Varona

No.48-49  Enero-Diciembre, 2009.    ISSN: 1992-82

La enseñanza de la Lógica en Cuba. UN ACERCAMIENTO A SUS ORÍGENES

The teaching of Logic in Cuba. AN APPROACH TO ITS ORIGINS

Dr C María Concepción González Basanta. Profesora Auxiliar. UCP “Enrique José Varona”

Recibido abril de 2008   Aceptado Diciembre de 2009


RESUMEN

El trabajo aborda los orígenes de la enseñanza de la Lógica en Cuba desde el siglo XVIII y hasta los primeros años del XX.

La Grecia Antigua, profusa en la herencia a la cultura universal, aporta una de las ciencias claves para el estudio del pensamiento: la Lógica, creada por Aristóteles de Estagira (384-322 a.n.e.), a partir de la sistematización de los conocimientos sobre el tema al plasmar en leyes y formas del pensar los resultados de la actividad humana y, de esa manera, garantizar la corrección del acto de pensar.

La evolución de la ciencia y la necesidad de contribuir al “buen decir” llevó a su inclusión en planes y programas de estudios, en la Enseñanza Media, el Bachillerato y la Enseñanza Superior, tanto en Cuba como en otras regiones de Latinoamérica y del mundo.

En Cuba, la presencia de la Lógica como asignatura en los planes de estudios se remonta al siglo XVIII, en el Colegio de San Carlos y San Ambrosio, al amparo de las exigencias de la metrópoli española y de cánones superados para la época en relación con los contenidos a desarrollar.

PALABRAS CLAVE: lógica, pensamiento, enseñanza, escolástica.

ABSTRACT

This work talks about the originals of the teaching of logic in Cuba since the XIX Century until the first few years of the XX Century.

Ancient Greece, inherent to the universal culture, contributes one of the key sciences for the study of thought: logic, created by Aristotle of Stagira (384-322 b.c.) stemming from the systematization of knowledge by molding laws and thought process in the results of human activities and in this manner guaranteeing correction in the thought process.

The evolution of science and the necessity to contribute to popular knowledge required that it be included in the plans and stud programs in Middle, High School and Superior Educational systems, in Cuba as well as other regions of Latin America and the world.

In Cuba the inclusion of Logic as a subject in the curriculums dates back to the XIX Century, in the San Carlos and San Ambrosio School, this was backed up by the demands of the Spanish Metropolis and the improved rules of the times with relations to the contents to be developed.

KEYWORDS: logic, thought, teaching, scholastics.


Introducción

La enseñanza de la Lógica, como asignatura, se remonta al siglo XVIII cubano en el otrora Colegio de San Carlos y San Ambrosio, ubicado en La Habana. La época se encontraba aún signada por los intereses de la corona española que tiene, en la siempre fiel Isla de Cuba, una colonia de marcado interés económico, político y social para la continuidad de sus pretensiones allende sus fronteras geográficas. La educación expresaba, en toda su integridad, las aspiraciones de la metrópoli en el mantenimiento del colonialismo y muy distante de enrumbarse en la búsqueda de métodos y estilos que enseñaran algo nuevo, diferente, a los que necesariamente deberían continuar siendo fieles súbditos que replicaran el statu quo existente. Era una educación religiosa, fundamentada en la teología, filosofía escolástica y algunas migajas de la física aristotélica, cuya máxima “magíster dixit” era la consagración de la formación que se pretendía para aquel entonces.

Bajo la égida de figuras como Aristóteles (384-322 a.n.e), San Agustín (354-430) y Santo Tomás de Aquino (1225-1274), transcurría la educación. Eran las autoridades infalibles, cuyas teorías determinaban qué y cómo enseñar.

La escolástica era el instrumento ideológico del colonialismo español en Cuba, de ahí que solo existieran actitudes filosóficas que expresaban identificación con esta ideología y se caracterizaban por el dogmatismo y el autoritarismo, que no permitió desarrollar un pensamiento original, tan necesario para romper las cadenas con la metrópoli.

En este contexto económico, político y social se desarrolla el sistema educativo cubano del siglo XVIII y es al que comienzan a oponerse figuras destacadas en el campo de la Pedagogía que, por su obra, rebasan esas fronteras.

