Varona

No.52   Enero-Junio, 2011.    ISSN: 1992-82

Ideas y concepciones sobre la ciencia química en la segunda mitad del siglo XIX cubano

Ideas and Conceptions About Chemical Science in the Second Half of Cuba's XIX Century

MSc. Mercedes Caridad García Pedroso. Profesora Auxiliar. Universidad de Ciencias Pedagógicas ‘‘Enrique José Varona’’. La Habana, Cuba.

Correo electrónico: mercedesgp@ucpejv.rimed.cu

Recibido septiembre de 2010 Aceptado noviembre de 2010


RESUMEN

En el presente trabajo se abordan algunas de las ideas y concepciones que se encuentran dispersas en tesis, ensayos, artículos y discursos publicados en textos, folletos, revistas y memorias que un grupo de destacados profesores, académicos, universitarios y científicos de la época tenían sobre la ciencia química y su enseñanza en Cuba en la segunda mitad del siglo XIX.

PALABRAS CLAVE: química, ciencia, enseñanza.

ABSTRACT

This articles deals with some of the ideas and conceptions that can be found dispersed in thesis, essays, articles and speeches published in text, leaflets, magazines and notes that a group of outstanding teachers, academicians, university professors and scientist of the time had about the science of chemistry and its teachings in the second half of the XIX century.

KEY WORDS: chemistry, science, teaching.


Introducción

Aunque el comienzo del desarrollo de la química como ciencia se remonta a mediados del siglo XVIII, período en que fue descubierta la Ley de Conservación de la Masa echando abajo la llamada ‘‘teoría del flogisto’’, el siglo XIX se caracterizó por grandes avances en esta ciencia: se descubrió un gran número de elementos químicos, la Ley Periódica de Mendeleiev y la creación de la teoría de la estructura de los compuestos orgánicos, entre otros no menos importantes.

Durante este siglo, la química continuó desarrollándose vertiginosamente, se amplió el sistema de conceptos, leyes y se sistematizó el lenguaje propio con los trabajos del químico sueco Jons Jacob Berzelius (1779-1848); se fue convirtiendo en una ciencia con un enorme caudal de información, sustentada en profundas premisas teóricas.

El progreso experimentado por las ciencias naturales en el siglo XIX en Europa fue extraordinario. La física, la química y la biología se extendieron y proliferaron en diferentes subciencias. Surgió una gran cantidad de investigaciones en todos los ámbitos de la naturaleza y de la técnica, dirigidas por científicos formados en la disciplina de la observación y la experimentación.

En los últimos decenios del siglo XIX se hizo evidente que una serie de nuevas ciencias no podían desarrollarse sin recurrir a los conceptos y los métodos químicos, fundamentalmente la medicina y la biología. La química, en sus aplicaciones a la agricultura, aumentó considerablemente la producción agrícola, desarrolló la industria textil, mientras en sus relaciones con la medicina aumentó las posibilidades de conservar la salud y de prolongar la vida.

En estos movimientos de la ciencia, los químicos cubanos del siglo XIX no solo estuvieron vinculados a las investigaciones en el campo científico, sino también a su enseñanza. Muchos de ellos fueron discípulos de prestigiosos científicos europeos y mantuvieron una amplia correspondencia con ellos, lo que influyó en la adquisición de conocimientos al nivel de las universidades europeas de la época.

En interesantes trabajos de alto nivel como conferencias, discursos inaugurales, tesis de doctorados de las Facultades de Farmacia, de Ciencias y de Medicina, entre otros, se divulgaron la importancia y la necesidad de su estudio, sus aplicaciones en la industria y la agricultura, y su incidencia en diferentes esferas de la vida social y económica de Cuba.

Con el objetivo de revelar algunos presupuestos teóricos y metodológicos que evidencian la importancia que le daba la intelectualidad cubana a la química, se ha hecho una selección de algunas de las publicaciones realizadas en el período de 1850 a 1899 y que contribuyan a estimular a todos aquellos que quieran dedicarse a estudiar con mayor profundidad la historia del pensamiento científico cubano en un siglo tan importante en la vida política, económica y social de Cuba.

