Varona

No.46   Enero-Junio 2008.    ISSN: 1992-82

Cultura, identidad nacional y geografía

Culture, national identity and Geography

Dr C Celina Esther Pérez Álvarez. Profesora Titular Profesora Consultante. ISP “Enrique José Varona”

Dr C Ramón Cuétara López. Profesor Auxiliar. ISP “Enrique José Varona”

Lic. Iván R. Alfonso Pérez Dirección Municipal de Educación. Plaza de la Revolución

Recibido noviembre de 2007   Aceptado diciembre de 2007


RESUMEN

En este trabajo, cultura, identidad nacional y geografía no constituyen meras palabras unidas al azar, sino conceptos en interacción cuyo significado cobra elevada impotancia al materializarse en personas vinculadas a la enseñanza de la geografía devenidas símbolos que encarnan valores éticos y culturales, y dignifican lo cubano.

PALABRAS CLAVE: cultura, identidad nacional, geografía, símbolo.

ABSTRACT

This paper does not merely constitute words chosen at random, but interactive concepts whose meanings produces an even higher connotation when affixed to persons in the teaching field of geography which become symbols that demonstrate ethical and cultural values which exalt all that is Cuban.

KEYWORDS: culture, national identity, geography, symbol

Introducción

La formación de una cultura general integral desde temprana edad, que se fortalezca y perdure a lo largo de toda la vida, constituye una aspiración, y un reto de la educación cubana; se asume como

ocupación constante por las diferentes instituciones encargadas de la labor educativa.

La familia, la escuela y la comunidad, en representación de la sociedad en su conjunto, comparten esa alta responsabilidad; sin embargo, la complejidad de la misión obliga a encontrar, en la cadena de la formación y desarrollo cultural, eslabones específicos que puedan ejercer influencias más directas y efectivas en cada individuo, y en ese sentido es que se proyecta el contenido de este trabajo.

La identidad nacional, expresada mediante los rasgos que identifican al cubano entre los demás pueblos, tiene como requisito para su consolidación y preservación, la adquisición y desarrollo de la cultura, íntimamente vinculada a las tradiciones e historia del pueblo cubano.

El conocimiento del país natal, de su territorio, de sus recursos naturales y económicos, de sus habitantes y su actividad económica y social, así como el análisis y comprensión de las prácticas sociales y ambientales para una conveniente intervención en ellas, en vínculo estrecho con sentimientos, actitudes y valores, hacen de la geografía un importante baluarte educativo y cultural.

El objetivo del trabajo consiste en justipreciar la contribución de la educación geográfica a la formación de una cultura general integral de niños, adolescentes y jóvenes en unidad con los antecedentes históricos del surgimiento y desarrollo de la nación cubana, y la preservación de los valores éticos y culturales mediante símbolos humanos, construidos por su destacada labor educativa en la enseñanza de la Geografía.

Desarrollo

La cultura general integral, como requerimiento básico de la independencia y soberanía del pueblo cubano, ha sido tema tratado por diversas personalidades, en diferentes épocas de la historia del país.

En tal sentido, Hart A expresaba que “Estudiar los factores que determinaron el distanciamiento que se produjo entre cultura y política es el primer deber de quienes, en el Siglo XXI, se propongan luchar por la redención del hombre, único camino para salvar a la civilización del colapso que la amenaza. De ahí la importancia estratégica de desarrollar masivamente una cultura general integral que a los cubanos nos viene de la mejor tradición nacional (…) El principal obstáculo que se levanta ante esta noble aspiración radica en que debe lograrse sobre el presupuesto ético de la lucha por la justicia y la solidaridad humana”.1

La cultura, según Rosental M y Iudin P, es el “Conjunto de valores materiales y espirituales, así como de los procedimientos para crearlos, aplicarlos y transmitirlos, obtenidos por el hombre en el proceso de la práctica social”.2 Mientras que, con un sentido más restringido, el Pequeño Larousse la define como “Desarrollo intelectual o artístico (...) Civilización (...) Acción de cultivar las letras, ciencias...”.3

La identidad, según los mismos autores, es una categoría que expresa la igualdad de los objetos y los fenómenos con ellos mismos, o con otros objetos y fenómenos, sin desatender algunas diferencias no antagónicas. El término nacional responde al carácter de una nación determinada.

