Varona

No.50   Enero-Junio 2010.    ISSN: 1992-82

EN CASA


Fundamentos sociopolítico-educativos de Simón Rodríguez, Bolívar y Martí

Simón Rodriguez, Bolívar and Marti´s Sociopolitical-Educative Fundaments

Lic. María Magdalena Piñango Piñango. Coordinadora Académica Sede Caracas. Universidad Bolivariana de Venezuela.

Correo electrónico: pinangopinango@gmail.com

Recibido octubre de 2009   Aceptado enero de 2010


RESUMEN

El trabajo que se presenta es el resultado del análisis realizado acerca de la relación sociopolítico-educativa fundamentada por Simón Rodríguez, Simón Bolívar y José Martí, y que constituye el eje transversal en las transformaciones que se efectúan en el sistema educativo bolivariano de Venezuela.

PALABRAS CLAVE: fundamento sociopolítico-educativo, educación social.

ABSTRACT

This article presents the results of an analysis made about the relation of the sociopolitical-educative fundaments considered by Simon Rodriguez, Simon Bolivar and Jose Marti which constitute the transversal central idea inn he transformations taking place in the Bolivarian educational system of Venezuela.

KEYWORDS: sociopolitical educative fundaments, social education.

Introducción

Simón Rodríguez “Samuel Robinsón”, Simón Bolívar “El Libertador” y José Martí “El Apóstol”, tres personas nacidas en el Caribe, y donde cada uno de ellos, en los niveles sociopolíticos y educativos, tuvieron una proyección en Latinoamérica y el mundo.

¿Por qué Rodríguez, Bolívar y Martí juntos? Samuel Robinsón, después de su regreso a América en el 1823, orientó su praxis para hacer que la educación escolar contribuyera a robustecer las repúblicas recién instituidas. El Libertador orientó su actividad política con el propósito de dirigir la constitución y la consolidación de las repúblicas bajo el dominio de la Corona Española en América, y el Apóstol, como un Bolívar, nace medio siglo posterior: eso es en cuanto a hacedor de la historia, pero como historiador, el que cuenta la historia, es tal vez el que más logra descifrar los enigmas que marcaron la existencia del Libertador. Los tres hombres guardaron una estrecha comunión en su pensamiento sociopolítico-educativo, lo que no descarta que discreparan en algunas cuestiones, pero mayores fueron sus coincidencias que sus diferencias, por lo que se puede afirmar que sus pensares se complementaban, en sus formulaciones políticas, sociales y educacionales.

Desarrollo

Simón Rodríguez nació en 1771, en la Caracas colonial; a los 20 años le otorgaron el título de maestro, fue así que inició su larga carrera pedagógica, donde no solo era maestro de Bolívar, sino de toda una generación de criollos, tanto pobres como acomodados. Fue un hombre entregado plenamente al servicio de los hombres, sobre todo, al servicio del pueblo humilde y trabajador de nuestra tierra americana; es así que la idea de sociedad en Rodríguez estuvo basada en una relación sociohistórica, política y geográfica.

Para Rodríguez, la educación es responsabilidad del gobierno, y en este sentido, tiene carácter nacional o público, teniendo como base los principios de unión y del bien común, ambos elementos implícitos en su visión de sociedad como una asociación, reflexión que se opone al principio individualista contenido en las doctrinas liberales modernas, que caracterizaban a los procesos sociopolíticos e ideológicos, y en particular, educativos, de la sociedad desde el siglo XIX hasta nuestros días. Su empeño fue la formación del hombre para que socialmente pudiera vivir en libertad, en una república de base comunitaria. Esto hizo que propusiera que la educación social condujera a conocer con propiedad los deberes y los derechos de todo ciudadano. Su intento de establecer la educación popular, democrática, sin distinción de raza y sexo orientada a la capacitación social igualitaria, por medio de la formación moral y laboral de todos los niños y jóvenes, era visto con horror, excepto por Bolívar.

Simón Rodríguez y José Martí fueron ardientes propugnadores de una democracia amplia de la enseñanza y la educación. Educación popular, educación para la masa infantil más humilde, los “niños pobres”, los hijos de los indios y negros mestizos que trabajaban para satisfacer escasamente sus pocas necesidades. Tanto para uno como para otro, la educación era panacea que debía conducir a reformas de la sociedad americana postcolonial.

