Varona

No.51   Julio-Dciembreo 2010.    ISSN: 1992-82

Memorias


Fulgencio Oroz, mártir del magisterio

Fulgencio Oroz, martyr of magistery

Dr.C. Rolando Esteban Buenavilla Recio. Profesor Titular. Profesor Consultante. Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona”. La Habana, Cuba.

Correo electrónico: rolandobr@ucpejv.rimed.cu

Recibido septiembre de 2010   Aceptado octubre de 2010


RESUMEN

Fulgencio Oroz, estudiante de la Escuela Normal de La Habana, de 1954 a 1958, se involucra en las actividades del movimiento estudiantil y de la lucha revolucionaria contra la tiranía de Batista; ingresa en la Juventud Socialista y asume varias responsabilidades asignadas por esa organización, que lo ponen en contacto con dirigentes de la Federación Estudiantil Universitaria, el Movimiento 26 de julio y el movimiento obrero. Participa en mítines políticos, manifestaciones con los estudiantes normalistas, de la segunda enseñanza y universitarios, huelgas, toma de locales, repartición de propaganda revolucionaria y un sinnúmero de acciones contra las medidas antipopulares y los crímenes de la tiranía. Pronto se convierte en un líder estudiantil muy buscado por la policía. Cae preso en más de una ocasión, es golpeado y torturado, fichado por los órganos represivos de la dictadura, lo que lo obliga a la vida clandestina. El 2 de diciembre de 1958, cuando más intensa es su labor unitaria con los estudiantes y su participación en las tareas del Frente Obrero Nacional Unido, esbirros vestidos de civil lo apresan en la barriada de Luyanó y luego de someterlo a torturas, hacen desaparecer su cadáver. Tenía solo 19 años.

PALABRAS CLAVE: Fulgencio Oroz, estudiante normalista, segunda enseñanza, movimiento estudiantil, Juventud Socialista, tiranía, dictadura, órgano represivo, esbirro.

ABSTRACT

Fulgencio Oroz, student at the Escuela Normal in Havana from 1954-1958, becomes involved in the activities of the student movement and the revolutionary fight against Batista´s tyranny; he joined the ranks of the Socialist Youths and undertakes various responsibilities assigned to him by that organization This puts him in contact with the leaders of the University Students Federation, the July 26 Movement and the workers ´movement. He participates in political meetings, manifestations with students from the normal schools, secondary schools and university, as well as strikes, overtaking of places, distribution of revolutionary propaganda and many other actions, to lengthy to mention all, against the unpopular measures and crimes of the tyranny. He soon becomes a student leader much sought after by the tyrannical police. He is imprisoned on more than one occasion; he is beaten and tortured, and placed under surveillance by the repressive forces of the dictatorship, this obligates him to live clandestinely. On December 2, 1958, when he is intensively involved in his unifying role with the students and participatory tasks from the United National Workers´ Front, mercenaries dressed as civilians, arrest him in the Luyano neighborhood, he is tortured and his body disappeared. He was only 19 years old.

KEYWORDS: Fulgencio Oroz, normalist student, secondary school, student movement, Socialist Youth, tyranny, dictatorship, repressive forces, mercenary.


Introducción

El día 6 de septiembre del curso escolar 2010-2011, fue inaugurada la Escuela Pedagógica “Fulgencio Oroz”, de Ciudad de La Habana. Este centro está ubicado en el local que durante muchos años ocupó la antigua Escuela Normal de Maestros de La Habana, una de las instituciones más prestigiosas del país dentro de las escuelas dedicadas a formar a los maestros de educación primaria, antes de la Revolución. ¿Por qué lleva el nombre de Fulgencio Oroz?

Desarrollo

Fulgencio Oroz fue alumno de esta Escuela desde el curso escolar 1953-1954 hasta diciembre de 1958, en que fue asesinado por los esbirros de la tiranía batistiana. El 14 de marzo de 1959, en el patio de esta escuela, el estudiantado normalista develó una tarja en su memoria. Este joven nació el 14 de marzo de 1939*, en una casa humilde, de madera, en la calle Goicuría No. 7, entre Céspedes y Rius Rivera, en el barrio La Sabana, municipio de Candelaria, Provincia de Pinar del Río; hijo de Fulgencio Oroz Garcíariain, natural de la provincia de Navarra, España, hombre de piel muy roja, a quien apodaban “el rubio”, y de Sabina Gómez Blanco, nieta de isleños por vía materna.

A los veinte meses de nacido Fulgencio, Sabina dio a luz una hembra, a la que nombraron Francisca –Paquita, Nenita o la Nena–. Ocho meses después, falleció el padre, dejando a ambos hijos bajo el cuidado de su madre. Ella tuvo que enfrentar sola la alimentación y el cuidado de sus hijos, dedicándose a la única labor que entonces solían hacer las mujeres para ganarse la vida: “lavar y planchar para afuera”,** y a otras labores rústicas en una zona campesina.

