Varona

No.50   Enero-Junio 2010.    ISSN: 1992-82

CREACIÓN Y TALENTO


Autoevaluación y creatividad

Self-Evaluation and Creativity

MSc. Estela Mena Camacho. Asistente. Universidad de Ciencias Pedagógicas “Enrique José Varona”. La Habana, Cuba.

Correo electrónico: estelamc@ucpejv.rimed.cu

Recibido marzo de 2009   Aceptado diciembre de 2009


RESUMEN

Establecer la relación entre la autoevaluación y la creatividad a partir de rasgos de la personalidad que le son inherentes a los sujetos creativos como la independencia y la autoestima, son algunos de los elementos teóricos que son fundamentados en este trabajo, el cual es el resultado de una investigación realizada con el propósito de diseñar una estrategia que permite instrumentar la autoevaluación en la formación profesional desde una concepción desarrolladora del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Al considerar la autoevaluación como fin mismo del proceso evaluativo, se ha evidenciado como esta facilita a desarrollar en el estudiante todas sus potencialidades para de una manera auténtica, crítica, responsable y autónoma valore sus modos de actuar, pensar y sentir, lo que permitirá elevar su confianza y seguridad, así como su autoconocimiento, expresado en su autoestima y, de esta forma, incidir en los niveles de independencia que va alcanzando, los cuales contribuyen al desarrollo de sus potencialidades creativas.

PALABRAS CLAVE: autovaloración, autoestima, autoevaluación, creatividad, evaluación, independencia.

ABSTRACT

Establishing a relation between self-evaluation and creativity stemming from a person´s personality traits such as independence and self esteem are inherent to creative individuals are some of the main theoretical ideas of this article, which stems from research done with the purpose of designing a strategy which would allow to put into practice self-evaluation in the training of professionals from a developing conception of the teaching learning process.

Considering self-evaluation as the means for the evaluative process, it has been shown that this contributes to develop in the students all of their potential in an authentic, critical, responsible and autonomous manner, which allows the student to evaluate his way of thinking, acting and feeling and at the same time allow his trust and assuredness as well as his self knowledge expressed in his self-esteem and this way act upon levels of independence that the student may reach, which contribute to developing his creative potentialities.

KEYWORDS: self-evaluation, self-esteem, self-valuation, creativity, evaluation, independence.


Introducción

La Pedagogía, como máxima expresión de las intenciones y los propósitos del desarrollo educativo, asume los retos de estos tiempos en la búsqueda de vías, formas y recursos que permitan perfeccionar los procesos de enseñanza y aprendizaje en el ámbito escolar, de manera que se propicien las condiciones para la formación integral de un sujeto más pleno, más comprometido, más audaz, reflexivo, crítico, independiente, con un alto nivel de autoestima, con sólidos valores de responsabilidad, sinceridad, honestidad y justicia, capaz de autorregularse, autoperfeccionarse, autodeterminarse, autoeducarse y, por ende, autoevaluarse, lo cual debe promover un mayor desarrollo de sus capacidades creativas.

Ello justifica la importancia de profundizar y fundamentar acerca del tema de la evaluación y sus potencialidades educativas, así como su incidencia en el desarrollo de capacidades creativas, por la implicación individual de los sujetos que participan en el proceso de enseñanza-aprendizaje y por su alcance en el crecimiento y el desarrollo de estos, donde se sitúa al estudiante como protagonista de su propio conocimiento, a partir de sus posibilidades reales, invitándolo a realizar la autovaloración de sus modos de pensar, actuar y sentir, con el fin de alcanzar estadios superiores en su crecimiento personal y profesional.

Independientemente de las investigaciones realizadas por diferentes autores sobre la autoevaluación y la creatividad, resulta todavía insuficiente el estudio de sus interrelaciones, así como de los nexos que existen entre ambas.

Penetrar en la autoevaluación, como una de las vías para educar y desarrollar la creatividad, además de ser un espacio para cultivarla a partir de rasgos tan significativos como son la independencia y la autoestima, son elementos que, aunque no exentos de riesgos, se abordan en este trabajo.

Desarrollo

La autoevaluación y la creatividad

Son precisamente los desafíos que plantea la sociedad actual a la escuela, los que imponen la necesidad de profundizar en el tema de la creatividad por la relación directa de esta con todo el ciclo de formación de la personalidad y por constituir un fin en sí misma, del proceso de desarrollo del ser humano.

Múltiples son las concepciones que giran alrededor de la creatividad y varios autores realizan investigaciones en este campo tan controvertido, debido a las diversas definiciones realizadas y a las posiciones asumidas al respecto.

Sin tratar de analizar las más de 400 acepciones, resulta necesario, no obstante, destacar algunas que puedan ilustrar los diferentes criterios asumidos en el estudio de los procesos creativos del sujeto.

En el propio origen de la palabra crear se evidencia su condición de crecimiento en el ser humano y, por consiguiente, del desarrollo de la humanidad.