Desarrollo

Para las ciencias en general, el último tercio del siglo XIX fue un período en el que simultáneamente terminó una etapa de la ciencia y empezó otra, finalizó el gran impulso científico del período newtoniano y empezó la preparación de las tormentosas revoluciones científicas y políticas del siglo XX. La química es considerada la ciencia del siglo XIX y, como diría Bernal J D, ‘‘…la química creció sobre la base segura del establecimiento revolucionario de la teoría atómica y se hizo rápidamente capaz de tratar sustancias de todo tipo’’.1

En las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XIX, se comienza a sentir en Cuba la influencia del positivismo. Esta corriente filosófica entró y se desarrolló en Latinoamérica con una fuerza comparable a la ejercida por la escolástica en siglos anteriores. Como enfoque filosófico, el positivismo latinoamericano buscaba la renovación filosófica a partir del nivel alcanzado por las ciencias de la época.2

El positivismo triunfó al fin, venciendo los obstáculos que se le opusieron desde la época del Renacimiento, a lo cual contribuyó el progreso alcanzado por las ciencias de la naturaleza y, en particular, las ciencias químicas. Su influencia en Cuba no fue tan fuerte como en otros países del continente, pero sí constituyó un importante avance para el pensamiento científico, lo cual se vio reflejado en las obras de algunos intelectuales y académicos cubanos, a pesar del atraso de la ciencia y de la cultura en el período colonial, como consecuencia de la influencia de la metrópoli.

Hay que tener en cuenta que el atraso científico de España era conocido desde finales del siglo XVII. Al comienzo del XVIII, algunos críticos reflejaron en publicaciones los orígenes de dicho atraso; uno de los más destacados fue Fray Benito Jerónimo Feijoo, con su carta titulada Causas del atraso que se padece en España en orden a las Ciencias Naturales, que se publicó en 1742. En esta obra analiza que el principal obstáculo a la difusión de las nuevas ciencias en España, era el temor de que pudiera traer algún problema con la religión.(3)

Fue con el reinado de Isabel II, que España inició su desarrollo científico de acuerdo con los cánones de la Revolución Científica del siglo XVII. La reina creó, en 1845, la sección especial de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central. En 1847 fundó la real Academia de Ciencias y, en 1857, las facultades de ciencias, abriendo el camino para la generación científica en el país.(4)

En el siglo XIX la burguesía criolla promovió, no solo la consolidación de la nacionalidad cubana, sino también la introducción de nuevas tecnologías para el desarrollo de la industria azucarera, los conocimientos científicos y la enseñanza de las ciencias. Durante este período, se propició, por muchos profesores y científicos cubanos, el desarrollo de la ciencia química y su enseñanza en Cuba; sin embargo, hay que señalar que todos los intentos, en mayor o menor medida, no contaron con el apoyo oficial del gobierno colonial.

A pesar de ello, en la segunda mitad del siglo XIX, ya existía en Cuba una comunidad científica de reconocido prestigio, que introdujo ideas avanzadas procedentes de países europeos de mayor desarrollo. Diferentes aristas de esta temática fueron estudiadas con un enfoque histórico por Luis Felipe Le Roy Gálvez (1910-1978), quien fuera historiador de la química en el país.

García R, en el prólogo del libro Cien figuras de la ciencia en Cuba plantea que ‘‘a fines del siglo XIX existió en Cuba una ciencia con proyecciones nacionales, resultante a su vez del reflejo de una conciencia nacional no devenida aún en nación y dentro de un contexto colonial donde el atraso económico y social constituían los rasgos predominantes’’.(5) Esta afirmación lleva a la conclusión de que, en la segunda mitad del siglo XIX, existía en el país una comunidad científica de reconocido prestigio.

Otro aspecto importante en el campo de las ciencias en Cuba, es el surgimiento en los últimos cincuenta años del siglo XIX, de diferentes instituciones científicas. Se fundó, en 1861, la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, la cual contribuyó al desarrollo de la cultura y las ciencias en el país. En particular, la sección de Ciencias Auxiliares se ocupó de la química, la física y las ciencias naturales, y las investigaciones relacionadas con ellas. También se fundaron el Laboratorio Histobacteriológico y el Instituto de Vacunación Antirrábica de La Habana, el 8 de mayo de 1887, la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana, en 1879, la Sociedad de Higiene, en 1891, el Colegio Farmacéutico de La Habana, en 1880, entre otros. Todas estas instituciones estuvieron relacionadas con la ciencia química, y a su vez, contribuyeron de alguna manera al desarrollo de su enseñanza.