Nación se define como el conjunto natural de hombres y mujeres a los que la unidad de territorio, de origen, de lengua, de cultura, y de psicología, inclina a la comunidad de vida estable, con intereses, motivaciones, y aspiraciones comunes.

Para que una comunidad tenga estabilidad requiere que la vida en común de hombres y mujeres sea permanente, si cuentan con un idioma, un territorio, una vida económica y una psicología, que desemboquen en una comunidad de cultura. La comunidad de cultura es decisiva, para dar cumplimiento a las funciones que le son inherentes, con independencia y por propio esfuerzo.

La nacionalidad, considerada como conjunto de caracteres propios que distinguen a una nación de las demás, viene dada también por el idéntico origen de los hombres que la integran, por las tradiciones culturales e historias comunes que los vinculan y distinguen.

En Cuba, según Aguirre S, las primeras manifestaciones inequívocas de la existencia de la nación aparecen desde finales del Siglo XVIII o principios del XIX, que es cuando se manifiestan ya, los rasgos de una comunidad cultural.

De los descendientes de los españoles, de los descendientes de los esclavos africanos, y del cruce de españoles con negras e indias surgió el nativo, el criollo. El desarrollo histórico de la comunidad estable, representada por los criollos durante los Siglos XVI y XVII tuvo un lento desarrollo, pero a partir del Siglo XVIII, alcanzó un incremento notable a pesar de un conjunto de obstáculos de diferente índole y las consecuencias lógicas que genera la esclavitud. El idioma español impuesto por los colonizadores se convirtió en vehículo de una comunidad de cultura, a finales del Siglo XVIII y principios del XIX, como resultado de la desaparición de las lenguas de indígenas y de africanos.

El territorio representado por un archipiélago, distante de la Metrópoli y con características diferentes a las de España, tuvo un arraigo para los criollos que nunca pudieron conseguir los peninsulares. Ya en los siglos de referencia el terruño tomó la connotación de patria para los nacidos en ella. El oro, el ganado, el tabaco, el azúcar y el café, en 1891, constituyeron la vida económica que sirvió de vínculo y sostén a la comunidad, pero que también generó contradicciones entre los explotados y los explotadores, y retardó la integración de la nación cubana. Así nació el sector de hacendados criollos, azucareros y, junto a ellos, el antagonismo entre los criollos dueños de la tierra y los españoles dueños del comercio.

El aspecto físico, las costumbres y el carácter del criollo, de marcadas diferencias psicológicas con el español, también acentuaba los sentimientos nacionalistas del nativo.

En los alrededores de 1790 se produce la aparición de figuras como la del estadista e intelectual Francisco de Arango y Parreño; la de José Agustín Caballero, primer expositor de Filosofía en Cuba; la de Tomás Romay, primer médico eminente nativo; y la del poeta Manuel de Zequeira, que da inicio a la lírica cubana. Asegura Aguirre S que “Para beneficio de Cuba, y no de España pidieron ellos reformas económicas, sociales y políticas, o innovaciones científicas, o la introducción en la isla de las más modernas corrientes del pensamiento filosófico; o el estreno de nuevas ciencias en los planes de estudios superiores (…). A partir de este momento histórico empieza a manifestarse en nuestro país (...) la ´comunidad de cultura´”.4

De manera, que el origen y la formación de la nación y la nacionalidad, desde los tiempos en los que el criollo transitaba hacia lo cubano, ha tenido en la cultura una de las más importantes y decisivas expresiones de valores éticos, en respuesta a los sentimientos y las necesidades de la sociedad, especialmente, la de sus representantes más humildes.

Es evidente que, por identidad nacional, se ha de aceptar todo aquello que caracteriza a un pueblo, a una nación, y que lo hace idéntico a sí mismo, y lo diferencia de los otros. En una imbricada interrelación, la identidad nacional tiene como resultado manifiesto todos los valores materiales y espirituales creados, y que han participado, a su vez, en su propia determinación, por lo que enriquecerlos y preservarlos es responsabilidad social.