Ante el avance vertiginoso de la ciencia, la técnica y la propia vida cotidiana, hablar de creatividad y educación en el siglo XXI, significa resaltar la caracterización medular del objeto fundamental hacia el cual se dirigen los fines y propósitos de las personas en este milenio. Abordar la creatividad desde la esfera educacional conduce a la formación de una personalidad más integral.

El estudiante contemporáneo debe ser capaz de aprender a descubrir y resolver problemas de su cotidianidad, tiene que ser un transformador crítico y reflexivo de su realidad, actuar de manera más autónoma, autorregulada e independiente. Para ello, resulta indispensable que esté dotado de un profundo sentimiento de amor, respeto y solidaridad hacia sus semejantes y hacia sí mismo.

Todo esto se dirige a garantizar que el sujeto se apropie de la cultura, propiciando el desarrollo ininterrumpido de su autoperfeccionamiento, autodeterminación y autovaloración, en estrecha interrelación con las necesidades sociales, su compromiso y responsabilidad ante estas.

A partir de estos presupuestos es que estudiosos del tema, en la esfera educacional, han establecido sus conceptualizaciones. Así se destacan numerosos pedagogos, como es el caso del español Fernández M, quien expone algunos aspectos relacionados con la situación didáctica y creativa, resaltando la interacción docente-discente, la necesidad de promover la creatividad en los estudiantes mediante su entrega al hallazgo, descubrimiento, resolución, expresión y producción de lo oculto o problemático, “olvidando” las decisiones inteligentes.1

Considerando estas reflexiones, se cuestiona “si en realidad alertamos creadoramente, si buscamos algo nuevo, si exploramos algún terreno sin descubrir, si miramos lo viejo como si fuese algo nuevo, si cambiamos, variamos y transformamos lo que hemos encontrado, si podemos pensar en algo que no estemos pensando”.2 Estas preguntas las considera parte de lo que sería la fuente del desarrollo del proceso creativo.

Por su parte, la mejicana Mejía M estima que la creatividad es la fuerza o energía invisible mediante la cual se pueden encontrar nuevas maneras de hacer las cosas, como un potencial el cual debe desarrollarse a través de la vida. El imprimirle un carácter continuo al desarrollo de la creatividad constituye un rasgo distintivo que resulta interesante, por la posibilidad de implicación personal de los sujetos en su constante crecimiento.3

Ibáñez R, pedagogo argentino, la define como cierta capacidad de innovación ante los problemas inéditos y las situaciones no previstas. Este autor la destaca como capacidad; a su vez, señala como un aspecto importante, la búsqueda de problemas aún no resueltos.4

De forma análoga, Maldonado M, profesora de la Universidad de Carabobo, en Venezuela, considera que debe aceptarse la creatividad como forma de vida en la que cada cual pueda inventar su técnica personal de resolución de problemas conducentes al desarrollo de una posición auténtica.5

Minujin A y Mirabent G plantean que “desde el punto de vista marxista-leninista, la creatividad constituye una cualidad esencial del hombre en su devenir histórico dado el carácter activo y consciente de su psiquismo (…) constituye una capacidad posible de desarrollar en el hombre cuyo origen se encuentra en una necesidad básica de los seres vivos. La creatividad es la capacidad de producir y comunicar nueva información en forma de producciones originales, se puede manifestar como descubrimiento. La capacidad creadora tiene componentes intelectuales cognitivos, afectivos, motivacionales y volitivos conductuales”.6

Estas autoras parten de uno de los fundamentos epistemológicos de la creatividad, y se apoyan en la concepción filosófica marxista-leninista para establecer sus rasgos históricos y psicológicos.

Torre S, catedrático de la Universidad de Barcelona, la considera como capacidad y actitud para generar ideas y comunicarlas. Plantea que esta capacidad tiene su origen en los estímulos socioculturales y se proyecta en toda actividad profesional o humana.7

González A, investigadora cubana, define la creatividad como “la potencialidad transformativa de la persona basada en un modo de funcionamientos integrado de recursos cognitivos y afectivos, caracterizado por la generación, la flexibilidad, la expansión, la autonomía y el cambio”.8

Esta estudiosa del tema de la creatividad hace énfasis en la integración de lo cognitivo y lo afectivo de la personalidad, así como en sus características. Es significativo en esta definición el hecho de considerarla como potencialidad transformadora de la persona, lo cual conduce a una valoración de las motivaciones intrínsecas que impulsan esa necesidad de cambio en los sujetos.

Otros intelectuales cubanos, como son Chibás F, Betancourt J y Trujillo O, la definen como “proceso o facultad que permite hallar relaciones o soluciones novedosas partiendo de informaciones ya conocidas. Abarca no solo la posibilidad de solucionar un problema ya conocido, sino también implica la posibilidad de descubrir un problema allí donde el resto de las personas no lo ven”.9

En esta definición, se destaca el carácter de proceso y su condición de novedosa, además de unirse a otros criterios que la asocian con la detección de problemas como vía importante del acto creativo.

Todas estas definiciones abordan elementos comunes, como descubrir y solucionar problemas, relación entre lo afectivo-motivacional y lo cognitivo-instrumental en la personalidad, la distinguen como capacidad, actitud, producción original, potencialidad de los sujetos e innovación que conducen a la profundización de las características esenciales en la personalidad del sujeto portador de creatividad.