Los relevantes descubrimientos en el mundo de las ciencias que ocurrieron en los últimos 50 años del siglo XIX, influyeron profundamente en las ideas y las concepciones de académicos, profesores, científicos y estudiantes cubanos sobre la ciencia química y su enseñanza. Los ejemplos siguientes, aunque no abarcan la totalidad de los existentes, sí dan una medida de lo planteado:

José Francisco Sibón, en su tesis titulada: Sobre la necesidad en que está el farmacéutico en el estado actual de las ciencias de estudiar la Química Toxicológica, presentada en 1858 para optar por el título de Doctor en Farmacia, aboga por introducir esta ciencia como elemento enriquecedor del currículo, así como la necesidad de modificarlo, actualizando los cursos de las distintas materias.

Expresa, en la fundamentación de su obra, que ‘‘la química, pudiéramos decir sin temor a equivocarnos, que, semejante á la inversa palanca de Arquímedes, mueve, sostiene é impulsa á la moderna civilización, que le da su aliento y vivifica al extremo de que sin el genio ilustre é inmortal Lavoisier, no hubiéramos llegado quizás hoy al estado de adelantamiento en que nos encontramos, y que seguramente continuará esa senda progresiva hasta alcanzar el mayor grado de perfección posible; porque las ciencias aun nacientes les falta mucho para conseguir su completo desarrollo’’(sic).(6) Este párrafo revela su concepción sobre la importancia de otros campos limítrofes de la química que la relacionan con la biología y la medicina: la química farmacéutica y la química toxicológica y la importancia de ambas en el desarrollo de los estudios farmacéuticos.

A lo largo del siglo XIX surgieron publicaciones que, sin ser científicas, se dirigían a la instrucción de los lectores con la clara intención de ilustrarlos sobre temas generales de literatura, de costumbre, de moral, de ciencias, entre otros temas.

La utilización de publicaciones periódicas con temas de la llamada química popular o cotidiana era una preocupación desde principios del siglo XIX en Europa. Se escribieron artículos como Las ciencias enseñadas por medio de juegos o teorías científicas, de Lasso de la Vega, en 1835; Les merveilles du monde invisible, de De Fonvielle, en 1867; Recreaciones científicas, de Tissander, en 1887; La sciense amusante, de Tom Tit, entre otros.(7)

Resulta interesante que José Ignacio Rodríguez (profesor de Física y Química del Instituto de Segunda Enseñanza de La Habana), publicó en 1859, una serie de lecciones de química popular tituladas La Química para todos en la sección ‘‘Cartas a María’’ del periódico Liceo de La Habana.

De forma amena y con un lenguaje adecuado, pero popular, escribe en estas cartas nueve lecciones, dirigidas a un amplio círculo de lectores familiarizados o aficionados a la química, que se interesaban por esta rama del saber, con los temas siguientes:

Primera lección. El aire.

Segunda lección. El agua.

Tercera lección. La tierra I.

Cuarta lección. La tierra II.

Quinta lección. Las piedras preciosas I.

Sexta lección. Las piedras preciosas II.

Séptima lección. Los metales preciosos.

Octava lección. Los metales no preciosos I.

Novena lección. Los metales no preciosos II.

Cada una de estas lecciones está escrita analizando la naturaleza como un todo, destacan el papel de la química en cada uno de los temas tratados, así como su relación con la biología, la física y la mineralogía.

Como introducción a la primera carta de la serie, escribe: ‘‘No nos formamos ilusiones sobre el valor que pueden tener estas lecciones de química popular, pero sí abrigamos la esperanza de que en algo contribuyan a la difusión entre nosotros de una ciencia tan importante en el día, y que en Cuba tiene tan grande porvenir. Que esta esperanza se convierta en realidad y se habrá entonces satisfecho uno de nuestros votos más ardientes’’.(8) Lo anterior evidencia el interés porque los conocimientos científicos de la ciencia química salieran de los muros de la escuela y de la universidad para formar parte de la cultura de un sector más amplio de la población.