La Lógica se ubica como una de las disciplinas que reciben los estudiantes siguiendo lo establecido para la enseñanza de la época. Desde su impartición se impone una búsqueda que permita eliminar todo lo que de escolasticismo posee y lograr que se convierta en una herramienta que realmente aporte al desarrollo del pensamiento de quienes la reciben. En dicho empeño ocupan un lugar importante las figuras de José Agustín Caballero (1762-1835), Félix Varela Morales (1787-1853), José de la Luz y Caballero (1800-1862) y Enrique José Varona Pera (1849-1933).

Desarrollo

En 1795, el padre José Agustín Caballero, pensador y pedagogo, considerado con justeza uno de los fundadores de la Pedagogía en Cuba, desde la tribuna de la Sociedad Patriótica y en calidad de miembro de la Sección de Artes y Ciencias, expresó: “…El sistema actual de la enseñanza pública de esta ciudad retarda y embaraza los progresos de las artes y las ciencias, resiste el establecimiento de otras nuevas, y por consiguiente, en nada favorece las

tentativas y ensayos de nuestra clase…

“…¿qué recurso le queda, por iluminado que sea, a quién se le manda a enseñar latinidad por un escritor del siglo de hierro, jurar ciegamente las palabras de Aristóteles, y así en las otras facultades?...

“…Nosotros, bien como miembros de la Universidad (…), bien como individuos de la clase de artes y ciencias, debemos clamar, proponer y solicitar una reforma de estudios digna del siglo en que vivimos, del suelo que pisamos, de la hábil juventud en cuyo beneficio trabajamos, y de los dos ilustres cuerpos a que pertenecemos”.1

Los elementos apuntados anteriormente caracterizan la enseñanza de la época, dirigida en esencia a la reproducción de una sociedad inamovible cuyos jóvenes favorecidos con la educación, en su mayoría, no eran precisamente los más dispuestos a abogar por el cambio. El primer mérito a señalar en relación con el ilustre pedagogo es haber sido capaz de reconocer las limitaciones de la enseñanza bajo la cual fue formado desde la férrea religión católica; su máximo empeño estuvo dirigido a crear un sistema de métodos que permitiera al estudiante organizar su pensamiento y realizar un aprendizaje sólido y profundo. En el diseño de su reforma general de la enseñanza, se incluía la introducción de las ciencias experimentales, los idiomas extranjeros y el estudio, imprescindible, de la lengua materna.

No puede obviarse que, para aquel entonces, toda

la enseñanza se desarrollaba en latín, un elemento más para distanciar la educación que se recibía de las necesidades epocales de los jóvenes de aquellos tiempos. Como años después dijera el Apóstol al valorar las características de la Educación de la época, en un artículo aparecido en La Nación de Buenos Aires: “¿No deberá ser toda la educación, desde su primer arranque en las clases primarias, se preguntan otros,— dispuesta de tal modo que desenvuelva libre y ordenadamente la inteligencia, el sentimiento y la mano de los niños?...”.2 Y refería “…gran bendición sería, si las escuelas fuesen (…) casas de razón donde con guía juiciosa se habituase al niño a desenvolver su propio pensamiento…”.3

Cuando ya la Europa salía del ostracismo escolasticista, Cuba se debatía en análisis bizantinos que embotaban la mente y hacían se perdiese lo que de favorable podían tener los recursos empleados.

A lo largo de los siglos XVI, XVII y XVIII la educación estaba dirigida por la Iglesia, cuyo fin era defender la ideología eclesiástica, se propagaban el fanatismo religioso y la intolerancia hacia la independencia de criterios. Existió un monopolio cultural de la Iglesia Católica, que se ocupó de la Educación Media y Superior, quedando descuidada la Enseñanza Elemental. En 1722, se fundó en Santiago de Cuba el Seminario de San Basilio el Magno. Los métodos utilizados eran los de la enseñanza escolástica, que dependía excesivamente del razonamiento deductivo y la memorización. El 5 de enero de 1728, se fundó la Universidad de La Habana por la Orden de predicadores religiosos dominicos.4

