Varona

No.48-49  Enero-Diciembre, 2009.    ISSN: 1992-82

EN CASA


El pensamiento interdisciplinario de José Martí. UN RETO PARA LA FORMACIÓN DE PROFESORES

The interdisciplinary thinking of José Martí. A CHALLENGE FOR PROFESSORS FORMATION

M Sc María Antonia del Sol López. Profesora Auxiliar. UCP “Enrique José Varona”

Recibido marzo de 2008   Aceptado enero de 2009


RESUMEN

En el trabajo se ofrecen consideraciones teórico-metodológicas necesarias acerca del pensamiento interdisciplinario de José Martí, se tiene en cuenta que su vida y su obra constituyen una vía necesaria para la formación profesional pedagógica y que las ideas del Maestro contribuyen a la obra educacional cubana. Estas consideraciones son válidas para todos los subsistemas educacionales y se dan orientaciones con un carácter flexible, abierto y transformador, que tienen en cuenta las condiciones histórico-concretas del cambio educativo actual.

PALABRAS CLAVE: interdisciplinariedad, formación pedagógica, cultura.

ABSTRACT

This works offers various theoretical- methodological necessary considerations about the interdisciplinary thoughts of Jose Marti, taking into account that his life and work constitute a necessity for the formation of pedagogical professionals and the ideas of the Teacher contribute to the work of the Cuban education. These considerations are valid for all educational subsystems and give flexible guidelines, open and transforming which take into account the concrete-historical changes of the current educational system.

KEYWORDS: interdisciplinary, pedagogical formation, culture.


Introducción

La crisis económica mundial pone a prueba la condición humana y sus atributos esenciales ante el desarrollo vertiginoso de la ciencia y la tecnología. La necesidad imperiosa de mantener la integración de los saberes con los mejores valores éticos y estéticos de la sociedad contemporánea, constituye un creciente llamado ante la riqueza poética de la compleja realidad de matices que inciden en la cultura con un nuevo valor: la dimensión épica de las acciones humanas.

Sin embargo, el pueblo cubano tiene en José Martí la síntesis de su cultura porque es proyección sabia del rumbo de la Patria, sabiduría integrada, defensa de ideales justos y fuente inagotable de conocimientos, cuyo alcance en grandeza y en diversidad dejó lecciones de razón y conciencia, incluidas las experiencias negativas que tanto le ayudaron a crecer como ser humano.

En consecuencia, la necesidad de un cambio en la formación de profesores a favor del desarrollo de actitudes, valores y cualidades para la defensa de la cultura y la identidad nacionales; la utilidad del cono- cimiento para el ejercicio de la crítica y la convivencia; la valoración de los problemas de la realidad cubana y foránea en los contextos en los que se desarrollan los hechos y sus consecuencias para el mundo; la determinación y la jerarquía de necesidades, así como las alternativas más atinadas para ofrecer soluciones a los problemas complejos de la contemporaneidad, constituyen, entre otros, requerimientos básicos para un Licenciado en Educación.

En tal sentido, constituye un reto el objetivo de contribuir a la formación martiana de los profesionales de la Educación.

Desarrollo

Como consecuencia lógica del proceso de cambio, la formación profesional pedagógica para este fin exige un profesor con una marcada concepción humanista, para que pueda asumir “…el único camino salvador, en el que la universidad martiana, tan informada como formadora, tan científica como sensible, tan discípula de la razón como del corazón, reclama un puesto de vanguardia...”.1 En este convulso contexto se inserta Cuba, con el proyecto de formar a un hombre con amplia cultura para comprender el mundo y defender el Socialismo como única vía para la libertad, la justicia social y, sobre todo, “…para saber lo que hay por dentro del hombre”.2

Los maestros cubanos han asumido el reto de nuevas exigencias para la educación de las futuras generaciones, especialmente, desde su propia formación profesional para desempeñarse como “profesores más revolucionarios, sensibles y comprometidos con el mejoramiento humano; con la formación ideológica y cultural con base humanista y con sólida preparación político- ideológica, martiana, marxista-leninista, fidelista y científica, portadora de los valores humanos y revolucionarios que exige la sociedad”.3

Para tales fines, en el Modelo general del profesional de la educación se precisa, entre sus presupuestos teóricos principales, que ‘‘la política educacional dirigida a preservar los principios de la Revolución en las condiciones actuales, para elevar la calidad de la educación y lograr el proceso de enseñanza-aprendizaje más efectivo y eficiente, debe prestar especial atención al desarrollo de valores y actitudes fundados en una sólida cultura humanista (…) y para este propósito, el nuevo profesor debe dirigir el proceso de enseñanza- aprendizaje con un enfoque interdisciplinario y con una sólida preparación ideopolítica, cuya base es el dominio de la historia de Cuba y del ideario y la obra de José Martí’’.4

En consecuencia, el estudio de la vida y de la obra del Apóstol es contenido necesario para cualquier currículo vinculado con la formación pedagógica en Cuba y en América. Cuando afirma que ‘‘Al mundo nuevo corresponde la Universidad nueva (…). Es criminal el divorcio entre la educación que se recibe en una época, y la época…’’,5 plantea la importancia de que los hombres marchen en correspondencia con el momento histórico-concreto del desarrollo humano ‘‘…mundo arriba…’’6 como escribió para insistir en la necesidad de trabajar los saberes de manera útil para la educación de los jóvenes de la Escuela de electricidad, en 1883.