Exponentes del tema de la creatividad en educación son los autores cubanos Martínez M, Mitjáns A, y González F, los cuales aportan a las diferentes concepciones teóricas, aspectos esenciales para su análisis y reflexión en el campo tan complejo y delicado de la personalidad de los estudiantes en los distintos aspectos de su desarrollo. Para ello, se realiza un minucioso estudio en la esfera educacional y de los procesos de enseñanza y aprendizaje que en ella se hallan inmersos dialécticamente.

Martínez M parte de una fundamentación filosófica y pedagógica, fundamentalmente, y afirma que la labor pedagógica es creativa porque su contenido encierra la formación del hombre. Plantea en su obra que “La creatividad como un proceso distingue un amplio sistema de problemas, connotaciones sociales e influencias que se encuentran en el marco del desarrollo de la personalidad y del propio acto creativo. La secuencia que supone un proceso se da de forma contradictoria, incluye lo convergente y lo divergente, lo lógico y lo intuitivo, la oportunidad y la  evolución, el “insight” y el período de gestación de la nueva idea”.10

De esta misma manera, estudia las tendencias dirigidas a la persona para lo cual “no es posible analizar los problemas de su desarrollo al margen de la educación de la personalidad”.11 También, en lo relacionado con el resultado y la novedad, destaca la coincidencia de criterios acerca de lo novedoso en el resultado creativo.

En toda esta valoración precisa que “es imprescindible asimilar la concepción de creatividad a partir de los rasgos de la persona como proceso, producto, novedad y en correspondencia con la situación social existente”.12 Esta manera de establecer en forma integral todos los componentes de la creatividad resulta más global y permite conceptualizar la creatividad desde una posición más integral, vista a partir de las diferentes aristas pedagógica, psicológica, axiológica, epistemológica y social.

Es interesante destacar cómo Martínez M, al señalar un conjunto de tareas que deben cumplirse en el logro del proceso creativo, plantea “condicionar necesidades que propicien la búsqueda de vías novedosas, valoraciones para la toma de decisiones, de tal forma que el individuo al orientarse en su realidad, imagine, encuentre nuevas formas de acción, reflexiones autorreguladas, integre lo reproductivo y lo productivo”.13

Al destacar la necesidad de realizar valoraciones por parte del individuo, se observa la importancia de que en el proceso de creación esté declarada explícitamente la autovaloración que tiene que irse realizando, como parte de la autorregulación de la actividad del sujeto, donde de forma independiente se hallen soluciones oportunas a los diferentes problemas que surjan y que, de manera consciente, se realice una adecuada valoración “crítica y transformadora” que permita acercarse a esa búsqueda de manera más segura, auténtica, sin inhibiciones, ni temores, lo cual implique una mayor  realización creativa y personal.

Mitjáns A, en sus investigaciones, plantea la definición siguiente: “Creatividad es el proceso de descubrimiento o producción de algo nuevo que cumple exigencias de una determinada situación social, proceso que además tiene un carácter personológico”.14

A partir de la conceptualización de personalidad de González F, ella elabora, apoyada en el estudio realizado por varias figuras relevantes sobre el tema de la creatividad, su propia forma de interpretarla, tomando una posición también integradora, pero enfatizando en considerar la creatividad como “expresión de la personalidad en su función reguladora, destacando el vínculo entre lo afectivo y lo cognitivo como unidad indisoluble en el proceso creativo.15

Esta investigadora, además, precisa la asociación de la creatividad a un conjunto diverso de elementos estructurales, entre los que se destacan las formaciones motivacionales complejas de la personalidad, las cuales “se inclinan a desempeñar un papel mayor en la regulación del comportamiento creativo”.16

Es justamente, a partir de este análisis, que profundiza en la autovaloración como una de las formaciones motivacionales más estrechamente vinculadas a la creatividad. Relacionada a ella, se destaca cómo “diversos autores al estudiar las características de los sujetos creativos han encontrado asociada a la creatividad una buena valoración de sí mismo, confianza, seguridad, autoaceptación, que conforman una elevada autoestima acompañada por una alta independencia y autodeterminación”.17

De manera análoga, existe un acercamiento entre los planteamientos de Mitjáns A y Martínez M, al referirse al vínculo de la creatividad con una adecuada autovaloración del sujeto, expresada en su autoestima e independencia, lo cual queda muy bien declarada en sus diferentes acepciones alrededor del proceso de creación.

De esta forma, la autovaloración se revela en su primordial papel dentro de la actividad creadora, para lo cual la seguridad y confianza en sí mismos de los sujetos, así como su nivel de independencia, constituyen elementos indispensables para enfrentar los retos creativos en la formación profesional y la contemporaneidad.

En esta investigación se ha asumido la creatividad a partir de estas posiciones, lo que conduce a comprender la importancia del tema por su implicación con los sujetos que intervienen en el proceso de enseñanza-aprendizaje, su carácter dinamizador, problematizador, reflexivo, auténtico y valorativo.