En este sentido, Rodríguez C R, en 1958, en uno de sus artículos, hace referencia a la tesis de una crisis en la alta cultura cubana desde el primer cuarto del Siglo XX, y lo demuestra al comparar el déficit de las realizaciones culturales de este período con las numerosas aportadas por el siglo precedente. Esclarece que, a pesar de la supuesta independencia de Cuba y los progresos imputables en el orden material, “...aquella ´crisis de la alta cultura´ no era sino expresión de una crisis más profunda que afectaba a las esencias mismas del desarrollo nacional cubano (…). Desde el subsuelo, determinando también el acontecer de la cultura, operaba una causa motriz: la interferencia imperialista en todo el proceso de crecimiento nacional (…) se hacía visible que Cuba no podría crecer históricamente, si no quebrantaba aquella dominación (…) que añadía a los elementos militares y políticos en que se sustentaba principalmente la opresión española, nuevos vínculos de orden económico, que imponían a la nación cubana un secuestro aún más total que el que España mantuviera durante cuatro siglos”.5

Señala que podría cuestionarse el descenso de la cultura cubana como resultado solo del dominio extranjero, cuando “...desde lo hondo de la colonización más deprimente, surgieron los esfuerzos cubanos que habrían de cristalizar en un espléndido período (…) que permitió a Cuba mostrarse al mundo con rasgos distinguibles, propios, y presentar figuras señeras que, de Varela y Luz hasta Varona, de Romay a Finlay, de Heredia y la Avellaneda a Martí, de Saumell y Cervantes a Brindis y White, de Chartrand a Romañach, situaron a la pequeña isla en la órbita de la alta cultura mundial de su tiempo”6; por lo que considera que hay que añadir la crisis de las clases sociales cubanas que fungieran como dirigentes del proceso emancipador, y su abandono del papel histórico que asumieran durante tres cuartos de siglo, en contraposición al asumido durante los primeros veinte años de la Neocolonia.

Expresa la idea que el surgir de la nación, la necesidad de definir los contornos de la nacionalidad naciente, y la de emancipar la nación del coloniaje español, sirvió de impulso a la formación y desarrollo de la cultura cubana y base de la creación de sus símbolos.

Sin embargo, durante el primer cuarto del Siglo XX, el ascenso histórico de Cuba se ve interrumpido por la presencia física y económica de los Estados Unidos, que conducen a una entrega de las riquezas, a una renuncia progresiva de la soberanía; la burguesía azucarera se acomoda ante el nuevo amo, los grandes terratenientes se le unen, la burguesía industrial se ve ahogada y pusilánime, aún su sector más radical; y la clase obrera escasa, débil e inmadura ideológicamente, todavía no había asumido el papel correspondiente, y todo eso cercenaba el espíritu nacional y contribuía al languidecimiento de la cultura nacional.

Pasado el primer cuarto de la República Neocolonial, se fue produciendo la toma de conciencia de la situación de crisis en el terreno de la cultura, a la par que se producía la maduración de las fuerzas sociales, económicas y políticas; a partir de entonces, los representantes de la cultura advierten la magnitud de la dependencia de Cuba de los Estados Unidos y los riesgos de una economía monoproductora; de ahí que se avizora la recuperación del sentimiento nacional cubano indispensable para el desarrollo de la cultura, y de la conquista y perdurabilidad de la independencia y la soberanía; pero lo nuevo de esto, su significatividad histórica, la atribuye Rodríguez C R a la presencia de la ideología de la clase obrera, como elemento histórico de vanguardia; hecho evidente en la fundación del Partido Comunista de Cuba, en su plataforma programática, que no solo incluía los intereses obreros, sino las inquietudes y rebeldías de los círculos políticos e intelectuales pequeño-burgueses, y desde luego, la declaración del imperialismo como enemigo de las aspiraciones nacionales.

Señalaba Rodríguez C R ‘‘cómo a partir de 1923, la cultura va a ser sacudida entre nosotros por movimientos en apariencia contradictorios, pero hijos de la misma ebullición y orientados hacia parejas metas (…) son síntomas de un renacer en que cultura y política muestran que el espíritu nacional exige una nueva salida. En la búsqueda de lo cubano aparece el tema negro, aunque con las limitaciones ya sabidas...

‘‘1933 fue la coronación momentánea de aquella etapa de resurgimiento”.7

En este período se produce el derrocamiento de Machado G, pero no se alcanzaron los fines más profundos de la Revolución Cubana, ni tampoco se produjo en la esfera cultural un desfallecimiento derrotista ni un repliegue; muestra de ello resultó un poco después, la Constitución del 40 de corte progresista, aunque no resolviera los problemas fundamentales del país, así como una serie de manifestaciones culturales que tenían sus raíces de inspiración en lo cubano, en lo criollo, evidente en la plástica, en la música y en la poesía, fundamentalmente.

