Varona

Edición Especial   Mayo-Agosto, 2017.    ISSN: 1992-82

Consideraciones acerca de las publicaciones periódicas de Artemisa (1902 a 1940)

Considerations about periodic publications in Artemisa (1942 to 1940)

Dr. C. Yaneli Delgado Mesa. Profesor Auxiliar. Universidad de Artemisa.
Correo electrónico: yanelidm@uart.edu.cu

Recibido: septiembre 2016                                Aprobado: marzo 2017


RESUMEN

Las publicaciones periódicas permiten en la sociedad el conocimiento y divulgación de un grupo considerable de elementos que conforman  la historia de las comunidades donde se desarrollan. En el presente trabajo se pretende revelar algunas consideraciones de las publicaciones de la sociedad artemiseña de 1902 a 1940. Estas publicaciones constituyen una fuente cultural donde se divulga la obra educativa, política, científica y social de un determinado período, además contiene evidencias de su contribución al desarrollo de la identidad nacional, por lo cual resulta imprescindible rescatar y reconstruir la memoria histórica que conforma la identidad artemiseña, para analizar su incidencia y las huellas que dejaron como legado en la República neocolonial.

Palabras clave: publicaciones periódicas, República neocolonial, identidad nacional, Artemisa.

ABSTRACT

Periodic publications allow the knowledge and divulgation of an important group of facts that form their community history. This work reveals some considerations about Artemisa publications between 1902 and 1940. They are a cultural fountain that spread out the, educative, politic, scientific and social masterwork of a period. Besides it’s an evidence of its contribution to Artemisa’s identity, to analyze the incidence and footprints as a legacy of the neo-colonial republic.

Keywords: periodic publications. Neo-colonial Republic, national identity, Artemisa.



Introducción

La evolución de la prensa hasta nuestros días, ha estado ligado a importantes acontecimientos socioculturales, económicos, tecnológicos. Las publicaciones periódicas permiten comprender la historia del hombre y de nuestra sociedad. Las publicaciones periódicas literarias en nuestro país ilustran una de las más firmes, sabias, renovadoras y audaces conductas de la intelectualidad cubana, teñida de fuertes sentimientos y proyecciones nacionalistas y antiimperialistas desde la República.

El análisis bibliográfico realizado de diversas fuentes documentales, bibliográficas, hemerográficas, archivísticas, y gráficas, evidencia que en las investigaciones históricas, aún son insuficientes las realizadas sobre las publicaciones periódicas y en particular las que reflejan el estudio de la historia de la comunidad artemiseña en la República neocolonial. Por lo que se insiste en la necesidad del rescate de lo mejor de las tradiciones cubanas en esta etapa.

La lectura de la prensa y las revistas en los estudios históricos, ha permitido que el hombre desarrolle su pensamiento crítico y reflexivo, para que pueda ir mejorando sus habilidades cognitivas tales como: analizar, relacionar, comparar, criticar constructivamente, memorizar y observar. Es fundamental tener un conocimiento amplio y preciso de estas publicaciones, para que se pueda transmitir a las distintas generaciones con el fin de que tenga una acción y función educativa. Se trata de convertir a las publicaciones periódicas en una biblioteca rica y abierta, que potencia el conocimiento de la memoria histórica local y nacional.

Los numerosos periódicos y revistas cubanas surgidas en la etapa republicana nos muestra como el caos político, abrió el preámbulo para que la intelectualidad cubana ávida de cambios políticos y sociales se expresara en las publicaciones periódicas, que constituyeron un vehículo de expresión no solo artística, literaria y académica, sino también de las contingencias sociales; convirtiéndose así en importantes documentos de la historia. Por lo que se propone como objetivo del presente trabajo revelar algunas consideraciones de las publicaciones periódicas de la sociedad artemiseña de 1902 a 1940 como parte del estudio de las publicaciones periódicas en esta región.