Para Martí, la educación popular no quiere decir exclusivamente educación de la clase pobre; sino que todas las clases de la nación fueran bien educadas, fue así que destacaba la necesidad de crear una Pedagogía que resolviera nuestra identidad. La concepción martiana se asienta en una cultura histórica como asidero referencial para establecer, incluso, la dirección del presente. El uso  martiano de la historia fue sistemático y encontró respuestas en lo ya acontecido para las problemáticas de su tiempo. En este proceso tiene una importancia trascendente el conocimiento de las tradiciones, la historia y la cultura autóctona: “La historia de América, de los incas acá, ha de enseñarse al dedillo, auque no se enseñe la de los arcontes de Grecia. Nuestra Grecia es preferible a la Grecia que no es nuestra. Nos es más necesaria…’’.1 Esto demuestra que la historia brinda referentes claros para el presente.

Rodríguez y Martí distinguían la instrucción de la educación y la creían complementarias y necesarias. Defendieron la necesidad de una educación igual a todos los sectores sociales, porque consideraban que ella sería un factor de igualdad. Cuestionaban la escala social basada en la riqueza; defendían que la felicidad de un pueblo está en relación directa con la dirección de los sentimientos sociales, de justicia, inculcados y desarrollados sobre la base del pensamiento científico, abogaron por la extensión de la noble tarea de enseñar y educar y exaltaron el papel de los maestros.

Otra importante faceta común, entre las concepciones pedagógicas de ambos pensadores, es el papel del trabajo en la educación de los niños. Fue Simón Rodríguez un pionero de la combinación del estudio y el trabajo, destacaba que los maestros debían darle a conocer a los niños el valor del trabajo para que apreciaran el valor de las obras. Esto derivó que sus adversarios se escandalizaran y pusieran todo género de trabas para hacerlo fracasar. Este mismo criterio pedagógico sostenía Martí, al declarar que en “la escuela se ha de aprender el manejo de las fuerzas con que en la vida se ha de luchar”.2

El principio pedagógico de estudio-trabajo permite que el hombre sea educado en el valor del trabajo mediante el trabajo. En este principio, los jóvenes se adiestran, toman conciencia de su utilidad social y del deber para la sociedad. Báxter E plantea en su obra Educar en valores. Tareas y retos de la sociedad, que al hablar de la teoría se hace en función de la existencia de un conjunto de conocimientos verificados en la práctica y esta es todo aquello que se pone en evidencia en el quehacer de la vida real y objetiva del sujeto, que se instrumenta y se manifiesta en el trabajo educacional en función del quehacer pedagógico.3

Rodríguez y Martí abogaron por la enseñanza racional y científica, en contraposición con los criterios escolásticos y teológicos dominantes, donde la ignorancia era acompañada de la miseria, la opresión y el servilismo desesperado. Bien sentenció el maestro Bolívar, al decir: “Al que no sabe cualquiera engaña. Al que no tiene, cualquiera lo compra”.4 Los ideales pedagógicos de Simón Rodríguez no se han hecho realidad hasta los momentos actuales en que se trabaja por lograr un nuevo sistema educativo bolivariano, que sitúa a la educación del pueblo en primer orden, en que  a todos se les enseña y educa a vivir en sociedad, a manejar las fuerzas que abran nuestro país al progreso material y espiritual. Martí es considerado como uno de los más destacados enaltecedores de la trayectoria histórica de Bolívar; en su pluma, como en su tiempo, los perfiles heroicos de la actuación bolivariana adquieren un tono épico, deslumbrante, conmovedor, a la altura de la gran hazaña descrita y del esfuerzo humano de su ejecución. Ningún otro escritor ha gozado de tanta autoridad, pues en Martí la glorificación de Bolívar no solo va calzada con el decir justiciero y hermoso, sino con su condición heroica.

