Varona

Edición Especial   Mayo-Agosto, 2017.    ISSN: 1992-82

La formación de maestros primarios. Reflexiones desde etapas anteriores a 1959

The formation of primary school teachers. Meditation from stages previous to 1959

M Sc Lianet González Herrera. Profesor Auxiliar. Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona.
Correo electrónico: lianetgh@ucpejv.edu.cu

Dr. C Pedro Pablo Recio Molina. Profesor Titular. Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona.
Correo electrónico: pedropablorm@ucpejv.edu.cu

Recibido: octubre 2016                                Aprobado: marzo 2017


RESUMEN

El presente artículo tiene como objetivo sistematizar la formación de maestros primarios en Cuba durante la colonia y la neo-colonia. Abarca una síntesis de los antecedentes históricos de la formación de maestros antes del triunfo revolucionario, enmarcándose en una periodización que incluye desde la colonia hasta 1959. La formación de maestros primarios a lo largo de la historia en Cuba ha transitado por diferentes estadios y ha reflejado los intereses de la clase dominante en cada momento histórico concreto y no siempre ha respondido a las necesidades socio-económicas del país. Los maestros cubanos, aunque formados en diferentes momentos y por diferentes planes o tipos de formación, siempre mantuvieron presente el ideal de independentismo y las ansias de libertad que se defendieron desde los campos de batalla. En los períodos a analizar se ponen de manifiesto los ideales de los principales pedagogos que desempeñaron una función fundamental en la conformación de nuestra identidad. En aras de sistematizar las etapas que denotan la existencia de un proceso evolutivo que transitó desde el surgimiento de nuestra nación hasta el triunfo revolucionario, se realiza el presente artículo, en virtud de perfeccionar y completar de la formación de maestros primarios y rescatar las mejores experiencias.

Palabras clave: formación, maestro primario.

ABSTRACT

The present article aims to systematize the formation of primary teachers in Cuba during the colonial period and neocolonial. It includes a synthesis of the historical antecedents of the formation of teachers before the revolutionary triumph framed in a periodization that includes from the colony until 1959
The formation of primary teachers throughout Cuba's history has traveled through different stages and has reflected the interests of the ruling class in each particular historical moment and has not always responded to the socio-economic needs of the country. It is also true that Cuban teachers, although formed at different times and by different plans or types of formation, always kept in mind the ideal of independence and the desire for freedom defended from the battlefields. In the periods to be analyzed shows the ideals of the main pedagogues that played a fundamental role in shaping our identity.
In order to systematize the stages that denote the existence of an evolutionary process that transited from the emergence of our nation to the revolutionary triumph, this article is accomplished by virtue of perfecting and completing the training of primary teachers and rescuing the best experiences.

Key works: formation, primary teachers.



Introducción

Cuba, desde su inscripción en la historia, se caracterizó por el asentamiento y los nacientes indicios de una formación social que empezó a manifestar, a fines del siglo XVIII, las primeras características de una embrionaria nacionalidad.

Varios  autores han realizado estudios de corte histórico que refieren el desarrollo educacional en Cuba antes del triunfo revolucionario; destáquese, entre otros, los trabajos de García G. y García S. (1985), Colectivo de autores cubanos, Mined (1987), Chávez J. (1996) Cartaya P., Joanes J. A. (1996), Curbelo Vidal M. y coautores (2004). Todos ellos, de alguna forma, han dado sus valoraciones críticas acerca del periodo educacional que se investiga: Buenavilla Recio R. La lucha del pueblo por una escuela cubana, democrática y progresista en la República Mediatizada. Década del 40 [Tesis de Doctorado], La Habana. Cuba (1990), Pérez Lemus L. Estudio histórico- crítico de los enfoques pedagógicos de la asignatura Educación Laboral a partir de 1959 [Tesis de Doctorado], La Habana. Cuba (2001), Ferrer Madrazo, M T. Modelo para la evaluación de las habilidades pedagógicas profesionales del maestro primario [Tesis de Doctorado], La Habana. Cuba (2002), Hernández Herrera P A. La enseñanza de la Geografía de Cuba, un estudio histórico- crítico desde el 2000, [Tesis de Doctorado] La Habana. Cuba (2005), Benavides Perera Z. Tendencia del desarrollo de las ideas sobre la educación del niño de preescolar cubano del 1959 al 2000 [Tesis de Doctorado], La Habana. Cuba (2006), López Macías C A. Estudio histórico- crítico de la enseñanza de las Artes Plásticas en la educación cubana, desde 1959 hasta el 2010 [Tesis de Doctorado], La Habana. Cuba (2011), los que, sin dudas, sin dar un enfoque integral al problema, han establecido regularidades en un área del conocimiento de manera  más esclarecedora.

