Varona

Edición Especial   Mayo-Agosto, 2017.    ISSN: 1992-82

Memorias


Luciano Martínez Echemendía (1877-1954), relevante pedagogo cubano

Luciano MartínezEchemendía (1877-1954), an outstanding Cuban pedagogue

Dr. Nicolás Garófalo Fernández. Máster en Educación Avanzada, Profesor Auxiliar y Consultante de Historia de Cuba. Miembro de la Asociación de Base de la UNHIC de la Universidad de Ciencias Médicas de La Habana y Profesor de la Facultad de Filosofía e Historia de la Universidad de La Habana.
Correo electrónico: nicolas.gar@infomed.sld.cu

Recibido: octubre 2016                              Aceptado: febrero 2017


RESUMEN

El objetivo del artículo es valorar la trayectoria profesional de Luciano Martínez Echemendía quien durante más de cinco décadas aportó su saber a la formación de la niñez en la escuela primaria, de los estudiantes en la carrera de Pedagogía de la Universidad de La Habana y a la superación de los maestros en ejercicio, cuya vida constituye un ejemplo relevante que contribuye al progreso de la educación cubana.

Palabras clave: Luciano Martínez, Historia de Vida, Pedagogía.

ABSTRACT

The objective of the article is to evaluate the professional trajectory of Luciano MartínezEchemendía, who for more than five decades contributed his knowledge to the formation of children in primary school, also ofStudents of Pedagogy career onHavana University and to the overcoming of teachers in exercise.His life constitutes a relevant example that contributes to the progress of Cuban education.

Keywords: Luciano Martínez, History of Life, Pedagogy.



Introducción

En la investigación histórica educacional defendida como tesis de doctorado en el Instituto Central de Ciencias Pedagógicas el martes 2 de febrero de 2016 bajo el título: Estudio del devenir histórico de la superación de los maestros primarios de las escuelas públicas en Cuba entre 1899 y 1958, se presentaron las trayectorias de una serie de educadores que se destacaron en la enseñanza primaria, en la superación de los maestros en ejercicio y en la formación de doctores de Pedagogía en la Universidad Nacional, página de nuestra historia educacional que requiere reconstrucción y divulgación suficientes.

Entre las personalidades que el autor ha estudiado sobresale la trayectoria de Luciano Martínez Echemendía, quien ascendió desde la docencia en la escuela primaria rural hasta destacarse en funciones de dirección e inspección escolar y gracias a su superación constante se titula en la carrera de Pedagogía y por oposición adquiere una cátedra universitaria, donde no solo se dedica a la docencia superior y a la superación de los maestros en ejercicio, sino que sirve de guía e inspiración para el desempeño de nuevos colegas que se promueven en la cátedra que preside bajo su orientación. A su meritoria labor pedagógica debe agregarse el ejemplo de formación que trasmitió a su hijo, convertido en un extraordinario intelectual revolucionario, Rubén Martínez Villena. En la confección de este artículo se ha tenido en cuenta la revisión de los expedientes universitarios de Luciano Martínez, opiniones de quienes le conocieron, junto a estudios que profundizan en el contexto de la etapa republicana y el quehacer educativo. Lamentablemente sobre Martínez Echemendía poco se ha escrito en las últimas décadas y es una deuda que a los educadores corresponde saldar con estudios como éste, porque no puede haber identidad nacional ni perfeccionamiento educacional sin preservar la memoria histórica.

Desarrollo

De su trayectoria

Luciano Rogelio Martínez Echemendía nació en el pueblo de Carlos Rojas, provincia de Matanzas, el día 7 de enero de 1877, de madre espirituana y padre español, mayordomo de ingenio. Realizó la primaria en San Cristóbal y Artemisa. Cursó por enseñanza libre el bachillerato en Artes, graduándose en 1894, el mismo año en que se recibió de maestro superior en la extinguida Escuela Normal de La Habana. Tres meses después, mediante oposiciones, conquistó el primer lugar y fue nombrado maestro de la escuela primaria de Alquízar. Con motivo del estallido de la Guerra de 1895 suspendió los estudios de derecho que había emprendido. Del matrimonio con Dolores Villena   –sobrina nieta del eminente intelectual Domingo del Monte-, nació en Alquízar Rubén, uno de sus cuatro hijos. Participó en la Excursión a Harvard, Estados Unidos, en el verano de 1900. A partir de 1899 ocupó la dirección de escuelas en Regla, el Calvario y la No. 37 del Cerro, donde su hijo, Rubén, se desempeñó como presidente de la República Escolar. Fue brillante profesor de los maestros en ejercicio en las escuelas de verano de La Habana desde las vacaciones de 1902. En 1906 fue nombrado inspector pedagógico de la provincia de La Habana. En 1909, nombrado secretario de las Junta de Superintendentes y desde el año siguiente ocupó la plaza de Superintendente Provincial de Escuelas de La Habana, ratificado al comenzar la administración del presidente Mario García Menocal hasta el año 1916. Durante su gestión en la Superintendencia Provincial se redactaron los cursos para las escuelas primarias que se mantuvieron durante veintisiete años.

Si bien venció las asignaturas de la carrera de Pedagogía en los cursos de 1904 a 1905 y de éste a 1906, múltiples ocupaciones lo hicieron demorar los ejercicios de grado, que realizó en el año 1914. No solo mereció la nota suprema, sino que fue felicitado por el Tribunal que lo examinó, extendiéndosele el título de doctor en Pedagogía el 4 de diciembre de ese año.

Ejerció la Secretaría de la Sociedad Económica de Amigos del País, pasando más tarde a la de Zapata y dirigió la Escuela Hoyo y Junco, que sostenía la SEAP.
Laboró en la Cátedra de Geografía, Historia y Cívica de la Escuela Normal de La Habana y ganó por oposición una cátedra en la Universidad de La Habana en la asignatura Metodología Pedagógica que debía impartir en la Escuela de Educación desde 1916.