Concebir el proceso de enseñanza-aprendizaje desde una perspectiva desarrolladora “presupone que este se proyecte e instrumente sobre la base de que el estudiante se considere a sí mismo en sujeto activo, partiendo de su visión personal construida con los referentes teórico-prácticos del contexto de actuación pedagógica en el que se desempeña”.18

Luego, es tarea fundamental de nuestro proyecto educativo el trazar estrategias que contribuyan a desarrollar actividades que promuevan un aprendizaje basado en el desarrollo humano a lo largo de la vida, multidimensional y multidireccional. Debe verse, además, como un proceso dialéctico de apropiación creadora de la cultura, que vaya construyéndose en esa propia cultura y que sea capaz de desarrollar, de manera integral, la personalidad del sujeto.

Este aprendizaje debe involucrar al sujeto en sus fines y metas. Para ello, promoverá una autovaloración basada en el conocimiento, seguridad y confianza en sí mismo, en su independencia y autonomía.

El proceso de enseñanza-aprendizaje debe proponer, por tanto, la búsqueda, el cuestionamiento, la problematización, que conduzcan, de forma audaz, al análisis crítico, a la reflexión, a la continua construcción y reconstrucción del conocimiento. Desde esta perspectiva, debe promover una enseñanza que motive a profundizar, indagar e investigar en lo conocido y lo desconocido, con el fin de transformar y, en consecuencia, urge trabajar en un proceso de enseñanza que propicie la creatividad de los estudiantes.

Este proceso dialéctico, dinámico, flexible y alter-nativo debe brindar la posibilidad de realizar una evaluación sistemática, continua, formativa, e integral que permita la autoevaluación como vía de desarrollo y formación de la personalidad de los sujetos que intervienen en él.

Un clima creativo debe promover, en el proceso de enseñanza-aprendizaje, el desarrollo de rasgos como la independencia y la autoestima, que constituyen factores esenciales en el desarrollo de cualidades creativas en los sujetos que participan en dicho proceso.

Rasgos de la creatividad: independencia y autoestima

En el estudio de la creatividad, si variadas son las diferentes concepciones que asumen  numerosos autores, también resultan disímiles los rasgos que, según se plantean, caracterizan a las personas creativas.

A partir del criterio trabajado por Mitjáns A y Martínez M, es importante destacar que la creatividad no puede verse como una sumatoria de rasgos o cualidades, ni mucho menos que exista un “perfil único” que pueda, de manera absoluta y definitiva, caracterizar a las personas creativas. No obstante, al comparar los resultados de importantes trabajos al respecto, puede observarse, con regularidad, cómo se revelan algunos elementos psicológicos, que todo parece indicar se encuentran vinculados al comportamiento creador.

Mitjáns A cita, entre ellos: motivación, apertura a la experiencia, independencia, flexibilidad y confianza en sí mismo. Al respecto, destaca que no pueden verse estos elementos como simples rasgos de la personalidad y los conceptualiza como formaciones complejas e indicadores funcionales de la personalidad, integrada en configuraciones individuales.19

Martínez M, al hablar de las características de los individuos creadores, destaca la objetividad expresada en la solidez de sus criterios, el ser dinámicos, flexibles, originales, agudos, imaginativos, audaces, tenaces, curiosos, motivados, capaces de describirse cómo son por dentro, lo cual implica conocimiento de sí mismos. Otras características señaladas son el ser capaces de concentrarse en lo esencial, poder establecer relaciones entre los fenómenos y valorarlos de forma sistémica, pensar en forma independiente y descubrir lo nuevo, desarrollar las posibilidades de su solución y determinar las contradicciones fundamentales del desarrollo.20

Ambas autoras destacan la independencia, así como confianza, seguridad y autoconocimiento. Estas últimas constituyen fundamentos de la autoestima.

Como puede observarse, sin ser los únicos, estos rasgos han sido estudiados por numerosos autores. Además de los ya referidos, como son Maslow A, Rogers C, Torrance E, Fernández M, Barron y Mac Kinnon, entre otros.

Sin que constituya cada uno de ellos por separado una cualidad abstracta de la personalidad, que pueda explicar e inferir directamente la creatividad en los sujetos, sí es interesante su estudio por la regularidad en que se manifiestan, por la validación que al respecto se ha realizado por diversos autores, porque resulta más asequible su valoración, por la relación que existe entre ellos, por las alternativas que ofrecen para la comparación entre sí y por las múltiples posibilidades que brindan al desarrollar la autoevaluación en toda su magnitud. Por esta razón, se han escogido estos rasgos para establecer el vínculo autoevaluación y desarrollo de la creatividad en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Al asumir la creatividad como proceso de la personalidad, hay indicadores funcionales que se vinculan con las potencialidades creativas de los sujetos. Entre ellas se destaca la independencia. Vista así, según Mitjáns A, “la independencia, entendida en su expresión más general como la posibilidad del individuo de pensar por sí mismo, sin plegarse a demandas y exigencias externas, aparece asociada a la creatividad con diversos matices como autonomía, no conformismo, falta de convencionalismo, independencia con relación a restricciones e inhibiciones convencionales, etcétera”.21

Y más adelante plantea que “todos los matices con que se expresa la independencia conducen al concepto autodeterminación, que es la capacidad del sujeto de actuar sobre la base de objetivos y propósitos propios”.22

Analizada la independencia desde esta proyección, se presupone que esta puede desarrollarse en el sujeto, puesto que le permite educarse como ser pensante de sí mismo, de manera tal que puede adquirir nuevos conocimientos de forma independiente, despertando el deseo y el gusto por su autonomía, aprendiendo a buscar, detectar y encontrar el camino del conocimiento. Esta búsqueda debe caracterizarse por una orientación creadora para lograr su efectividad.