Estas publicaciones constituyeron una forma de enseñanza no escolarizada, que contribuían a educar y adquirir una cultura científica, aunque dirigida a un sector limitado de la población; no se puede olvidar que los pobres y los esclavos, en su gran mayoría, eran analfabetos y, por tanto, no tenían acceso a la educación ni a este tipo de información.

Alrededor de 1820, Juan Bautista Dumas (1802-1884), junto con el médico J. Prevo (1790-1885) en Ginebra, se dedicaban al estudio y a los problemas de la química fisiológica; establecieron, entre otros, la función del riñón en el organismo.

También, en relación con la temática anterior, el estudiante universitario Joaquín García Lebredo y Lladó (1833-1889), presentó su tesis en opción al grado de Doctor en Medicina en la Universidad de La Habana, el 22 de febrero de 1865, que tituló: ¿Cuál es la importancia que puede concederse a la química en la explicación de los fenómenos vitales? En la fundamentación del tema seleccionado evidencia el reconocimiento de que los procesos biológicos son también de naturaleza química y, al respecto, escribe que ‘‘Era preciso que la antorcha de la ciencia de las reacciones proyectase su luz sobre tanta oscuridad y nos revelase algunos de sus misterios. Aplicada la Química, se ha colocado sobre el tapete la cuestión de si las leyes de esta ciencia podrían comprender los fenómenos del mundo organizado, de tal manera que el estudio fisiológico no fuese más que una parte de aquella’’.(9)

Más adelante, dando respuesta a la pregunta que da el título a su tesis, escribió ‘‘Confesemos que los notables pasos que hasta ahora ha dado permite deducir, si no completamente al menos en gran parte que ha contribuido y seguirá contribuyendo la Química a resolver el gran problema de la síntesis vital’’.(10)

Refiriéndose a la importancia que le daba a la química, destacó que ‘‘el adelanto de la ciencia fisiológica no podía ser debida a ninguna otra más que a ella y de ser reconocida como la más importante en la aplicación a la fisiología’’.(11)

Después de analizar varios ejemplos de las reacciones químicas involucradas en los procesos que tienen lugar en el organismo humano, como la respiración, la digestión, la acción de la saliva y el funcionamiento del páncreas, culminó con la sentencia de que ‘‘la Química es una ciencia que con gran seguridad sabe interrogar a la naturaleza’’.(12) y finalizó su obra aseverando que ‘‘La Química es, y cada vez lo será más, una especie de nueva facultad que perfeccione la exploración preliminar de los objetos de las investigaciones fisiológicas. Explicará con la física, la mecánica y la anatomía en sus distintas esferas consideradas, el conjunto de fenómenos que constituye ese arduo problema de la vida, que se agita palpitante ante nosotros y en nosotros’’.(13)

Lo anterior evidencia la importancia que le da en la formación del médico, al proceso de enseñanza-aprendizaje de los contenidos relacionados con los sistemas y los cambios físicos, químicos y biológicos que tienen lugar en el hombre. Asume, además, el papel de la interdisciplinariedad en el trabajo científico como principio y motor impulsor de la integración de las ciencias naturales y el enfoque multidisciplinario al estudiar los fenómenos biológicos.

El 14 de septiembre de 1871, ante el claustro de la Real Universidad de La Habana, Don Manuel Fernández de Castro Pichardo (1825-1895) defiende su tesis, para la obtención del grado de Doctor en Ciencias, titulada: ¿Podrá sostenerse en el estado actual de los conocimientos humanos, que la química, sin perder su carácter de ciencia natural, corresponda al grupo de las físico-matemáticas? En la tesis hace un análisis en que fundamenta el porqué de la ubicación de la química, tanto en el campo de las ciencias naturales como en el de las ciencias exactas. Expone, además, que es necesario un mayor desarrollo de la ciencia y de los conocimientos científicos, y la coloca en la frontera de ambas áreas del saber humano.