Desarrollo

Para la formación de una cultura que identifique a un pueblo, y al hombre en general se pasa por distintos procesos dinámicos y sistémicos, es integrante de la nacionalidad y se nutre de las raíces de las que esta se ha formado. En este proceso se conforma el patrimonio cultural que se contiene un conjunto de exponentes naturales o producto de la actividad humana, que nos documenta de forma excepcional sobre la cultura material, espiritual, científico- histórica y artística de las distintas épocas que nos precedieron como del presente, que se convierte en una obligación conservar y mostrar a la actual generación y a las futuras.

La cultura entre sus rasgos esenciales se destaca por ser un proceso histórico de acumulación, en la que de lo antiguo se conserva lo valioso, corregido y enriquecido con nuevos elementos, por lo que resulta pertinente el estudio de la evolución de las publicaciones periódicas como exponentes del movimiento de ideas en la primera mitad del siglo XX en Artemisa, teniendo en consideración la relación pasado-presente- futuro, como patrimonio cultural inmuebles de la nación cubana.

El ser humano hereda la cultura por educación. Se aprende implícita y explícitamente, es por esto que la sociedad comparte valores, conductas, creencias, las percepciones de la realidad y la forma de comunicación. Al hablar de cultura también se refiere a las costumbres y tradiciones como son las fiestas, la comida, la moda y el lenguaje de cada país, así como de sus gustos culturales como son la música, el arte, el diseño, la literatura, las noticias y los medios por los cuales éstos son expresados, como los libros, las revistas, periódicos, cine, televisión, arte y arquitectura.

El patrimonio cultural es portador de tradiciones que llevan incorporados en su acción las tradiciones culturales, las cuales son objetivas en la escena social a través de las prácticas culturales. Estas prácticas son desarrolladas a través de relaciones de símbolos significantes y conforman un universo simbólico que reproducen los signos y significados que conforman la cultura popular tradicional de una región. A su vez se convierte en parte fundamental del patrimonio cultural cubano, del cual conforma una fuente del conocimiento las publicaciones periódicas.

Las publicaciones periódicas impresas o no, tienen la posibilidad de ofrecer información actual y de diversas especialidades. Además de informar van generando corrientes de opinión, se constituyen en un espacio de diálogo y discusión. Al ser consideradas como fuentes de información, de ellas se pueden obtener referencias generales y sobre una temática particular; son indispensables como fuentes del conocimiento histórico.

Al respecto Picart M. I. (2011) señala que:

“Se reconocen a las publicaciones periódicas por ser hechas en partes, volúmenes, numeradas progresiva o cronológicamente; reunidas bajo título común, editadas en intervalos regulares, formadas por contribuciones en forma de artículos, firmados bajo dirección de un editor, con un plan definido”(1).

Entre ellas se ubican a los periódicos que presentan noticias (crónicas, reportajes, artículos de opinión entre otros), fundamentados en dos secciones de información y de opinión; y las revistas que ofrecen una revisión exhaustiva de los sucesos y que se clasifican en especializadas, informativas, de entretenimiento y científicas.

De manera que Picart M. I. (2011) señala que: “las publicaciones periódicas son consideradas como fuentes de información de primera magnitud; de las que se puede obtener información general y sobre una materia de un campo determinado, indispensables como fuentes históricas” (2).

Este conjunto de publicaciones que suponen el primer eslabón de comunicación de la ciencia, son una muestra de estudio idónea para analizar las principales características de la divulgación científica y el conocimiento. Es importante dicha divulgación por el compromiso educativo que se tiene con la sociedad y por la necesidad de informar y promover una cultura científica - tecnológica para un adecuado desarrollo del ser humano en general.

Al estudiar esta temática se considera necesario determinar algunas características de la región artemiseña. El pueblo fue fundado en el año 1818. Surgió a raíz del incendio acaecido el 25 de abril de 1802, en los Barrios de Jesús María y Guadalupe en la ciudad de la Habana que dejó sin hogar a muchas familias y que presionó al Real Consulado de Agricultura, Industria y Comercio a aprobar la creación de poblaciones en zonas extramuros. En 1818, gracias a la donación de don Francisco de Arango y Peñalver se comenzó la edificación de la iglesia que fuera inaugurada el 22 de diciembre de 1825 (3).