Fulgencio recibió sus primeras clases de instrucción en la Escuela No. 1, “José Martí”, de Candelaria, dirigida por Armando de la Caridad de Pedro Capetillo. Ante la precaria situación que confrontaba la familia, una amiga de Sabina le gestionó una beca para su hijo varón en el Centro Superior Tecnológico (CST), que formaba parte del Instituto Cívico Militar de Ceiba del Agua, institución que había sido fundada en 1938 por el dictador Fulgencio Batista. Aunque la beca era un alivio económico para la familia, Oroz solo permaneció escasamente dos años en este CST y en la Escuela Elemental Politécnica “Paulina Alsina” (EEP), porque el régimen escolar le pareció tan rígido que en una de las visitas que le hacía su madre, le confesó que se sentía como si estuviera preso.

Oroz regresó a la ‘‘José Martí’’, donde cursó toda la enseñanza primaria: se distinguió por ser un niño serio, muy disciplinado e inteligente, que aprendía con rapidez; con sus condiscípulos y amigos del barrio, solía hacer las travesuras propias de la edad, jugar a la pelota, a las bolas, al trompo, montar a caballo, bañarse en el charco que le decían “La guayabita” y robar mangos de una finca cercana; en la casa se portaba bien, hablaba poco y en voz baja. Pero desde niño aprendió a no vivir de espaldas a la realidad: sabía de la situación precaria de su familia, para ayudar a la madre hizo algunos trabajitos: desyerbar solares yermos, hacer mandados, vender frutas, etcétera.

El día que le entregaron el certificado de sexto grado, vino muy serio y triste a su casa; sus estudios habían concluido y no tenía esperanza de continuar superándose. Fulgencio Oroz quería mucho a su mamá y tenía interés en estudiar para hacerse de una profesión y poder ayudar a su progenitora. Para ingresar a cualquier centro de la enseñanza media, Escuela Normal de Maestros, Escuela de Artes y Oficios, Escuela de Comercio, Instituto Preuniversitario de Segunda Enseñanza, San Alejandro y otros, había que tener certificado de octavo grado o prepararse en una academia particular para vencer los exámenes de ingreso. En el municipio de Candelaria, como en muchas localidades del país, no existía Escuela Primaria Superior (7mo. y 8vo. grados), solo una academia privada ‘‘Fiat Lux’’, que se había dedicado a preparar estudiantes para acceder, mediante exámenes, a estos centros. Su dueño y director era el propio Armando de Pedro Capetillo, maestro de la Escuela Pública “José Martí”, que por la mañana impartía clases en esta escuela y por las tardes, en su escuela privada. Armando preparaba todos los años de treinta a cuarenta estudiantes para su ingreso en diversos centros, la mayoría para la Escuela Normal, que era la carrera que seguían los ciudadanos de menos recursos porque era una carrera corta y con la posibilidad de alcanzar una plaza de maestro al graduarse.

Ante las gestiones de familiares y vecinos, Armando de Pedro, que conocía las cualidades de Fulgencio Oroz, accedió a prepararlo para su ingreso en la Escuela Normal de Maestros de La Habana. Armando era muy querido y reconocido en el municipio por su carácter humanista, hombre muy preparado, martiano y maceísta, antiimperialista, persona de muchos valores morales. La madre se comprometió a darle lo que podía y a prestarle algunos servicios a la academia y al director. Y Fulgencio no defraudó a su madre ni a su maestro, en el curso escolar 1953-1954 se presentó a exámenes libres en la Normal de Maestros de La Habana y alcanzó su ingreso entre cientos de aspirantes: obtuvo la plaza 36 en el escalafón. En agosto de 1953 vino a vivir a la casa de Concepción Llanes, Concha, prima de Sabina, su mamá: una nueva vida, llena de peligros y tentaciones, se abría para aquel joven provinciano en la capital del país.

Situación política del país en esa época

Cuando Fulgencio Oroz nació en 1939, hacía tres años que había comenzado la II Guerra Mundial, que se extendería hasta 1945, con la rendición de los países nazifascistas. En Cuba, en 1939 se instauró la Asamblea Constituyente, cuyos delegados elaboraron la Constitución de 1940. Desde 1933, fecha de la caída del tirano Gerardo Machado hasta esta última fecha, el país, en la práctica había estado gobernado por diferentes presidentes, pero el verdadero poder lo ejercía el entonces Coronel del Ejército Fulgencio Batista Zaldívar.

A partir de 1940, como lo exigía la Constitución, se abrió una nueva etapa de la democracia representativa en el país: se reconocieron los sindicatos y las federaciones de obreros, y la Central de Trabajadores de Cuba, la CTC; nuevos partidos políticos se inscribieron para participar en las elecciones parciales y generales; entre ellos, los comunistas fueron admitidos como organización política y se autorizó la publicación de sus órganos de divulgación. El estudiantado, sobre todo el universitario, que conservaba el ímpetu y la tradición de lucha sembrado por Julio Antonio Mella, se mantuvo en la vanguardia de todas las luchas políticas frente a los desmanes, la corrupción y el entreguismo de los gobiernos de turno.