A finales del siglo XVIII y principios del XIX, ocurrieron hechos que trascendieron la educación: la lucha del padre José Agustín Caballero contra la enseñanza y la filosofía escolástica desde sus aulas en el Seminario de San Carlos, la labor de la Sociedad Económica de Amigos del País, la influencia del Papel Periódico de La Habana y el surgimiento de los colegios privados, que permitieron la divulgación y la proliferación de las ideas de la Ilustración relacionadas con la crítica abierta a la escolástica, defensa de una nueva educación, propagación del método experimental en las ciencias y la lucha por la libertad de pensamiento. El padre José Agustín Caballero fue el primero en Cuba que inició un proceso de renovación del pensa- miento, e introdujo las ideas más avanzadas de la época, no solo de la Filosofía, sino también de las ciencias, a partir de las influencias del sensualismo de Locke J (1632-1704), del racionalismo de Descartes R (1596- 1650) y las ideas de Newton I (1643-1727) con la utilización del experimento como vía para obtener la verdad.5

Es Caballero quien inicia una crítica y burla directas a aquellas pretensiones vanas de los escolásticos de dictar a su voluntad todas las ciencias con ayuda de “reglitas” primitivas de BÁRBARA y CELAREN. Trataba, por ello, de fundar una nueva metafísica, acercándola a la naturaleza y a las cosas reales.

Para Caballero, la Lógica no es solo y simplemente la primera parte de la filosofía, sino un instrumento de conocimiento de todas las ciencias, “…disciplina de la razón, que prepara el espíritu para alcanzar la verdad en cualquier lugar y en todo tiempo’’.6 Se le llama también dialéctica, disciplina de la discusión. Centra la atención en el método del conocimiento, en las categorías aristotélicas, en la naturaleza del conocimiento y en el criterio de la verdad, que se convierten en “problemáticas básicas de la naciente filosofía criolla” y, por consiguiente, en el primer campo de batalla entre las viejas y las nuevas ideas.

Su curso de Lógica está influido por Aristóteles, el creador de la ciencia que versa sobre los estudios del pensamiento, por R. Descartes, desde su “Novun Organon”, por la escuela de Port-Royal,* por Bacon F, y por Locke J. En su afán de rescatar lo mejor de las concepciones del Estagirita y despojarla de toda la atrasada posición medieval, se propone buscar un camino para oponerse al método deductivo-sintético, absolutizado por la escolástica; pero ello le conduce a defender entonces el analítico-inductivo. Como años después expresara Varela F, fue “…restaurador de los fueros de la razón (…) aspira a dotar de contenido el pensamiento de su tiempo…”.7

De los cursos dictados en el Colegio de San Carlos y San Ambrosio deriva la obra Philosophia Electiva de J. A. Caballero, en 1944, que ya desde su propio título ha sido sometida a diversos análisis con el objetivo de esclarecer si se está en presencia de una construcción ecléctica o de una verdadera filosofía de la elección. Obra escrita en latín, en 1797, se dirigió a sus estudiantes del seminario matriculados en la cátedra, que por aquel entonces dictaba, como guía para sus estudios. Constituye la obra, la primera parte y única llegada y conservada sobre el plan trazado por Caballero J A para escribir. Consideraciones al respecto pueden consultarse en la edición de 1944, bajo la responsabilidad de Valle F G.

Toda la obra, los ejemplos trabajados y los argumentos esgrimidos por el autor tienen como fin último rescatar y aplicar lo valioso del contenido lógico para, con ello, aportar un método exhaustivo en el conocimiento de la realidad. El libro primero versa sobre las operaciones del entendimiento, a lo cual dedica las tres partes iniciales. A continuación, aborda el método, incluyendo el del estudio y el de la discusión. Seguidamente, se adentra en las “cuestiones que se suelen plantear acerca de la Filosofía y de la Lógica en sí misma”, que le permite tratar lo relativo a la Filosofía, en general, a la Lógica en sí y los criterios de veracidad y falsedad.

