Varona

No.53   Julio-Diciembre, 2011.    ISSN: 1992-82

Hablemos del lenguaje

Dr. Cs. Angelina Jacinta Roméu Escobar. Profesora Titular. Profesora Consultante. Profesora de Mérito. Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona”. La Habana, Cuba.

Correo electrónico: angelinare@ucpejv.rimed.cu


Estimados lectores:

En las últimas décadas, la concepción de norma se ha modificado sustancialmente, pues desde los aportes de la sociolingüística, ha quedado demostrado que no existe una norma única, que se manifiestan diferencias en los usos y las posibilidades de elección de los medios lingüísticos en relación con el contexto, y que el hablante, en este caso, escoge el registro a emplear, según su intención y finalidad, y teniendo en cuenta las características de sus interlocutores y del contexto. Pero sucede que las personas que no dominan la norma culta y solo emplean registros propios del habla vulgar o común, no pueden hacer esas adecuaciones en situaciones comunicativas complejas, que exigen un lenguaje especializado, con predominio del metalenguaje de la ciencia.

En el ámbito docente, la discusión acerca de qué norma enseñar ha suscitado amplios debates, como el referido a qué actitud debía asumir la escuela frente a los usos de que son portadores los alumnos. Los aportes de Bordieu acerca del llamado hábitus y sobre los códigos restringido y elaborado, demuestran que existen marcadas diferencias en cuanto a las posibilidades comunicativas y de acceso a la cultura de los niños provenientes de diferentes grupos o clases sociales, lo que constituye un problema que la escuela debe atender. En la sociedad capitalista, la educación se convierte en una mercancía más, a la que acceden aquellos que pueden pagarla, los que serían beneficiados con saberes que les abren el camino hacia el dominio de la cultura y el poder. En nuestro contexto, la educación es un derecho de todos por igual, y el dominio de la norma culta es un largo proceso que comienza desde el momento en que los niños llegan al pre-escolar y abarca los doce grados de la educación general.

Al ingresar en la universidad, los jóvenes deben ser portadores de una cultura lingüística, que les permita lograr el dominio del discurso científico y acceder al empleo profesional de la lengua. Todos los profesores, independientemente de la asignatura que explican, son responsables de desarrollar la cultura lingüística de sus alumnos, partiendo del principio de que lengua es macroeje del currículo y nodo e articulación interdisciplinar, y lograr en ellos el dominio del discurso profesional. Lo anterior significa que el profesor debe:

- Ser un modelo lingüístico profesional.

- Conocer las particularidades semánticas, sintácticas y pragmáticas de los discursos académicos y científicos.

- Guiar a sus alumnos en los procesos de comprensión, análisis y construcción de textos académicos, propios de la asignatura que explica.

- Propiciar en sus alumnos el desarrollo de habilidades intelectuales, que revelen la unidad del pensamiento y el lenguaje, como: resumir, reseñar, responder de forma desplegada mediante la explicación, la argumentación, la definición y la ejemplificación.

- Propiciar en clases el desarrollo de situaciones comunicativas complejas, a partir de la problematización del contenido, que exijan la interacción en la búsqueda de soluciones, mediante la realización de tareas y proyectos docentes.