En el período de 1940 al 1944, resultó elegido por cuatro años para Presidente de la República, Fulgencio Batista Zaldívar, aunque de hecho se le acusó de haber utilizado los viejos recursos de la politiquería tradicional: la fuerza del ejército, el soborno y el fraude. A Batista le siguió, de 1944 a 1948, el doctor Ramón Gráu San Martín, al frente del Partido Revolucionario Cubano (Auténticos), que triunfó en las elecciones con amplia mayoría de votos y un gran fervor popular. En su gobierno el pueblo tenía sembrada sus mejores esperanzas. Pero, a la postre, resultó la gran defraudación para las masas. Fue un ejemplo de desgobierno, arbitrariedades, corrupción política y administrativa, y surgimiento del “gangsterismo” político, que a diferencia de otros países, los grupos de “gángsteres” solían dirimir sus contradicciones, a tiro limpio, en plena calle de la capital, por prebendas, plazas y zonas de influencia en los ministerios. Dentro de este Partido, Eduardo Chibás, quien había alcanzado prestigio como líder estudiantil antimachadista y por su trayectoria revolucionaria e inclaudicable contra los malos gobiernos de la República, fue el primero que denunció la corrupción del gobierno de Grau San Martín.

En las elecciones generales para Presidente de 1948 a 1952, salió victorioso Carlos Prío Socarrás, respaldado por el gobernante partido de Grau San Martín. Este nuevo presidente siguió la misma senda de corrupción política y administrativa, pero a la vez instauró con fuerza la nueva política que demandaba el imperialismo norteamericano de persecución de los comunistas, asesinato de líderes obreros y entreguismo a sus intereses. El terreno fue propicio para que Fulgencio Batista, quien vivía exiliado en los Estados Unidos, volviera al país y diera un golpe de Estado, el 10 de marzo de 1952. Desde el mismo 10 de marzo, los estudiantes universitarios y el movimiento obrero rechazaron el golpe: hubo numerosas protestas, paros, mítines y huelgas. Con Batista como dictador, cesaron los derechos constitucionales y democráticos, y se instauró una sanguinaria tiranía hasta diciembre de 1958 en que, tras el triunfo del Ejército Rebelde huyó del país.

Fulgencio Oroz, estudiante del magisterio y luchador revolucionario

En el curso escolar 1953-1954, con Batista en el poder, Fulgencio Oroz ingresó en la Escuela Normal de Maestros de La Habana; era un adolescente exigente en el estudio y en sus cosas, con buena base académica e inquietudes políticas; de piel muy blanca, de ojos azules y pelo rubio, atraía la simpatía de las muchachas que veían en él no a un pepillo, sino a una persona seria que inspiraba respeto. Tenía catorce años y medio, fue asignado al Grupo C, que funcionaba en horas de la tarde de 2 a 6 pm, aunque algunas asignaturas eran impartidas por la mañana. Pero ya en octubre de 1953 solicitó permuta para el horario nocturno. Como estaba agregado en casa de Concha, prima de su mamá, necesitaba tiempo para poder ayudarla en el “tren de cantina”*** que tenía y contribuir así a su propio mantenimiento.

En el Grupo C, como en el resto de los grupos, las muchachas eran mayoría. Formaban parte de ese grupo Oroz y tres varones más, entre ellos Migdonio Torres, quien llegó a ser su gran amigo. En su primer curso, terminó con buen promedio: era aplicado y leía mucho. En la Escuela Normal, el plan de estudio contemplaba Educación Física y deporte. Fulgencio comienza a practicar las carreras largas, entrenaba en diversos lugares, en la propia Escuela Normal, en el estadio universitario, en los terrenos de las cervecerías “La Polar” y “La Tropical”. En 1955, alcanzó medalla de oro en 1 500 y 4 000 metros, en el tradicional evento cubano de atletismo “Pepe Barrientos”, llegó a ser campeón de la provincia. Sus éxitos en el atletismo llegaron a oídos de la directora del Instituto Nacional de Educación Física. Lo propusieron para ir a unos juegos estudiantiles en México. Oroz comenzó a prepararse, pero cuando le dijeron que iría con la condición de no hacer declaraciones contra el gobierno, respondió que si tenía que representar a su Patria y callarse lo que sentía, no iba a ninguna parte.