Desde las ciencias, la interdisciplinariedad ha sido definida como proceso, principio, enfoque, método científico general, forma de apropiación de la realidad, esquema explicativo de conjunto, modo de actuación profesional, modelo de enseñanza-aprendizaje, acto de cultura y red de conocimientos, entre otros. Lo cierto es que constituye una exigencia para los currículos más actuales y resulta imprescindible para los procesos de formación de los profesionales de la Educación.

Algunos autores, al abordar la formación interdisci- plinariade este tipo de profesional consideran, que ‘‘…la interdisciplinariedad significa, ante todo, un cambio de actitud frente a los problemas del conocimiento, una sustitución de la concepción fragmentaria por una unitaria del hombre y de la realidad en que vive (…) es reflejo y concreción de la compleja realidad en toda actividad humana dirigida a conocerla, comprenderla y transformarla’’.7

En cuanto a las relaciones entre interdisciplinariedad y didáctica, se conoce la propuesta sobre el trabajo con tres nodos cognitivos o axiológicos para lograr mayores niveles de generalización en el aprendizaje de los educadores: comunicación imaginal, cuadro del mundo y vida y pensamiento martianos.8

En relación con los presupuestos metodológicos básicos para la realización del acto lector martiano, Rodríguez M A ha señalado la necesidad de asumir su legado “a partir de considerar al hombre total, a la gran unidad que constituye la actividad humana de José Martí, cuya clave de entendimiento es la orientación política como concepto capital”.9

Mendoza L se ha referido a la importancia de colocar en el centro de la atención, el problema de la formación humanista y humanística, en la que no puede obviarse la interdisciplinariedad, en la medida en que es consustancial a ambos conceptos, por cuanto no solo se exige un conocimiento integral del hombre y la sociedad, que permita distinguir entre lo valioso y aquello que no lo es para poder actuar en consecuencia, sino que los instrumentos con los que se cuenta para ello, las ideas, la historia, la cultura, y en esta las humanidades, son expresión, a su vez, de una visión humana integral e integradora.10

Otras reflexiones permiten conceptuar el término a partir de las relaciones interdisciplinarias en la Didáctica de la Educación Superior, como contenido esencial para ‘‘una formación permanente de profesionales, porque estas relaciones no son un hecho aislado e independiente de cada ciencia que recibe el profesional, sino un proceso económico, social, cultural, científico, humano; que caracteriza el desempeño de cualquier profesional”.11 Asimismo, Lenoir Y refirió ‘‘que el enfoque interdisciplinario debe ser tomado y utilizado como herramienta, como método (…) es un medio, no un fin, y son las finalidades educativas y sociales las que determinan, a fin de cuentas, la pertinencia y la validez (…). La interdisciplinariedad no es un objeto del que uno se apropia; entra mucho más en una perspectiva de proyecto”.12

Resulta significativa la referencia a que ‘‘el problema de la integración de las ciencias, característico del desarrollo científico y tecnológico contemporáneo que se expresa en la interdisciplinariedad, tiene su manifestación en el plano pedagógico, lo que, hoy por hoy, traza el cauce de la concepción y ejecución del proceso de enseñanza-aprendizaje que apunta a un real desarrollo del sujeto’’.13

No obstante, es el propio José Martí quien aporta referentes muy importantes e inexplicablemente poco analizados sobre el particular. La idea de la integralidad en su pensamiento adquiere una dimensión abarcadora y asociada a las virtudes y utilidades humanas.

Múltiples matices fecundan esta concepción. Sin dejar de reconocer que en la especie humana andan juntos virtudes y defectos, construcción y destrucción, el fiel de la balanza martiana se inclina a considerar el espíritu creativo del hombre como elemento consustancial. Así expresó en ‘‘Invento muy útil’’ que ‘‘…el reinado del hombre, que comienza, distínguese por enemigo de la muerte (…). Aún se mata, pero se fabrican ya más locomotoras que cañones…”.14

En relación con el carácter integrador de la utilidad de las cosas, escribió que ‘‘…lo útil va siempre acompañado de lo trascendental. Ha de tenderse a desenvolver todo el hombre y no un lado del hombre. El mero progreso mecánico, si no encajase en el glorioso movimiento universal, sería como la habilidad estéril de un cigarrero chino...’’.15

Su camino hacia la totalidad de los saberes humanos se reitera y proyecta cuando abunda en los términos humanidad, humanismo, patria:

…Hay un cúmulo de verdades esenciales que caben en el ala de un colibrí, y son, sin embargo, la clave de la paz pública, la elevación espiritual y la grandeza patria (...). Es necesario mantener a los hombres en el conocimiento de la tierra y en el de la perdurabilidad y trascendencia de la vida (…). Los hombres han de vivir en el goce pacífico, natural e inevitable de la Libertad, como viven en el goce del aire y de la luz.16

Refirió, además, su concepción en torno a la enseñanza de la totalidad de los aspectos del ser humano desde cada contenido y la relación de los sentimientos con la utilidad de los conocimientos:

…Y no está la reforma completa en añadir cursos aislados de enseñanza científica a las universidades literarias; sino en crear universidades científicas, sin derribar por eso jamás las literarias, en llevar el amor a lo útil, y a la abominación de lo inútil, a las escuelas de letras, en enseñar todos los aspectos del ser humano en cada problema, y no, _con lo que se comete alevosa traición, _ un solo aspecto; _en llevar solidez científica, solemnidad artística, majestad y precisión arquitecturales a la Literatura.