Existe un nivel de coincidencia entre algunos de ellos que permiten enunciar la periodización histórica del objeto. Se asume la ofrecida por Curbelo M. y coautores (2004), quienes plantean:

Primera etapa: Etapa colonial: de 1510 hasta 1898. Primeras manifestaciones del proceso de transculturación: Presencia de la escolástica en la enseñanza, la religión, formas no escolares de educación, primeros educadores criollos, su influencia frente a la escolástica, creación de los primeros centros, proceso de formación de la educación y de una pedagogía mambisa.

Segunda etapa: Etapa neocolonial: de 1899 hasta 1958. La educación, la escuela y la pedagogía durante la intervención norteamericana y en la república mediatizada: Implantación del modelo escolar en la educación primaria y en la formación emergente de los maestros.

Para efectuar dicha periodización se realizó un bosquejo que permitió el estudio del pasado histórico y es de gran utilidad para el análisis de los diferentes factores que resultan determinantes en los cambios del desarrollo de la formación, sujeto a leyes en el tiempo y en el espacio en la sociedad.

Desarrollo

Primera etapa: Etapa colonial: de 1510 hasta 1898. Primeras manifestaciones del proceso de transculturación: Presencia de la escolástica en la enseñanza, la religión, formas no escolares de educación, primeros educadores criollos, su influencia frente a la escolástica, creación de los primeros centros, proceso de formación de la educación y de una pedagogía mambisa.

Durante el periodo de conquista y colonización (1510–1898), no existió una organización escolarizada. Los primeros habitantes no sobrepasaban la fase de comunidad primitiva y los españoles no rebasaban la etapa feudal, por lo que la incipiente enseñanza solo era exclusividad de los sectores y de las clases privilegiadas.

Los aborígenes que ocuparon estas tierras eran preagroalfareros y agroalfareros del periodo paleolítico al neolítico, los que carecían de una acción educativa intencional: se adaptaban al medioambiente de forma natural y una de las formas educacionales más relevantes que recibían era el areíto.   

En este largo y lento proceso se fueron mezclando agrupaciones étnicas con diferente nivel cultural: los aborígenes, casi extinguidos tras la conquista: el africano, que vino en condiciones extremas de esclavitud: y el español, quien fuera conquistador y esclavista. Ninguna de esas agrupaciones era homogénea en origen y, mucho menos, en cultura.

Los centros educacionales no pertenecían al Estado, ni a las ciudades. Los que existían pertenecían a la iglesia o estaban en manos de personas adineradas. La Iglesia católica, como brazo espiritual del poder feudal, tenía el privilegio de la cultura y, por ende, de la educación.

El hecho de que en Cuba no existiera una verdadera organización escolar no significaba que el régimen imperante se desentendiera del control sobre las conciencias, ya que la escolaridad es solo un elemento de ese control.

Si analizamos que educación, en su más amplio sentido, como formación de la conciencia en su doble aspecto de fijación de ideales y actitudes, que organiza la clase que ejerce el poder de acuerdo con sus intereses, y en cuyo logro esta clase emplea como elemento sistematizador la enseñanza; en estos primeros siglos, el peso fundamental no recayó en las formas escolares, sino en la coerción que ejercían sobre los individuos, las instituciones y las actividades políticas, jurídicas, económicas y religiosas que se completaban con las expresiones del arte popular, la recreación y las costumbres de la llamada “conciencia común”, entre ellas las creencias y las supersticiones (1).