En el siglo XIX la interacción entre lo tradicional y el elemento foráneo (Norteamérica) hace de la villa de Artemisa en poco tiempo una región próspera en la que era posible percibir los rasgos de una modernidad naciente. Si en 1899 Artemisa contaba con 7000 habitantes, en 1930 la cifra se había triplicado (más de 23 000 habitantes) (4). Con la ocupación militar norteamericana frustra la independencia absoluta del país. Las fuerzas yanquis llegan a Artemisa en actitud de conquistadores iniciándose el período neocolonial.

También el desarrollo tipográfico que en la villa fue notable pues llegó a contar con varias imprentas en las que se publicaron revistas como Proa, Artemisa, periódicos como El Ideal (primer periódico artemiseño), La Libertad, El Combate, Villa Roja, Reforma entre otros. En cuanto a la Educación se crean escuelas privadas y públicas y algunas especializadas como la Escuela de Comercio, de Oficios. Artemisa contó con Instituto de Segunda Enseñanza.

Trascendental también dentro de la evolución de un pueblo, es la existencia de la imprenta, industria que en Artemisa contó con gran proliferación y números de ellas. El desarrollo de la misma fue muy importante por cuanto trajo aparejado consigo el desarrollo de otras ramas de la sociedad a saber: el comercio, con los anuncios publicitarios, la cultura por la publicación de materiales y libros de escritores locales, así como la aparición de publicaciones periódicas que en esta villa existieron en décadas anteriores.

La evolución de la imprenta en la localidad está recogido en el libro de Trujillo J. (1979). “Apuntes para la historia de la imprenta en Artemisa”. A través de él se reconocen las imprentas que laboraron en la villa, sus distintos dueños, locales de estancia así como maquinarias utilizadas en las mismas. Artemisa floreció notablemente en el campo de la cultura, destacándose en la música y en la literatura. Entre otros factores, influyó de forma trascendental el desarrollo alcanzado por la imprenta en la localidad que posibilitó las publicaciones de todo lo creado, sobre todo en la literatura, así como su influencia en el campo periodístico.

La villa contó con un grupo de escritores, que tuvieron como líder a Francisco Robaina Arquimbau, integrado además por Manuel Isidro Méndez, Magdalena Peñarredonda, José Rodríguez Acosta, Ubaldo R. Villar Duarte, Ramón Muiña, Luis B. Sánchez, Gregorio Ortega, Arturo Cordero, Federico Pedroso, entre otros. Estos mantuvieron activos el espíritu cultural y el combate periodístico. No sólo escribían para periódicos, sino también para revistas de la localidad y publicaron diferentes obras literarias que fueron editadas en el municipio.

Estos periodistas, artistas visuales y promotores de la cultura dieron impulso a la creación de suplementos y revistas culturales y de sociedad. Por medio de la forma impresa, diagramación, tipografía e imaginería, se crearon revistas originales con cualidades estéticas, donde se difundían las noticias sociales, costumbres y modo de vida. La cultura nacional surge de la necesidad de una lengua común, de las nuevas relaciones económicas, sociales y políticas  dentro del espacio nacional. La creación valores y símbolos culturales nacionales propician la identificación de la población.

Las obras escritas por diferentes autores durante la primera mitad del siglo XX (1902 a 1940) tuvieron como rasgo el interés por formar una conciencia nacional. Este interés también apareció en los periódicos y revistas editados, donde se manifestaron como medio a través del cual se buscó fomentar la identidad nacional. Comenzaron a prosperar no pocas publicaciones periódicas. Estas revistas ilustradas, como se conocían en aquel entonces, establecieron un patrón editorial. Reservaban cierto número de páginas a la colaboración literaria, y el resto se dedicaba a la información gráfica, en ocasiones con despliegue fotográfico de importantes actos sociales y patrones culturales. Aun así, el interés por temas exclusivamente culturales fue en aumento y provocó la posterior separación entre revistas de variedades y revistas culturales.