¡Sólo tales letras fueran dignas de tales hombres!17

Los criterios apuntados permiten aproximarse a la idea de que, ya desde su época, José Martí marcó la necesidad de la articulación entre los conocimientos, devenida término acuñado casi un siglo después y uno de los conceptos más abordados por los investigadores desde entonces hasta hoy: la interdisciplinariedad en las ciencias. El Maestro ofreció una referencia que constituye definición peculiar, a propósito de sus consideraciones sobre las clases orales, las ciencias y el Derecho:

Lo verdadero es lo sintético. En el sistema armónico universal, todo se relaciona con analogías, asciende todo lo análogo con leyes fijas y comunes. Como desde las eminencias abarcan los ojos extensión mayor de tierra, desde el resultado concreto, desde la ley común y fija, desde la deducción análoga que de la contemplación de los seres resulta, abárcase y compréndese número mayor y naturaleza clara de los seres creados. Ciencia es el conjunto de conocimientos humanos aplicables a un orden de objetos, íntima y particularmente relacionados entre sí. ¿Es esto el Derecho? Es el fundamento de conocer: no es el resultado de haber conocido (...). La inteligencia humana tiene como leyes la investigación y el análisis: los principios naturales de justicia (Derecho puro).18

Esta particular definición se traduce en lo que él consideró la verdadera utilidad de los conocimientos. Es una concepción desde la armonía de los hechos o acciones ejecutadas por el hombre, como ejercicio de inserción en los procesos de erudición, que destierra la sumatoria de conocimientos, porque considera superior el conjunto de sus relaciones análogas; es una declaración reiterada a través de su obra, a favor del saber sincrónico y diacrónico de los conocimientos vinculados de manera sistémica y sistemática desde lo que él considera los principios de la justicia y de la verdad. Un acto de saberes, un acto de cultura.19

El mayor de los cubanos, sin restricciones, es un ejemplo supremo de hombre total íntegro que supo combinar con organicidad su palabra y su acción, su honradez y su sabiduría política, el don artístico y su capacidad para encarnar la historia de su tiempo y hacia todos los tiempos a favor de Cuba y de la humanidad toda:

…El pueblo que abdica del uso de la razón, y que deja que se explote su país, es un pueblo vil. Yo no necesito ganar una batalla para hoy; sino que, al ganarla, desplegar por el aire el estandarte de la victoria de mañana, una victoria sesuda y permanente, que nos haga libres de un tirano, ahora y después. _ ¿Que dónde estoy? en la revolución; con la revolución. ¡Pero no para perderla, ayudándola a ir por malos caminos! Sino para poner en ella, con mi leal entender, los elementos quienes, aunque no sean reconocidos al principio por la gente de poca vista o mala voluntad, serán los que, en las batallas de la guerra, y en los días difíciles y trascendentales batallas de la paz, han de salvarla.20

Asimismo, escribió en “Nuestra América” que “…Hace daño a la inteligencia de los hombres quien les cuenta un hecho desnudo, y no lo engrana con los demás hechos humanos. Y quien lo hace, ahorra tiempo, desbroza el juicio, fertiliza la mente, la deja limpia y preparada, con más seguro conocimiento de la importancia de las cosas, a mayor obra”.21

Estas ideas constituyen el núcleo reflexivo martiano sobre las necesarias relaciones entre los conocimientos: la primera es el proyecto martiano hacia la totalidad humana; la segunda es su método pedagógico para las necesarias relaciones interdisciplinarias: un acto de juicio; un ejercicio para la inteligencia y para la solidez de los conocimientos; es la grandeza de la actividad del hombre, a favor de la cultura.

El humanismo, que recorre su vida y su obra desde sus prioridades más diversas hasta su concepción del hombre como valor supremo, constituye la plataforma para el estudio del pensamiento interdisciplinario de José Martí, no como un conjunto o acumulación de ideas yuxtapuestas, sino como una totalidad. De esta manera, en la visión martiana del carácter universal y totalizador del hombre real como un todo integrado y dinámico, radica el punto de articulación interdisciplinario de su pensamiento, cuyo eje estructural es el humanismo que se constituye, simultáneamente, en el hilo conductor de un tejido orgánico, sistémico y funcional que deviene permanente dirección axiológica, reflejada en cada acto de su vida y de su obra.

Esta concepción del hombre para Martí se complementa al referir “…Yo nací de mí mismo, y de mí mismo brotó a mis ojos, que lo calentaban como soles, el árbol del mundo…”,22 y es una muestra total del ver en sí, el ser por sí, el venir de sí, como constantes básicas generales en torno a la existencia humana. Desde esta óptica, las posibilidades que ofrecen su vida y su obra para integrar esfuerzos a favor del currículo de formación pedagógica interdisciplinaria son argumentadas desde una concepción humanista, histórica y de relaciones totales del hombre social, que aspira a potenciar las vías para su íntegra realización en constante interacción con sus contextos sociales, pero con insistencia en la individualidad y en la diversidad desde el sujeto mismo.

La concepción del mundo para Martí, que ubica al hombre como centro del acontecer histórico, sociocultural, ético y político, cree en las virtualidades que potencian y sirven de sustrato al humanismo de raíz patriótica porque concibe al hombre como presencia, proyecto y síntesis de la cultura, que encuentra modos de realización en el arte, la política, la axiología y en todo su quehacer social en defensa de la patria, como aspiración máxima de su vida y reflejada en toda su obra.