Lo anterior explica la afirmación de que los hechos históricos sirven de lección a los pueblos. La historia enseña para el bien y para el mal. En una sociedad dividida en clases, las lecciones que el pasado transmite, pueden ser utilizadas por la fuerza dominante a su favor y en contra de los que son sometidos. En la historia de la educación en Cuba habría que comenzar por aquellos que traspasaron las fronteras de las aulas y tuvieron, como escenarios, los campos de batalla.

Desde los tiempos de la conquista y la colonización, los primeros afectados fueron los indios, quienes fueron cruelmente explotados y, para justificar dicha explotación, se establecieron las llamadas “encomiendas”, los que, con el pretexto de civilizarlos, eran entregados a los conquistadores que los hacían trabajar en pésimas condiciones. Este maltrato trajo consigo su extinción y su posterior sustitución por esclavos procedentes de África.

Por orden de la corona española, se mandó a enseñar lengua castellana a los llamados curas doctrineros, quienes no cumplieron con las disposiciones reales, siendo casi nula la instrucción que recibieron. Las primeras disciplinas que sí fueron interés de la corona fueron el idioma español y la religión católica, aunque al fundarse las primeras poblaciones no se contaba con ninguna institución educativa donde se llevara  a vías de hecho dicha enseñanza.

Mientras duró la dominación española, la enseñanza estuvo controlada por la Iglesia española, que demostró ser dogmática, excluyente, implacable y voraz.
La conquista y la colonización le posibilitó a la Iglesia ser la mayor beneficiaria: ella catequizó para subyugar, someter de forma intolerante y poderosa a lo largo de estos primeros siglos.

En 1498 comenzó la evangelización por La Española. Los reyes de España en el año 1501 expresaron al comendador Nicolás de Ovando su real voluntad de que se enseñara la doctrina cristiana, a leer y escribir a los indios de las tierras conquistadas.

Datos importantes de la época revelan que, entre 1568 y 1578, se extendió la enseñanza media a La Habana, cuando un grupo de dominicos, franciscanos y jesuitas, se ocuparon de la instrucción de los pertenecientes a las clases dirigentes y fueron los primeros que se dedicaron a enseñar.

Los franciscanos, quienes recibían facultades omnímodas, fueron considerados “cuidadores de los indios”: fueron los encargados de las primeras aulas, escuelas y cátedras para la catequización –educación en el llamado nuevo mundo.

Los dominicos se distinguieron en la educación media y superior, pero todas las comunidades participaron en actividades docentes por disposición de los reyes, quienes debían destinar un espacio para enseñar. Las comunidades jesuitas y betlemitas desempeñaron también una función en la educación durante los primeros siglos.

Los franciscanos, dominicos, jesuitas y agustinos, independientemente de las serias contradicciones con el clero secular y en un plazo no muy breve con la corona, fueron privilegiados y recibieron prerrogativas; sin embargo, la educación no se limitó a la impartida por ellos, sino también se responsabilizó a las instituciones civiles.

Todas las órdenes monásticas, con superior dependencia del Real Patronato, sobre todo las obispalías americanas, lograron grandes riquezas, su autoridad crecía a medidas que disminuían las órdenes, situación que se agravó cuando fueron expulsados los jesuitas en la década del 60 del siglo XVIII.

Los obispos, designados por la corona, alcanzaron un privilegio social, solo comparable con la de los virreyes, capitanes generales y audiencias.
Como se puede apreciar, durante los siglos XVI, XVII y finales del XVIII, en la Isla la educación estuvo determinada por la evangelización, la obediencia y el pago, contribuyendo a la destrucción de las culturas prehispanas, las que eran consideradas heréticas y bárbaras. El clero fue promotor de sufrimientos colectivos, que pueden constatarse en la actualidad.

La Iglesia, favorecida por el carácter oficial que recibió la conquista y la colonización del nuevo mundo por España, recibió el monopolio de la cruzada, cuyo objetivo era evangelizar y educar a los pueblos conquistados incluyendo todos sus habitantes: blancos y negros. Dicha educación siempre fue exclusivista, intolerante y discriminatoria de las expresiones religiosas autóctonas o no hispanas.