Las revistas culturales no sólo se especializaban en la nota informativa sobre acontecimientos ilustrativos. Con el nuevo siglo, también que se dieron a la tarea de mantener al público lector actualizado respecto a las nuevas corrientes artísticas y de pensamiento, estudios sociales, polémicas culturales y crítica de arte. Algunas de las revistas de música, teatro, artes visuales, pensamiento o referidas a todas las manifestaciones artísticas a través de secciones, estaban vinculadas o financiadas por grupos de intelectuales.

Diseñar una publicación periódica es comunicar y expresar un contenido por medio de signos visuales que actúan como catalizadores de comprensión de textos e imágenes entre el autor y el editor. La forma visual es una escritura universal que está sujeta al proceso de producción y al significado que le confiere el emisor desde su inicio y el receptor, de acuerdo con patrones culturales y circunstancias históricas.

Resultó muy útil la revisión bibliográfica de muchos números de periódicos y revistas locales entre  los que podemos citar el periódico “Villa Roja” y la revista “Tiempo”, entre otras. (Anexo 1). Una diversidad de materiales impresos: diarios, semanarios, gacetas, boletines, revistas, almanaques, invadieron la escena social, familiar, institucional y personal de la sociedad artemiseña.

El carácter que esta prensa periódica tuvo fue diverso; encontramos publicaciones que por su periodicidad fueron diarios, semanarios, decenales, quincenales o mensuales, esta periodicidad dependía del proceso de producción el cual enfrentaba serios problemas en cuanto a las colaboraciones y el costo de impresión de los materiales. Por su orientación político-ideológica podían ser liberales, conservadores, positivistas, católicos, metodistas. Por el contenido que abordaban podían ser; científicas o literarias; o de índole diversa las cuales trataban temas para mujeres, para niños o para maestros.

Por el tipo de edición eran boletines, gacetas, revistas o diarios, independientemente del tipo de publicación del que se trate, las publicaciones periódicas fueron importantes por ser protagonistas de las transformaciones que se dieron en la época, ellas documentan los cambios y realidades que se vivían.

Los intercambios hemerográficos fue otro de los asuntos interesantes que destacan en estas publicaciones. La mayoría de las revistas y periódicos, tuvieron intercambios con publicaciones nacionales y, algunas abrieron su ámbito de acción hacía esferas latinoamericanas y europeas. Esta red de intercambios podemos identificarla por la reproducción que se hacía de ciertos artículos extranjeros o nacionales o por la publicación de artículos de escritores mexicanos en revistas extranjeras.

La pretensión de elevar el gusto e instruir a los lectores en distintos campos del conocimiento también fue un rasgo constante de las publicaciones periódicas. Se les atribuyó un carácter educativo que contribuyera a combatir la ignorancia, resultante de educar a la población para promover el progreso en la ciudad. Aunque se encuentran con la dificultad de tiradas cortas y suscriptores escasos.

En estas publicaciones se resalta la necesidad de conservar y difundir en las escuelas lo mejor de los valores ideales que forman la nación, enfatizando en el concepto de humanidad, teniendo en cuenta la historia, el idioma materno, el arte, las ciencias, los principios morales y las tradiciones.

Los escritores y literatos destacados durante el período neocolonial fueron: Francisco Robainas Arquimbau, Manuel Isidro Méndez, Armando Guerra Castañeda, Ubaldo R. Villar Duarte, Donatilo Cruz Álvarez, Ody Breijo, Fernando González Campoamor, José Pérez Gómez y Leandro Rodríguez.

En las revistas consultadas, fundamentalmente las que son de la década del 20, del siglo XX, evidencian en sus artículos la influencia del pensamiento humanista, renovador de lo mejor de los ideales de la cultura y la historia patria, pues en esencia se puede vislumbrar estos elementos partiendo de los contenidos estudiados,  por lo que en la realización de este trabajo se tienen en cuenta los elementos siguientes:

En el año 1935, surgió un grupo denominado PROA, integrado por hombres progresistas: eran escritores y literatos residentes en la localidad. Se dedicaban a la publicación de trabajos literarios, folletos, impartían conferencias y realizaban actos culturales. Montaron exposiciones, destacándose notablemente en el quehacer cultural de la localidad. Publicaron una revista del mismo nombre.