Todo aprendizaje, para convertirse en desarrollador y transformador, tiene que llevar implícita la actividad independiente del estudiante. De esta manera, la escuela debe crear situaciones que resulten favorables a propiciar la independencia para que el estudiante pueda manifestar sus convicciones, iniciativas, criterios, reflexiones, elevar su pensamiento y, por ende, su espíritu creador.

En la medida en que este aumente su nivel de independencia podrá incidir con mayor profundidad y dominio en el desarrollo de tareas más complejas, que traerán como resultado la aceleración en el ritmo del aprendizaje. En este proceso se va logrando que se obtenga un mayor conocimiento científico mediante la vía de la investigación, en el descubrimiento de problemas de su cotidianidad y en la búsqueda de soluciones creativas.

De igual forma, se va incrementando su motivación y satisfacción hacia la función reguladora de su personalidad en la interacción de lo afectivo-motivacional y lo cognitivo-instrumental.

Al seleccionar la independencia como uno de los rasgos que caracterizan al sujeto creador, se le da una importancia peculiar por la implicación de esta en el desarrollo del estudiante, de su capacidad de autodeterminación, ya que es justamente en este sentido que se va logrando un mayor desarrollo personal, que conduce, de manera procesal, a la consolidación de su identidad espiritual y social.

En este proceso, la personalidad del sujeto se va transformando, adquiriendo determinadas características que le permiten la expresión efectiva de sus capacidades en la realización creativa de su actividad.

Se considera indispensable enfatizar que no se trata solamente de destacar lo que resulta más generalmente común en las personas consideradas “creadoras”, ya que pudiese quedarse en una exposición meramente descriptiva del hecho en sí. En realidad, se trata de conocer cómo es que actúa la personalidad en la regulación del comportamiento creativo.

Al respecto, MacKinnon D W, citado por Mitjáns A, presenta un exhaustivo análisis de los elementos que aparecen con mayor incidencia en la caracterización de los sujetos creativos, y entre ellos, considera que una adecuada valoración de sí mismos implicará autoconfianza y autoaceptación.23

Otros autores también valoran estos elementos psicológicos fuertemente asociados al comportamiento creativo, señalando, entre ellos, la independencia y la confianza en sí mismo.

González F, por su parte, apunta que “el desarrollo de las configuraciones subjetivas de la personalidad tiene en su base el desarrollo de la autoestima, la seguridad, la independencia y los intereses de la persona”.24

Este planteamiento ratifica la posición asumida en relación con el estudio de la independencia y de la autoestima, vistas en su sentido más amplio y abarcador como regularidades que caracterizan, según investigaciones realizadas por múltiples autores, a las personas creativas.

En este sentido, todo proceso educativo debe estar dirigido y orientado al desarrollo de la creatividad, así como de la seguridad emocional y de una conveniente autoestima de los sujetos que participan en él.

La autoestima presupone la aceptación de sí mismo, la seguridad como persona, el autoconocimiento, la confianza en sus posibilidades, la adecuación personal, el valor del “yo”, el concepto de sí mismo, el gusto y respeto por uno mismo.

Interpretar la autoestima desde estas aristas de la personalidad, no la circunscribe solamente a una valoración del “yo”, sino que la amplía al marco de referencia que los demás tengan de ese sujeto, ya que el carácter social de la conducta humana conduce, inevitablemente, a la existencia de relaciones interpersonales, por lo que resulta imposible hablar de autoestima referida, únicamente, al propio sujeto, sin comprender su implicación personal con el medio que le rodea.

De lo anterior puede señalarse que es un factor vital el hecho de relacionar lo que sucede dentro y fuera de la persona, que no es más que el reflejo de su valoración personal. Valores como honestidad, integridad, sinceridad y responsabilidad, entre otros, son muestras de aquellos que poseen una alta autoestima.

Mezerville G plantea, como elementos claves para la formación de una autoestima sana, la autoimagen, expresada en el autoconocimiento de sus capacidades para apreciar, de forma real, sus defectos y virtudes, teniendo evidencia de sus deseos, proyectos y sentimientos, entre otros, y la autoevaluación, que considera como autorrespeto y autovaloración, destacando la apreciación que tiene el sujeto de sí ante los demás, el valor que tiene de su persona, la convicción de sus propias competencias y posibilidades; la autoconfianza, la cual le permite tener seguridad en poder hacer muy diferentes las cosas, de ser capaz de mantener su independencia, lo cual consolida su audacia, tenacidad, firmeza y decisión.25

Poder conocer estos aspectos de la autoestima permite incidir favorablemente en su adecuada conducción y desarrollo hacia niveles superiores.