En el fondo del proceso filosófico de Cuba sombrea un escolasticismo formulario y estéril, hasta iniciarse la reforma, por el año 1797, al redactar el Presbítero José Agustín Caballero, profesando en la Universidad de La Habana, unas lecciones en latín que constituyen “la primera obra escrita entre nosotros con pretensiones reformadoras”,8 de acuerdo con el juicio de José Manuel Mestre y estaban consagradas únicamente a la Lógica, desenvuelta según la doctrina sensualista, revelándose como notas sobresalientes, la claridad y, consecuencia con que en toda la obra se observa este plan.

La continuidad en la obra educativa y pedagógica iniciada por José Agustín Caballero tuvo, en el Presbítero Félix Varela y Morales, un hito significativo. F. Varela, alumno del Seminario de San Carlos desde 1801 y graduado de dicha institución como Bachiller en Teología, título al que sumó otros en el decurso de su vida magisterial, ganó por oposición las cátedras de Latinidad, Retórica y Filosofía en el propio Seminario. Su meta siguió siendo la declarada por su predecesor: combatir el escolasticismo que tanto lastraba el desarrollo de la sociedad cubana en lo que a la enseñanza se refería. Desde el Seminario comenzó a impartir clases en idioma español, desterró con ello el latín, dejó atrás el uso de los métodos escolásticos, al incorporar abiertamente el método explicativo, la experimentación y eliminando la enseñanza memorística, que solo hacía reproducir el viejo esquema de la sociedad imperante. A juicio de algunos especialistas, no existe en la historia patria un período de tanta fecundidad para la orientación cubana, por ende, para la educación, en su sentido más amplio, que la etapa en que Félix Varela y Morales enseñó en el Colegio de San Carlos y San Ambrosio.9

En relación con el tratamiento de los problemas de la Lógica como ciencia del pensamiento, Varela no solo critica agudamente lo que aún perdura del escolasticismo en ella, ponderando el método para la adquisición del conocimiento y, por tanto, para la comprensión de la realidad. Sus apuntes sobre Lógica no se limitan a las obras en que directamente aborda dicho contenido, están presentes como hilo conductor en toda su bibliografía como necesario fundamento de los análisis y consideraciones que emite. Coincide la autora con la máxima de que Varela F fue, sin lugar a dudas, “el primero que nos enseñó en pensar”.

La Lógica de Varela tiene la influencia directa de Destutt de Tracy (1754 -1836), del movimiento de la Ideología, que tiene en cuenta el origen de las ideas, los problemas lógicos, éticos y políticos; así como de J. Locke (1632 -1704) y E. Condillac (1715 -1780).

En la obra Miscelánea Filosófica, editada por primera vez en 1819, declara que es el resultado de la solicitud realizada por un discípulo con el objetivo de recoger algunos de los temas de conversación entre ambos y señala “…He suprimido las dos primeras observaciones sobre el escolasticismo, y ojalá fuese tiempo de suprimir la tercera; mas por desgracia no faltan defensores de la Lógica Escolástica, bien que su número sea muy reducido”.10

Se caracteriza Miscelánea Filosófica por un tratamiento de la Lógica que rebasa la simple intención de “aprender para repetir las reglas silogísticas”, de lo que se trata es de poner el contenido lógico en función de la adquisición del conocimiento, evitando la comisión de errores que llevarían a conclusiones desacertadas. Igual tratamiento se expone en Instituciones de Filosofía Ecléctica, de 1812. Para Varela, la Lógica es no solo el arte de sacar consecuencias de una proposición que se supone verdadera; es además, la ciencia que debe presidir a las demás con total exactitud como efecto de la razón que ve, es método, instrumento para el alcance de la verdad: “Damos el nombre de Lógica a aquella facultad que dirige nuestra mente hacia el conocimiento de lo verdadero. Por lo tanto, cuando el hombre guiado por la luz de la naturaleza, investiga la verdad y hacia ella tiende por decirlo así a impulsos del propio instinto de la razón, tiene lugar la Lógica natural o ‘la natural aptitud y facultad de inquirir lo verdadero’. En ayuda de esta lógica natural viene la artificial, que no es otra que cierto conjunto de preceptos o de reglas obtenidas de una asidua observación y de la experiencia, que nos conducen al conocimiento de la verdad”,11 o como apuntara en otro momento en la obra, es la Lógica Artificial el resultado de la disección con escalpelo de la mente humana para escrutar en sus facultades y contemplarlas a su placer, y destaca en esta dirección lo hecho por Locke J y Condillac E.12 Rechaza la vieja lógica escolástica, que reduce el arte de pensar a la repetición de las reglas mecánicamente y aplicada en la enseñanza, lastra a los jóvenes de aquellos tiempos que, en consideración de Félix Varela, debían conocer el camino de la experimentación y razonar desde el conocimiento de la realidad.