Cierto es que el origen social de Martí y Bolívar son radicalmente diversos. Bolívar nació en la opulencia, fue uno de aquellos mantuanos que poseyó esclavos y gozó de una fortuna amasada con la explotación del negro en las plantaciones. Como también es verdad, que supo comprender la necesidad de abolir la servidumbre de los indígenas y la esclavitud, e hizo libres a los esclavos. En tanto que Martí, de un hogar humilde, se identificó tempranamente con los esclavos africanos y consagró su vida a redimir a “los pobres de la tierra”. A pesar de estas diferencias hay algo que los mancomuna mediante un vínculo de continuidad dialéctica. Esta es la consecuente condición de revolucionarios. Bolívar y Martí se enfrentaron a sus realidades respectivas con el decidido propósito de encauzar una solución radical de acuerdo con las posibilidades históricas del lugar y el momento.

El estudio efectuado por Martí lo llevó a percibir que era continuador de Bolívar y a conocer en los puntos en los cuales debía superarlo, este estudio probablemente lo completó durante su estancia en Caracas, de enero a junio de 1881. Las ideas de Martí acerca de Bolívar nos dan una visión más precisa de su concepción teórica y de su aplicación a la gesta bolivariana, concepción que está bastante cerca de la ofrecida por Plejanov J en su famoso opúsculo El papel del individuo en la historia: “El gran hombre es, precisamente un iniciador, porque va más lejos que otros. Resuelve los problemas científicos planteados por el curso anterior del desarrollo intelectual de la sociedad; señala las nuevas necesidades sociales, creadas por el anterior desarrollo de las necesidades…”.5

Si relacionamos estas ideas con el planteamiento de la profesora Parés al decir que la  “La historia de un pueblo, (…) no puede comenzar como se inicia la llamada ´Historia Oficial´, con un hecho externo a su vida (…) es importante asumir el pasado en toda su magnitud, conocerlo y valorizarlo para poder contar con referente histórico…”.6

Se aprecia que ambas ideas se complementan entre sí, porque logran reafirmar la importancia y la necesidad de retomar la historia y reivindicarla. Es necesario destacar que, para el Presidente Chávez, Rodríguez, Bolívar y Martí son modelos para la construcción de una sociedad justa, solidaria y defensora de sus ideas socioculturales. Chávez, en su discurso con motivo del 181 aniversario de la creación del Congreso de Angostura en el 2001, expresó:

…Lo que Bolívar y los bolivarianos de entonces: Simón Rodríguez, uno de los más ilustrados, de los más profundos, pretendían era eso, eliminar la esclavitud, por ejemplo, eliminar las desigualdades, crear una sociedad feliz, decía él. Así que crear una nueva sociedad, he allí un reto que tenemos hoy, nada más y nada menos, planteado en Venezuela, un reto lanzado por Bolívar desde entonces, desde este mismo sitio (…) Bolívar señalaba lo del gobierno más perfecto. Hacia allá debemos apuntar nosotros. “El gobierno más perfecto, es aquel que proporciona a su pueblo la mayor suma de felicidad posible (…)’’ Bolívar tenía una mentalidad popular, sin duda, a pesar de que nació en una cuna oligárquica… .7

Además de las definiciones de estado, sociedad y gobierno, Bolívar plantea:

…líneas definitorias de la República (…), aquello de “Moral y Luces nuestras primeras necesidades,” o aquel señalamiento de Simón Rodríguez, pero que Bolívar tiene muy claro (…) decía Rodríguez “no se llamen a engaño, estamos hablando de repúblicas, pero aquí no hay república y no hay república porque no hay pueblo”. Decía Rodríguez: “y no hay pueblo porque  un pueblo es mucho más que la sumatoria de un conjunto de habitantes en una región geográfica determinada”. Para que haya pueblo y este es un concepto histórico, filosófico, sociológico y político en el cual creo profundamente, es un concepto robinsoniano-bolivariano “No habrá pueblo verdaderamente –decía Simón Rodríguez– hasta que no tengamos seres humanos republicanos” y un hombre o una mujer republicano o republicana es aquel o aquella que piensa en la cosa pública, es decir, piensa en los demás, en la vida de todos, no en el individuo, ese individualismo egoísta neo-liberal que nos quisieron sembrar como veneno en la mente y en el alma”.8

Esto da respuesta a las intenciones del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, al declarar el 15 de diciembre de 2006:

