Varona

No.43   Julio-Diciembre, 2006.    ISSN: 1992-82

La Dirección de la Educación. UNA NECESIDAD SOCIAL

Education management. A SOCIAL NEED

Dr.C. Luis Ugalde Crespo. Profesor Auxiliar. ISP “Enrique José Varona”

Recibido diciembre de 2005   Aceptado enero de 2006


RESUMEN

El presente artículo aborda la dirección como actividad desarrollada por la especie humana en su devenir evolutivo y su surgimiento como ciencia. Analiza las definiciones de autores diferentes sobre el término Dirección y Dirección escolar. Caracteriza la dirección como una necesidad social y sus peculiaridades en nuestra sociedad socialista. Trata aspectos relacionados con los principios y métodos de dirección. Analiza los fundamentos de la dirección escolar en Cuba y la necesidad de su cambio para la transformación del proceso educativo, de la vida escolar y de las relaciones con el entorno, de la estructura organizacional de las instituciones, los estilos y funciones de la dirección, la selección y preparación de los funcionarios y cuadros; así como de las concepciones de la organización escolar y del perfeccionamiento del proceso didáctico.

PALABRAS CLAVE: dirección científica educacional.

ABSTRACT

The present article deals with the direction as an developing activity for human kind in its evolution and surge as a science. It analyzes definitions that different authors give to the term management and school management. It characterizes management as a social necessity because of its particularities in our socialist society. It deals with aspects related to the principles and methods of management as well as analyzing the fundaments of school management in Cuba and the necessity of changes due to the transformations of the educative process. The article talks about the educative process and its relation to the environment and the organizational structure of the school and the styles and function of management, in the selection and preparation of the directives and other personnel: as well as the organizational concept of the school and the perfecting of its didactical process

KEYWORDS: educational scientifical management.


Introducción

La acción mancomunada y organizada de los hombres ha permitido todo el desarrollo social de la humanidad desde la horda y el clan hasta nuestros días. La aparición de grupos ordenados formalmente ha sido una característica de todas las sociedades en la historia de la humanidad. El hombre siempre ha tenido la necesidad de organizar actividades cooperativas.

Como proceso social, la dirección se manifiesta en multitud de esferas de la vida donde interactúan dos o más hombres y mujeres, y se condiciona por el sistema social, el tiempo en que se desenvuelve, los contextos y los recursos implicados. Ello supone la realización de un intercambio de los valores materiales, intelectuales y espirituales.

La actividad de dirección se desarrolló por los hombres en su devenir social, realizada mediante un proceso donde la comunicación resulta vital. La dirección ha evolucionado histórica, práctica y teóricamente con el hombre; la idea del desarrollo y evolución de este fenómeno, como transformación sistemática sujeta a ley, está presente. Objetivamente,

se trata de la sucesión históricamente lógica de esta actividad humana, se efectúa entre dirigentes y dirigidos en una relación histórica, sociopolítica, cultural, con una continua evolución de las relaciones de cooperación, subordinación y cosubordinación entre ellos. Ha devenido función social especial para algunos hombres y mujeres, como manifestación concreta de su lugar dentro de las relaciones sociales de producción.

Debido al condicionamiento histórico y social de la educación, la dirección educacional adquiere, hoy, un carácter estratégico.

Desarrollo

En la comunidad primitiva surge la dirección, de manera gradual, como una necesidad social, junto con la división del trabajo en su forma más natural; es decir, según el sexo y la edad. La división del trabajo se profundizó con la especialización, se elevó la productividad y, como consecuencia, sobrevino una concentración de trabajadores y operaciones en los nacientes talleres que provocó la necesidad de la cooperación de forma organizada en el trabajo.

A medida que la vida en sociedad se desarrollaba y complejizaba, el hombre fue necesitando y encontrándose con tareas de dirección diferentes. Al tiempo que se especializaban y perfeccionaban los oficios y las manufacturas, que los talleres familiares se convertían en industrias y crecía el poder económico del territorio, surgieron nuevas formas de dirección por el Estado y también los hombres fueron creando y desarrollando formas particulares de planificación, organización y de dirección.

Sin embargo, fue mucho después en la historia que el hombre tomó conciencia y teorizó científicamente sobre el papel del proceso de dirección en el desarrollo económico-social de la sociedad y de cada uno de los procesos ramales que en ella tienen lugar.