En la Escuela Normal (EN) estaba creada la Federación de Alumnos, cada grupo tenía sus delegados de aula y se elegía una dirección a nivel de escuela, encabezada por un presidente. En la masa estudiantil existían grupos de estudiantes de diferentes corrientes políticas u organizaciones, reflejo de las corrientes y tendencias de los partidos políticos, pero también había una masa, tal vez mayoritaria, sin orientación política definida, que se vinculaba a la lucha estudiantil de muchas formas. La intensa propaganda anticomunista que se desplegaba por los medios de comunicación y por los propios personeros del gobierno había calado en la mente de muchos jóvenes. En los inicios, Fulgencio Oroz no había definido su filiación, pero sus sentimientos eran claramente antibatistiano y antiimperialista. Se movía y tenía buenas relaciones con los elementos del Movimiento 26 de Julio, los miembros de la Juventud Socialista y el resto de los grupos y organizaciones. Su participación en las propias actividades del movimiento estudiantil contra la tiranía, su origen humilde y su sentido de la lucha, hicieron aflorar sus convicciones e ideas. Ingresó y se desarrolló en las filas de la Juventud Socialista (JS): se integró por entero a la lucha con el propósito de desarrollar un trabajo verdaderamente político e ideológico. En la Escuela Normal se había desintegrado el Comité Socialista al graduarse sus integrantes. Se le asignó la tarea de reorganizarlo.

Una vez que ingresó en la Juventud Socialista, su vida comenzó a cambiar. La Juventud estaba orientada por el Partido, que actuaba sobre la base de principios ideológicos y una disciplina organizativa. La personalidad de Fulgencio Oroz encajó en los fines de la organización. El primer frente de lucha de Fulgencio Oroz fue la propia EN: la existencia de una dirigencia estudiantil politiquera que actuaba en conciliábulos con la directora de la Escuela, Isolina Díaz Otero, una mujer ineficiente y corrupta, plegada a los intereses de la tiranía, que nombraba profesores de dedo, vendía los exámenes, tenía otros negocios sucios y perseguía a los estudiantes revolucionarios. Oroz denunció públicamente todos esos males, lo que le granjeó el enojo y mala voluntad de la directora. Pronto se reveló como un líder escuchado y seguido en el plantel y fuera de él, con habilidad para comunicarse con la masa estudiantil. Todos sabían que él era comunista, pero despertaba confianza entre los jóvenes, lo que le permitía movilizarlos en tareas concretas. Desplegó una intensa actividad revolucionaria: daba mítines-relámpago denunciando los atropellos y abusos de la tiranía, distribuía las publicaciones clandestinas; en los momentos más duros de la lucha, pintó letreros contra los esbirros, puso petardos, recolectó fondos para la campaña proselitista. Su tarea, además, consistía en ampliar el círculo de los simpatizantes y militantes socialistas, y combatir cualquier manifestación de la tiranía contra los intereses de la masa estudiantil, de los obreros y del pueblo.

En breve tiempo fue promovido al Comité Municipal de la JS, que atendía el área urbana de La Habana, como responsable de finanzas y propaganda. Su labor: visitar, mantener el contacto y organizar las actividades revolucionarias de los estudiantes de los institutos de Segunda Enseñanza (preuniversitarios) de la Víbora, el Vedado, La Habana, Marianao, la Escuela de Artes y Oficios, la Escuela de Comercio, y otros centros. En estos lugares se le veía frecuentemente, entregaba la propaganda y recogía los aportes, lo que le permitió establecer vínculos con jóvenes de la JS y también del Movimiento 26 de Julio.

Entre 1955 y 1958, su presencia era constante en casi todas las manifestaciones y actos desarrollados por el movimiento estudiantil cubano en la capital. En 1956, la actuación de Oroz dio muestras de su temple y entereza. Encabezó una manifestación de los estudiantes de la EN que protestaban porque el Gobierno pretendía oficializar una Normal privada en Marianao. La marcha de los estudiantes se encaminó desde el local de la EN, San Joaquín y Amenidad, hasta la calle Monte y lograron llegar al Mercado de Cuatro Caminos (La Plaza o Mercado Único). Oroz iba al frente y portaba una tela que decía “¡Abajo las Normales de patronato!”. La Policía arremetió con toda su brutalidad contra la masa de estudiantes. Fulgencio Oroz y otros jóvenes fueron golpeados y detenidos: lo condujeron a la 7ª. Estación de la Policía. No fue la primera vez que cayó en manos de la Policía.