Esta idea, que con tanta profundidad se descubre en Martí, es sustancial en su discurso y trascendente para la lógica de su pensamiento. Por ello, su carácter integrador es capaz de desplegar con racionalidad dialéctica su enfoque sociocultural antropológico y fijar con alto oficio y magna reflexión las dimensiones política, artística, ética, sociológica y filosófica, como zonas de la cultura de resistencia y de ascensión humana. La asimilación y la demostración creadoras del sentido patriótico como “totalidad” del Maestro, no se reducen a la comprensión y el descubrimiento de un pensamiento interdisciplinario que trasciende; sus dimensiones se constituyen en cauces explicativos de implicación heurística y previsora que encuentran concreción en la relación patria, identidad nacional y cultura, cuando advierte la falta de diálogo de los pueblos ante la amenaza de usurpación hacia una patria americana. Al respecto, Martí considera que:

…En el presidio de la vida es necesario poner, para que aprendan justicia, a los jueces de la vida. El que juzgue de todo, que lo conozca todo. No juzgue de prisa el de arriba, ni por un lado: no juzgue el de abajo por un lado ni de prisa. No censure el celoso el bienestar que envidia en secreto. ¡No desconozca el pudiente el poema conmovedor, y el sacrificio cruento, del que se tiene que cavar el pan que come; de su sufrida compañera, coronada de corona que el injusto no ve; de los hijos que no tienen lo que tienen los hijos de los otros por el mundo! ¡Valiera más que no se desplegara esa bandera de su mástil, si no hubiera de amparar por igual a todas las cabezas!23

Las consideraciones martianas sobre el hombre total como centro del universo y el carácter humanista reflejado en su obra y materializado durante toda su vida, constituyen fundamentos objetivos para aseverar que existe una actitud auténtica de carácter filosófico, sociológico, psicológico, histórico, político, cultural y, consecuentemente, un pensamiento y una práctica interdisciplinarias en José Martí, porque: no enseña la historia de las ideas, sino que muestra cómo nacen ideas en un proceso histórico complejo de análisis crítico de realidades; porque fundamenta que mundo e historia son mucho más que lógica, pues el centro no es el yo lógico, sino la razón humana abierta al hombre y acompañándolo en su viaje hacia el conocimiento del universo; porque respeta, identifica y reconoce otras formas de la sabiduría individual y otras realidades para el saber diverso y porque defiende la razón como proceso infinito del conocimiento en un todo y reclamo, al mismo tiempo, de respeto para el ejercicio de esta.

Las dimensiones más significativas de su práctica interdisciplinaria y que pueden abordarse en los procesos de formación pedagógica son, entre otras, las siguientes:

Pensamiento patriótico.

La proyección patriótica martiana es una dimensión abarcadora y reiterada en su pensamiento y en su acción. Constituye un tema recurrente en su obra y posee el alcance universal que caracteriza a los grandes temas, al referir que ‘‘…Es la patria lo que se lleva por sobre la cabeza; es la esperanza de toda la vida (...). Los que están en el taller del sol, no tienen miedo a la nube (...). El Norte se cierra y está lleno de odios (...). Hoy más que nunca cuando empieza a cerrarse este asilo inseguro, es indispensable conquistar la patria. Al sol, y no a la nube. Al remedio único constante y no a los remedios pasajeros (...). A la patria de una vez. ¡A la patria libre! (…)”.24 Asimismo insistía en que “…El patriotismo es, de cuantas se conocen hasta hoy, (ha sido hasta ahora) la levadura mejor, (entre todas las conocidas), de todas las virtudes humanas…’’.25

Además, insiste en que “…Esa arrogancia, ese ceño, esa pelea por la autoridad o la fama, que son cosas que en lo grande del mundo caben en un grano de anís o en la cuenca de una pluma de ruiseñor que se lleva el viento: esas ridiculeces femíneas; esos celos de aldea, indignos de mentes ilustres y corazones levantados, han de desaparecer de nuestra tierra, ¡si han asomado en ella la cabeza!_ República es el mundo: de muchos el valor; de todos igual mérito: cada hombre es un héroe y un orador oculto; ódiese la bajeza, el disimulo, la hipocresía, la falsa virtud, la vileza que suele enmascararse con frases llameantes y talentos simpáticos; pero sea esa saludable indignación lo único que separe a unos cubanos de otros. Es mucha la originalidad de nuestra tierra para pensar en comprimirla...”.26

Su programa de resistencia y de lucha sin rehusar lo inmediato se orienta a la mediatez, como profundo examinador que mira hacia el futuro; no separa la teoría de la práctica porque sabe que la teoría alumbra caminos y la praxis cambia, corrige y comprueba. Ello lo demuestra cuando refiere que “…Por nuestra idea, pues, somos lo que somos; y por agradecimiento a ella y respeto a nuestro honor, jamás, jurémoslo de pie, caudillos de la Revolución, jamás sobrepondremos nuestros intereses personales a los intereses de nuestra patria...”.27 Reitera su confianza en el futuro cuando asevera “…Se me hincha el pecho de orgullo, y amo aún más a mi patria desde ahora, y creo aún más desde ahora en el porvenir ordenado y sereno, en el porvenir, redimido del peligro grave de seguir a ciegas, en nombre de la libertad (…). Porque si en las cosas de mi patria me fuera dado preferir un bien a todos los demás, un bien fundamental que de todos los del país fuera base y principio, y sin el que los demás bienes serían falaces e inseguros, ese sería el bien que yo prefiriera: yo quiero que la ley primera de nuestra república sea el culto de los cubanos a la dignidad plena del hombre…”.28

Militancia con los pobres y oprimidos.