Después se creó la revista y la editorial, en noviembre de 1933, salió el primer número con 2,000 ejemplares. Así duró esta distribución hasta abril de 1936 en que como fuerzas para integrar la “Editorial PROA”, donde se incluyeron los “Cuadernos del Pueblo”” y el periódico “Mástil”, que salió hasta agosto de 1936.

A pesar de ser el grupo de intelectuales que lo formaban artemiseños, así como su revista y la editorial, ésta logró salir de los límites del país y llegar a la América del Norte y algunos lugares de la América del Sur, de donde se recibió correspondencia remitida a Artemisa por asociaciones de intelectuales, por los clubes del libro, por las universidades, por las editoriales, a través de tabloides, revistas, boletines, libros, catálogos, folletos; la “Colección del Sur”, completa en sus primeros 250 números (estos números se donaron a la Biblioteca de la Casa de las América); la de “Atenea”, chilena (también donada a Casa de las Américas), el puntual “Repertorio Americano”, publicado en San José de Costa Rica, los órganos más radicales de México y de los Estados Unidos y muchas otras publicaciones y documentos (5).

Alrededor de la figura de Manuel Isidro Méndez se nuclearon personalidades relevantes de la cultura en los ámbitos nacional e internacional. Lo mismo se puede decir de Fernando G. Campoamor, promotor cultural y fundador del grupo Proa, autoproclamados “minoría de campo”, que se hicieron eco de las lecciones de civismo y de cultura del Grupo Minorista. En la década del 30 visitaron Artemisa: Juan Marinello, Víctor Manuel, Nicolás Guillén, Lino Novás Calvo, Enrique Serpa, Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Ernest Hemingway, Miguel Ángel Asturias, entre otras personalidades. Por otra parte las sociedades de instrucción y recreo (La Colonia Española, Sociedad Luz y Caballero, La Antorcha) protagonizaron la vida pública de Artemisa, mostrando toda la diversidad social y la tradición de progreso que había distinguido a la Villa desde principios del siglo XX.

Conclusiones

Las publicaciones periódicas como fuente para la reconstrucción de la historia de la educación es un rico caudal que espera ser descubierto y trabajado por pedagogos e historiadores, en busca de las raíces históricas que conforman la nacionalidad cubana.

Desde el siglo XIX, la mayor parte de las publicaciones, tanto revistas como periódicos, permanecieron en el terreno de la información y la crónica social. Sin embargo, algunas se destacaron por poner énfasis en temas culturales, sobre todo la crítica artística y literaria, entre todas mantuvieron la movilidad de la cultura cubana, y  esto en sí mismo es el gran acierto de las revistas culturales en la República.

La riqueza que tienen estas publicaciones es inmensa, en cada una de sus secciones y apartados se abre la posibilidad de estudios diversos, estudios que aún no se inician. Las publicaciones en sí mismas son un caudal de información, sus contenidos son aún más ricos, porque evidencian la relación pasado- presente- futuro como parte del estudio de la evolución histórica de la sociedad artemiseña.

 

Referencia bibliográfica

  1. Picart M. I. La educación: un tema en publicaciones espirituanas en la  República. (Tesis en opción al Título Académico de Máster en Ciencias de la Educación Superior). Sancti Spíritus. Cuba: Universidad de Sancti Spíritus José Martí; 2011
  2. Picart M. I. La educación: un tema en publicaciones espirituanas en la  República. (Tesis en opción al Título Académico de Máster en Ciencias de la Educación Superior). Sancti Spíritus. Cuba: Universidad de Sancti Spíritus José Martí; 2011.
  3. Rodríguez M. I. Historia de Artemisa. Artemisa. Cuba: E.C. de Artes Gráficas.; 1973, p. 31-34
  4. Rodríguez L. Historia del pueblo de Artemisa.  Artemisa. Cuba;  1946, p.22
  5. Campoamor F. G. Los años de PROA en Artemisa, Isla de Cuba. Revista de la Biblioteca Nacional José Martí;  1979, Vol. XXI,  70 (3): 15-42,  septiembre.