También la evolución de la cultura y la política cubanas en el pasado Siglo XX, como apunta Hart A, hay que verla en su vínculo con las ideas políticas, sociales y culturales latinoamericanas prevalecientes entonces, como el movimiento de reformas universitarias iniciado en Córdoba, Argentina, en 1918, que tuvo entre sus figuras destacadas a Ingenieros J y Ponce A; Mella J A y los estudiantes universitarios asumen este pensamiento latinoamericano, con la clara comprensión de Mella JA, que una reforma universitaria requiere de una revolución social. Esta idea lo llevó a luchar de forma activa en la fundación del Partido Comunista y de la Liga Antimperialista en Cuba.

Otro aspecto relevante es el respeto por la tradición martiana y la cultura nacional que enarboló el pensamiento socialista en el país, a pesar de la desatención a escritores, artistas y científicos, que condujo, por la influencia imperialista, a la unión de dos aspectos esenciales, el anticomunismo y el cosmopolitismo, y con ello el rechazo a lo cubano. Aunque el número de los desertores definitivamente fue poco significativo, como apuntaba Rodríguez C R.

La situación internacional con el surgimiento del socialismo y su marcha junto al capitalismo tuvo su influencia en el ámbito mundial, se produce bajo este influjo una era de desintegración del sistema colonial. Estos grandes cambios de carácter histórico repercuten en el proceso político y cultural cubanos. Se retoman las ideas de las figuras paradigmáticas del Siglo XIX, y muchos intelectuales y artistas se convirtieron en protagonistas del crecimiento total de la nación cubana, basados en la idea de la emancipación nacional.

En su alegato de defensa, La Historia me Absolverá, después del Asalto al Cuartel Moncada, el 26 de Julio de 1953, Castro F declaraba que José Martí había sido el autor intelectual de la Revolución. Esta acción y las que le sucedieron, fueron continuadoras del proceso revolucionario iniciado en 1868, en un escalón superior en la lucha por la liberación nacional en los planos económico, sociopolítico y cultural. Los años 1959 y 1961 marcaron hitos del proceso revolucionario de esta etapa cercana en el tiempo: el Triunfo de la Revolución y la Declaración de su carácter socialista, que tuvieron como base la cultura de la centuria precedente para la comprensión de las ideas socialistas. “Por eso insistimos en que si el ideario revolucionario de Mella y sus compañeros pudo rescatar el pensa- miento patriótico y antimperialista de nuestro pueblo de la tergiversación y la mutilación que había sufrido en las primeras décadas del Siglo XX, hoy, en los umbrales del XXI, trabajamos para fortalecer en nuestra patria el pensamiento socialista y ayudar a rescatarlo internacional- mente, a partir de la cultura cubana de dos siglos de historia, en la cual se destaca la figura de José Martí”,8 declaraba Hart A.

El logro de una cultura general integral y masiva para el pueblo cubano, ha tenido en la figura del Comandante en Jefe, un incansable paladín. Asimismo, el vínculo entre educación y cultura, en relación con lo cual expresaba “Como la educación es el instrumento por excelencia en la búsqueda de la igualdad, el bienestar y la justicia social, se puede comprender mejor por qué califico de revolución profunda lo que hoy, en busca de objetivos más altos, tiene lugar con la educación en Cuba: la transformación total de la propia sociedad, uno de cuyos frutos será la cultura general integral, que debe alcanzar a todos los ciudadanos. A tales objetivos se vinculan más de cien programas, que junto a la Batalla de Ideas se lleva adelante, algunos convertidos ya en prometedoras realidades. La propia vida material futura de nuestro pueblo tendrá como base los conocimientos y la cultura”.9

Un análisis del concepto de integridad de la cultura, lleva a considerar como apuntaba Hart A, la relación hombre-naturaleza-universo, tal y como ha sido concebida por el pensamiento pedagógico cubano de los Siglos XX y XXI.

