, la existencia de otros factores condicionantes del proceso de enseñanza-aprendizaje, además del maestro, que reclamaban el estudio detenido y la orientación del inspector. Esta nueva mirada a la inspección obligaba a dar más importancia a los principios guiadores, a los fundamentos, que a las técnicas o rutinas mecánicas. Consideraba que la universidad tenía la alta responsabilidad de formar profesionales capacitados y de poner, a disposición de sus estudiantes, cuanto se conociera sobre la materia en cualquier parte del mundo. Destacaba así, el carácter orientador de la enseñanza.

La idea inicial fue estructurar el texto en cuatro partes, dispuestos en lo que podrían considerarse tomos independientes; lo que no se puede precisar es si se logró la publicación de todas. El libro se dividió en:

  1. Fundamentos de la inspección moderna.
  2. Estudio de las condiciones del proceso de enseñanza-aprendizaje.
  3. Técnicas de inspección escolar.
  4. Eficiencia de la inspección escolar.

El autor incluyó como de costumbre la relación de citas o referencias bibliográficas y bibliografía, que sirvieran al investigador o estudioso como punto de partida para nuevos esfuerzos. Dedicó el material a directivos de escuelas, inspectores escolares y estudiantes universitarios. Incorporó, a lo largo de sus escritos, elementos de carácter histórico y emitió sus criterios en cuanto a la inspección escolar cubana y la aplicación de las órdenes, reglamentos y circulares dictadas en la Isla.

Se evidencia la madurez de pensamiento y el crecimiento intelectual del autor y su interés porque la obra dé frutos, sea un útil instrumento para los estudiantes, investigadores y demás actores que intervienen en la inspección. En esta etapa de su vida laboral y con la experiencia adquirida, sostenía la opinión de que los estudios relacionados con la inspección escolar habían alcanzado tal importancia y desarrollo en los últimos años que reclamaban, por derecho propio, un lugar entre las disciplinas universitarias destinadas a la formación de los educadores profesionales; así lo reconocían las escuelas de educación de las más importantes universidades del mundo.

La capacidad de historiar se puso a prueba nuevamente cuando en el Capítulo V, titulado Cursillos de perfeccionamiento, incluyó el subtítulo ‘‘Antecedentes históricos’’. Para su desarrollo se auxilió de obras como La inspección primaria en Cuba, de Ramiro Guerra; Instrucción complementaria del maestro, de Dulce María Borrero, entre otras. En este apartado, y durante todo el material, se ofrecen resúmenes históricos de la situación de que fue víctima el magisterio cubano, la desaparición de las Escuelas Normales de Verano, que revelan importantes momentos del quehacer educativo, en cuanto a la aplicación de legislaciones  y métodos que llegaron a tener su respuesta popular.

Motivado por la supresión de órdenes que atentaban contra la estabilidad laboral del maestro y respondían a contextos educativos foráneos, consideró ‘‘que el inspector es el único agente de selección, de estímulo, de enseñanzas y de eliminación. Sus consejos, sus advertencias y sus enseñanzas, suplen hasta donde ello es posible a la Escuela de Verano, sus calificaciones altas o bajas permiten al maestro adelantar algo en el escalafón, sus amonestaciones previenen y llaman a capítulo a los descuidados en el estudio o en el cumplimiento del deber, su fallo justiciero puede, en casos graves determinar un traslado o la pérdida del aula’’.(9)

Lo expuesto hasta aquí es solo una aproximación a la riqueza teórica que encierra el estudio de las obras de este profesor, con abundante material, aún sin revelar. El contenido de sus obras, sus concepciones pedagógicas y enseñanzas constituyen una fuente valiosa en el estudio del devenir de la educación cubana. En ese sentido, proporcionará elementos suficientes que permitirán esclarecer aspectos de la realidad educativa cubana en el período neocolonial.

Conclusiones

La educación cubana actual se plantea múltiples interrogantes que encuentran respuesta en la obra de prestigiosos educadores del período neocolonial, como el profesor Martín Rodríguez Vivanco. Sus obras incluyen temáticas relacionadas con la sociología pedagógica, la historia de la educación y, en mayor grado, se corresponden con el área de la inspección escolar. Este docente luchó contra el tradicionalismo en la enseñanza y la influencia que recibió de las tendencias pedagógicas renovadoras, supo adecuarlas a las características de Cuba.

Este educador abogó por una enseñanza científica, actualizada, y dio respuesta a una necesidad histórica, cubriendo con materiales bibliográficos asignaturas de reciente inclusión en las universidades de América Latina. Sus obras son un referente obligatorio para cualquier estudio que, sobre las mencionadas materias, se realice en Cuba. En ellas el autor sistematizó y definió conceptos, asumió valientes posiciones, que demostraron laboriosidad y el sentido de pertenencia hacia su trabajo; así como respeto por sus alumnos, a quienes dedicó productos de probada actualidad. En su obra escrita, sin lugar a dudas, se expusieron contenidos teóricos y experiencias prácticas, que pueden contribuir a clarificar aspectos de la realidad educativa en el período neocolonial cubano.

Referencias

(1)RODRÍGUEZ M. Técnicas de la inspección escolar. La Habana, Cuba: Editorial Cultural S.A.; 1941. p.208.

(2)RODRÍGUEZ M. Informe del Profesor Titular de la Cátedra de Sociología Pedagógica y Técnicas de la Inspección Escolar, durante el período 1937-1942. En: Expediente administrativo No. 7811. La Habana, Cuba: Archivo Central de la Universidad de La Habana; 1928. p.7.

(3)RODRÍGUEZ M. Técnicas de la inspección escolar. La Habana, Cuba: Editorial Cultural S.A.; 1941. p.29.

(4)RODRÍGUEZ M. Técnicas de la inspección escolar. La Habana, Cuba: Editorial Cultural S.A.; 1941. p.7.

(5)RODRÍGUEZ M. Técnicas de la inspección escolar. La Habana, Cuba: Editorial Cultural S.A.; 1941. p.31.

(6)RODRÍGUEZ M. Técnicas de la inspección escolar. La Habana, Cuba: Editorial Cultural S.A.; 1941. p.208.

(7)RODRÍGUEZ M. Técnicas de la inspección escolar. La Habana, Cuba: Editorial Cultural S.A.; 1941. p.208.

(8)RODRÍGUEZ M. Técnicas de la inspección escolar. La Habana, Cuba: Editorial Cultural S.A.; 1941. p.208.

(9)RODRÍGUEZ M. Inspección escolar. Principios y técnicas para mejorar la enseñanza. La Habana, Cuba: Editorial Imprenta Agramonte; 1952. p.104.

Bibliografía

LÓPEZ A. Apóstol bautista en la Perla Antillana. La Habana, Cuba: Editorial Federación; 1945.

RODRÍGUEZ M. Introducción a la sociología pedagógica. La Habana, Cuba: Editorial Cultural S.A; 1943.

RODRÍGUEZ M. Inspección en escuelas secundarias. La Habana, Cuba: Editorial Cultural S.A.; 1945.

RODRÍGUEZ M. Expediente administrativo No. 7811. La Habana, Cuba: Archivo Central de la Universidad de La Habana; 1928.

RODRÍGUEZ A. La obra bautista en Cuba Occidental. La Habana, Cuba: Imprenta Bautista-Zulueta 361/2; 1930.