En otra oportunidad, el estudiantado de la EN protestaba contra una de las consabidas arbitrariedades de la directora Isolina Díaz. La cabeza visible era Fulgencio Oroz, la directora llamó a la Policía, pero Oroz logró escapar por una ventana del inmueble, posteriormente la Policía logró detenerlo. Cuando la noticia de su captura llegó a la EN, los estudiantes dieron prueba de gran compañerismo y solidaridad. Los jóvenes detuvieron las actividades docentes, se reunieron todos en el patio de la Escuela. Prácticamente el edificio fue tomado durante horas por la masa estudiantil. Se gritaban consignas y se pedía la liberación de Fulgencio Oroz. Los jóvenes del Movimiento 26 de Julio hicieron detonar dos petardos, los de la JS lanzaron, desde el tercer piso, volantes de condena a la dictadura. Aquella masa amenazó con que no se movería de allí hasta que liberaran a Oroz. La Policía apareció por los alrededores, pero los estudiantes no se inmutaron; parece que la directora, temiendo un hecho más grave, los convenció de que se marcharan. Hasta la madre de Oroz se personó en el local y solicitó la liberación de su hijo. No se sabe de cuáles artimañas o qué promesas hizo la directora a las autoridades de la tiranía, pero Fulgencio Oroz fue puesto en libertad, aunque en su cuerpo quedaron los verdugones que le había causado la Policía.

En el año 1955 se estrecharon los vínculos de Oroz con la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y el Directorio. Participó en casi todas las protestas y manifestaciones de los estudiantes universitarios. Más de una vez cayó preso junto a José Antonio Echeverría, Juan Niury y otros dirigentes de la Universidad. Desde el mismo momento del golpe de Estado, la clase obrera cubana dio muestras también de su combatividad, la que se acrecentaba por la persecución de los líderes obreros y el desconocimiento de las conquistas del proletariado. En diciembre de 1955, el estudiantado universitario y de la Segunda Enseñanza apoyó la huelga del sector azucarero, que exigía el cumplimiento del diferencial azucarero. Los dirigentes de la FEU hicieron un recorrido por toda la Isla, para movilizar a los estudiantes en apoyo a la huelga. Uno de los actos de repudio en la capital consistía en tomar la Asociación de Hacendados, ubicada en La Habana Vieja, organización representante de la oligarquía azucarera, que actuaba en contubernio con la dictadura batistiana. El día 31 de diciembre, alrededor de las 10 de la mañana, varios estudiantes universitarios: Rodrigo Álvarez Cambra, Fabián Escalona, Edgar Escalona, y el dirigente de la EN Fulgencio Oroz, ocuparon el local por más de una hora. La policía los detuvo, aunque a la postre decidieron dejarlos en libertad, con las consabidas advertencias y amenazas. Fulgencio Oroz también fue detenido, pero lo soltaron porque era menor de edad. A partir del 2 de diciembre de 1955, Fulgencio Oroz, con solo 17 años, fue fichado por el Servicio de Inteligencia Militar (SIM) y por el Buró de Represión de Actividades Comunistas (BRAC), por ser dirigente estudiantil y comunista, lo que lo obligó a llevar una vida semiclandestina.

Apenas habían transcurrido diez días de la toma de la Asociación de Hacendados, cuando Oroz acudió a un acto frente a la escalinata  universitaria en homenaje a Julio Antonio Mella, en la que habló José Antonio Echeverría. El 28 de enero de 1956, los estudiantes universitarios habían organizado un acto de homenaje al Apóstol, en el Parque Central. La policía había tomado el parque, no dejaban entrar a nadie. Cuando José Antonio Echeverría apareció, portando una corona de flores, Oroz se acercó al grupo. La policía comenzó a dar golpes a todos los que se acercaban. Al dirigente de la FEU lograron detenerlo, pero pudo escaparse espectacularmente. Fulgencio Oroz esta vez salió ileso y no fue detenido. El 27 de noviembre de 1956, la FEU había convocado al estudiantado universitario y de la Segunda Enseñanza para el tradicional desfile en homenaje a los ocho estudiantes de Medicina injustamente fusilados por el colonialismo español, en 1871. Unos quinientos jóvenes comenzaron a descender la escalinata universitaria para dirigirse por San Lázaro hacia la Punta. La colina estaba rodeada por decenas de policías y pronto arremetieron brutalmente contra los manifestantes: dieciséis estudiantes fueron heridos, Fulgencio Oroz fue uno de ellos. Fue la última manifestación estudiantil contra la tiranía batistiana. El 2 de diciembre de 1956 cerraron la Universidad de La Habana y no abriría hasta después del triunfo de la Revolución.

El 9 de enero de 1957, mediante una Resolución firmada por la directora de la EN, Isolina Díaz Otero, en la cual se alegaba conducta impropia relacionada con el buen desarrollo de las labores docentes y con la disciplina de la Escuela, se le prohibía a Fulgencio Oroz la entrada a la institución. Se aducía además que estaba promoviendo una huelga en la Escuela. La dirección de la JS le recomendó que no fuera a clase para evitar ponerlo en una situación difícil. No obstante, se las ingenió, con ayuda de sus compañeros y de algunos profesores, para presentarse en el Primer Reconocimiento**** a examen de Metodología de la Aritmética, Química, Agricultura, Metodología de los Estudios de la Naturaleza y Gramática; en el Segundo Reconocimiento a Gramática y en los exámenes de junio presentó: Agricultura, Metodología de los Estudios de la Naturaleza, las cuales aprobó, por lo que solicitó matricular de nuevo en septiembre del próximo curso. Todo este esfuerzo que realizaba Oroz, en las complejas circunstancias en que se desenvolvía el país y en la situación personal en que se encontraba, evidencian que estaba consciente de la necesidad de culminar sus estudios de magisterio.