“Yo me convencí muy pronto que todo mecanicismo, toda forma rutinaria es diametralmente opuesta a la atención y reflexión que deben reinar en las operaciones intelectuales”.13

José de la Luz y Caballero es el sucesor del Presbítero Varela en el Seminario de San Carlos y San Ambrosio, y al igual que sus maestros, combate enérgicamente al escolasticismo en la educación cubana de entonces. Resulta muy interesante la disquisición en relación con el lugar de la lógica en los estudios. La cuestión, llevada a debate, se sintetizaba en la interrogante: ¿debe el estudio de la Física y, en general, de las ciencias sobre la naturaleza, preceder el de la lógica y el de las ciencias del espíritu?14 Como apuntan algunos investigadores al respecto, tras la aparente disputa pedagógica, se encontraba un problema de orden filosófico.

En esencia, toda la polémica encierra la necesidad de lograr un cambio en el proceso de aprendizaje de los estudiantes; al decir de José de la Luz y Caballero, “no debe aprenderse de memoria únicamente; es necesario comprender para saber; adquirir conocimientos, no retener palabras: hay que aprender pensando”.15

Hito importante en la historia de la pedagogía en Cuba y, particularmente, en los estudios sobre la enseñanza de la lógica, lo tiene Enrique José Varona, filósofo, pedagogo, psicólogo y literato, quien llegó a ser en su época una figura de prestigio a nivel nacional e internacional; dejó una huella importante en la enseñanza y, en particular, en la de la Lógica, con cuyas lecciones inicia su ciclo de conferencias sobre Filosofía. Con su trabajo, da continuidad a la tarea emprendida por José Agustín Caballero para reformar la enseñanza que todavía prevalecía en la Cuba colonial, “…intentó la reforma de la enseñanza sobre la base de que los centros de instrucción ‘sean talleres donde se trabaje y no teatros donde se declame’. Quería que cesara la enseñanza verbal y retórica y se le diera paso a la objetiva y científica”.16

En su curso de Lógica, dirigido a preparar a la juventud cubana para adentrarse por los caminos de la ciencia, aborda con profundidad los contenidos de esta y sus relaciones con conocimientos psicológicos y metodológicos, así como filosóficos, en general, razón por la cual su Lógica es el libro que más dice de los criterios a que se atuvo en filosofía, como expresara Medardo Vitier.

En la edición de su obra Nociones de Lógica de 1902, señala en el prólogo que “La reforma de nuestra enseñanza se ha inspirado en el propósito de arrancar la juventud cubana de la disciplina puramente teórica, que estaba atrapando sus actividades mentales. Trae, por tanto, al primer plano al profesor que ha de dirigir al alumno al campo de la observación y la experiencia; y deja en segundo texto, que ha de servir sobre todo de indicador de los problemas que se han de resolver, de momento de las adquisiciones realizadas por los predecesores, y de estímulo para el esfuerzo personal. El objeto de esta obrita es ofrecer un texto para la clase de Lógica en los Institutos y Escuelas Normales; inspirada en ese concepto de lo que debe ser y de los servicios que pueda prestar, superando la nueva orientación de los estudios. Considera la lógica en su función principal, que es proteger al espíritu contra los errores…”.17