Martí vivió como una fuerza espiritual en contacto perpetuo con el misterio del universo y de la naturaleza, todo lo cual es representativo del crecimiento ético- cósmico del hombre, de su cultura y de su humanismo axiológico centrado en la tarea de partido por los oprimidos:

…Con lo pobres de la tierra Quiero yo mi suerte echar:

El arroyo de la sierra

Me complace más que el mar 29

Su exaltación humanista refiere que “…La amistad, la cultura, la sinceridad ¿no son los únicos gustos de la vida, y fuerzas de ella? (…). Dan pena, los soberbios. El mundo no se detuvo jamás. En buena hora que se vaya en orden, como se debe ir: en el orden sano y bullicioso, y siempre juvenil de la libertad: pero en la marcha del mundo, atrás se queda el que se mete por corrales: o el mundo lo arrastra, en su destino de marchar: hay que salir al camino, y beber agua de bejuco, y calzarse con sandalias: ¡es buena la naturaleza!”.30 La sencillez y el amor hacia los humildes también

lo muestra cuando afirma “…Me echó el médico al monte: corrían arroyos, y se cerraban las nubes: escribí versos. A veces ruge el mar, y revienta la ola, en la noche negra, contra las rocas del castillo ensangrentado: a veces susurra la abeja, merodeando entre las flores. (…) Se imprimen estos versos porque el afecto con que los acogieron, en una noche de poesía y amistad, algunas almas buenas, los ha hecho ya públicos. Y porque amo la sencillez, y creo en la necesidad de poner el sentimiento en formas llanas y sinceras”.31

Para Martí, no tiene significado la vida que no se vierte en la de los demás para proyectar su obra en bien de los pobres del mundo “…Yo abrazo a todos los que saben amar. Yo traigo la estrella, y traigo la paloma, en mi corazón…” 32; también cuando refiere “…A la felicidad del obrero se va por la felicidad de la patria, al obrero feliz se va por la patria feliz…”.33

Su pensamiento impulsa los vuelos de altura sin perderse en el horizonte: la práctica es terrenalidad del pensamiento y adecuación a los fines humanos. Se trata de una filosofía de actos y acciones en constante diálogo con la realidad para aprehenderla humanamente en bien del hombre y la sociedad como un todo. “…El hombre es bueno. Toda gloria humana le cautiva, y así como repele al cabo toda grandeza falsa, así acata sumiso, aunque lo haya mortificado con su duda, o lacerado con su abandono, toda grandeza verdadera (…). Ver grandeza es entrar en deseos de revelarla…”34 por lo cual considera que “…El problema de la independencia no era el cambio de formas, sino el cambio de espíritu (…). Con los oprimidos había que hacer causa común, para afianzar el sistema opuesto a los intereses y hábitos de mando de los opresores…’’.35

Integración humana.

Un acercamiento necesario al pensamiento interdisciplinario martiano transita por el carácter integrador e íntegro del ser humano. Relacionó el pensamiento de unos hombres con otros, fue crisol de ideas, síntesis de lo universal y elevó el concepto de justicia a la condición de categoría principal de la cultura. La integración americana identificó su obra para proponer “…Que a todas las puertas se llame y se vuelva a llamar. Que al fin cada ciudad de América sea una bolsa de la libertad de Cuba, que es garantía indispensable de la de nuestra familia de pueblos en el continente. Estamos haciendo una obra universal’’.36 Para lo que es necesario “…La voluntad de todos, pacíficamente expresada: he aquí el germen generador

de las repúblicas…’’.37

De manera particular se refirió a que:

…En nuestra América hay mucho más sentido de lo que se piensa, y los pueblos que pasan por menores, _ y lo son en territorio o habitantes más que en propósito y juicio, _ van salvándose a timón seguro de la mala sangre de la colonia de ayer y de la dependencia y servidumbre a que los empezaba a llevar, por equivocado amor a formas ajenas y superficiales de república, un concepto falso y criminal, de americanismo (…). En América hay dos pueblos, y no más que dos, de alma muy diversa por los orígenes, antecedentes y costumbres, y solo semejantes en la identidad fundamental humana. De un lado está nuestra América, y todos sus pueblos son de una naturaleza, y de una cuna parecida o igual, e igual mezcla imperante; de la otra parte está la América que no es nuestra, cuya enemistad no es cuerdo ni viable fomentar, y de la que con el decoro firme y la sagaz independencia no es imposible, y es útil, ser amigo. Pero de nuestra alma hemos de vivir, limpia de la mala iglesia, y de los hábitos de amo y de inmerecido lujo (...). La grandeza de los pueblos no está en su tamaño, ni en las formas múltiples de la capacidad material, que en todos los pueblos aparecen según la necesidad de ellas, y se acumulan en las naciones prósperas, más que por genio especial de raza alguna, por el cebo de la ganancia que hay en satisfacerlas (…) pueblo grande, cualquiera que sea su tamaño, es aquel que da hombres generosos y mujeres puras. La prueba de cada civilización humana está en la especie de hombre y de mujer que en ella se produce… .38

Abogó por una filosofía de la relación que no separe lo ideal y lo material, que no discurra hacia los extremos. Simplemente que lo aborde en su relación. Por ello, insiste en que “El Universo, con ser múltiple, es uno (...). El yo no es el origen verdadero; pero es el origen científico de todos los conocimientos (…). Lo cual se reduce a decir y significar que el yo individual es el origen de todos los conocimientos individuales. Y no es el origen: es el ser que los recibe y juzga y examina (...). Es locura querer del yo, que es parte, y sujeto, y nacido, nazca la verdad que hace ser y nacer. Pero es posible que el yo en sí absorba y en sí tenga, en calidad de ser representante, cuanto se conoce y es cognoscible. Esto es más lógico’’.39