Para el proceso de enseñanza-aprendizaje resulta vital la determinación del grado de autoestima de los estudiantes, por su implicación en el logro de un mayor o menor éxito en el desarrollo de la tarea educativa, para la proyección individual y grupal. Solo así se podrá dirigir, de manera más acertada, el trabajo formativo en cada estudiante.

Mitjáns A toma a autores como Logan y Logan, Maslow y Roger, y señala que “en la escuela el desarrollo del potencial creativo implica dirigir todas las energías hacia un individuo lleno de recursos, seguro, guiado por normas propias, que afronta y soluciona problemas personales, interpersonales y sociales”.26 Es interesante cómo se destacan aspectos relacionados como la solución de problemas no solamente dirigidos a lo individual, sino también a lo social, lo que le da un carácter más integral a la formación del sujeto creativo en el proceso de enseñanza-aprendizaje, el cual debe ser problematizador, por excelencia, de su entorno a partir de sus vivencias y modos de actuación.

Uno de los factores que conduce al fracaso escolar es, precisamente, el relacionado con las escasas posibilidades que se le dan al estudiante de considerarse a sí mismo, de interpretar el mundo, de valorar el papel de lo educativo en su desarrollo individual, de reflexionar acerca de los éxitos o frustraciones que alcanza en el proceso de formación de su personalidad.

Otros aspectos que influyen, y que se relacionan con la autoestima del estudiante dentro del proceso, están basados en las expectativas que se tracen, las cuales activarán, en mayor o menor medida, sus capacidades instrumentales y cognitivas, lo cual incidirá en las implicaciones afectivas y motivacionales para el desarrollo de cualquier tarea que conduzca a un aprendizaje significativo.

Aprender de manera productiva y creativa lleva implícito el desarrollo de intereses, seguridad emocional y de la autoestima. En la medida en que el estudiante va incrementando la confianza en sí mismo, crece su capacidad intelectual. Si sus necesidades emocionales, además, están satisfechas y existe una adecuada valoración de sí mismo, son mayores las posibilidades de un buen desempeño en el estudio; de lo contrario, se produce una disminución notable en sus habilidades para la resolución de problemas y, más aún, para su detección y su desarrollo creativo.

Lograr un sujeto con un alto nivel de autoestima, compromete a los implicados en el proceso a alcanzar estadios superiores en la búsqueda de alternativas que propicien la formación de individuos optimistas, reflexivos, activos, autocríticos, con autocontrol en su actuación, lo cual significa que sean capaces de regular su disciplina, de manejarse a sí mismos, con autoafirmación expresada en la autodirección y acertividad personal, así como el saberse conducir libre y autónomamente, lo cual le lleva a la autorrealización, que es justamente donde puede desarrollar sus potencialidades y proyectarse hacia niveles superiores de autoperfeccionamiento y, de esta forma, insertarse en la sociedad desde una perspectiva más integral, comprometida, transformadora y creativa.

Relación entre la autoevaluación y el desarrollo de rasgos de la creatividad como la independencia y la autoestima

Un individuo creativo posee altos niveles de madurez emocional, autoconfianza, autoaceptación, independencia y autoestima. A partir de este planteamiento, basado en el resultado de numerosas investigaciones, resulta evidente cómo, de forma relevante, se destaca la relación independencia-autoestima-creatividad.

Un sujeto que es capaz de asumir la autovaloración de su personalidad acertadamente, demuestra un alto grado de independencia y autoestima y, por consiguiente, posee condiciones altamente favorables para el desarrollo de sus potencialidades creadoras.

La autoevaluación, como proceso permanente e integral, deviene método esencial de la evaluación en el proceso de enseñanza-aprendizaje. En la medida en que se logre que sea más profunda, eficiente y valorativa, se está incidiendo más activamente en el desarrollo positivo de la personalidad y, por ende, en formaciones psicológicas de su regulación, como son la independencia y la autoestima.

Cuando, de manera consciente, se dirige la autoevaluación, el estudiante va ganando en su aceptación y conocimiento de sí mismo, lo que le permite irse autorregulando y autoeducando hacia formas más elevadas, aprende a ajustar sus expectativas, a proyectar sus intereses y motivos, a incidir sobre sus dificultades, a identificar sus éxitos y fracasos, sin referirse a enjuiciamientos de su labor convencionalmente, sino desde la valoración del nivel obtenido en la persecución de las metas que se ha propuesto alcanzar para lograr un aprendizaje desarrollador.

La autoevaluación, así concebida, propicia el desarrollo de la autonomía e independencia personal en la elaboración de estrategias que le hagan avanzar hacia estadios superiores del conocimiento, de alcanzar mayor responsabilidad en el cumplimiento de tareas, interactuar con el “yo” dialéctica, objetiva y honesta-mente, permitiéndole trabajar con su experiencia personal, desarrollando su imaginación, actuando con más flexibilidad y así puede problematizar su status individual y social.