Últimos momentos de la vida de Fulgencio Oroz

El enfrentamiento a la dictadura de Batista por las organizaciones cívicas, las constantes acciones del movimiento estudiantil y de los rebeldes en la Sierra, pusieron cada vez más tensa y peligrosa la situación en el país. Tres hechos tornaron más explosivo el ambiente nacional, pero principalmente en la capital. El ajusticiamiento del Jefe del SIM, Coronel Antonio Blanco Rico, en el Cabaret Montmatre, el 28 de octubre de 1956, por un comando del Directorio Revolucionario dirigido por Juan Pedro Carbó Serviá; un día después, la muerte del General Rafael Salas Cañizares, Jefe de la Policía, como consecuencia del tiroteo en la Embajada de Haití. Fichado por los órganos represivos, prácticamente expulsado de la Escuela  Normal, reconocida su militancia socialista, la vida se hizo sumamente peligrosa para Oroz. La JS le orientó que se ausentara de la capital por algunos días; viajó a Candelaria, su pueblo natal; allí algunos lo acogieron, otros lo alertaron en el sentido que ya era una figura muy conocida para ocultarse en un pueblo pequeño. Los hechos del 13 de marzo de 1957: el Asalto al Palacio Presidencial y la toma de la emisora Radio Reloj, y la caída junto a los muros de la Universidad, del líder estudiantil José Antonio Echeverría hicieron más crítica aún la situación política en la capital. Veintisiete días después ocurrió el asesinato de los jóvenes: Fructuoso Rodríguez, Juan Pedro Carbó Serviá, José Machado y Joe Westbrook, en la calle Humboldt 7. El 30 de julio de 1957, un mes después del asesinato de su hermano Josué, cayó Frank País, Jefe Nacional de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de julio, en Santiago de Cuba. “Este hecho produjo una fuerte conmoción, y se desató en forma espontánea una huelga general el primero de agosto que, comenzada en Oriente, se extendería por toda la Isla”.1 El estudiantado se dispuso a apoyar la huelga por el asesinato de Frank, maestro y líder del movimiento revolucionario. Fulgencio Oroz desconoció los peligros a que se estaba exponiendo y entró en la Escuela Normal con el propósito de movilizar a los estudiantes para que apoyaran la huelga. Pero, a la vez, aprovechó su estancia en la capital para cumplir con sus tareas habituales: repartición de la propaganda, revisión de la edición de varios números del magazine Mella, contacto en centros de trabajo, mítines y contacto con combatientes del Movimiento 26 de Julio.

Los órganos represivos que se movían en su búsqueda descubrieron la casa de su familia en el Reparto Los Pinos, de la capital. En la noche del 2 de diciembre de 1957, agentes del BRAC penetraron en la vivienda de su madre y detuvieron a Fulgencio Oroz, mientras dormía, lo retuvieron preso durante tres días. Cuando la familia pudo rescatarlo, fue necesario ingresarlo en un centro hospitalario debido a su estado de gravedad; su cuerpo estaba amoratado de los golpes y las torturas recibidas. No obstante, las fuerzas represivas se personaron nuevamente en la vivienda de su familia, llegaron a situar una posta fija, de manera permanente, dentro de la propia casa, impidiendo el normal desenvolvimiento de la vida familiar: era una provocación inaudita, que mostraba el abuso de la autoridad y lo indefensa que se encontraba la población ante la prepotencia de los órganos represivos.

Los caminos normales se le habían cerrado. El líder estudiantil pasó a una vida completamente clandestina. Para evitar ser reconocido con facilidad, se tiñó el pelo y se cubrió los ojos con espejuelos oscuros. Solicitó a su organización que le permitieran marchar a luchar en la Sierra, pero tal petición fue denegada. Se escondió por unos días nuevamente en Candelaria. Pero no podía permanecer mucho tiempo en un mismo lugar: se trasladaba de vivienda: un día aquí y otro allá. Los lugares más seguros comenzaban a escasear. Fulgencio Oroz demostró que, a pesar de su juventud, era un verdadero combatiente revolucionario. No cejaba en su empeño de cumplir su labor de enfrentamiento a la tiranía batistiana. Se empeñó en recopilar fondos para adquirir suministros médicos para enviarlos a la Sierra, y acopiar medicinas y otros medios para los frentes guerrilleros. Durante el año 1958, por orientación de la JS, se ocupó de varias tareas: distribuir la propaganda, responsable del frente de finanzas en el Comité Municipal y, a mediados de año, llegó a ocupar el cargo de organizador y la tarea de permanente atención del movimiento estudiantil y del alumnado de la Escuela Normal.