Un significado especial del todo y de sus partes y viceversa, se presenta en la relación dialéctica que refiere “…Pero en la fábrica universal no hay cosa pequeña que no tenga en sí todos los gérmenes de las cosas grandes…’’.40 Asimismo, “… ¡Qué método tan cierto, tan racional, de dar con la verdad! Fijar la atención sobre un objeto, de modo de investigar plenamente las partes que lo constituyen, el principio y el origen, la existencia y la destrucción final; la naturaleza de las partes que lo componen; lo que hay en él de esencial y de accidental…’’.41

Sus convicciones culturales terrenalizan filosóficamente sin matar su raíz quimérica y su mirada hacia lo absoluto y lo grande, pues en su criterio “…Los buenos eslabones dan chispas altas. Menguada cosa es lo relativo que no despierta el pensamiento de lo absoluto. Todo ha de hacerse de manera que lleve la mente a lo general y a lo grande. La filosofía no es más que el secreto de la relación de las varias formas de existencia”.42 Además, ‘‘…Lo común es la síntesis de lo vario, y a Lo Uno han de ir las síntesis de todo lo común; todo se simplifica al ascender…’’.43

Integridad de sí y para con los demás.

La integridad martiana revela con profundidad la esencia filosófica de su pensamiento, particularmente su concepción del hombre, el sentido de la vida y los valores que le sirven de cauces de realización humana y de compromiso con Cuba. Logra, en función del objetivo propuesto, situarse en su mundo, mostrando su mentalidad educativa y ética desde la práctica de la virtud. Estas afirmaciones se manifiestan de manera reiterada en su obra, cuando señala que ‘‘…El mérito y la virtud son la única escala para los ascensos…’’44; porque para él “…Reconocer la virtud es practicarla. En eso se conoce al incapaz de la virtud, _en que no la sabe conocer en los demás. El hombre que lo niega todo, a quien se niega es a sí mismo…’’ 45; e insiste por ello en que “…El problema de Cuba no es ya mero sentimiento ni se levanta con las bellas frases huecas; lo que se necesita es imitarlos en su virtud y aprovecharnos de su experiencia…’’46; por lo que considera oportuno referir su declaración de principio cuando advierte “Y por supuesto, debajo del ‘Miente’, aunque no se diga, viose siempre: la punta de la bota._ Y no porque nos enoje: sino porque nos da pena por la dignidad humana ver a hombres que manejan la pluma prestarse a ser, por unos cuantos dineros al mes, repugnantes esbirros. Las letras tienen su decoro, y el que vive de ellas…’’.47 El concepto de integridad en Martí está asociado a

la conducta humana intachable en general, a su completez, en la que priman la justicia, la verdad, la honradez, el respeto y el conocimiento como virtudes primarias de la acción total del hombre para sí y para con los demás: el universo es el principio de los conocimientos humanos y su esencia radica en lo que denominó identidad universal humana. En sus valoraciones sobre Cecilio Acosta, * expresó:

…Ha muerto un justo: Cecilio Acosta ha muerto. Llorarlo fuera poco. Estudiar sus virtudes e imitarlas es el único homenaje grato (…). Trabajó en hacer hombres (…) ¡Lo vio todo en sí, de grande que era! Este fue el hombre, el junto. Postvió y previó. Amó, supo y creó. Limpió de obstáculos la vía. Puso luces. Vio por sí mismo. Señaló nuevos rumbos. Le sedujo lo bello; le enamoró lo perfecto; se consagró a lo útil. Habló con singular maestría, gracia y decoro; pensó con singular viveza, fuerza y justicia. Sirvió a la tierra y amó al cielo. Quiso a los hombres y a su honra. Se hermanó con los pueblos y se hizo amar de ellos. Supo ciencias y letras, gracias y artes (…). En suma: de pie en su época, vivió en ella, en las que le antecedieron y en las que han de sucederle. Abrió vías, que habrán de seguirse; profeta nuevo, anunció la fuerza por la virtud y la redención por el trabajo. (…) ¡Y cuando él alzó el vuelo, tenía limpias las alas!48

Para Martí, los valores humanos constituyen la esencia de su condición, pues considera que “…Un hombre no es una estatua tallada en un peso duro, con unos ojos que desean, una boca que se relame, y un diamante en la pechera de plata. Un hombre es un deber vivo; un depositario de fuerzas que no debe dejar en embrutecimiento, un ala (...). Un pueblo no es un conjunto de ruedas; ni una carrera de caballos locos; sino un paso más dado hacia arriba por un concierto de verdaderos hombres…”.49

En el periódico “Patria”, el 2 de julio de 1892, escribe sus consideraciones sobre la integridad de los educadores:

…Aquel hombre a quien aman tiernamente los alumnos que le ven de cerca la virtud; aquel compañero que en la conversación de todos los instantes moldea y acendra, y fortalece para la verdad de la vida, el espíritu de sus educandos; aquel vigía que a todas horas sabe dónde está y lo que hace cada alumno suyo, y les mata los vicios, con la mano suave o enérgica que sea menester, en las mismas raíces; aquel maestro que de todos los detalles de la vida saca ocasión para ir extirpando los defectos de soberbia y desorden que suelen afear la niñez de nuestros pueblos, y creando el amor al trabajo, y el placer constante de él en los gustos moderados de la vida; aquel educador que sólo tiene la memoria como abanico del entendimiento, y no pone a aquella, como tanto pasante, en vez del entendimiento, sino que enseña en conjunto, relacionando unas cosas con otras, y sacando de cada voz todos los orígenes, empleos y derivaciones, y de cada tema toda su lección humana; aquel guía, a la vez amoroso y enérgico que con esfuerzo personal, en el ejemplo y beneficio del valle sano y majestuoso (…) que piensa por sí, y ama la lectura, y descansa de ella en juegos viriles, que compone sus ideas correctamente en castellano, en inglés y en francés, y estudia álgebra, y sabe medir los campos y sembradíos. 50