“El arte de dirigir en cualquier esfera siempre se valoró muy alto. Durante los siglos de la Antigüedad y Edad Media se conservaba cuidadosamente el secreto del oficio, se transmitía por herencia (...) Los procesos de dirección en las estructuras estatales y económicas de la sociedad se consideraban como la manifestación de una actividad intelectual superior, asequible a unos pocos elegidos...”.1 En el feudalismo y muy especialmente en la sociedad capitalista, también se ha mantenido este enfoque de necesidad social. El hijo del señor feudal fue educado para explotar su fortuna y bienes –incluía a sus siervos. El hijo del capitalista –más que un elegido, un heredero universal– ha sido educado para continuar el negocio del abuelo y del padre, dirigir

sus bienes y sus obreros. Esta manifestación se aprecia por igual en el campo de las relaciones económicas y de producción, como en la política estatal.

Cada época social se ha caracterizado por un tipo diferente de relaciones de producción y la evolución histórica de la dirección de sistemas se ha correspondido con ese desarrollo socioeconómico de la sociedad, que a su vez ha condicionado el grado de avance del soporte científico alcanzado por la dirección.

En el Siglo XX, ante la exigencia que ha impuesto la tecnificación, la automatización, la aplicación de robots en los procesos industriales, el proceso de globalización económica y cultural; así como las modificaciones que comporta para la dirección de los hombres y mujeres que participan en ellos, la dirección se ha ido conformando como una ciencia.

Como derivación consecuente, se implica el proceso de formación y educación de este hombre que en lo adelante requerirá más preparación y creatividad, porque no se tratará de su trabajo con una máquina, sino de crear máquinas y programas para su funcionamiento automático, de dirigir la actividad de las máquinas y de intervenir en el proceso cuando exista desviación del programa, de dirigir los procesos en los que este acto de creación tiene lugar, así como su aplicación a la práctica productiva e investigativa.

También está implicado el proceso de una aguda lucha político-ideológica, que ya se vislumbra, por el bienestar sociocultural y económico de este mismo hombre, que en el mundo subdesarrollado y aún en los sectores marginados de las propias sociedades del primer mundo, parece hoy destinado vivir preterido y hambriento.

Por ello, en el mundo todo se potencia y magnífica el papel del trabajo intelectual del hombre que debe tener un dominio teórico y práctico más amplio, un nivel académico más elevado y una formación cultural más integral. Esta realidad, en nuestra sociedad actual, adquiere una relevancia vital. En resumen, se trata de la dialéctica de lo objetivo y lo subjetivo.

Nadie cuestiona hoy la necesidad de la dirección, fundamentada científicamente; como todos comprenden que las exigencias de esta actividad especial no fueron iguales para los diferentes sistemas socioeconómicos que ha conocido la humanidad –comunidad primitiva, esclavismo, feudalismo–; como tampoco lo son actualmente para las sociedades capitalista y socialista. Díaz C señala que “a medida que se han desarrollado nuevos modos de producción, la dirección ha requerido nuevas exigencias y formulaciones”.2 En nuestros días ella manifiesta características muy complejas y dinámicas por la necesidad de garantizar cooperación, participación, comunicación, armonía, integración y cohesión entre los diferentes elementos de la sociedad y/o de cada sistema en particular para el cumplimiento de las metas trazadas. Las sociedades han comprendido la importancia de ejercer una dirección que atienda al hombre como principal fuerza productiva, si bien el sustrato filosófico, la distribución y apropiación de la producción difieren, según los modos de producción imperantes.

Los problemas a los que la ciencia de la dirección debe dar respuesta hoy en cualquier sociedad moderna son tales (en las esferas de la producción, la industria, los servicios industriales y sociales), que no pueden ser abordados con efectividad por un hombre o una disciplina científica, incluso muchos de ellos superan este marco para convertirse en complejos problemas de política de los estados. Según Voronov A V, “el enfoque sistémico en la solución de semejantes problemas supera el aislamiento de diferentes disciplinas científicas”,3 y por tanto, requiere la participación de grupos o equipos multidisciplinarios, o simplemente el concurso de diversas personas calificadas para hallar justa respuesta a problemas identificados.

No existe consenso entre los científicos sobre el uso del término dirección. Se la identifica indistintamente como dirección científica, ciencia de la dirección, administración, gestión, ciencias administrativas y gerencia. Pero queda claro que se aplica a multitud de esferas de la vida donde interactúan dos o más hombres y mujeres, y se condiciona por el sistema social, el tiempo en que se desenvuelve y los recursos implicados. En esencia, se trata de una actividad humana específica y de una función especial: la del director y su función de dirección. Considerando la actividad educacional como parte del universo de la formación humana que también surgió con el propio hombre, según Bringas JA (1999), la dirección se revela como propiedad de aquella.