La obra citada recoge el contenido previsto según el plan de la asignatura en cada uno de los cursos, así como ejercicios al concluir cada uno de los capítulos, para favorecer el entrenamiento de los estudiantes en temas tan complejos. Como apoyo a estos ejercicios se indica la consulta de algunos textos entre los que se destacan los del propio Enrique José Varona, Bain, autor inglés y los de Stuart Mill. Resulta interesante destacar que es esta una de las primeras obras diseñada para estudiantes donde se consignan ejercicios, aún cuando no se diferencian los mismos si se tiene en cuenta que está dirigida, tanto a profesores que se forman en las Escuelas Normales, como a los alumnos de los institutos. El pedagogo había señalado la necesidad de que el maestro aprenda a enseñar, “El maestro debe saber estudiar para que sepa enseñar a estudiar. Aquí está en germen, todo el problema de la Pedagogía”.18

Por el valor que le asigna a la lógica y la misión que a su entender tiene el maestro, apunta en relación con esta ciencia “La Lógica sirve para comprender que nuestros conocimientos son ciertos. Es decir que, aplicando las reglas de la lógica, tratamos de buscar la verdad o de evitar el error. El hombre busca la verdad porque necesita ajustar sus acciones a su conocimiento”.19

El estudio del sistema de la Lógica en Enrique José Varona, en el centenario de su natalicio, por parte de uno de sus discípulos devenido Profesor Titular de la Cátedra de Lógica en el Instituto de Segunda Enseñanza de Cárdenas, llevó a reconocer que era calcado del sistema de la lógica de John Stuart Mill, en tanto se da preferencia a la lógica de los hechos frente a la Lógica Formal. Pero, al propio tiempo, hay un reconocimiento de que en su lógica se resalta la preocupación por la claridad en la exposición, la pureza del pensamiento y un estilo sobrio y elegante que permite identificar “…cierta originalidad entre los grandes pensadores del siglo XIX”.20 Resulta necesario e interesante conocer de qué lógica se hablaba en aquella época y cuáles eran las influencias para su desarrollo en los programas de enseñanza. Al respecto, puede señalarse que en el período declarado existió una fuerte influencia de la lógica de Destutt de Tracy, Port-Royal, Condillac, Husserl y John Stuart Mill.

Port-Royal, convento parisino devenido, en el siglo XVIII, centro de desarrollo del movimiento religioso y social janseísta y fuente de la cultura en Francia, llegó a desarrollar una enseñanza respaldada por los textos escritos en él, dentro de los cuales alcanza fama el de Lógica, escrito por Antoine Arnauld y Pierre Nicole, pero que ha pasado a la posteridad, y ya desde su aparición, como la Lógica de Port-Royal. De acuerdo con este texto, la lógica o el arte de pensar, consiste en reflexiones que han hecho los hombres sobre las cuatro operaciones principales de la mente: concebir, juzgar, razonar y disponer. Aun cuando el convento desapareció en el siglo XVIII, en 1712, deteniéndose la producción de textos para la enseñanza, la impronta de la obra de Lógica no solo rebasa las fronteras europeas, sino que se mantiene como texto de consulta en los diversos cursos que se desarrollan en la Isla y constituye referencia obligada, cuando de analizar la ciencia y su impartición se trata, entre otras razones, por constituir uno de los libros que en el tratamiento del pensamiento se impone romper con la escolástica, y su comprensión y divulgación esquemática de la Lógica Aristotélica.

E. Condillac (1715-1780), pensador francés, representante de la Ilustración, seguidor de J. Lockey, exponente de una posición idealista objetiva al no reconocer la existencia de la reflexión como segunda fuente de conocimientos. Su sensualismo queda plasmado en su obra Lógica Elemental, en la cual declara el inicio de los estudios del pensamiento “…no por definiciones, axiomas y principios: la comenzaremos observando las lecciones de la naturaleza (…) (Por eso) esta lógica no se parece a ninguna de las publicadas hasta la fecha, pero no debe consistir en la novedad su única ventaja: es indispensable también que resulte la más sencilla, la más fácil y la más clara”.21

Destutt de Tracy (1754-1836) es el autor de Principios lógicos o colección de hechos relativos a la inteligencia humana. Considera que la lógica consiste en el estudio de la inteligencia, en tanto examina y juzga sus operaciones, y declara que “…tenemos derecho a exigir que la lógica, pues pretende presidir a todos nuestros conocimientos, sea también una ciencia religiosa; que tenga un fundamento sólido; que todos sus principios sean consecuencias de un hecho primero sacado de la naturaleza, (…), que sea ciencia de la verdad, y nos demuestre con claridad en qué consiste”.22