La razón es más que capacidad de encadenamiento explicativo-racionalista: es el yo individual y universal a favor de la cultura: “…La caridad es nuestro corazón. La razón es nuestro escudo. La lanza, la que recogimos de la mano de nuestros muertos. Ni alardes pueriles, ni promesas vanas, ni odios de clase, ni pujos de autoridad, ni ceguera de opinión, ni política de pueblo ha de esperarse de nosotros, sino política de cimiento y de abrazo, por donde el ignorante temible se eleve a la justicia por la cultura…’’,51 porque “…El yo no es el origen único de los conocimientos humanos, pero es el punto más alto desde donde se puede conocer. El origen de los conocimientos, la verdad fundamental no existe en el yo, porque no existe en nuestra humana pequeñez; pero en lo que más existe en la Tierra, es en el yo”.52

El hombre, el conocimiento y el universo constituyen una trilogía inseparable en la que “…El principio de conocimiento de las cosas está en las cosas mismas. Se conocen tantas cosas como cosas hay. Cada cosa es principio de conocimiento de sí. El universo es la reunión de todas las cosas, lo que implica reunión de todos los principios del conocer de las cosas. El universo es el principio de los conocimientos humanos (…). El yo no es un principio absoluto de los conocimientos humanos. Es un agente dispuesto a conocer”,53 y por ello “. Hay

un todo de ser que se desenvuelve y se precipita en seres, de los que cada uno es el todo de que nace. De lo uno se deriva lo múltiple, que en cada una de sus manifestaciones representa en sí todo lo uno. El yo es el universo mismo, y el universo mismo no es más que el yo. En lo más pequeño, el todo, y en el todo lo más pequeño. Así el sistema”.54

Su obra es forma y presencia dentro de la cultura y se realiza en la comunicación polifacética de la que es portadora. Unidad nada simple y prácticamente indestructible, hecha de tensiones entre lo dicho y lo omitido, abanico de significaciones nunca estáticas y jamás definitivas, búsqueda de sí mismo que el hombre emprende a través de la forma; por ello, expresa que “…No se deben citar hechos aislados_ contentamiento fácil de una erudición ligera e infructífera: sino hechos seriales, de conjunto sólido, ligados y macizos…”.55 Señala que “…hasta en el lenguaje está la síntesis…”,56 y que en “…las ideas innatas existen en el conocimiento, en el estado de verdades; puestas en relación con el lenguaje, se formulan y son ya perfectas ideas (...) Nada no es; todo es…”.57

La misión se completa, se dirige a la realidad concreta, busca cauce de realización. José Martí enseña que al deber ser no se accede a través del discurso, encerrado en sí mismo, sino que se requiere de la acción práctica transformadora, capaz de subvertir la realidad presente, proyectar para ejecutar lo que falta y exigen las necesidades y los intereses de los hombres en el movimiento social desde el convencimiento y el diálogo individual y universal.

Conclusiones

El pensamiento de José Martí constituye un campo fértil para lograr las aspiraciones referidas sobre las necesarias relaciones interdisciplinarias desde la formación pedagógica y como modelo de actuación para este tipo de profesional.

El punto de articulación de su vida y su obra es el humanismo, que sustenta las necesarias relaciones interdisciplinarias, no como saberes yuxtapuestos o acumulados, sino como totalidades de cada uno de los procesos de interacción del hombre y como resultado de la actividad cotidiana: un acto de juicio; un ejercicio para la inteligencia y para la solidez de los conocimientos; la grandeza de la actividad del hombre a favor de su cultura y de la humanidad toda.

El pensamiento interdisciplinario de José Martí parte del hombre individual-diverso como un proyecto de esencias humanas y sus postulados constituyen macrotemas universales en su obra como presencia, propósito y síntesis de la cultura. El reconocimiento de la interdisciplinariedad a través de toda la vida y la obra de José Martí, como un método o una herramienta de trabajo a favor de la cultura humana, constituye un objetivo básico a tener en cuenta para la labor de formación de profesores.

 

Notas:

*En su carta testamento literario a Gonzalo de Quesada y Aróstegui, Martí le indicó que publicase un volumen con sus trabajos sobre los hombres de Nuestra América, con el título Hispanoamericanos: Cecilio Acosta era uno de ellos.

Referencias

  1. 1

     VITIER C. Martí en la Universidad. Cuaderno martiano IV. La Habana, Cuba: Editorial Félix Varela; 1997. p. XII.
  2. 27