La vida de los primeros habitantes de Cuba en los tres primeros siglos de su historia fue muy pobre, no existían bases materiales para su desarrollo ni para la enseñanza de otras asignaturas. “La religión fue la expresión supra- estructural más destacada tanto en sus aspectos institucionales como en sus diversas manifestaciones mítico- mágicas que se expresaron principalmente en el sincretismo integrador de creencias y costumbres españolas y africanas. Tales expresiones han trascendido a nuestros días constituyendo un legado, no menospreciable, en la formación no escolarizada de la conciencia de una parte considerable de nuestra población” (2).

Durante los primeros siglos de la colonia, en España prevalecía un sistema educativo que relegaba a un plano secundario todo lo relacionado con la enseñanza elemental. El único interés del régimen se concentraba en la formación de los cuadros de la nobleza y del alto clero, así como en las capas intermedias de funcionarios y curas. Al trasplantar el sistema a Cuba, el panorama no fue diferente, las enseñanzas media y superior fueron las que recibieron mayor atención, quedando totalmente descuidada la enseñanza elemental.

Según datos de la época, la enseñanza sistemática comenzó en Santiago de Cuba, en 1523, cuando se fundó la llamada Scholatría a cargo de un maestrescuela que se dedicaba a enseñar gramática a los clérigos y a los sirvientes de la Iglesia.

Paulatinamente se fueron creando diferentes colegios, escuelas, y existieron personalidades que, en sus rasgos distintivos, desempeñaron una función importante en el complejo proceso de formación de la nacionalidad y contribuyeron a la crítica de la escolástica, como única forma de instrucción.

A principios del siglo XVII se creó en Puerto Príncipe una escuela fundada por Silvestre de Balboa, donde se aprendía a leer, escribir, contar, y los mayores estudiaban gramática, aritmética, geometría, lógica, retórica y astronomía.

En Sancti Spíritus, en 1716, el presbítero Don Silvestre Alonso entregó dinero  a los frailes franciscanos para que fundaran un convento y dedicaran una parte de él a enseñar gramática. Otras gestiones no aumentaron la calidad y la extensión de la enseñanza, pues los frailes garantizaban primero las lecciones de teología, y posteriormente, la gramática, no cumpliendo con la función por la que se creó dicha institución.

Otro ejemplo de ellos fue el sacerdote y profesor José Agustín Caballero  Rodríguez, quien consideraba que la enseñanza debía basarse en la observación acuciosa, la interrogante precisa y la meditación profunda. La fundación del Papel Periódico de La Habana, en 1792, resultó tribuna propicia para el ilustre sacerdote, quien criticaba con energía desde sus páginas, al ideario educativo, rancio y teologicista.

Fue radical en sus ideas frente a las lecciones del escolasticismo imperante, tanto en la enseñanza como en el pensar y el actuar. Agustín fue promotor de la introducción en la enseñanza de los conocimientos científicos más avanzados para la época, y de la observación y el experimento, como sus métodos más idóneos.

En 1793 vio la luz la creación de la Sociedad Económica de Amigos del País en La Habana y cuyas tareas eran: fomentar, vigilar y dirigir la educación pública.  No fue hasta la creación de dicha Sociedad que se puede hablar en la isla de una enseñanza elemental con las características que la población existente necesitaba. Al igual que en los niveles medio y superior, la iglesia católica fue la que llevó la iniciativa de su establecimiento, su existencia correspondió al siglo XVII, pero no fue hasta el siglo XVIII cuando comenzó a establecerse este tipo de instituciones en casi todas las ciudades y villas del país. Hubo indudablemente, algunos esfuerzos esporádicos en la capital y en algunas villas, pero los datos históricos son pocos e imprecisos.