Numerosos autores consultados apuntan criterios que abordan aristas diferentes del fenómeno, al tratar de definirlo o caracterizarlo. Bartsch H señaló que “la configuración sistemática, tenaz y planificada de las relaciones sociales en los colectivos de trabajo, así como en las comunidades y territorios, pasa a ser cada vez más una tarea central de la actividad de dirección”.4 Esta tesis se fundamenta en que todo trabajo directamente social o colectivo, en gran escala, requiere en mayor o menor medida una dirección que establezca un enlace armónico entre las diversas actividades individuales y ejecute las funciones generales que brotan de los movimientos de la organización. En todos los trabajos donde cooperan muchos hombres existe la necesidad de interrelaciones, comunicación y de la unidad del proceso, lo que implica una subordinación libre de contradicciones y un deseo unificado.

Martí J indicaba que la previsión era un deber en la tarea de dirección y añadía que adivinar era otro deber. Sentenciaba que “para ir delante de los demás se necesita ver más que ellos. –Al referirse a los

directores de escuelas decía que– (...) como jefe de su hogar los directores de colegio tienen el derecho de administrar libremente y reglamentar conforme a su opinión...”.5 Pareciera esta una opinión bien autoritaria si no considerásemos las advertencias del propio Martí cuando precisa que esta opinión “no corrompa las fuerzas de voluntad, no violente la dignidad de sus administrados, no tienda a afligir con esclavitud y opresiones autoritarias, voluntades nacidas para el culto de la libertad”.6

Definir la función de la dirección depende mucho del marco histórico-social concreto en que se desenvuelve; no obstante, en cualquier contexto político y social asume hoy algunas características comunes: tiene carácter histórico-social y a ello responde su forma y contenido, fines y objetivos previamente determinados por necesidades sociales, se basa en el conocimiento de leyes y principios que la rigen dentro de cada sociedad, requiere conocimientos teóricos y prácticos, preparación especial y responsabilidad, debe desarrollarse en forma organizada y consciente, es compleja, dinámica, se trabaja como un sistema, el hombre es el protagonista principal independientemente del grado de automatización que se tenga en las actividades en general, se ejecuta en el seno de los colectivos o grupos como respuesta a la división social del trabajo, implica relaciones de cooperación y participación de jefes y subordinados, tiene la comunicación intersubjetiva como base medular, requiere respeto y confianza mutuas.

La dirección resulta una necesidad social en la que los dirigentes conducen en forma consciente, organizada, cohesionada y protagónica a los hombres y mujeres, en su interrelación y trabajo con los recursos humanos, materiales y financieros, y demás elementos integrantes de los sistemas para alcanzar los objetivos definidos con antelación.

Desde hace algunos años, la importancia de las funciones para la dirección de los grupos humanos (psicopedagógicas) y del proceso docente-educativo ha cobrado fuerza frente a la puramente técnica, y los responsables de las organizaciones e instituciones dedican a ellas una parte considerable de su tiempo, energía y competencia. Estas funciones han sufrido profundas transformaciones como consecuencia de los numerosos elementos que han cambiado en las instituciones y sus entornos, ante todo, el entorno político, que ha modificado también de manera notable la actitud de los individuos, quienes reclaman cada vez más su derecho a reflexionar sobre las decisiones que les afectan.

Es necesario insistir en el papel relevante que en nuestro país se otorga al proceso participativo, democrático y reflexivo, en el que intervienen los trabajadores de los diversos sectores, consecuente con la condición de dueños de los medios fundamentales de producción y servicios. En este proceso surgen relaciones de carácter social entre los hombres, así como entre estos y los recursos, por lo que se requiere lograr que ellas funcionen armónicamente como un todo, rectificar fallas, combinar la estabilidad con el cambio, mantener y perfeccionar resultados de interés social.

En nuestra sociedad la esencia de la dirección es el trabajo con el hombre y la mujer, es el trabajo político- ideológico, de creación de valores y de desarrollo de pertinencia en los ciudadanos para potenciar las posibilidades de éxito en las demás dimensiones de la vida social nacional.

La construcción de la nueva sociedad a la que aspira nuestro Partido y por la que se esfuerza todo el pueblo, requiere de manera muy especial depositar la tarea de la dirección en manos de compañeros con alta calificación y preparación, suficientemente expertos, que permitan cumplir satisfactoriamente las ingentes tareas del desarrollo económico y sociocultural, así como la consolidación del ideario revolucionario socialista.