El prestigio alcanzado por Fulgencio Oroz como dirigente estudiantil le permitió su participación en las actividades organizadas por el Frente Estudiantil Nacional (FEN), en representación de los estudiantes de la Escuela Normal de La Habana. Él y Rosa Valdés Corona participaron en la última reunión efectuada por la FEN de La Habana, que dirigía Ricardo Alarcón de Quesada, antes del desarrollo de la huelga estudiantil de marzo de 1958. Esta huelga se extendió a los colegios privados y Fulgencio Oroz trabajó con ahínco por la unidad de sus filas. En la Escuela Normal detonaron dos petardos en un baño y la dirección suspendió las clases por quince días. El cierre de la EN hizo más difícil para Oroz la atención del movimiento estudiantil en este centro. La policía sabía que detrás de los acontecimientos ocurridos en la EN estaba la presencia de Oroz, por eso el teniente de la policía José de Jesús Castaño lo buscaba sediento, como una fiera a su presa. Pero Fulgencio Oroz era incansable, se movía ahora en otro frente: el movimiento obrero. En la fracasada “Huelga del 9 de Abril”, la JS lo responsabilizó con las tareas de agitación y propaganda, aunque no se logró el propósito principal por la falta de unidad de las organizaciones participantes. No obstante, a Oroz lo animaba siempre un sentido unitario, buscaba unir a todas las organizaciones que luchaban contra Batista, lo que evidenció en el Barrio de Luyanó, donde llevó a cabo la captación de jóvenes, tanto dentro del movimiento obrero como estudiantil. En esta tarea lo ayudó su superior formación política e ideológica.

A finales del año 1958, era evidente el incontenible avance de los rebeldes en la Sierra y en otros frentes guerrilleros del centro de la Isla. En la capital del país, refugio de los principales dirigentes de la dictadura, las fuerzas represivas y sus esbirros arreciaban la persecución de los combatientes clandestinos. Fulgencio Oroz vivía en la clandestinidad; su último lugar de residencia fue en la casa de Úrsula Delgado, militante del Partido Socialista Popular (PSP), en Palatino No. 253, segundo piso. En la mañana del 2 de diciembre de 1958 tuvo contacto con varios compañeros del movimiento obrero, cerca de la Calzada de Luyanó: trataban de impulsar las tareas del Frente Obrero Nacional Unido (FONU), integración de fuerzas, con fines unitarios, en el que estaban representadas todas las organizaciones que luchaban contra el régimen batistiano. Luego, se dirigieron con otros compañeros hacia la Calle Remedios, a un costado del Hospital Hijas de Galicia*****, y en el momento en que fueron a saludar a un miembro del Movimiento 26 de Julio parado allí, varios agentes policiacos, vestidos de civil, bajo las órdenes del capitán Evelio Mata Rodríguez y e Conrado Carratalá se lo llevaron detenido para la 10ª. Estación de Policía. Por la madrugada, Úrsula le comunicó a su hijo que Fulgencio Oroz no había venido a dormir. La búsqueda por familiares, compañeros y miembros de su organización comenzó desde el amanecer del día tres de diciembre por las distintas estaciones de Policía, los hospitales y casas de socorro, y en los lugares donde solía ocultarse, pero el resultado fue infructuoso. Fulgencio Oroz conocía, de primera mano, datos que los órganos represivos ansiaban poseer: las cifras de los Comités de Base de la JS, el nombre de los contactos en los planteles estudiantiles, nombre y dirección de más de 90 casas de la organización juvenil y hasta las del PSP, el nombre y la ubicación de muchos cuadros del Movimiento 26 de Julio y de otras organizaciones. El propio Oroz estaba consciente y sus compañeros también que la policía trataría de extraerle esa valiosa información, utilizando los más crueles métodos de tortura. Pero Fulgencio Oroz había dado muestras de tal firmeza y capacidad de resistencia que nadie abandonó su posición. Con solo 19 años, demostraba la educación comunista recibida en las filas de su organización y su inconmovible fe en la victoria. Prefirió morir antes que delatar a sus compañeros.

La búsqueda no cesó a pesar que habían transcurridos varios días. Las autoridades cínicamente informaban que no lo tenían detenido. Su hermana, Paquita, también estudiante de magisterio, solicitó a la profesora de Español de la Escuela Normal, la doctora Cira Soto Palenque, quien gozaba de prestigio profesional y humano entre los estudiantes, que la acompañara al Castillo del Príncipe, que era la principal prisión de la ciudad. La visita resultó de igual modo infructuosa. El día 16 de diciembre los estudiantes normalistas suspendieron las clases en señal de protesta por la desaparición física de su compañero. El magazine Mella, el 26 de diciembre, publicó un trabajo bajo el título de “El secuestro del estudiante Oroz”. La FEN repartió miles de volantes impresos en protesta por la desaparición de Oroz. El Instituto de La Habana suspendió las clases por dos días, el Instituto de la Víbora cerró hasta enero.