En la actualidad, el mundo se caracteriza por la fragmentación cultural. Bell D, profesor de la Universidad de Harvard, EE. UU., en su obra Las contradicciones interculturales del capitalismo, expresaba “El modernismo está agotado y ya no es amenazador. El hedonismo remeda sus estériles bromas. Pero el orden social carece de una cultura que sea una expresión simbólica de alguna vitalidad o de impulso moral que signifique una fuerza motivacional o vinculatoria. ¿Qué puede mantener unida a la sociedad entonces? (...). En esta disyunción reside la crisis cultural histórica de toda la sociedad burguesa occidental. Esta contradicción cultural constituye a la larga la división de la sociedad más cargada de consecuencias”.10

Esto es una manifestación más de la crisis en que está inmerso el sistema capitalista a escala planetaria. Cuestión que viene planteándose en foros y otros eventos internacionales, y que el Comandante Castro F ha denunciado reiteradamente.

Así, el VI Encuentro del Foro de Sao Paulo, con respecto a la política neoliberal, planteaba que esta forma de dominación del capitalismo debe ser derrotada para poder arribar a formas verdaderamente justas, que permitan superar las injusticias de la sociedad capitalista. En relación con el tema abordado y el enfoque integrador del mismo, expresaba “La implantación del esquema neoliberal y la polarización social resultante, no sólo se expresa con consecuencias en el campo de lo económico y lo social, sino muy profunda-mente en lo político, en lo jurídico y en lo moral. Así se incrementa desde el poder, la pérdida de los referentes éticos y la potenciación de los fenómenos de corrupción. Todo esto ahonda la falta de credibilidad en las instituciones, crece el abstencionismo electoral y la desconfianza en los sistemas políticos, en los partidos y aumenta la dificultad de los procesos democratizadores. Se pretende socavar y exterminar la identidad cultural de nuestros pueblos, para imponer de manera implacable, la cosmovisión contenida en ese modelo”.11

En el mismo orden de análisis, en la Mesa de Trabajo Cultura e Identidad de los pueblos, de este Foro, surge la preocupación de hacer, de la identidad cultural, un eje transversal del pensamiento. Para lo cual, se plantea que la cultura y la identidad deben dimensionarse de manera integral, ligadas a la vida cotidiana y confrontando las políticas de penetración cultural imperialistas, debiendo bregar por rescatar la memoria histórica como una riqueza moral de la sociedad y como un instrumento de transformación de la realidad.

Para lograr este propósito es necesario, entre otros muchos factores, aunar las variadas influencias en esa dirección, y que la educación ejerza efectivamente la que le corresponde desde todas sus dimensiones, informal, formal y no formal, de manera tal que cada uno de sus componentes participe, con una sólida sustentación, en los más elevados principios éticos y la más férrea voluntad social. Con toda certeza es posible aceptar que las ideas de la revolución y del socialismo en Cuba, surgen a partir de la educación, como expresó el Dr. Hart A en el Taller de Fundadores del Instituto Superior Pedagógico “Enrique José Varona”, el 18 febrero de 2004. Y es consecuente reconocer que en unidad con esas ideas y como parte de ellas es que se ha dado continuidad a la creación de los nuevos valores culturales, materiales y espirituales del país. Ejemplos claros de lo expuesto se pueden hallar en: la conversión de cuarteles en escuelas, en la gratuidad de la educación en todos los niveles, en la Campaña de Alfabetización realizada en Cuba en 1961, que encendió las luces del saber a todos los iletrados cubanos, lo que representaba un altísimo escalón en la avanzada cultural no solo interior, sino exterior, cuando se tiene en cuenta que ochocientos millones de personas a escala mundial, son analfabetas en pleno Siglo XXI. Estos fueron cimientos que sobre los ya existentes en diferentes esferas, sirvieron de base a otros disímiles proyectos educacionales convertidos en realidad a lo largo de los años de la etapa revolucionaria, que en breve e inexacta selección podrían nombrarse, la fundación de instituciones docentes y científicas; diagnóstico, pronóstico y elaboración de diseños curriculares para carreras existentes y de nueva creación; el Plan de Perfeccionamiento y Desarrollo Continuo del Sistema Nacional de Educación; en fin, una verdadera revolución en la Revolución.

En este gran proyecto entran todas las materias de enseñanza y, entre ellas la geografía, que debe desempeñar su función cultural bajo la consideración de la educación científica como herramienta de inclusión social planteada por la UNESCO.