Por dicho triunfo, la Gran Logia de la Isla de Cuba a la que pertenece le ofreció un acto de homenaje en el hotel Miramar, donde agradeció el reconocimiento recibido.

Desarrolla la docencia en la carrera de Pedagogía hasta 1948, con una trayectoria relevante como Profesor Titular y jefe de la Cátedra de Metodología Pedagógica. Participó en diversos eventos pedagógicos en Cuba, Estados Unidos, Chile y países europeos.  Elaboró el dictamen sobre el Informe rendido por Marvin S. Pittman en 1932, acerca de la situación de la educación cubana. Fue decano en la Facultad de Filosofía y Letras, Secretario de Educación en 1936 y Secretario de Estado, interino.  En 1941 asistió a los cursos de verano de la Universidad de Columbia.  Ese año recibió un homenaje por sus bodas de plata en la Universidad de La Habana. Bajo su sabia dirección crecieron nuevos catedráticos en la disciplina metodología pedagógica: Diego González Gutiérrez, Piedad Maza de los Santos y Ana Echegoyen Montalvo.En 1948 fue declarado Profesor Emérito de la Universidad de La Habana. Destacado por su capacidad de trabajo, disciplina, ética profesional y esfuerzos por el magisterio y la escuela. 

Falleció en La Habana, el día 14 de junio de 1954, a los 77 años de edad.

Algunas valoraciones de Martínez Echemendía sobre la educación superior cubana.

El logro de la Autonomía Universitaria en 1933.

“Fue necesario, para que, en gran parte, lográramos los viejos profesores de Pedagogía aquellos ardientes anhelos de reforma de nuestra Escuela, que Cuba pasase por los horrores de una dictadura política implacable (se refiere a Gerardo Machado); que la Universidad –foco de luz y progreso- fuera clausurada; que la mayoría de los profesores fuéramos perseguidos; muchos desterrados y uno asesinado, y que murieran, víctimas de su noble idealismo, muchos estudiantes de este Centro, pero terminado al fin, tan trágico período de la historia de Cuba, la autonomía –base de los progresos posteriores de la Universidad y de la Escuela de Pedagogía- se obtuvo primero con relativa facilidad bajo el gobierno del Presidente Grau San Martín, y se confirmó más tarde en la Ley  Docente de 8 de enero de 1937 y por último en la Constitución que nos rige.

“De aquel decreto irradian todas las ventajas logradas por la Universidad: mayores recursos económicos, fabricaciones suntuosas, gobierno propio, mejoras de los plantes de estudios, aumento de cátedras, etc.; y por lo tanto, el desarrollo actual de los estudios sobre educación dentro de la que fuera Escuela de Pedagogía, transformada, como consecuencia de la propia autonomía universitaria, en Facultad de Educación.” (1)

De las clases y el aprendizaje universitario.

En un informe crítico sobre la docencia universitaria que rinde en 1942, plantea una serie de cuestiones que no pierden importancia, entre ellas considera que por el exceso de alumnos en los cursos de Metodología Pedagógica, más de cien en cada aula, el método de conferencias imposibilita al profesor hacer activa y experimental su clase y lo que es más grave, apenas permite que pueda conocer y tratar a sus discípulos para dirigir como es debido sus estudios.

En otro momento recaba reivindicar el estudio de la juventud en las fuentes que señale el profesor y eliminar el criterio de que todo el saber pueda estar encerrado en las copias de las lecciones, que deben explicar las ciencias, pero no pueden contenerse en su totalidad.

Opiniones de contemporáneos sobre Luciano Martínez Echemendía.

En el informe que una comisión integrada por tres profesores de Pedagogía de la Universidad de La Habana, que tuvo la responsabilidad de valorar el trabajo realizado por el Dr. Martínez Echemendía en el quinquenio 1937 a 1942, se destaca la alta capacidad, la extensa cultura y la brillante y provechosa labor que en el campo de la educación cubana en general, y de la docencia universitaria en particular, venía realizando hace más de un cuarto de siglo el eminente catedrático. 

Igualmente el reconocido narrador, poeta y periodista Enrique Serpa Filis (1900-1968), quien fuera su alumno en la escuela primaria del Cerro y discípulo de Rubén Martínez Villena, lo valora del modo siguiente: “Salió con su familia de Alquízar a conquistar un mundo mejor, al precio de la inteligencia y el estudio hasta graduarse de Pedagogía, ocupar la Secretaría de Instrucción Pública, convertirse en uno de los profesores más ilustres de la Universidad de La Habana y una gran gloria de la pedagogía cubana”. (2)

Conclusiones

Sin lugar a dudas, Luciano Martínez Echemendía registra una trayectoria relevante en la pedagogía cubana por sus aportes en la formación y superación de maestros y pedagogos, destacándose por su consagración al trabajo  docente, autopreparación constante y  rectitud de principios de su filiación masónica  Trasladó a la escuela, los valores con los cuales educó a sus hijos y que tuvo en Rubén Martínez Villena la expresión superior del revolucionario que entregó hasta su propia vida por la causa de los trabajadores.

 Conocer el legado de Martínez Echemendía resulta imprescindible en el dominio del devenir de la educación cubana, en la comprensión del desarrollo de la identidad nacional y de la cultura general que corresponde a cada docente protagonista en la formación de las nuevas generaciones. Es un desafío y una invitación.

 

Referencia bibliográfica

  1. Del Expediente núm.7813, correspondiente a Luciano Martínez Echemendía, pp. 5-6.
  2. En, Roa, Raúl. Órbita de Rubén Martínez Villena, pp. 8 y 9.

Bibliografía