John Stuart Mill (1806-1873), empirista inglés, es reconocido como clásico teórico de la inducción en el siglo XIX; su obra también rebasa las fronteras de su país y de su época, y resulta de obligada consulta por docentes, estudiantes y, en general, por todos los que se aproximan al conocimiento de la lógica como ciencia. Tal y como declara uno de los investigadores que traduce su obra al español, “…la grande obra de lógica escrita por el admirable pensador John Stuart Mill, ha sido y es considerada como un monumento científico imperecedero…”.23 Para el empirista inglés, la Lógica es la ciencia de las operaciones mentales necesarias para la estimación de las pruebas, al comprender el proceso que consiste en ir de verdades conocidas a desconocidas, así como las operaciones auxiliares de ese proceso a saber, las de nombrar, en tanto el lenguaje es instrumento del pensamiento; las de definir y clasificar, porque propician recordar mejor las pruebas y conclusiones extraídas de ellas, “…la lógica es el campo común donde todas las operaciones pueden concordar, y por tanto, no ataca creencias y solo da el criterio para saber qué es lo que está demostrado”.24

Stuart Mill alude en su texto sobre Lógica a obras de autores como Condillac, Bacon y la de Port-Royal, ponderando lo que aportaron en el esclarecimiento de la ciencia que versa sobre el pensar. Retomando una idea expuesta en la Lógica de Port-Royal, afirma: “La Lógica comprende en efecto una ciencia y un arte: todo arte, salvo en condiciones rudimentarias, presupone la ciencia; y si no lleva el nombre de alguna ciencia, es porque a menudo varias de ellas sirven de base a un solo arte”.25 Su Sistema de Lógica incluye un análisis detallado de los problemas lógicos.

El estudio de la enseñanza de la Lógica en Cuba exige un acercamiento a la obra que, en relación con ella, legaron figuras de la talla de José A. Caballero, Félix Varela, José de la Luz y Caballero y Enrique José Varona. Estos pedagogos cubanos devienen referentes imprescindibles por las claves que encierran en su producción.

Conclusiones

En consideración de la autora, la revisión de los principios de introducción de la lógica en Cuba para su enseñanza desde el siglo XVIII hasta el inicio del XX permite arribar a dos conclusiones esenciales.

La primera, es la necesidad de eliminar al escolasticismo de la enseñanza y, con ello, los fundamentos de una educación que lastraba las mentes de los educandos al reconocer como máxima solo la palabra del maestro, sin cultivar la mente y el ejercicio pleno de la soberanía de aquellos. La comprensión de la urgente necesidad de reformar la enseñanza imponía desarrollarla en idioma español y suprimir el latín, a lo que se suma la introducción de los adelantos que, en el plano de las ciencias, ya circulaba por Europa, la cual pertrechaba a los jóvenes para afrontar, con conocimientos actuales, la continuidad del desarrollo social. En esta dirección, resultó esencial lo aportado por José Agustín Caballero, Félix Varela, José de la Luz y Caballero y Enrique José Varona; referencias obligadas para el estudio de la enseñanza de la Lógica y de su evolución como ciencia en Cuba.

La segunda, ubicar la Lógica como ciencia en tanto arma, instrumento, para dominar las exigencias de un pensamiento correcto y, en ese sentido, asimilar sus reglas, leyes y principios ajenos a la memorización estéril de reglas aristotélicas que, al no emplearse correctamente, las vuelven insulsas y vanas. En última instancia, de lo que se trata es de comprender el lugar de la Lógica para enseñar con arreglo a ella. Su esencia: enseñar con lógica.

Nota:

*Abadía francesa, fundada en el siglo XIII, en la que se desarrollaron estudios iniciales acerca de gramática general.

 

REFERENCIAS

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  15. IBÍDEM.
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  17. IBÍDEM. p. 11.
  18. IBÍDEM. p. 8.
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  20. CABALLERO J A. Philosofía Electiva. La Habana, Cuba: Editorial de la Universidad de La Habana; 1944. p. 29.
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Bibliografía

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