A finales del siglo XVIII se funda el Seminario de San Carlos y San Ambrosio  y, de conjunto con la Sociedad, se dio inicio a las primeras concepciones renovadoras sobre la educación, la enseñanza y las escuelas, mediante un grupo de intelectuales y educadores pertenecientes a la generación que decidió, en el siglo XIX, acabar con la escolástica, el ideario democrático y el pensamiento científico que caracterizaba la escuela cubana.

Finalizando el periodo que se analiza se establecieron en La Habana y otras poblaciones cercanas, escuelas elementales atendidas por hombres y mujeres del pueblo que recibieron el nombre de “escuelas de amigos y de amigas”. Un informe enviado a la Sociedad Económica de Amigos del País, Fray Félix González dio cuentas de las escuelas existentes y las condiciones en las que se enseñaba, las materias que recibían y los maestros que las atendían. Los maestros eran mulatos libres o pardos, que enseñaban lo poco que sabían.

El devenir de los siglos XVI y XVII, hasta rebasada incluso la medianía del siglo XVIII, resulta, aunque premisa necesaria, de escasa significación en el desarrollo de una ideario educativo progresista cubano, en los cuales las formas no escolares, sustentadas en la iglesia católica como institución y en la superestructura como basamento, constituyeron los instrumentos más idóneos para el afianzamiento de la hegemonía del poder colonial, lo que explica la proverbial desidia de las autoridades españolas en Cuba, por crear un sistema de enseñanza coherente y bien estructurado. En esta etapa, la instrucción, plagada de insuficiencias, quedó en manos de jesuitas, franciscanos, dominicos, y en menor cuantía, de representantes de otras órdenes religiosas, mayormente limitadas a conventos y parroquias, con escasa participación o exclusión total de los más desposeídos (3).

Se destacaron otras personalidades criollas relevantes a finales del siglo XVIII que devinieron educadores de vanguardia, los que se enfrentaron y lucharon contra la escolástica, el dogmatismo y el formalismo que predominaba en la enseñanza. Muestra de ello fue José Julián Martí Pérez, quien se desarrolló como maestro desde 1878 y 1895 y quien puso de manifiesto los errores del sistema educacional de su tiempo y, en 1880 expresa acerca de la formación de maestro: “No deben enseñarse reglas sino resultados. Hay que crear, sí, escuelas normales, pero no escuelas normales de pedantes, de retóricos, de nominalistas; sino de maestros vivos y útiles que puedan enseñar la composición, riquezas y funciones de la tierra, y las maneras de hacerla producir y de vivir dignamente sobre ella, y las noblezas pasadas y presentes que mantiene a los pueblos, preservando en el alma la capacidad y el apetito de los heroico” (4).

En resumen, Martí expresa, a criterio muy modesto de los autores, su filosofía de la educación, es decir, preparar al hombre para la vida, en correspondencia con las necesidades de su tiempo y las de la sociedad en sí misma.

Al terminar el siglo XVIII, se caracterizaba por el predominio de la enseñanza media y superior por encima de la elemental, la que estaba totalmente desatendida, la despreocupación del Estado por la instrucción y educación de la población, dejándola en manos de la Iglesia, la carencia de planes de estudio y programas científicos y asequibles, la presencia de una enseñanza escolástica, formalista, intelectualista y memorística, los locales inadecuados y los maestros sin posibilidades para superarse.

Segunda etapa: Etapa Neocolonial: de 1899 hasta 1958 La educación, la escuela y la pedagogía durante la intervención norteamericana y en la república mediatizada: Implantación del modelo escolar en la educación primaria y en la formación emergente de los maestros.

Cartaya Cotta P. (1996), planteó que al iniciarse la ocupación norteamericana en 1899, la situación del país era muy crítica.

Con la llegada de Estados Unidos a Cuba, se frustraron todos los intentos de una revolución de independencia y del proceso de liberación nacional, iniciada en 1895. La nueva colonia reorganizó toda la estructura político- administrativa del país. Su primera misión ideopolítica fue destruir las fuerzas revolucionarias, sus instituciones y afianzar su poder económico.

Entre sus planes, inicialmente no estaba ocuparse de la educación, pero se percataron que por medio de esta podían afianzar sus intereses e inmediatamente promovieron campañas de desprestigios hacia el magisterio cubano.