En el último párrafo de la tesis deja clara su idea sobre la problemática planteada, al escribir que ‘‘La Química es la poesía de las ciencias positivas, pero sus creaciones no son fantasmas, sino realidades. Continuando esa creencia sus estudios progresivos sobre los secretos de la materia y la existencia, casi podemos discernir desde ahora el dictado de semi Dios al químico de las generaciones venideras’’.(14)

A finales del siglo XVIII, aún no se había sistematizado cómo nombrar las sustancias químicas. Aunque el número de sustancias conocidas en esta época no era grande, la dificultad de recordar los nombres arbitrarios de ellas se complicaba con el descubrimiento de otras. En 1784 se creó, entonces, una comisión, integrada por los químicos franceses G. de Morveau, A. L. Lavoisier, C. L. Berthollet y A. F. Fourcroy, para proponer una sistematización en la forma de nombrarlas. No cabe duda que el conocimiento de la notación y nomenclatura química es de gran importancia, tanto en la ciencia química, como para la enseñanza de esta por todos los que están vinculados a este campo del saber.

Para finales del siglo XIX se evidencia la necesidad de reformar la nomenclatura química. Estudio de las diversas notaciones químicas fue el título de la tesis que presentó, en 1896 en opción al grado de Doctor en Farmacia, Domingo Hernando Seguí. En ella hace un estudio comparativo de las diversas notaciones químicas de los cuerpos simples y compuestos utilizadas en la época; con ello evidencia la necesidad de unificar la nomenclatura química, para una enseñanza de la ciencia más efectiva y evitar confusiones en los estudiantes de la carrera de Farmacia de la Universidad de La Habana.

Culmina su obra refiriéndose a las ventajas de las discrepancias científicas y lo beneficioso para el desarrollo de la ciencia química; al respecto, escribió que ‘‘hoy podemos afirmar sin temor a ser desmentidos, que las controversias suscitadas por los sostenedores y adeptos de las distintas teorías que se dividen el campo de la ciencia, ha venido a constituir un manantial fecundo e inagotable de nuevos descubrimientos, siendo su estudio, por tanto, la clave indispensable para apreciar los progresos de la química moderna, de esa ciencia de nuestros días –según la frase del eminente Poey– que salida apenas de la infancia levanta ya tan alto su orgullosa cabeza’’.(15)

Aunque Enrique José Varona Pera (1849-1933) no fue químico ni biólogo, se interesó por el estudio de las ciencias y, en particular, por la física y la química. Contaba además con una nutrida biblioteca que le permitió, en su labor creadora, utilizar datos, hechos y fenómenos para dar validez científica a sus artículos, conferencias y clases de filosofía.(16) Un ejemplo ilustrativo es cuando el profesor llamado Don Leandro González Alcorta editó, en 1885, el texto titulado Nociones de psicología, lógica y ética. Varona publicó, en febrero de 1886, en la Revista Cubana, un artículo con una fuerte crítica sobre el texto del mencionado profesor. Para dar una idea de sus deficiencias planteó que ‘‘la impresión que deja su lectura a los que están al corriente de estas materias es la que produciría en un químico un texto para la enseñanza de la química, escrito e impreso en 1885 y que presentara la ciencia en el estado en que se encontraba en 1770; es decir, antes de Priestly,* Scheele* y Lavoisier*’’(el asterisco es de la autora de esta investigación).(17)

Este comentario de Varona da una medida no solo del dominio que tenía de la lógica, la psicología y la ética, sino también del conocimiento sobre aspectos de la ciencia química de su época, que le posibilitó realizar una comparación tan ilustrativa de la calidad de texto analizado por él. Evidenció la importancia del experimento en el aprendizaje de las ciencias experimentales, al considerar que no bastaba con la teoría y la descripción de los procedimientos, sino que era necesario que el alumno aprendiera a mirar con sus propios ojos, escoger y disponer las condiciones para que el fenómeno a estudiar se produjera de la forma necesaria que le permitiera poder explicarlas. Recomendaba, además, que se desconfiara de las interpretaciones prematuras, probando y decidiendo por sí mismo.