La geografía y su carácter formativo, desde la perspectiva de una cultura general integral y como herramienta de inclusión social, concuerdan con la política educacional cubana que está dirigida a alcanzar el desarrollo pleno de las capacidades intelectuales, físicas y espirituales del hombre de manera que devenga personalidad integral.

En el documento “Diagnóstico sobre la geografía y su estrategia en Cuba” se declara entre los significados o funciones de la geografía, la función cultural mediante la que transciende lo normativo para insertarse en la construcción de una cultura, una racionalidad geográfica y ambiental, que desarrolla sentimientos de pertenencia y lazos afectivos de los hombres con el medio ambiente, con el territorio, con el lugar y el paisaje donde viven.

La complicada estructura de la geografía, dada su dualidad natural y socioeconómica, refuerza sus potencialidades para la comprensión de la relación naturaleza-sociedad. Y perfila las siguientes tendencias reconceptuadoras, a saber:

Estas tendencias sitúan a la geografía en lugar privilegiado para la interpretación holística de la realidad. Por esto y por todo lo demás, la geografía es parte de la cultura, cultura que está articulada a espacios concretos de realización de los individuos, de los grupos sociales y de las sociedades.

Las categorías geográficas están cargadas de símbolos y afectividad, son soporte de la identidad; o sea, de la cultura interiorizada por los individuos aislados y en colectividad.

Los símbolos sirven para unir realidades dispersas, suelen tener mayor aceptación los creados por las ciencias de la naturaleza, pero cuando se trata de las ciencias sociales e históricas resulta más difícil, porque los símbolos involucran al hombre, son los propios hombres o sus creaciones. Y eso genera controversias y preocupaciones en una determinada parte de la sociedad. En el proceso de la educación geográfica es necesario crear símbolos para concretar los valores éticos y culturales, así como para preservar los ya existentes. Por ejemplo, el idioma, la lengua o lenguaje; y las figuras destacadas, devienen tales, adecuadamente tratados en el plano didáctico.

El lenguaje es un gran instrumento de comunicación entre los seres humanos. La palabra ha sido definida como el segundo sistema de señales en la etapa racional del proceso del conocimiento. Todo lo que el hombre siente y piensa lo incorpora al mundo de la lengua. Y mediante ella expresa su comprensión de su medio ambiente inmediato o mediato.

La importancia del lenguaje ha conducido a la aparición de nuevas ciencias que asumieron su estudio desde sus respectivas áreas, lo que ha abierto el espectro de su objeto de investigación, con la particularidad de que el interés por lo que pudiera decirse una lingüística de la lengua, se ha transferido a una lingüística del habla, como señalaba Roméu A.

Ese enfoque asume el texto como categoría clave, dando lugar al surgimiento de la lingüística del texto, que mantiene al lenguaje como medio esencial de cognición y comunicación. Aunque el significado de texto puede ser extendido a cualquier conjunto coherente de signos, también se restringe al producto de la actividad verbal como unidad lingüística básica de la comunicación. Todo texto integra diversidad de cono- cimientos lingüísticos, históricos, geográficos, etc., de manera que una persona culta se conoce por su capa- cidad para integrar saberes en los textos que produce. Pero hay otro aspecto fundamental, y se trata de la comprensión y producción de significados como parte de la competencia comunicativa, y como expresión de sentimientos y actitudes ante la realidad que se instituye tema textual.

La lectura y la escritura de textos vinculados a proyectos de investigación sobre temáticas geográficas, constituyen una vía eficaz para la preservación y el desarrollo de la lengua materna, como exponente de la cultura.

En la educación geográfica, el trabajo con los topónimos naturales o que son producto de la actividad humana y el estudio de figuras destacadas, en representación y honra del mundo de la geografía y de su enseñanza, despiertan en los participantes de esa tarea intereses cognoscitivos y sentimientos que amplían y fortalecen su acervo cultural.

Profundizar en el origen, la etimología, el sentido y el significado de los topónimos cubanos, como Cuba, Sierra Maestra, Dos Ríos, Cuartel Moncada, Varadero y Valle de Viñales, entre otros, amplía el horizonte cultural y despierta sentimientos y emociones por el suelo patrio.