…y una de las raíces fundamentales de nuestro proyecto socialista, (…) es el socialismo de los aborígenes. Ellos vivieron en socialismo durante siglos, todavía usted va a visitar a nuestros hermanos Kuivas, allá en Caravalí, en las riveras del Capanaparo y ve que ellos viven en socialismo. ¡Viven en socialismo ahora mismo! (…) Ellos son los portadores de socialismo de estas tierras; ellos deben ir a la vanguardia, son ejemplo de resistencia, de sabiduría,… .9

Amparado en el basamento teórico de Rodríguez y Martí, no cabe duda que Samuel Robinsón, como luego el Apóstol, “con los pobres de la tierra” quisieron su suerte echar. Ambos defendieron las etnias oprimidas y discriminadas, por el trabajo fatigoso y la incultura. Encaminaron sus esfuerzos por convertirlos en hombres, a diferencia de los iluministas como Kant, quien abogó por hacer de la ilustración un medio para elevar la categoría del hombre integral de la burguesía. Rodríguez como Martí fijan sus ojos en la masa más humilde, ignorante, arrastrada por sus pasiones e instintos más primitivos, masa reducida al fanatismo como sola conciencia permisible.

De hecho dar cumplimiento al objetivo de nuestra investigación confirma la necesidad y actualidad de la misma, en un momento histórico social de la Venezuela que se encuentra en construcción y que la Universidad Bolivarina de Venezuela (UBV) asume, defensora de los derechos humanos y de la justicia social. Las autoridades de la UBV, en los años 2007 y 2008, se han propuesto la refundación de la universidad, por medio de la UBV  del siglo XXI y lo exponen en la presentación de la compilación realizada por los profesores Luis Damiani y Omaira Bolívar, denominada Pensamiento Pedagógico Emancipador Latinoamericano, por una Universidad Popular y Socialista de la Revolución Venezolana:

…el compromiso de la universidad en el contexto de la revolución venezolana. El desafío de nuestra universidad como espacio de vida, creación, ruptura y superación se expresa fundamentalmente en su alcance ético-político (…) a la justicia social, a la recuperación del ambiente (…) que impulsa la praxis de la ciencia, los saberes y la educación por un mundo mejor, más humano y sostenible (…). Conciencia social, memoria histórica, identidad cultural e integración antiimperialista son principios fundamentales, hilo conductor de una Pedagogía de la Emancipación, inherentes a nuestros procesos de formación y desarrollo revolucionario.10

Hablar de humanismo, integración, solidaridad e identidad cultural, es enfatizar el pensamiento de Simón Rodríguez, quien consideraba la importancia de una educación social fundamentada en la formación del hombre para que socialmente pueda vivir en libertad y en una República de base comunitaria; de ahí que es necesario ocupar un espacio para reflexionar sobre este contructo y las diferentes posturas a lo largo de la historia.

Natorp, en 1913, desde una perspectiva sociologística, opina que toda educación es social, aunque existen otros extremos como Rousseau, que reflexiona acerca de que la sociedad corrompe al individuo; esta última corriente ha florecido en los últimos tiempos y, por tanto, es necesario partir de qué entender como educación social para comprender a Rodríguez y la posición que se defiende en esta investigación.

La diversidad de acepciones acerca del término “social” complica el sentido que se asigna a la educación. Sobre la denominación de educación social existe un amplio espectro de opiniones, pero en este caso se debe dejar claro que entre lo social y la educación, la sociedad es un agente, un medio, un fin, factor condicionante de la educación, aunque en contraposición, Medina Rubio, en 1999, consideró que era un factor, una meta o condicionante de la sociedad.

La educación social, para Petrus, debe ser conceptualizada y explicada en función de factores tan diversos como el contexto social, la concepción política, las formas de culturas predominantes, la situación económica y la realidad educativa del momento. De hecho, solo es posible interpretar el actual resurgir de la educación social si son atendidos los significativos cambios en el contexto social. En el mismo año, Quintana consideró que el proceso de socialización comprendía la adaptación a la vida social y a sus normas, hasta alcanzar la capacidad de convivencia y de participación en la vida comunitaria. Desde esta perspectiva, la educación social tiene por objeto el logro de la madurez social de cada persona y, por tanto, es un aspecto importante de la educación general del ser humano.