El descubrimiento de los gases nobles o también llamados gases inertes se sitúa entre los grandes descubrimientos científicos de finales del siglo XIX que llevaron a la revolución de las ciencias naturales. La obtención de estos gases en estado libre en la naturaleza fue realizada, entre 1894 y 1900, por Williams Ramsay (eminente científico químico-físico inglés). Aunque ya se tenían algunos conocimientos de la existencia de ellos en el Sol, la historia del descubrimiento del helio atrajo la atención de muchos científicos y estudiosos de la química.

El hecho de que, en 1898, el químico cubano Gastón Alonso Cuadrado dictó una conferencia científica en la Real Academia de Ciencias Médicas, Física y Naturales de La Habana y la tituló El descubrimiento del Argón y la predicción del Helium, nos indica, no solo lo actualizado en el tema, sino la preocupación de llevar lo novedoso al seno de la comunidad científica cubana de la época.

En su conferencia se refiere al carácter interdisciplinario del estudio de la ciencia química al plantear que ‘‘no se saluda un libro de química sin que a las cuatro líneas encontremos una ecuación, sin que a las ocho tropecemos con un cálculo diferencial y nunca doblamos la hoja sin que en nuestros estudios hayamos de tener presentes todos los principios de la ciencia física. Registrad la historia de esta ciencia y veréis que los grandes químicos han sido matemáticos profundos también y para no pecar en citas, ahí tenéis los nombres de Newton, Lavoisier, Davy, Berthollet, Gay-Lussac, Dumas y Berzelius’’.(18)

Hace una fuerte crítica al atraso de la enseñanza de las ciencias en el nivel superior; al respecto, planteó que si le preguntaran a los estudiantes y profesores cómo se explican, responderían sin temor a equivocarse que ‘‘en nuestras universidades, os dirán que por lo general los libros de textos van unos veinte años a la zaga de la ciencia, los programas se sujetan a censura de personas y centros superiores refractarios a admitir las leyes que presiden al progreso’’.(19) Más adelante señaló que ‘‘la química de hoy no se puede aprender de memoria, sino en esos grandes templos de la industria’’.(20) Cierra su conferencia con un llamado a los presentes, que pone de manifiesto sus ideas respecto a la enseñanza de la Química: ‘‘Ya que en nuestra patria no es posible encontrar la educación científica que requiere la química moderna, es menester que los que tenemos la ambición de elevarnos un poco sobre la rutina corriente, nos dediquemos a exponer ante la juventud estudiosa, los resultados de nuestra investigaciones y los ideales que agitan el espíritu de la época actual’’.(21)

Otra tesis en opción al grado de Doctor en Ciencias Físico-Químicas, presentada el 3 de febrero de 1900 (curso 1899-1900), por Tomás Vicente Coronado Interían, fue la titulada: La química biológica en sus relaciones con la medicina.

La presentación de la obra comienza con el pensamiento siguiente: ‘‘Con Pasteur la química tomó posesión de la medicina. Podemos prever que no la abandonará jamás. E. Duclaux’’,(22) con lo cual da una visión de la importancia que le concede a esta ciencia experimental en el tema que trata.

En esta tesis, el autor compara las aplicaciones prácticas de la química y la biología, cuando precisa que ‘‘en las múltiples aplicaciones prácticas de la química general a la medicina debemos siempre tener presente que en aquella los hechos resultantes de circunstancias artificiales establecidas por nuestra intervención son más numerosos que los hechos realmente naturales que se observan en biología’’.(23) Confirma las ideas que sobre la ciencia química tiene, al acotar que ‘‘de los conceptos generales expuestos en lo que antecede podemos entrever la importancia real y efectiva que presta ya y ha de prestar en lo sucesivo la química biológica al conjunto de los conocimientos médicos que les son indispensables al práctico que quiera ejercer su profesión de manera positiva y racional’’.(24)

Finalmente declara, asumiendo una posición filosófica positivista, cómo debe ser el médico del futuro y la importancia de su formación integral: ‘‘…que el médico del próximo siglo, con verdadero espíritu de la filosofía positivista, sea en gran parte químico, bastante bacteriológico y eminentemente clínico’’.(25)

Hacia la segunda mitad del siglo XIX, Cuba todavía contaba con una universidad anacrónica, donde imperaban los textos y las lecturas de la metrópoli, aletargada por un enfoque hacia la filosofía y el derecho canónico, y priorizando las carreras de humanidades en detrimento de las de ciencias exactas y naturales, sin tener en cuenta el despuntar de las corrientes positivistas de Europa y EE.UU. en esa época.