     MARTÍ J. Obras Completas. T. 5. La Habana, Cuba:
  3. IBÍDEM. p.13.3 Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 33.
  4. MIRANDA T, ET AL. Modelo General del Profesional de Educación. Informe de investigación. Proyecto de Diseño, desarrollo y evaluación curricular. La Habana, Cuba: Centro de Estudios Educacionales, Instituto Superior Pedagógico ‘‘Enrique José Varona’’; 2001. p. 8.
  5. IBÍDEM. p. 11.
  6. MARTÍ J. Obras Completas. T. 8. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p.281.
  7. IBÍDEM.
  8. PERERA F. La formación interdisciplinaria de los profesores de ciencias: un ejemplo en el proceso de enseñaza-aprendizae de la Física. [Tesis en opción al Grado Científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas]. La Habana, Cuba:  Instituto Superior Pedagógico ‘‘Enrique José Varona’’; 2000. p. 25.
  9. MAÑALICH R.  Interdisciplinariedad y didáctica. Rev. Educación, agosto, La Habana, Cuba, 1998.
  10. RODRÍGUEZ M A. Estrategia metodológica para la prepa- ración postgraduada de los docentes en la lectura de la obra martiana. [Tesis en opción al Grado Científico de Doctor en Ciencias Pedagógicas]. Villa Clara, Cuba: Instituto Superior Pedagógico ‘‘Félix Varela’’; 2002. p. 20.
  11. MENDOZA L. Formación humanista e interdisciplinariedad: hacia una determinación categorial. En: Didáctica de las Humanidades. Selección de textos. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 2005.
  12. SALAZAR D, ADDINE F. La interdisciplinariedad y su enfoque sistémico para el trabajo científico en la enseñanza de las ciencias. En: Álvarez M, et al. Interdisciplinariedad: una aproximación desde la enseñanza-aprendizaje de las ciencias. La Habana, Cuba: 12Editorial Pueblo y Educación; 2004. p.139.
  13. LENOIR Y.  La interdisciplinariedad en la escuela: ¿un fantasma, una realidad, una utopía? Rev. Praxis, No 5, 2004.  Revisado  desde: http:// www.revistapraxis.cl/ediciones/numero5/lenoir_praxis5.html.
  14. MENDOZA L. Formación humanista e interdisciplinariedad: hacia una determinación categorial. En: Didáctica de las Humanidades.  Selección de textos. La Habana, Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 2005. 14p. 3-16.
  15. MARTÍ J. Obras Completas. T. 8. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 40.
  16. IBÍDEM.  p.408.
  17. IBÍDEM.  p.288.
  18. IBÍDEM.  p.282.
  19. MARTÍ J. Obras Completas. T. 6. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p.233-234.
  20. SOL M A DEL. Lengua, cultura e interdisciplinariedad. En: Rojas C, et al. Informe de factibilidad del curso intensivo para la formación emergente de profesores de Secundaria Básica. La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico ‘‘Enrique José Varona’’; 2002.
  21. MARTÍ J. Obras Completas. T. 22. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p.73.
  22. MARTÍ J. Obras Completas. T. 8. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p, 408.
  23. MARTÍ J. Obras Completas. Cuadernos de apuntes. T.21. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p.167.
  24. MARTÍ J. Obras Completas. T. 4. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p.274.
  25. MARTÍ J. Obras Completas. La crisis y el Partido Revolucionario Cubano. T. 2. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p.367-368.
  26. MARTÍ J. Obras Completas. T. 21. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 377.
  27. MARTÍ J. Obras Completas. T. 22. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 194.
  28. MARTÍ J. Obras Completas. T. 4. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 270.
  29. MARTÍ J. Obras Completas. T.  16. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 67.
  30. MARTÍ J. Obras Completas. T. 5. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 268.
  31. MARTÍ J. Obras Completas. T.  16. La Habana, Cuba: 32Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 62.
  32. MARTÍ J. Obras Completas. T. 4. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 269.
  33. MARTÍ J. Obras Completas. T.  21. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 367.
  34. MARTÍ J. Obras Completas. T. 8. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 167.
  35. MARTÍ J. Obras Completas. T. 6. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 19.
  36. IBÍDEM. p.77.
  37. MARTÍ J. Obras Completas. T. 8. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 54.
  38. MARTÍ J. Obras Completas. T. 6. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 35.
  39. MARTÍ J. Obras Completas. T.  21. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 58.
  40. MARTÍ J. Obras Completas. T. 7. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 222.
  41. MARTÍ J. Obras Completas. T.  21. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 260
  42. MARTÍ J. Obras Completas. T. 7. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 232.
  43. MARTÍ J. Obras Completas. T.  21. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 47.
  44. MARTÍ J. Obras Completas. T.  22. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 196.
  45. MARTÍ J. Obras Completas. T.  21. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 379.
  46. MARTÍ J. Obras Completas. T.  22. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 14.
  47. IBÍDEM.
  48. MARTÍ J. Obras Completas. T. 8. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 153-164.
  49. MARTÍ J. Obras Completas. T. 22. La Habana, Cuba: 50 Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 376.
  50. MARTÍ J. Obras Completas. T. 5. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p.  259-260. MARTÍ J.  Obras Completas.  T.  4.  La abana, Cuba: 52 Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 255.
  51. MARTÍ J. Obras Completas. T.  21. La Habana, Cuba: Editorial Nacional de Cuba; 1963. p. 55.
  52. IBÍDEM. p.56.
  53. IBÍDEM.
  54. IBÍDEM. p.168.
  55. IBÍDEM.  p.66.
  56. IBÍDEM.  p.67.

 

Bibliografía

ANDER-EGG E. Interdisciplinariedad y Educación.

Argentina, Editorial Río La Plata; 1994.

ROJAS C, ET AL. El cambio educativo en la Secundaria Básica cubana: realidad y perspectivas. Rev Varona, No. 38. La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico ‘‘Enrique José Varona’’; 2000.

SOL M A DEL. Lenguaje, cultura e interdisciplinariedad. En: Superación para Profesores. CD del Centro de Estudios Educacionales. La Habana, Cuba: Instituto Superior Pedagógico ‘‘Enrique José Varona’’; 2002.