Para ello, resulta vital observar y aplicar creadoramente los principios de la dirección, que existen objetivamente como regularidades. Ellos son las formas de materialización, en la sociedad, de las cualidades de las leyes, forman la base del funcionamiento de los sistemas de dirección y de la realización de las funciones. “La utilización consciente de las leyes es la base fundamental sobre la cual se lleva a cabo la dirección. Esta utilización consciente de las leyes que sirven de fundamento a la dirección es lo que precisamente se llama principio de dirección”.7

El conocimiento y el empleo correcto de los métodos de dirección contribuyen de forma decisiva al éxito de la labor del director. Se consideran los principios: el centralismo democrático, el carácter concreto, la dirección colectiva y la responsabilidad personal por las tareas encomendadas con mando único, la incorporación de las masas a la dirección, la planificación y la calificación, la optimización y eficiencia de la dirección, la motivación y estimulación por el trabajo, el control sistémico de la actividad, la unidad de los enfoques político y funcional en la solución de las tareas de la dirección, las relaciones mutuas entre componentes del sistema.

Ellos son universales, y por tanto, factibles de aplicar en correspondencia con las condiciones histórico- concretas del sistema educacional, específicamente, a la actividad de dirección en una zona escolar serrana. La aplicación de los principios también es contingente en el tiempo y el espacio a la evolución de los entornos. Cada director zonal debe conocer su esencia y aplicarlos con la creatividad y flexibilidad necesarias.

En cuanto a la dirección escolar, las posiciones autorales difieren en sus enfoques y consideran la dirección escolar como:

Las constataciones realizadas en investigaciones del autor y el análisis de la práctica pedagógica, reforzada por su experiencia personal, conducen a la opinión de que la dirección escolar se configura como una actividad compleja, multidimensional, multifactorial, que abarca los diferentes criterios analizados. Un director debe trabajar por cumplir las exigencias sociales planteadas a la escuela, evitando la entropía, estimulando la actuación e incentivando las relaciones armónicas entre todos los factores, con una alta eficiencia en el uso de los recursos.

Conclusiones

Se confirma la dirección como una necesidad social en la que los dirigentes conducen, en forma consciente, organizada, cohesionada y protagónica, a los hombres y mujeres, en su interrelación y trabajo con los recursos humanos, materiales y financieros, y demás elementos integrantes de los sistemas para alcanzar los objetivos definidos con antelación.

La dirección escolar en Cuba se apoya en postulados científicos universales aportados por el Marxismo- Leninismo y en las raíces ideológicas y pedagógicas autóctonas, como base filosófica y científica de la política educacional. Se basa en la dialéctica del desarrollo de la consciente, continua y creadora de los logros de la pedagogía, de los últimos descubrimientos y aportes de la práctica pedagógica de avanzada). Refleja el carácter de la sociedad respondiendo a los intereses del pueblo trabajador, dueño de su propio destino, y está incluida en la actividad del Estado socialista.

Hoy, en Cuba, las condiciones políticas, ideológicas, económicas, sociales; las condiciones internas y externas del desarrollo sociocultural y económico, elevan de manera notable los requisitos planteados a la escuela, y por tanto a su dirección, que requiere firmeza de alto nivel teórico y tecnológico y de preparación y formación de todo director escolar.

Existe consenso, a partir de la realidad constatada en la práctica y por investigaciones realizadas, que los cambios necesarios deben encaminarse no solo a la transformación del proceso educativo, de la vida  escolar y de las relaciones con el entorno; sino también de la estructura organizacional de las instituciones, los estilos y funciones de la dirección, la selección y preparación de los funcionarios y cuadros; así como de las concepciones de la organización escolar y de la optimización del proceso didáctico.

 

Referencias

1 VORONOV AA. La investigación de operaciones y las tareas de dirección. Capítulo I. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1980. p. 9.

2 DÍAZ C. Métodos para el perfeccionamiento de la Dirección. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1989. p. 9.

3 VORONOV A A. Ob. cit. p. 26.

4 BARTSCH H, ET AL. Organización científica de la dirección estatal. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1990. p. 2.

5 MARTÍ J. Obras Completas. T 6. La Habana, Cuba: Editorial de Ciencias Sociales; 1972. p. 202.

6 IBÍDEM.

7 DÍAZ C. Ob. cit. p. 13.

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