En las dos últimas décadas de este siglo, la situación de la enseñanza de las ciencias experimentales en la universidad continuaba siendo tan precaria como a principios; aún se seguía luchando por lograr lo planteado por destacados pedagogos cubanos (Varela, Luz y Caballero, Saco), en cuanto a la necesidad de relacionar lo teórico con lo práctico experimental en la enseñanza de las diferentes ciencias naturales.

En el inicio del curso escolar 1888-1889, Johnson M centra su discurso inaugural en el estado deficiente de la enseñanza de las ciencias experimentales, los procedimientos para mejorarla y las incalculables ventajas que esta mejora reportaría. Más adelante declara que ‘‘la antítesis entre lo que determina la legislación vigente de enseñanza y lo que en la práctica sucede, es tan notable como dolorosa: en todas las asignaturas que abrazan los estudios físicos, químicos y naturales, en sus diversas manifestaciones se prescriben clases prácticas, ¿se cumplen estos mandatos en la práctica? ¡Esos cursos son todavía teóricos!’’(26)

Al decir de Enrique José Varona, Johnson con su discurso le dio a la inauguración notoriedad ruidosa, puso en tela de juicio la gestión del gobierno colonial español para la enseñanza decorosa de las ciencias experimentales en la Real Universidad de La Habana, y expresó con claridad sus ideas y sus concepciones sobre cómo debe ser, así como lo que debían tener en el recinto universitario para lograrlo.

Conclusiones

La indagación realizada en diferentes fuentes documentales y otros textos, permitió concluir que los avances científicos y tecnológicos en el campo de la ciencia química ocurridos en el mundo, sobre todo en los últimos 50 años del siglo XIX, fueron objeto de estudio y de reflexión en la intelectualidad cubana de la época y comenzaron a influir las ideas positivistas, reflejadas en las obras científicas presentadas.

Los químicos cubanos del siglo XIX, no solo estuvieron vinculados a las investigaciones en el campo de esta ciencia, sino también a la enseñanza de ella, a pesar de que las condiciones económicas, políticas y sociales de la colonia eran muy desfavorables para su desarrollo y su aplicación.

El siglo XIX en Cuba concluyó con una Universidad donde la enseñanza práctica y experimental de la Química, como dijera Enrique José Varona Pera, era virtualmente desconocida en sus aulas; sin embargo, la mayoría de los docentes lucharon porque sus estudiantes adquirieran los conocimientos científicos avanzados de su época y asumieran una actitud científica hacia los fenómenos de la naturaleza.

NOTA

Carlos Guillermo Scheele (1742-1786). Descubrió el cloro, el magnesio y la glicerina. Antonio Lorenzo de Lavoisie. (1743-1794). Químico francés, nacido en París. Descubrió la Ley de conservación de la masa, la composición del aire y el papel del oxígeno en la respiración y la combustión. Introdujo la nomenclatura química. Es considerado uno de los creadores de la química moderna. Fue ejecutado durante la Revolución Francesa. José Priestly (1733-1804). Químico y teólogo inglés. Descubrió el fenómeno de la respiración en los vegetales. Aisló el oxígeno.

Referencias

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2- MONAL I, MIRANDA O. Pensamiento cubano. Siglo XIX. T. I. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 2002.

3- GARCÍA E. La ciencia y la enseñanza de las ciencias en España: un ejercicio de memoria histórica. Rev Enseñanza de las Ciencias. 2008, vol. 26, No.1, 125-140.

4- GARCÍA E. La ciencia y la enseñanza de las ciencias en España: un ejercicio de memoria histórica. Rev Enseñanza de las Ciencias. 2008, vol. 26, No.1, 125-140,

5- GARCÍA R, ET AL. Cien figuras de la ciencia en Cuba. La Habana, Cuba: Editorial Científico-Técnica; 2002. p. 43.