Después del triunfo de la Revolución, en enero de 1959,****** el Comité Nacional de la JS creó una comisión para la búsqueda de los restos de Fulgencio Oroz: se tuvieron en cuenta todas las informaciones y declaraciones de diversas personas, pero los restos no aparecieron jamás. Su nombre y su obra están presentes en la memoria de muchos jóvenes que lo conocieron y de las nuevas generaciones que, al analizar su vida de estudiante y luchador del magisterio, deben tenerlo presente como uno de los forjadores de la hermosa historia de nuestra sociedad.

 

NOTAS

*En algunos textos periodísticos aparecen como fecha de nacimiento el 20 de marzo, e incluso el 30 de marzo. En el tomo 27, folio 222 del Registro Civil, municipio de Candelaria, provincia de Pinar del Río, reza como fecha el día 20; pero Sabina, su madre, asegura que fue el 14, y sus hermanos, Enrique y Paquita afirman que ese día celebraban el cumpleaños. (Entrevista realizada por las autoras del libro A pecho limpio a la madre y hermanos de Fulgencio.)

**Lavar y planchar para afuera: era una ocupación de la mujer humilde y desempleada, que podía realizar en su propia casa: recibía, de los clientes que pudieran pagar este servicio, la ropa sucia de la casa, de hombre, mujer o niños, ropa de cama, etc., y su función era lavarla, generalmente a puño, en una batea, hervirla, almidonarla y plancharla.

***Tren de cantina: era un servicio que algunas familias se especializaron en ofertar. Preparaban almuerzo y comida para entregarla al domicilio de cada cliente. Los alimentos eran transportados en varios recipientes de aluminio denominados “cantinas”. Usualmente una estaba destinada para los caldos: sopa o potaje, otra para el arroz, otra para las viandas y otra para las carnes. Se acomodaba una cantina encima de la otra, insertadas todas por un sostenedor que permitía conducirlas con facilidad por el repartidor de cantinas.

****Reconocimiento: período de tiempo aproximadamente similar a un trimestre. El curso estaba dividido en tres, el primero se extendía desde septiembre hasta las Navidades de fin de año, el segundo hasta Semana Santa y el tercero hasta junio, donde finalizaba el curso escolar.

*****En el lugar de su detención, Remedios, entre Nuestra Señora de Reglas y Nuestra Señora de los Ángeles, en la Circunscripción 25 de Luyanó, existe una tarja dedicada a Fulgencio Oroz, con la siguiente inscripción: “Fulgencio Oroz, 1940-1958. Al inolvidable compañero de la JS al conmemorarse el primer aniversario de su muerte. JS, M-26-7”. Como se observa, la tarja tiene un error, pues en vez de 1940 la fecha de nacimiento es 1939.

******En el juicio, que se celebró el 6 de febrero de 1959 por los Tribunales Revolucionarios, fueron sancionados a la máxima pena el exteniente José de Jesús Castaño Quevedo, Evelio Mata Rodríguez y otros verdugos, a los cuales pudo probarse que habían participado en la captura y torturas infligidas hasta la muerte a Fulgencio Oroz. Otros torturadores y asesinos lograron escapar para el Norte.


Referencia

1PACHECO M C, CRUZ O, FABIÁN H. Apuntes para la historia del movimiento juvenil cubano. La Habana, Cuba: Casa Editora Abril; 1987, p. 124.

Bibliografía

COLEGIO MUNICIPAL de Maestros Normales y Equiparados de La Habana. Nuestros Mártires. La Habana, Cuba: s/f.

EXPÓSITO B, DÁVILA L, BORROTO A. Apuntes del movimiento  de los trabajadores de la educación 1899-1961. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1965.

GRANMA. Órgano Oficial del CC del PCC. La Habana, martes 7 de septiembre del 2010, Año 46, No. 413.

JIMÉNEZ L, JIMÉNEZ A. A pecho limpio (Premio Biografía). La Habana, Cuba: Ediciones Verde Olivo; 2004.

Este artículo utiliza, como bibliografía fundamental, el libro A pecho limpio, de las autoras Limbania Jiménez Rodríguez y Argentina Jiménez Rodríguez; editado por la Casa Editorial Verde Olivo. Las autoras manifiestan estar ‘‘satisfechas de que se divulgue la vida y la trayectoria revolucionaria de quien amó el magisterio y quiso ser maestro, sueño que vio truncado al ser asesinado por la tiranía de Fulgencio Batista, por sus luchas en contra del régimen’’.

A las autoras del libro, por ceder sus derechos; al autor del artículo, por su esfuerzo en la realización, y a la Vicerrectora de Investigaciones y Postgrado, por aportar la idea, a todos llegue el agradecimiento.

Consejo Editorial