 

Bibliografía

 

Anexo 1

Relación de publicaciones periódicas y revistas editadas en Artemisa a partir de 1901 a 1934
(Tomado de Apuntes para la Historia de la Imprenta en Artemisa)

1901.

El Ideal, dirigido por José Salas de la Peña.

1902.

La Golondrina

1903.

La Realidad, dirigido por Francisco Robainas.

1904.

El Mosquito, dirigido por Rosendo Arquimbau.

1906.

La Juventud Artemiseña, dirigido por Ubaldo R. Villar Duarte.

El Redentor, dirigido por Lucilo de la Peña.

Libertad, dirigido Francisco Robainas, con la colaboración de Juan Francisco Sorial y Ramón Muiñas

1907.

La Justicia, dirigido por Cándido y Juan G. Díaz.

La Avispa, dirigido por Juan Luis García y Leandro E. Rodríguez.

1908.

Revista Átomo

La Oposición, dirigido por Ramón Renom de la Noval.

La Opinión.

1909.

El amigo de la familia, dirigido por el padre Guillermo González Arocha.

El Combate de Paco Cuenca.

El Vueltabajero, órgano del Gremio de Escogedores de Tabaco en Rama.

El Duende, dirigido por Ramón Renom.

La Bulla de López Briñas

1910.

El Sport, dirigido por Leandro E. Rodríguez.

1911.

El Eco Semanal, dirigido por José Morales (Moralito) y su hermano Aurelio Morales.

El Cuerdo Loco, dirigido por el profesor Manuel Hernández León.

Pluma Libre, dirigido por Pedro Duarte, viejo compañero de José Martí en sus expediciones.

1912.

El Paladín de Ramón Renom, Magdalena Chils y Félix Bautista.

El Vueltabajero, semanario de asuntos agrícolas.

1913.

El Tiempo, descrito anteriormente y cuarta época de La Bulla de López Briñas y Cesar Más.

1914.

Revista Artemisa

Resurgimiento de El Tiempo y La Vida Artemiseña

1915.

El Heraldo, dirigido por Victoriano Arzola.

1917.

La Buena Nueva, dirigido por Ramón Sánchez Poo.

1918.

Verdún, de José Méndez González y Leandro E. Rodríguez.

1919.

El Sol, dirigido por Victoriano Arzola y Alfredo Fleitas.

1921.

Segunda época de la revista “Artemisa”

1923.

El periódico satírico La Escoba ya descrito.

El Listín, de Eloy C. Cruz y Cecilio Peña.

El Diario, de Aurelio Prieto.

El Liberal, dirigido por Pedro Portalés García.

1924.

El Zorro, de Armando Guenco.

El Plumero, de Arturo Cruz.

El Pueblo, dirigido por Francisco Cuenca García y Horacio Sierra.

1925.

La Tribuna, de Antonio Gavaldá y Donatilo Cruz.

“Ensayo”, dirigido por Mario Llorens.

1926.

Látigo, de Eloy E. Cruz y Rogelio Ernand Núñez.

1927.

Revista La Complaciente.

Revista Artemisa, tercera época, dirigida por Francisco Robainas Ortega.

El Ideal, de Eloy E. Cruz y Amelio Prieto.

1929.

El Siglo, de efímera vida.

El Pueblo

1930.

Revista Fulgores, de Heliodoro Chirino.

Revista Universal, inspirada por el Dr. Félix Pérez Porta y dirigida por Eloy E. Cruz.

Villa Roja

1931.

Letras y Hoy, dirigidos por Eloy Cruz.

Tribuna Escolar, publicado por los alumnos de la Escuela Primaria Superior.

Avance, dirigido por Elizardo Díaz.

1932.

Renovación, por José Romero Nussa.

1933.

Libertad, dirigido por Eloy E. Cruz.

Reforma, descrito anteriormente.

Tribuna Obrera, de José R. Trujillo, Alejandro Más, Rodolfo Urrutia, Ody Breijo, Raúl Álvarez y Gilberto López.

1934.

Nosotros de Vitalio Roig y Sergio Collazo.

PROA de Fernando González Campoamor.

Etcétera de Elizardo Díaz.