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8- RODRÍGUEZ J I. La Química para Todos. Cartas a María. Lecciones de Química popular. La Habana, Cuba: Imprenta de M. Soler; 1859. p.2.

9- GARCÍA J. ¿Cuál es la importancia que puede concederse a la química en la explicación de los fenómenos vitales? [Tesis en opción al Título de Doctor en Medicina]. La Habana, Cuba: Imprenta del Tiempo; 1865. p.5.

10- GARCÍA J. ¿Cuál es la importancia que puede concederse a la química en la explicación de los fenómenos vitales? [Tesis en opción al Título de Doctor en Medicina]. La Habana, Cuba: Imprenta del Tiempo; 1865. p.7.

11- GARCÍA J. ¿Cuál es la importancia que puede concederse a la química en la explicación de los fenómenos vitales? [Tesis en opción al Título de Doctor en Medicina]. La Habana, Cuba: Imprenta del Tiempo; 1865. p.7.

12- GARCÍA J. ¿Cuál es la importancia que puede concederse a la química en la explicación de los fenómenos vitales? [Tesis en opción al Título de Doctor en Medicina]. La Habana, Cuba: Imprenta del Tiempo; 1865. p.8.

13- GARCÍA J. ¿Cuál es la importancia que puede concederse a la química en la explicación de los fenómenos vitales? [Tesis en opción al Título de Doctor en Medicina]. La Habana, Cuba: Imprenta del Tiempo; 1865. p.16.

14- FERNÁNDEZ DE CASTRO M. ¿Podrá sostenerse en el estado actual de los conocimientos humanos, que la química, sin perder su carácter de ciencia natural, corresponda al grupo de las físico-matemáticas? [Tesis en opción al Grado de Doctor en Ciencias]. La Habana, Cuba: Imprenta La Intrépida; 1872. p.16.

15- HERNANDO D. Estudio de las diversas notaciones químicas. [Tesis en opción al Título de Doctor en Farmacia]. La Habana, Cuba: Imprenta Aerolito; 1896. p.5.

16- VARELA J. La figura de Enrique José Varona. Compendio en el centenario de su natalicio. La Habana, Cuba: 1949.

17- VARONA E J. Trabajo sobre educación y enseñanza. Segunda edición. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1992.

18- ALONSO G. El descubrimiento del Argón y la predicción del Helium. La Habana, Cuba: Imprenta Militar M. Roces; 1898. p.4.

19- ALONSO G. El descubrimiento del Argón y la predicción del Helium. La Habana, Cuba: Imprenta Militar M. Roces; 1898. p.4.

20- ALONSO G. El descubrimiento del Argón y la predicción del Helium. La Habana, Cuba: Imprenta Militar M. Roces; 1898. p.5.

21- ALONSO G. El descubrimiento del Argón y la predicción del Helium. La Habana, Cuba: Imprenta Militar M. Roces; 1898. p.18.

22- CORONADO T V. La química biológica en sus relaciones con la medicina. [Tesis en opción al Grado de Doctor en Ciencias]. La Habana, Cuba: Sección de las físico-químicas. Imprenta Gaceta Oficial; 1900. p.1.

23- CORONADO T V. La química biológica en sus relaciones con la medicina. [Tesis en opción al Grado de Doctor en Ciencias]. La Habana, Cuba: Sección de las físico-químicas. Imprenta Gaceta Oficial; 1900. p.22.

24- CORONADO T V. La química biológica en sus relaciones con la medicina. [Tesis en opción al Grado de Doctor en Ciencias]. La Habana, Cuba: Sección de las físico-químicas. Imprenta Gaceta Oficial; 1900. p.46.

25- CORONADO T V. La química biológica en sus relaciones con la medicina. [Tesis en opción al Grado de Doctor en Ciencias]. La Habana, Cuba: Sección de las físico-químicas. Imprenta Gaceta Oficial; 1900. p.47.

26- JOHNSON M. Discurso pronunciado en la Real Universidad de La Habana en la inauguración del curso académico 1888-1889. En: Memoria Anuario de la Real Universidad de La Habana 1886-1887. La Habana, Cuba: Imprenta del Gobierno y Capitanía General por su S. M. Habana; 1888. p.9.

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