Indudablemente, la educación social es interpretada como la inserción del individuo en su medio social. Diversos son los autores que opinan al respecto y por su importancia, se relacionan algunos de ellos. Las visiones más clarificantes del concepto de “lo social” se encuentran en Ortega y Gasset, al considerar que la convivencia es un rasgo esencial para lograr un fin común. Kriekmans, en 1968, amplía lo planteado por Ortega y Gasset, al considerar que la tarea de la educación social despierta el sentido de las relaciones entre los hombres, en asignarle un lugar en el orden de los valores y en promover las relaciones sociales lo más perfecta posible.

Sansvisens, en 1984, centra su estudio en cuanto a la educación social y enfatiza el carácter social del hombre y su protagonismo en la comunidad, donde se ha de tener en cuenta lo individual y lo colectivo. Quintana, en el mismo año, asume los criterios de Sansvisens, pero pondera la importancia de formar en los individuos sentimientos sociales donde la conciencia de solidaridad debe primar entre los hombres y los pueblos. Esto ya fue considerado por Maíllo, en 1974, al destacar que para lograr una adecuada convivencia es necesario el diálogo constructivo que permita la compatibilidad entre las personas.

Para Zavalloni, en 1977, la meta esencial de la acción educativa es precisamente favorecer la personalidad humana, de modo que el individuo sea capaz de tratar adecuadamente con las demás personas, en otros términos, favorecer su capacidad de integrarse en la actividad y en la vida asociada.

Como se aprecia, los rasgos más significativos de la educación social se centran en la formación del individuo en función de:

Conclusiones

Simón Rodríguez y José Martí fueron ardientes propugnadores de una democracia amplia de la enseñanza y la educación. Educación popular, educación para la masa infantil más humilde, los ‘‘niños pobres’’, los hijos de los indios y negros mestizos que trabajan para satisfacer escasamente sus pocas necesidades.

La educación popular en Martí no quiere decir exclusivamente educación de la clase pobre; sino que todas las clases de la nación sean bien educadas, fue así que destaca la necesidad de crear una Pedagogía que resuelva la identidad. La concepción martiana se asienta en una cultura histórica como asidero referencial para establecer, incluso, la dirección del presente. Esto queda refrenado por el Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Hugo Chávez Frías, al indicar que la educación no debe ser una copia de modelos de otros sistemas educativos; debe tomar por referentes, para su construcción y perfeccionamiento, la vigencia de los ancestros, el pensamiento sociopolítico-educativo de Simón Rodríguez, Simón Bolívar y José Martí.

 

Referencias

1MARTÍ J. Obras Completas. T. 6. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; (1963-1965) p.18.

2MARTÍ J. Obras Completas. T. 19. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; (1963-1965). p. 375.

3BÁXTER E. Educar en valores. Tareas y retos de la sociedad. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 2007.

4MORALES S. Simón Rodríguez y José Martí. Convergencia y actualidad de ideas. En: Martí en Venezuela, Bolívar en Martí. La Habana, Cuba: Editora Política; 1985. p. 120.

5PLEJANOV J. El papel de individuo en la historia. Buenos Aires, Argentina: Editorial Intermundo; s/a. p. 73.

6PARÉS C H. Huellas Ka-tu-gua. Ensayos. Caracas, Universidad Central de Venezuela. CDCH; 1995. p.14.

7CHÁVEZ H R. 181 aniversario de la creación del Congreso de Angostura. 2001 año de las leyes habilitantes. Selección de discursos del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Año 3. T. No. III. Febrero 2001. pp.122, 124, 125.

8CHÁVEZ H R. 181 aniversario de la creación del Congreso de Angostura. 2001 año de las leyes habilitantes. Selección de discursos del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Año 3. T. No. III. Febrero 2001. pp.122, 124, 125.

9CHÁVEZ H R. 181 aniversario de la creación del Congreso de Angostura. 2001 año de las leyes habilitantes. Selección de discursos del Presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Año 3. T. No. III. Febrero 2001. pp.122, 124, 125.

10DAMIÁN L, BOLÍVAR O (COMPS.). Pensamiento pedagógico emancipador latinoamericano. Primera edición. Caracas, Venezuela; Universidad Bolivariana de Venezuela; 2007. p. XIII

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