La autoevaluación se convierte en vía de investigación constante de su propia práctica, constituye, en sí misma, una forma de crecimiento personal, “buena valoración de sí mismos, confianza, seguridad, autoaceptación, autosuficiencia: apuntan hacia el rol de la autovaloración y su adecuación en la actividad creadora”.27

En la medida en que el sujeto alcance planos superiores en su autoaceptación, seguridad, confianza y autoconocimiento, realizará una mejor autovaloración de sus potencialidades cognitivas y motivacionales, lo que propiciará que su autovaloración sea más autónoma y pueda dirigirse adecuadamente hacia el desarrollo de sus capacidades creativas.

Castro O señala que “en una concepción psicopedagógica es necesario tener en cuenta que hay una relación biunívoca entre actividad independiente y autoevaluación, ya que se presuponen y condicionan mutuamente de modo que para hablar de actividad independiente hay que tener en cuenta, la motivación, su contenido operacional, el aspecto valorativo y la autoevaluación. Si falta este último aspecto no se puede hablar con propiedad de una verdadera independencia”.28

La relación dialéctica entre autoevaluación y actividad independiente se manifiesta a partir de la propia valoración que hace el sujeto de sí, donde de manera libre, toma decisiones y puede autodirigirse. Al conocer sus fortalezas y debilidades, va ganando en seguridad, lo que le permite desarrollar su autorregulación y autoeducación, es más consciente de sus posibilidades reales y, de esta manera, puede proyectarse hacia un mejoramiento y crecimiento personal.

De esta forma, la autoevaluación se convierte según Castro O y otros autores, en un “objetivo final en sí mismo”,29 capaz de transformarse en un poderoso medio de desarrollo de la creatividad en los estudiantes.

Toca, pues, al proyecto educativo ubicar la categoría evaluación en su justa dimensión, enfrentando los retos de una pedagogía contemporánea comprometida con y para su época.

Entre los aprendizajes a que nos convoca el nuevo milenio se encuentra, insoslayablemente, el de aprender a conocerse de manera más sana, plena y autónoma. Para ello, urge desarrollar un sistema educativo en que el sujeto revitalice sus valores y convicciones, aprenda a valorarse y a insertarse en una sociedad con nuevos desafíos y perspectivas de manera creadora, para lo cual debe ganar en el proceso de educación una mayor independencia, avalada por una adecuada autoevaluación, expresada en confianza, seguridad y conocimiento de sí mismo, lo cual implica alcanzar altos niveles de autoestima.

Se impone la ruptura de barreras que laceran y obstaculizan este proceso de desarrollo y crecimiento personal.

Fundamentar teóricamente la importancia de la autoevaluación en el proceso de educación de la personalidad, convoca a una reflexión científica del problema, que ocupa el centro de esta investigación, con la finalidad de conjugar acciones inmediatas que propicien una instrumentación estratégica que se adecue a las características del estudiante en su formación como futuro profesional de la educación.

El breve análisis histórico de la evaluación ha permitido profundizar en su concepción como una categoría pedagógica, eminentemente formativa y valorativa, dentro del proceso de formación de la personalidad del estudiante.

Para la autora de esta investigación, “la autoevaluación, como fin mismo del proceso evaluativo, es el elemento más personalizado y dinamizador de este, mediante el cual el estudiante evalúa sus conocimientos, modos de actuar, pensar y sentir de manera más auténtica, reflexiva y crítica, dirigida a la regulación de su conducta, sus aprendizajes, al autoperfeccionamiento, la autoeducación y a sus proyectos y expectativas de vida”.30

Esto conduce a la necesidad de instrumentar un proceso de enseñanza-aprendizaje, que permita el desarrollo de las potencialidades de los sujetos, y por consiguiente, le plantee interrogantes y necesidades de búsquedas y descubrimientos de problemas de su cotidianidad, con el fin de incidir en estos con mayor imaginación, audacia, flexibilidad, tolerancia, confianza y seguridad, de forma tal que se asuman retos con una proyección creativa.

El desarrollo de los rasgos creativos de los estudiantes, como vía esencial en su formación profesional, caracteriza a este proceso de enseñanza-aprendizaje desarrollador. La necesidad de encontrar alternativas que coadyuven al éxito de este, donde se produzcan transformaciones en los sujetos, es el centro de la estrategia educativa del sistema educacional cubano.

Conclusiones

La autoevaluación se valora como un componente esencial dentro del proceso educativo, por su contribución a la formación de valores morales y metacognitivos; permite, además, la toma de decisiones que orientan y facilitan la autorregulación. Estimula al sujeto a enriquecer su proyecto de vida, lo cual favorece a alcanzar progresivos niveles de desarrollo intelectual, de manera más independiente, incrementándose la confianza, seguridad, y aceptación de sí mismo como elementos esenciales de su autoestima, revirtiéndose en el afianzamiento y la proyección de sus cualidades y capacidades creativas.