Dentro de las principales acciones para desacreditar a los maestros cubanos y a la educación en Cuba por parte de los Estados Unidos, estuvo la penetración ideológica, la que estaba dirigida a eliminar sus tradiciones educativas y patrióticas y a subvertir sus valores e ideales: para ello, entre otras acciones, construyeron o readecuaron más de 3000 aulas y asumieron la dirección de la educación primaria. De esta forma, se mantenía, en la mayoría de los maestros de las aulas públicas, sentimientos revolucionarios y de amor a la independencia, lo que contrarrestó, desde las aulas, la absorción cultural que pretendía Estados Unidos.

Se organizaron las Escuelas Normales de verano, las que tenían como objetivo servir a los intereses de la penetración norteamericana mediante la formación y la superación de los maestros. También se fundó en 1900 la Escuela de Pedagogía, de la Universidad de La Habana, constituyendo el primer antecedente de la formación de maestros primarios con nivel universitario. Se ingresaba con título de bachiller o de maestro normalista.

Entre 1915 y 1919 se organizó nuevamente la formación regular de maestros primarios y se fundaron las primeras Escuelas Normales de la República, dos de ellas en La Habana y una en cada capital de las provincias. Las maltrechas escuelas públicas, la mayoría de los maestros, muchos sin preparación, mantuvieron vivas las tradiciones del Himno Nacional e inculcaban el amor a la bandera y a la historia patria. Voces prestigiosas como Marinello J., García Agüero S., Escalona D. M., Henríquez C, a partir de la labor de Varona E.J. y de Aguayo A. M., dieron los primeros impulsos a las ideas de una pedagogía cubana.

En los análisis de la documentación realizados por los autores del presente artículo, se constató que las Escuelas Normales desempeñaron una función importante en la preparación y la superación de maestros primarios en la etapa de la neocolonia. Por otra parte, los diferentes gobiernos que dirigían en el país tampoco se preocupaban por la superación de los maestros, es por ello que el auto didactismo se convirtió en la forma principal de superación.

El primer Plan de Estudio de las Escuelas Normales de La Habana, fue designado con el número 1 y estuvo en rigor desde 1915 hasta 1923. Este tenía una duración de 4 años, dicho plan estaba estructurado por un gran número de asignaturas, en su mayoría dirigidas a la formación cultural del maestro. Los Planes de Estudio, denominados 2,3 y 4, comprendidos en el período de 1923 a 1934, eran similares al anterior, ya que solo modificaban algunas asignaturas y se hacían algunos cambios discretos en el aumento de horas/clase a partir del 3er año, en función de la práctica escolar de las asignaturas metodológicas.

Valorando esta segunda etapa, es donde se sientan las bases para una neocolonia de EE.UU., basada en una nueva forma de dominio, valiéndose de la educación primaria como instrumento de penetración ideopolítica: crean un sistema de educación primaria pública siguiendo el patrón norteamericano, acelerando la formación de maestros por varias vías, pero defendiendo sus intereses. Este período se caracterizó por la sucesión de gobiernos títeres al servicio de EE.UU. Su principal función era sustentar las bases económicas con amplios intereses, como mantener la influencia política y respaldar los intereses latifundistas y burgueses de la clase pudiente cubana.

Conclusiones

 

Referencia bibliográfica

  1. García Gaspar J. Bosquejo histórico de la Educación en Cuba. La Habana. Cuba: Editorial de Libros para la Educación; 1978, p.8.
  2. García Gaspar J. Bosquejo histórico de la Educación en Cuba. La Habana. Cuba: Editorial de Libros para la Educación; 1978, p, 13.
  3. Quintana Suárez R. Significación del pensamiento educativo de Fidel Castro en la formación de maestros primarios y profesores de la enseñanza media en la Cuba Revolucionaria. La Habana. Cuba;  2007.
  4. Martí J. Ideario pedagógico. La Habana. Cuba: Editorial Pueblo y Educación; 1990.

 

 Bibliografía