En Cuba, en el constante batallar por el desarrollo de la geografía, se pueden hallar en interacción directa con los geosistemas y, en otra forma de interacción con estos, desde las aulas, figuras anónimas que bien se podrían simbolizar; pero hay precursores muy prestigiosos que han honrado la investigación y la educación geográfica en el país y son verdaderos símbolos en que se materializan valores éticos y culturales, que deben servir a las nuevas generaciones. Por ello, es importante profundizar en los rasgos de la vida y en las aportaciones a la geografía y a la cultura en general de figuras como Massip S; Ysalgué S; Cañas P; Núñez A y Barraqué G, de cuyas vidas y obras se ofrece una breve síntesis.

El binomio S. Massip-S. Ysalgué, unidos en la vida y en el trabajo, hizo valiosas aportaciones al estudio de la geografía en Cuba. A ellos pertenece una de las obras monumentales de la Geografía del país natal; también fueron los fundadores de la cátedra de Geografía en la Universidad de La Habana, y dedicaron su vida a la investigación en el campo de esta disciplina. Por su parte, Cañas P, desde la Universidad de Oriente, realizó con el Grupo Humboldt una serie de investigaciones que llevaron a precisar matemáticamente accidentes geográficos tan importantes como el lugar del desembarco del Almirante, en 1492, por Bariay.

Núñez A fue un incansable investigador de la geografía. A él se deben numerosas obras dedicadas al estudio de Cuba; por sus aportes al conocimiento del carso sumergido en el país, mereció el título de “Cuarto Descubridor de Cuba”.

Barraqué G tiene un lugar reservado entre los fundadores de la geografía en Cuba, por cuanto tuvo el mérito excepcional de dar un enfoque didáctico sistemático al proceso de enseñanza-aprendizaje de esta disciplina en la práctica escolar. Sus aportaciones a la Didáctica de la Geografía la convierten a ella y a su obra en clásicos de este campo del saber.

La continuidad de la obra de estos hombres y mujeres está en manos de centenares y miles de seguidores que deben multiplicar su simbólico ejemplo en las aulas de la escuela cubana, como signo de cultura, de identidad nacional y de geografía.

Conclusiones

En la historia de la humanidad, la cultura siempre ha sido un valladar en defensa de los legítimos derechos de los pueblos, ante cualquier acto de agresión. En estos tiempos difíciles y complejos, cuando el proyecto neoliberal pretende homogeneizar y manipular las mentes y los sentimientos de mujeres y hombres para que sean receptores pasivos, sin opinión propia, sentido crítico, ni creatividad intelectual, se subraya todavía con más fuerza, la cultura en defensa de la identidad nacional.

En Cuba, en el proceso de formación de la nacionalidad y de la nación, desde el tiempo en que el criollo transitaba hacia lo cubano, la cultura ha sido una de las más importantes y decisivas expresiones de valores éticos, en respuesta a los sentimientos y las necesidades de sus hijos más humildes, impulsada por una vanguardia de hombres ilustres y seguida por otros de pensamiento también preclaro, a quienes se agradece y enriquece su legado.

La Revolución Cubana es el hecho cultural más importante protagonizado por los cubanos, y frente a la hegemonía del vecino poderoso, la masificación de la cultura es una necesidad y una estrategia para hacer más fuerte la identidad nacional y la soberanía.de nuevas ideas y la reafirmación de que un mundo mejor es posible.

Recomendaciones

Dar continuidad a este trabajo investigativo mediante la elaboración de estrategias metodológicas para su instrumentación en la formación de profesores de Geografía, de profesores de Ciencias Naturales y de Profesores Generales Integrales.

Referencias

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  2. ROSENTAL M. E IUDIN P. Diccionario filosófico abreviado. La Habana, Cuba: Editora Política; 1981. p. 331.
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  5. RODRÍGUEZ C R. Letra con filo. La Habana, Cuba: Ediciones Unión; 1987. p 475.
  6. IBÍDEM.
  7. IBÍDEM. p. 478.
  8. HART A. Cultura general integral masiva o anarquía social. Rev Bohemia, 21-09-01, Año 93, No. 19, p. 61.
  9. CASTRO F. Discurso pronunciado en la clausura del Congreso Pedagogía 2003. Periódico Granma, 08-02- 03. La Habana, 2003.
  10. BELL D citado por HART A. Cultura general integral masiva o anarquía social. Rev Bohemia, 21-09-01, Año 93, No. 19, p. 63.
  11. FORO DE SAO PAULO. Declaración final. San Salvador, 1996: Rev Cuba Socialista, No. 3, p. 61.

 

Bibliografía

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