Corresponde a la Pedagogía contemporánea instrumentar las vías adecuadas para que el proceso de enseñanza-aprendizaje se convierta en un factor decisivo, que potencie en sus implicados una formación más integral. Para ello, deben promoverse enseñanzas y aprendizajes desarrolladores que transformen y eleven su calidad, creando situaciones favorables donde el estudiante pueda, con independencia, plantear sus iniciativas, reflexiones, criterios, de manera problematizadora, lo cual favorecerá a afianzar su autoestima y su autodeterminación.

Una estrategia de autoevaluación debe ir desarrollando esta independencia a partir de la toma de decisiones, del logro de una mayor autonomía, reflexión, crítica y valoración personal adecuada, lo cual incide en los niveles de autoestima, provocando la autoaceptación, el autoconocimiento, la confianza y la seguridad de sus modos de actuación.

En la medida que se acerque con objetividad y responsabilidad, va implicándolos en un proceso de búsqueda y cuestionamientos, de descubrimientos y problematización de su cotidianidad, lo cual revela en su accionar un desarrollo de las potencialidades creativas.

Evidenciar la relación existente entre creatividad y autoevaluación, expresados en rasgos como la independencia y la autoestima y su implicación en la formación profesional, desde una posición desarrolladora, han sido los elementos fundamentados en el desarrollo de este trabajo, como parte de una investigación realizada por la autora.

 

Referencias

1FERNÁNDEZ M. Didáctica. Madrid, España: Universidad Nacional a Distancia; 1993.

2FERNÁNDEZ M. Didáctica. Madrid, España: Universidad Nacional a Distancia; 1993. p. 325.

3MEJÍAS M. Estímulo a la creatividad por el juego y la recreación. Un modelo para el trabajo con los padres. México, Asociación ACPEINAC; 1981.

4IBÁÑEZ R. La creatividad en la educación. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1995.

5MALDONADO M. Solución creativa de problemas. Rev Ciencias de la Educación, Vol. 2, No. 3, Valencia, España. 1991.

6MINUJIN A, MIRABENT G. ¿La creatividad se aprende? Rev. Educación, Vol. 19, No. 73, La Habana, 1989. p. 25.

7TORRE S. Estrategias de enseñanza y aprendizaje creativo. En: Betancourt J, ET AL (comp.). Pensar y crear. La Habana, Cuba: Editorial Academia; 1995.

8GONZÁLEZ A. Cómo propiciar la creatividad. La Habana, Cuba: Evento Pedagogía´97, 1997.

9CHIBÁS F, BETANCOURT J, TRUJILLO O. La creatividad y sus implicaciones. Por qué, para qué y cómo alcanzar la creatividad. La Habana, Cuba: Editorial Academia; 1995. p. 90.

10MARTÍNEZ M. Evaluación de la creatividad del maestro. Una perspectiva cualitativa y cuantitativa. Evento de Pedagogía´97. La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”; 1997. p.5.

11MARTÍNEZ M. Evaluación de la creatividad del maestro. Una perspectiva cualitativa y cuantitativa. Evento de Pedagogía´97. La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”; 1997. p.5.

12MARTÍNEZ M. La actividad pedagógica creativa. Análisis epistemológico. Evento de Pedagogía´93. La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”; 1993. s/p.

13MARTÍNEZ M. La actividad pedagógica creativa. Análisis epistemológico. Evento de Pedagogía´93. La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”; 1993. s/p.

14MITJÁNS A. Creatividad, personalidad y educación. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1995. p. 25.

15MITJÁNS A. Creatividad, personalidad y educación. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1995. p. 24.

16MITJÁNS A. Creatividad, personalidad y educación. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1995. p. 24.

17MITJÁNS A. Creatividad, personalidad y educación. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1995. p. 26.

18PARRA I. La enseñanza central en el estudiante, una vía para la profesionalización del maestro en formación. [Tesis en opción al Título Académico de Máster en Educación]. La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”; 1997.

19MITJÁNS A. Creatividad, personalidad y educación. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1995.

20MARTÍNEZ M. La esencia de la profesión es ser creador. Conferencia impartida en el Departamento de Ciencias Pedagógicas de la Facultad de Ciencias de la Educación. La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”; 1998.

21MITJÁNS A. Creatividad, personalidad y educación. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1995. p. 21.

22MITJÁNS A. Creatividad, personalidad y educación. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1995. p. 52.

23MITJÁNS A. Creatividad, personalidad y educación. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1995. p. 52.

24GONZÁLEZ F. Comunicación, personalidad y desarrollo. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1995. p. 21.

25MEZERVILLE G. El aprendizaje de la autoestima como proceso educativo y terapéutico. Rev Acciones, Vol. 17, No. 1, San José, Costa Rica, 1993.

26MITJÁNS A. Creatividad, personalidad y educación. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1995. p. 21.

27MITJÁNS A. Creatividad, personalidad y educación. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1995. p. 21.

28CASTRO O. Evaluación integral del paradigma a la práctica. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1999. p. 39.

29CASTRO O. Evaluación integral del paradigma a la práctica. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1999. p. 39.

30MENA E. Autoevaluación y creatividad. Un reto para la pedagogía contemporánea. [Tesis en opción al Título Académico de Máster en Educación]. La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”; 2001. p. 109.